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La Gran Guerra

Escribe la historia de tu especie, desde sus inicios hasta las aventuras galácticas.

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¿Sobrevivirá la diosa Terra a la terraformación?

Si
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No
6
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 16 Ene 2011, 18:22

Verdades


-Esto no puede seguir así. ¡Un Ayler! ¿¡Cómo puede haberlo permitido!?

-En mi opinión, ese Ayler es lo suficientemente diferente como para haberse ganado las simpatías de Ter, de una u otra manera…

-¿Cómo puede un Ayler ganarse la simpatía de nadie?


-Bueno, de momento afirma que huye de los propios Aylers, eso ya suma puntos a su favor. Todos los aquí reunidos sabemos que la denominada “Aylar” puede estar mintiendo, recordemos que son robots, no hay manera de saber si dicen la verdad o mienten, pueden inventarse todas las pruebas a su favor. Pero no deja de ser esperanzador que un Ayler rechace a los de su raza. Puede que eso le haya tocado la fibra sensible a Ter y por eso le haya acogido…


-No me creo que Ter tenga “fibra sensible”. En cualquier caso, debemos llamarle y pedirle explicaciones a él. Esperemos que nos dé algo más que excusas…


La puerta de entrada de la pequeña sala de reuniones se abrió de repente, para sorpresa de los diez capitanes. Ter apareció tras la puerta, y entró tranquilamente a la sala. Ante él se encontraban, rodeando una ovalada mesa, nueve de los diez supervivientes de la UIB, siendo Ter el décimo de ellos. Tara, que contaba como uno de los supervivientes, se encontraba allí, y un capitán Rinara también, haciendo un total de once criaturas.

-Algo más que excusas os daré, no debéis preocuparos por eso.

Ter se sentó en el extremo de la mesa más cercano a él y paseó la mirada tranquilamente por cada uno de los diez capitanes sentados en la mesa. Aylar le había avisado de esta reunión, y él había acudido antes de que los participantes en la reunión fueran a llamarlo.

-Espero vuestras preguntas…

Cylas, uno de los más altos y valientes capitanes que se encontraban allí, no dudó en hablar sin demora.
-Creo que las preguntas están claras, Ter. ¿Por qué diablos has permitido que, no uno, sino tres Aylers entraran en nuestro territorio?

-Este Ayler en especial vino buscando protección porque quienes lo construyeron ahora quieren destruirlo. Hice un pacto con él, o ella mejor dicho. Ella nos ayudaba a defendernos de los Aylers y nosotros la cobijábamos aquí. Con respecto a los otros dos, ella me dijo que estaban bajo su control. Y lo estuvieron, hasta que ayer los Terraptor atacaron a Aylar con ondas IEM y liberaron de su control a esos robots. Los Aylers tomaron el control de esos robots y los volvieron contra nosotros… Aylar los eliminó antes de que pudieran hacer daño a nadie.

-Y… ¿tú te crees todo eso?- dijo Cylas.

-Aylar ha demostrado varias veces que está de nuestro bando, y sólo lleva aquí desde ayer por la tarde. Pongo por ejemplo la información que introdujo en nuestros servidores.


-No podemos verificar si esa información es cierta.

-No, cierto. Pero podemos contrastarla con la que ya teníamos…

-Aún así, sigue pudiendo ser información falsa, creada para encajar con la información que ya teníamos.

Ter se disponía a dar una excusa más cuando uno de los altavoces de las paredes, situado encima de Ter, empezó a hablar con la inconfundible voz de Aylar.
-Es muy poco probable que pueda convenceros de que no he venido aquí a haceros algún mal.

Todos los presentes, incluido Ter, miraron al altavoz con sorpresa. El altavoz ahora se mantuvo en silencio.

-Y sabes los motivos… -comentó Tara mirando con más tranquilidad al altavoz.


Cylas y los demás hicieron caso omiso al comentario de Tara y centraron sus pensamientos en porqué el altavoz hablaba con aquella voz.

-¿Quién demonios habla? -dijo Cylas.

-Aylar…- respondió Ter tranquilamente.

-¿Y porque demonios habla desde ese altavoz?

-Porque mi cuerpo actual no cabe en esta sala, y no he encontrado otra forma de comunicarme con vosotros.

Cylas entre cerró sus tres ojos mirando al altavoz.
-Y ¿Para qué quieres comunicarte con nosotros? A nosotros no podrás engañarnos.


-Aún no he engañado a nadie. Ni tengo intención de hacerlo, por el contrario estoy aquí para contaros toda la verdad.

-¿Qué verdad?

-La verdad que os negáis a creer, sólo que más extendida.



Todos los capitanes allí presentes miraron escépticos al altavoz. Cylas, que siempre tomaba la iniciativa, comentó:
-Creo que no me has oído antes, no vas a convencernos de que vienes aquí a ayudar.

Ter se mantenía en silencio, mirando al altavoz, dejando que Aylar convenciera a los capitanes por él.

