Ya en el año 93 hubo un atentado contra las torres gemelas y Clinton y los servicios secretos norteamericanos ya empezaron a hablar en petit comite de Al Qaeda y Bin Laden. No creo que haya nada de misterioso en el atentado en si porque la trayectoria parece marcada desde mucho antes del 11-S (insisto, parece).
Ahora bien, sí coincido en la política del miedo como vehículo para justificar ciertas conductas posteriores como la guerra en Iraq o la intervención en Afganistán y especialmente el control de la población dando lugar a promulgaciones como la de la Patriot Act que es un atentado directo contra los derechos civiles de la ciudadanía. Pero ahí está.
El suceso de las torres gemelas, el pentágono y el avión que se estrelló en Pennsylvania si constituyeron la apertura del pestillo que la administración Bush necesitaba para comenzar a actuar de manera premeditada y comenzar a situar piezas en el tablero de Oriente Medio.
De hecho yo no dejo de pensar que Bush buscó la forma de continuar la labor iniciada por su papi en 1990 siempre bajo el auspicio del hoy (qué raro) desaparecido Donald Rumsfeld.
Si que hay mucha mano negra política detrás del asunto. De eso estoy convencido, pero no debemos olvidar que los montruos que en teoría atacaron EEUU fueron en su día mimados y alimentados por las distintas administraciones norteamericanas. La lucha en Afganistán contra el dominio soviético, los negocios del propio Bin Laden con cercanos a Bush, etc...
Siempre he tenido la impresión de que el 11-S y los sucesos posteriores no son sino el cierre de un círculo iniciado años atrás con el que establecer una política de miedo con la que controlar a la opinión pública y con la que iniciar una serie de actuaciones exteriores destinadas al control de ciertos recursos y zonas concretas del globo que tienen un papel estratégico importante. No olvidemos que un Afganistán controlado y con un gobierno títere (por así decirlo) sería un aliado perfecto para estar a las puertas de China y bien cerquita del corazón de Rusia.
Sin embargo tengo la convicción de que el desastre de la estrategia ha sido manifiesto. La prueba es que se cuentan las horas para la salida de Bush de la Casa Blanca, Iraq es un horror incontrolable y Afganistán está lejos de convertirse en un nuevo Pakistán (y eso que Musharraf es otro que conoce perfectamente puertas traseras).