EL DIABLO JUNTO A TI Ana López, cruzo el largo pasillo de la casa en busca de Adrián que estaba bebiendo un zumo en la cocina. Era la madre de Adrián, tenia 54 años y el pelo canoso desde los 50, estaba un poco estropeada por el estrés del trabajo, y aunque ya estaba jubilada añoraba el ir a trabajar. Su marido se separo de ella hacia ya 5 años, ya no sentían lo mismo y ella siempre había prestado mas atención al trabajo que a su familia. Su hijo pequeño también se fue con el.
Adrian era una mezcla de ambos. Tenía un tono medio de piel y cabello rubio dorado como su madre y unos ojos rasgados verde intenso como su padre. Las pecas en sus mejillas también habían sido herencia de su padre que de joven había sido pelirrojo.
- Ya te vas, cielo.- saludo Ana.
Adrián no giro ni la cabeza, se limito a beber el zumo sin inmutarse. Era un joven adulto de 19 años.
- Recuerda que hoy viene Mónica, hablamos de ello la semana pasada… así que espero que estés en casa para la hora de cenar. No creo que sea pedirte mucho ¿Verdad?
- Tranquila mama estaré puntual como un niño bueno…ahora si no te importa me voy a por el chupete y a por el triciclo.
- No se por que eres así Adrián, piensas que todo el mundo esta en contra tuyo y creo que te equivocas. ¿Por que no llamas a tu padre?
- Sabes que no lo haré… no se por que insistes. Por si no te das cuenta me haces la misma pregunta una vez al mes.
- Es tu padre…- pregunto su madre preocupada.
- ¡Mama!. Tengo 19 años, ya no ejerces el mismo poder sobre mí. Yo soy feliz contigo no necesito llamarle, no soy un hipócrita. No me interesa su vida, ni tampoco le deseo nada malo, por si te emociona saberlo. Ya sabes que soy un pequeño hijo de Satán - contesto Adrián poniendo cara maléfica
- ¡Adrián por favor!- contesto su madre frustrada
- Bueno cambiando de tema… Sabes lo que no entiendo… por tiene que venir esta chica a vivir aquí. Me parece estupendo que rehagas tu vida pero… no tienes por que darme una hermanastra, la cual apenas conoces- Contesto cortante.
- La conozco mas que tu, ya que no te as tomado la molestia de conocer ni al hombre con quien me voy a casar ni a su hija.
- Se que su padre es el director de la fraternidad, que mas debo conocer de ellos en general ¿Eh? No hay prisa…
- A veces no te reconozco de veras…El tiene que viajar y ella se quedara con nosotros el tiempo que quiera.
- Ya te lo he dicho antes. Yo soy un Demonio- sonrió Adrián.
- Estate puntual – se giro su madre entristecida.
Adrián se fue a su cuarto a vestirse. Cruzo el pasillo para irse, su madre seguía mirando el mostrador de la cocina.
Pasó la tarde con sus amigos. Adrián tocaba en un grupo con sus amigos que formaron hacia ya un tiempo. Hasta que expulsaron a Adrián por dar una paliza a un alumno de la universidad, tocaban en el edificio de esparcimiento de la Simplutense, luego trasladaron los instrumentos a otro solar comunitario. Desde pequeño había sido un chico rebelde, tenia una mala reputación en la escuela y siempre conseguía lo que se proponía, sin embargo cuidaba a sus amistades desde que era niño. Normalmente el y sus amigos se reunían en su casa pero tal y como estaba el panorama con la llegada de la nueva inquilina, quedo con ellos en el centro.
A Miriam Zeng la conoció en la universidad, era una chica tímida, tenia problemas para relacionarse con la gente, y sobretodo con las chicas de fraternidad. Era la manager del grupo, y aunque el no lo sabia estaba enamorada de el desde el día en que le conoció. No le importaban los demás, seguiría a Adrián asta el fin del mundo si se lo pedía.
