:*:*LoVeHoLiC*:*: -->Relatos cortos de amores fantásticos<--
Hola, esta es la primera historia que escribí (que por cierto, fue alrededor del 2000, hace muchísimo tiempo), aunque ya la había hecho con los sims 1, al fin me decidí a hacerla con los sims 2, desafortunadamente no tengo expansiones, únicamente el juego base y uno que otro pack de accesorios, así que hice lo mejor que pude.
Esta sección como su nombre lo dice, agrupará una serie de historias que he escrito y que desde luego me gustaría compartir con ustedes. Por el momento, sólo tengo esta echa con los sims, ya que se puede decir que era una de las más fáciles en cuanto a escenarios y acciones se refiere, pero espero que un futuro cercano pueda conseguir todas las expansiones y hacer más "fotonovelas".
Los relatos podría decirse que son cortos, por que trataré de estar manejándolos de 3 a 10 capítulos. Bueno sin más que aclarar, les dejo el primer capítulo de este mi primer relato. Espero que lo disfruten =D
Matilde, la hija de la portera, era una joven muy bella, de hecho era la chica más linda de todo el condominio...
Doña Sarita la portera, y su hermosa hija vivían en un pequeño y modesto departamento del mismo condominio del cual estaba a cargo.
Aquel inmueble del Señorial Paseo de la Reforma, era propiedad de los Del Moral.
Y éstos, madre e hijo vivían habitualmente en Cuernavaca…
Desde allí Doña Amparo dirigía sus negocios por medio de un administrador.
-¿Qué novedades hay
-Las de siempre, Señora. Hortensia Velarde aún debe el alquiler de 6 meses.
-En ese caso, será mejor pedirle que desaloje el apartamento, ya he sido bastante paciente con ésa mujer.
-Como usted ordene, Señora.
Matilde y su madre habían carecido de muchas cosas materiales, pero habían sido felices siempre hasta que un día...
Doña Sarita empezó a sentirse muy mal. Los achaques cada vez eran más frecuentes.
-¿Qué te pasa mamá? ¡¿Qué tienes?! ¡Contéstame!
-Me siento muy mal, no puedo respirar!
-¡Por favor, siéntate aquí, mamá! ¡Ahora mismo iré a la farmacia a comprar tu medicina! ¡Aguanta un poco más, ahora regreso!
Matilde caminó lo más rápido que pudo.
Al querer bajar las escaleras no se percató de que alguien venía subiendo y entonces ambas personas tropezaron fuertemente, Matilde estuvo a punto de caer...
Afortunadamente, el chico lo evitó.
- Lo siento mucho, pero no la vi, señorita...
- No se preocupe, yo también venía muy despistada.
El joven notó cierta preocupación en la chica, y a pesar de eso también notó su hermosura.
-Habré de felicitar a mamá por tener inquilinas tan bonitas.
Adrián Del Moral no se había acercado a la casa de reforma en varios años. Pero por encargo de Doña Amparo, su madre, lo hizo en aquella ocasión.
-Es extraño, nadie responde. ¡¿No hay nadie aquí?! ¡Vengo a pagarle, portera!
Matilde ya de regreso, volvió a encontrarse con él.
-¿Eh? ¡Es él de nuevo!
-¿Qué... desea?
-¿Usted? – dijo el joven con un semblante de sorpresa - Tal vez pueda explicarme... estoy llamando y no contestan.
-¿Quién es usted?
-Como no suelo venir por aquí, no es fácil que me conozcan; soy el hijo de la propietaria. Vine a pagarles porque nuestro administrador está enfermo.
-Ah, pase, por favor.
Una vez en el apartamento:
-¿Eh? ¿Y usted quién es?
Matilde avergonzada, contestó:
-La hija de la portera, mamá está enferma.
-¿Puedo ver a su mamá?... Soy médico y puedo ayudarla, solamente dígame donde esta para poder atenderla.
-Sí, desde luego, Señor.
Adrián fue muy atento y demostró su gran capacidad como médico.
-No se preocupe, su madre se pondrá bien. Le recetaré unos comprimidos y sólo será cuestión de que usted este al tanto de sus medicinas y que no la descuide.
-Gracias doctor.
Luego se despidió de la muchacha.
-¿Cree que sea de cuidado?
-No, pero su corazón parece débil. Hay que vigilar eso. Si usted me lo permite volveré mañana.
-Celebraré que su mamá se mejore, señorita.
-Sí, gracias doctor.
La portera sanó, y desde aquel día las visitas de Adrián se sucedieron con uno y otro pretexto.
-Pasaba por aquí cerca y me dije: voy a ver que hace esta simpática familia.
-Gracias, doctor, usted siempre será bienvenido a nuestra humilde casa.
-A veces me pregunto como no nos habíamos conocido antes. ¿No le parece extraño, Matilde?
-Lo es y no lo es... teniendo en cuenta que usted no solía venir nunca por aquí.
-Es verdad, sin embargo esto ha cambiado, Matilde. La casualidad ha hecho que nos conozcamos y en adelante nos veremos a menudo, se lo prometo.
La relación de los jóvenes cobraba por momentos ese tinte de camarería que procede al amor.
-Adrián y yo vamos a salir, mamá.
-Se la devolveré pronto, señora.
-Sé que en sus manos Matilde está segura.
Ese día fue maravilloso para ambos, ya que aparte de disfrutar de su mutua compañía...
Compartían el más sincero y sublime sentimiento… el amor.
Aquella relación, si bien era de su agrado como madre, estaba condenada no obstante al fracaso.
-Ese joven no sabe disimularlo, la quiere... pero cuando su mamá se entere, cortará por lo sano. ¡Doña Amparo es algo especial! ¡Pobre Matilde!... Matilde no es nadie, cuando mucho mi hija... ¡La hija de la portera!
Como ella temía sucedió lo peor.
-¿Eh? ¡Adrián!.... ¡Oh! ¡Ésa muchacha es...! ¡Caramba, qué sorpresa para Doña Amparo!
Y como el Administrador era un tipo rastrero, de esas personas a quienes les gusta el chisme...
-¡Doña Amparo tengo algo muy grave que comunicarle!
-¿A cerca de qué?
-De su hijo.
-¡Hable, se lo suplico!
-Verá usted, hoy estuve en México y al ir a la casa de Reforma, sorprendí a su hijo que salía... aunque no solo. Adrián acompañaba a una linda joven. ¿Adivina usted a quién?... ¡Acompañaba a la hija de la portera!
-¿Cómo dice? ¿Que Adrián...?
-¡Eso no puede ser! ¡Es absurdo!
-Así es Señora, y por lo que pude advertir, o son novios o están a punto de serlo.
-Gracias, yo hablaré con Adrián.
Doña Amparo no soportaba la idea de que su hijo se relacionara con Matilde por lo que decidió viajar a México e ir a hablar con Doña Sarita. Su presencia, nueva en largos años, sorprendió a los inquilinos.
-¿No es ésa la propietaria?
-¿Es raro, no?
No sorprendió en cambio a la portera.
-Pase, por favor, Doña Amparo.
C O N T I N U A R A . . .