CAPITULO 12Cuando llegué al despacho, Valeria fue la única en darse cuenta de que no era mi voz en la radio. Los demás me felicitaron. << Buen trabajo ¡Bravo! >>

- snapshot_f8eb03aa_f8f2f096.jpg (198.64 KiB) Visto 4579 veces
Pasé la siguiente semana trastocada por una sola cosa: ¿Iba yo a adoptar o no un bebé?
Una decisión como ésa no podía tomarse con lógica. Debía venir del corazón.
Lo que decidiera – adoptar o no -, transformaría mi existencia por siempre. Tenía quizás la oportunidad de recuperar todo lo que había desperdiciado.
A menos que, de nuevo, fuera el mayor error de mi vida.

- anigif1.gif (953.09 KiB) Visto 4579 veces
- Entonces, ¿crees que es una locura el considerarlo? Pregunté a Dario durante nuestro entrenamiento matutino.
- Escuchándote, no sólo lo consideras. Incluso creo que ya has tomado tu decisión. Y es genial que desees adoptar a ese bebé. Convertirse en madre es lo mejor que le puede pasar a cualquiera.
Hacía dos meses que corría con Darío, y había aprendido muchas cosas acerca de él, especialmente que no tenía hijos. Ni mujer, tampoco. En cuanto a una novia, no sabía nada. Y prefería permanecer en la ignorancia.
Me lancé hacia delante. El cinco mil metros llegaba en dos semanas. No tenía ninguna oportunidad de ganar, pero por lo menos, gracias a mi entrenamiento evitaría el ridículo. Tras un minuto de sprint que me parecía haber durado una hora, acabé haciendo footing.
- ¿Tienes previsto tener hijos? Solté entre dos jadeos.
- Algún día. No tengo prisa. Dios ha favorecido a los hombres. Podemos seguir esparciendo nuestra semilla aunque haga falta un kilo de Viagra. Mientras que las mujeres en la treintena…
- No era ahí donde yo quería llegar. Siempre he querido tener niños, pero nunca había sentido la necesidad tan urgentemente.
Pensó un momento en la cuestión, antes de opinar:
- Es normal. Es como cuando no tienes hambre y pasas delante de un buen restaurante. Al instante, te mueres de hambre. En verdad, ya tenías hambre, pero no te habías dado cuenta hasta que el olor de la comida te llega.
- ¡Eso es! (¿Quién habría imaginado a Dario tan buen psicólogo?) Pero ¿Por qué crees que ya he tomado la decisión?
- Al llegar, me dijiste directamente que ibas a adoptar un crío en unos meses.
Dejé de correr.
- ¿De verdad?
Dario siguió corriendo en círculos antes de de quedarse quieto ante mí.
- Seh.
Me recordó el detalle de la conversación. Tenía razón, de mi boca salió: << Voy a adoptar un crío en dos meses. >> Nada de “puede” ni de “es posible”. Yo había dicho: << Voy. >>
Entonces, en ese instante, comprendí. No era la cabeza la que decidía. Ni el corazón.
Eran las entrañas.
Y las mías habían dicho que sí.
¡Sí, sí, sí!
- ¡Oh, Dios mío! Exclamé. Voy a ser madre.
- Y ¿tu familia, qué piensa de esto? Preguntó Dario.
- Aún no les he dicho nada. No se lo he dicho a nadie.
- ¿Soy el primero en saberlo?
- Eso parece.
- Sheeryn, me siento halagado.
Tras estas palabras, me agarró por la cintura para estrecharme contra él. Hice una mueca al sentir su sudor corriendo por mi cuello, traspasar mi ropa. Pero pronto iba a ser madre, recordé, iba a tener que acostumbrarme al contacto con fluidos corporales, incluyendo peores que esos.

- 2.jpg (209.18 KiB) Visto 4579 veces
- No pensaba que tuvieras una opinión tan buena de mí, dijo soltando el abrazo.
Limpié las huellas de su sudor con mi camiseta.
- ¿Bromeas? Mi compañero de footing, no es que sea nada.
¿Por qué le habré ofendido? Sincerarme con Dario me fue fácil.