Por otro lado estaba Cristian Hernán, el batería del grupo. Se conocían desde niños, ya que vivían uno en frente del otro. Sus padres eran altos ejecutivos y casi nunca estaban en casa, así que la mayoría de los días cenaba en casa de Adrián. Le apasionaban los juegos, y hablar sobre ordenadores y páginas Web. Era un Leo muy charlatán.
Y por ultimo Rubén Méndez de padres extranjeros era un chico robusto, cuya única pasión aparte de tocar el bajo eran las chicas y el deporte. Practicaba fútbol y baloncesto dos veces por semana después de la universidad y jamás se quitaba el pañuelo rojo que le regalo su abuela.
- ¡Eh Adrián!- grito Rubén.
- Llegas tarde … otra vez.- continuo Cristian
- ¡Ya lo sé!, Ana me ha entretenido con la llegada de mi nueva hermana.
- A si que boda a la vista ¿eh?- bromeo Rubén
- Joder no me lo recuerdes. La hija del director de la Fraternidad, lo que me faltaba.
- Y… ¿Sabes quien es?- pregunto Cristian
- Ni idea… pero tengo que conocerla… al menos de vista.
- Vaa… no te preocupes , quizás sea un chica maja ¿no?- pregunto Rubén
- No me jodas tío.- le corto Adrián empujándole.
Después de curiosear las tiendas por el centro fueron al parque a comerse unos perritos calientes. El mal tiempo se les echo encima.
- ¡Eh! tíos yo me largo esta empezando a granizar- les dijo Rubén mientras se cubría la cabeza como podía
- Y tu también deberías irte, llegas tarde a tu cita.- bromeo Cristian
Adrián entro por la puerta, y cerro dando un sonoro portazo.
- El demonio ya esta en casa- grito Adrián
- Buen intento, aun no ha llegado se esta retrasando- contesto su madre desde la cocina.
- Son casi las once… chica impuntual mama, vas a tener que regañarla cuando llegue.- contesto el
- Toma, yo no tengo hambre, le guardare algo por si quiere cenar cuando llegue.- dijo mientras le ponía el plato sobre las manos.
- ¡Oh! Que bondadosa eres- respondió el mientras se sentaba en el comedor.
De repente sonó el timbre. Ana se apresuro en la puerta.
- Hola Ana – dijo ella con voz tímida
- Hola cariño, que tardes bienes ¿no?...Tu padre ha llegado ya... aún no me ha llamado.
- Oh… lo siento, es que no sabia que tenia que traer así que me ha llevado un rato hacer la maleta. Aun no habrá llegado a mi tampoco me ha llamado.
- No te preocupes, no tardara en llamar, pasa Mónica.
- Gracias Ana.
Ana entro con Mónica en el comedor. Adrián ni si quiera se había molestado en levantarse. Seguía comiendo el sándwich de queso.
- Bueno Mónica, te presento a mi hijo Adrián.- ¡Adrián!- grito ella
- Si mama- contesto el mientras se giraba
Mónica se quedo blanca al ver quien era. Adrián le clavo la mirada y sonrió maliciosamente. El sonido del teléfono interrumpió el incomodo silencio. Su madre corrió a al sala….
- Adrián enséñale la casa y su habitación.- grito mientras se apresuraba por el pasillo.
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- Vaya, vaya. Mónica Montes es mi futura hermana pequeña.- le susurró Adrián mientras ella le seguía por el pasillo.
- No eres tan mayor solo tienes un año mas. Adrián López alias el Demonio. Creo que voy a vomitar…- contesto ella
- La segunda puerta a la derecha- le contesto el irónicamente.
Mónica era una chica de cabello castaño claro, tenía la tez pálida como su padre, unos ojos azul celeste, y las pecas de su madre. Era una chica guapa, aunque las gafas que utilizaba para ver de cerca no la favorecían mucho. Solo tenía 18 años y ya estudiaba el último año de carrera de Económicas en la universidad de la Simplutense.
- Dime, tienes noticias del hijo del rector – pregunto Mónica enfadada
- No mucho, ahora trabajo recuerdas, me expulsaron hace un par de semanas.- contesto el indiferente.
- Ah es verdad que mala memoria tengo … y
- Y tus amigas… ¿También van a mudarse aquí contigo?- le pregunto el
Adrián se giro tan bruscamente, que casi se rozaron sus narices.
- Lo preguntas por Sara… sigue con Roberto, creo que lo tienes un poco difícil para volver a intentar algo con ella ¿Sabes?...Aparte yo ya no salgo con ellas. – contesto mientras intentaba que el apartase su intensa mirada.
- Roberto como olvidarlo… me dejo por el…- le contesto el mientras se acercaba a ella lentamente.- Sabes… aun recuerdo el sonido de su voz mientras… me…
- ¡Apártate!...Ya no puedo retroceder mas allá de la pared. Das asco… no se como aun conservas a tus amigos.- contesto ella de malas maneras mientras le empujaba.
- Jejejeje… - rió Adrián mientras se apartaba- Por eso mismo… les llamo amigos… por eso los conservo.
Ambos se fueron a sus respectivas habitaciones. Mónica deshizo la maleta y se puso a leer un libro mientras pensaba en la situación, y en el futuro con su asqueroso hermanastro. Quería marcharse a su casa pero sabía que eso estropearía las cosas, tenía que ser fuerte. Solo Raúl hacia que se olvidase de que el mundo giraba y de que las horas pasaban. Le conocia desde hacia un año, era el capitan del equipo de baloncesto de la universidad y ella yebaba un tiempo hipnotizada de el, pero le daba vergüenza declararle sus sentimientos tan pronto y tampoco sabia, si ni si quiera se habría fijado en ella.
Ala mañana siguiente Adrián se fue temprano a trabajar ala tienda de discos. Quería ascender rápido en su carrera ya que quería obtener cuanto antes el martillo rockero recompensa que se daba a todos los empleados por la profesión de músico. Mónica salía a por el periódico con un pijama de cuadros que le había prestado su futura madrastra.
Mónica se fue ala universidad con sus pensamientos en Raúl, y en como decirle que le gustaba. Adrián llego a las 5, su madre no estaba en casa y su hermanastra tampoco. Sin casi darle tiempo a que cruzara el pasillo sonó el teléfono.
- Como sabia que erais vosotros.- contesto automáticamente Adrián mientras se llevaba el teléfono al oído. – No, no hay nadie… - Venir a casa si queréis descubrir quien es.- Nos vemos.
No tardaron ni 10 minutos en presentarse todos en su casa menos Miriam que llegaría mas tarde. Se sentaron en el sofá del salón mientras veían una película de terror.
- Eh tío ¿Y cuanto va a tardar?... Tengo hambre… - se quejaba Cristian. – No podrías decirnos al menos quien es.
- Sois unos impacientes… Habrá ido con mi madre ha hacer la compra, le habrá ido a buscar ala universidad. – contesto Adrián.
- Bua tío! Es de la universidad pero… ¿Esta buena? – pregunto Rubén impaciente.
Adrián hizo como si no hubiera oído la pregunta.
- Entonces venga tío quien es…. Venga Adrián… venga – preguntaron al unisono.
- Esta bien esta bien cállate ya. – Grito Adrián frustrado. -Es Mónica Montes, la hija del director. – murmuro.
Cristian y Rubén se quedaron mudos y tras unos instantes resonó todo el salón con sus fuertes carcajadas. Miriam entro al salón, sin que ninguno se diera cuenta.
- Eh! ¿Y tu como as entrado?... ¿Acaso eres una especie de Poltergeist?- le pregunto Adrián sorprendido.
- Si no fueras tan despistado no te dejarías la puerta de casa abierta. – le contesto Miriam mientras se sentaba junto a el.
- Bueno mi pequeña ente que grandes noticias tienes para nosotros.
- Mmm... nada solo que tocamos en La cripta nocturna dentro de un mes más o menos.
- ¡En serio! – chillo Cristian
- Si… pero por favor no me deis las gracias… tan solo me he pasado 3 horas esperando a que me recibieran… no ha sido nada…
Todos se abalanzaron sobre ella dando abrazos y besos en la mejilla. Ella se los quito de encima como pudo y se levanto del sofá.
- Bueno y Ana y tu nueva invitada.
- No te lo vas a creer… sabes… quien
- Cállate Cristian
- Mónica Montés – chillo Rubén
Miriam se echo a reír poniéndose las manos sobre la cabeza mientras Adrián le pedía que se riese mas bajo.
Una sombra junto ala pared hizo que todos enmudecieran. Mónica había entrado por la puerta hacia un rato pero nadie se había dado cuenta. Por suerte Ana le había dejado en casa por que se le habían olvidado algunas cosas en el supermercado.
- Vaya veo que a todos os produzco mucha risa.
- Eh tío esta buena… a que si- susurro Cristian a Rubén que aun estaba sentado en el sofá.
Miriam fulmino a ambos con la mirada. Adrián sin embargo permanecía inmóvil de brazos cruzados esperando la respuesta de alguien.
- No es eso, es qué siempre me has parecido graciosa. Tanto tu como tus muñecas que tienes como amigas. – le contesto Miriam mientras se apoyaba en el hombro de Adrián.
- Por lo menos yo no llevo el pelo pintado como Barbie peinados mágicos. – le dijo ella empleando diferente tono de voz.
- Serás …
- ¡Basta! – Adrián aparto el brazo a Miriam y se dirigió a Mónica- Escucha princesita, que mi madre te haya acogido en casa no quiere decir que seas la reina de este palacio. Así que más te vale que tu tono de voz sea más suave con mis invitados… Y ahora por que no nos preparas algo de comer estamos todos hambrientos.
- Yo no soy tu criada – contesto de malas maneras dirigiéndose a su habitación.
Ana que había escuchado toda la conversación detrás de la puerta irrumpió en el salón con cara de pocos amigos.
- Se acabo la fiesta chicos – contesto Adrián mientras mantenía la mirada con su madre.
Todos recogieron sus cosas y se fueron, Ana llevo a Adrián a su habitación y llamo a Mónica.
- Estoy fuera menos de 2 horas y mi hijo tiene que montar alguna de las suyas...
- Yo no he montado nada, tan solo e puesto las verdades sobre la mesa. Es mi opinión y te guste o no ya soy mayorcito para expresarme libremente.
- Déjalo Ana no te preocupes si todo a sido …
- No cariño tu no tienes culpa alguna.
Adrián se quedo quieto, ella se estaba auto culpando de la situación con sus amigos. O era muy tonta o demasiado buena.
- Bueno yo me voy a mi cuarto os dejo aquí auto complaciéndoos mutuamente.
Cerró la puerta dejando a su madre con la palabra en la boca. Entro en su habitación y abrió la puerta que tenia cerrada dentro; era una pequeña sala donde tenia una guitarra que le regalaron sus padres cuando era pequeño. Siempre que estaba enfadado se encerraba allí a tocarla, para que nadie le viese.
Adrián salió de su cuarto, eran las 11 de la noche Su madre estaba en su cuarto, y Mónica también. Parecía que habían pasado dos minutos desde que le había cerrado la puerta en las narices a su madre, y sin embargo habían pasado 4 horas. Entro ala cocina en busca de algo que comer, pero no encontrón nada de su agrado. Cuando regresaba a su cuarto se fijo en que la puerta de la habitación de Mónica estaba entornada y ella estaba dormida. Entro sigiloso y se puso a curiosear la habitación. En su estantería había un montón de libros y unos cuantos detrás de su cama como si fueran objetos de decoración. En la mesilla de su escritorio había una pequeña planta y unos cuantos borradores. Adrián cogió uno de ellos “Raúl: no pienses que soy…”miro en los cajones y no entro nada, de frente tenia varios tablones de corcho con anuncios fotos, y…
- ¡Aja!.. Aquí estabas escondida ¿eh?... Una carta para Raúl… vaya con mi hermanastra, veo que no pierde el tiempo. Ahora veras por que me llaman El Demonio. – dijo en voz bajita
Un moviendo de Mónica lo asusto, sin darse cuenta soltó la carta y se escondió debajo de su cama. Mónica encendió la luz, y vio la carta en el suelo. Se levanto de un salto.
- Se habrá caído con el viento, juraría que la deje bien pinchada.
Adrián observaba agazapado, “Que pijama mas horrible” pensó para si mismo. Mónica cogió ropa del armario y se vistió en el cuarto de baño. Fue tan rápida que Adrián no se atrevió a moverse de su escondrijo. Cogió la carta del suelo y fue asta la entrada de la casa. Adrián la siguió por el pasillo y cuando salio por la puerta de se oculto tras la planta del recibidor.
Era sábado por la mañana, y a Ana le gustaba levantarse tarde los sábados. Mónica acostumbrada a madrugar para la universidad estaba preparando un zumo de bayas y alguna bandeja de patatas fritas.
- Alguna pesadilla te ha hecho levantarte tan temprano – le asusto Adrián que estaba apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados.
- Tú eres mi única pesadilla, y no tengo más remedio que convivir con tigo. Así que me guste o no, no tengo elección. – contesto ella
- Si que tienes. Cuando regresé tu padre dile que no quieres que se casé con mi madre y así no tendrás que verme más. – le respondió el
- Eso no es justo para tu madre. Las personas toman sus propias decisiones, y ni tú ni yo tenemos derecho a entrometernos en la vida de nadie.- contesto ella tajante.
- Que madura… Por cierto as olvidado algo en el buzón. Normalmente suelo recoger yo el correo, y mira por donde me encontrado algo que me a alegrado el día.
- Serás… devuélveme mi carta… o... te – dijo mientras se volvía hacía el.
- ¿O que?... Tu carta estaba en mi buzón así que ahora tu carta es mía. – le respondió
- No es tuya devuélvemela por favor.- le pidió ella muy calmada
- Es que nunca te pones histérica ni das pataletas ni nada, crees que te la voy a devolver por que me la pidas por favor. – contesto el mientras sacaba la carta del bolsillo.
- Ayer sabía que la deje bien pinchada en el corche, tuve esa mala sensación toda la noche… y tu…
- Y yo seré la persona que se la de a ese tal Raúl. Todas tenéis miedo de declararos y esas cosas, así que yo haré el trabajo sucio.
- No serás capaz. No se la pensaba dar, la escribí para… para tenerla yo.
- Jajaja y para eso la escondes en el buzón, y le pones tus datos… que me expulsaran de la universidad no quería decir que fuese idiota.
Su madre cerró la puerta de su habitación y se dirigió ala cocina.
- Mas te vale… - le susurro Adrián al oído.
- Buenos días- contesto su madre adormilada
- Buenos días mama, ¿has dormido bien?- pregunto Adrián con un tono forzado
Su madre se giro perpleja y esbozo una leve sonrisa, cogió una tostada, sacudió la cabeza y se fue al comedor. Mónica contesto con otra sonrisa como si todo iría bien.
- ¿Por que no me as delatado? Tanta honestidad, y lealtad me ponen enfermo. – contesto el. Se me ha ocurrido una cosa, yo no le daré la carta a Raúl si tú eres mi criada personal.
- No soy como tu…Tu criada…¿Estas bien de la cabeza?- contesto ella nerviosa
- Llévame el plato del desayuno al comedor hermanita. – le ordeno Adrián inmóvil.
- Ni hablar… no te atreverás
- Cuidado… yo siempre consigo lo que quiero, y cumplo mis promesas…el plato al comedor… el no va a moverse por si mismo.
Mónica titubeo, agacho la cabeza y se fue al comedor con el plato del desayuno de Adrián.
Desayunaron todos juntos. Ana no dejaba de mirar a su hijo, la expresión que dibujaba su cara era… algo maléfica. Mónica por el contrario miraba la ventana del comedor con la mirada completamente perdida.
- ¿Te pasa algo Mónica?- pregunto Ana inquieta
- No, nada – le contesto Mónica con una tímida sonrisa
Adrián estaba tranquilo, sabia que Mónica no le delataría, era demasiado noble para hacerlo, y tampoco pasaría nada, el era el demonio, y siempre conseguía lo que se proponía.
Después de terminar de arreglar la casa se vistió y se fue a comer con una amiga. Dejo preparada algo de comida en el frigorífico. Mónica se encerró en su cuarto buscando la manera de recuperar la carta, mientras Adrián se paso la mañana lanzando unas canastas con Rubén.
Ya entrada la tarde unos golpes en la puerta de la entrada, hicieron que Mónica pegara un bote de la cama. Corrió por el pasillo y según abrió la puerta Miriam le empujo para afuera.
- Pero que haces – chillo Mónica mientras intentaba no caerse
- Pues entrando… ¿Tu que crees?
- No se que es lo que ven de bueno en esta chica… - susurro Mónica mientras le seguía.
- ¿Qué has dicho?
- ¿Decir?... ¿La soledad te hace oír voces? – mintió Mónica
Miriam no se giro, no hizo falta que Mónica le viera la cara para saber que le había dolido el comentario, por un momento se sintió bien, pero enseguida empezó a arrepentirse.
Rubén se había ido hacía una hora y Adrián estaba en la ducha. Miriam se encerró en la habitación de Adrián, Se tumbo en la cama observando cada parte de su habitación. Al rato entro Adrián con la ropa del trabajo puesta.
- ¿No me digas que tienes que ir a trabajar? – pregunto Miriam decepcionada
- Si… mi compañero se a puesto enfermo y para mi desgracia tengo que estar allí antes de las 9.
- Bueno aun tienes tiempo para ensayar ¿No?- insistió ella.
- Claro, venga vamos. Ya sabes que no soporto estar mucho tiempo en esta casa.- le contesto el mientras le invitaba a seguirle.
- Estoy a gusto. – le dijo mientras se acomodaba.
- Tu misma yo me voy, te quedas aquí con mi hermanita…- tonteo el
- Ya voyyyyyy…
Pasaron los días y Mónica ya no podía más. Ser la criada de su futuro hermanastro, se estaba pasando ya de la raya. Los días se hacían largos, tenia que hacerle la comida, limpiarle su cuarto, y lavar su ropa, sin que su madre sospechara nada, o la carta llegaría directamente a las manos de Raúl. Pero porque no era capaz de decirle lo que sentía… tenía que intentarlo o su vida se convertiría en un infierno.
Adrián miraba las estrellas desde la ventana de su cuarto, cuando noto una sombra que le acechaba. Se volvió veloz, para la sorpresa de Mónica que pensaba que no le había sentido.
- ¿Se te ha perdido algo aquí o es que vienes a dormir con migo… hermanita?- pregunto el con una sonrisa
- Eso ni lo sueñes. – contesto ella
- ¿Entonces?... ¿Que quieres? – le respondió el acercándose.
- He decidido que le voy a decir a Raúl lo que siento por el, así que a partir de ahora no seré mas tu criada.
- Tienes valor para decírselo… permíteme que lo dude.
- Si lo hare... – chillo ella
- ¡Bien por fin te revelas!.Empiezo a ver a la nueva Mónica que expresa sus sentimientos. – Ah! El diablo no libera a nadie que lo sepas
Salio de su cuarto mientras el miraba como se marchaba. Tan malo era como aparentaba. Que escondida el rebelde demonio en su interior…