-En realidad, no me importa vuestra opinión respecto a este tema. Independientemente de lo que vosotros queráis hacer conmigo, me quedaré entre los Rinaptor, el Rey, vuestro Rey, lo decidió, y todos vosotros estáis obligados a obedecer sus órdenes.

Todos los allí presentes mostraron gran asombro al oír eso, incluido Ter.

Grey, uno de los capitanes más guerreros de la sala, habló por primera vez.
-Ya has convencido a quien tenías que convencer, ¿no?

Ter encontró incluso divertida la situación.
-Aylar, no estás precisamente haciendo amigos con ese comportamiento… Por muy cierto que sea lo que dices.

-No intento hacer amigos hoy, eso lo dejaré para más tarde. Hoy sólo estoy aquí para haceros ver, a todos, que es un hecho que voy a quedarme y ser parte de vuestro imperio, ésa es la verdad. Todos vosotros deberíais asimilarlo. Independientemente de lo que creáis, mi estancia aquí os reportará beneficios, eso es lo que deberíais pensar ahora.


Una vez más, Cylas volvió a hablar.
-Parece ser que tienes muy claro que no podemos echarte de de aquí. –Se giró hacia Ter- ¿De verdad vas a permitir que un Ayler se quede entre nosotros?


-Los riesgos son muchos. Tenerla aquí significa tener el peligro constante de que empiece a atacarnos cuando menos nos lo esperamos, además del hecho de que podría filtrar toda nuestra información a los Aylers. Perfectamente podría mentirnos en todo lo que dice y sólo estar aquí para esperar el momento adecuado y destruirnos desde dentro. Sé que sólo el hecho de que ella esté aquí ahora ya puede significar nuestra perdición sin ninguna oportunidad de salvarnos. Pero… escuchadla, observad como es, cómo está hecha. Como se comporta… yo me creo su historia. Cuando la crearon no sabían que hacer un robot tan inteligente haría que ése robot pudiera renegar de su imperio.


-Ter, maldita sea, es un robot! Puede inventarse todo eso y más sólo para conseguir que nos lo creamos y… nos destruya a todos.

-…prefiero seguir creyendo que viene con buenas intenciones.



Todos los demás capitanes, incluida Tara, se mantenían en silencio mirando a Ter. No tenían nada que decir, quedaba claro que el Rey no estaba en sus cabales.


-Ter… por Spode, mira a tu alrededor. Esto no es un juego, no es sólo tu vida la que depende de tus decisiones. Tienes ante ti un imperio aún en construcción, no puedes tomar este tipo de decisiones. Esto nos destruirá a todos.

-Sé bien que esto no es un juego, Cylas. Pero ya he tomado la decisión, y no hay vuelta atrás. Ahora, deberíamos hacer caso a Aylar, y centrarnos en qué beneficios puede reportarnos tener un Ayler en nuestro bando.


-Siempre podemos desmontarle y estudiar cada una de sus piezas, como hacemos con los demás Aylers… -comentó Tara sin ganas.


El altavoz por encima de Ter volvió a hablar.
-Eso sería una buena idea. Ya disponéis de los planos de la estructura de mi cuerpo, están en los servidores. Pero estudiar el cuerpo de cerca podría ayudaros mucho en el diseño de futuras armas. Y daros confianza conmigo.

La mayoría de los seres de la sala volvió a mirar al altavoz con sorpresa.

Cylas, en silencio, siguió alternando la mirada entre Ter y el altavoz que representaba a Aylar, sin saber que decir. No había manera de hacer entrar en razón a Ter.


Los demás capitanes tampoco hablaron, sencillamente no sabían que decir.

Así que Aylar tomó la iniciativa.
-Veo que os resistís a aceptar que estoy entre vosotros.


-Nos negamos a aceptarlo, sencillamente- dijo Cylas.

-Eso sólo os hará perder el tiempo- respondió el altavoz-, y no estáis en situación de permitiros perderlo. Vuestro enemigo gana fuerzas por momentos… A un ritmo mayor que este imperio.


-En los archivos que introdujiste en los servidores del Imperio hay informes que dicen que el Rey Ayler fue destruido, así que te estás contradiciendo- dijo Tara.

Los ojos de Ter se abrieron de par en par.

Aylar respondió desde el altavoz:
-Que hayan perdido el cerebro principal del imperio no significa que el imperio Ayler se haya desmoronado. Sólo está desorientado, pero sigue construyendo robots sin descanso. Cuando los demás cerebros sustituyan…


-¿El Rey Ayler ha sido destruido?- Interrumpió Ter- Y por qué no se me ha informado antes!?

-Porque es mentira- dijo Cylas.

-No es mentira -respondió Aylar-. Hace más de cinco meses el Rey Ayler dejó de existir en este universo, precisamente en ese momento la cápsula que me contenía fue disparada hacia aquí.

Ter se levantó de la silla de un brinco -¿quién lo destruyó?

-Una nave de exploración del Imperio Nhex- respondió Aylar tranquilamente.

Ter no cabía en sí del asombro. Los demás ya sabían gran parte de la historia, ya que figuraba desde el día anterior en los archivos de los Rinaptor. Seguían sin creérselo, por lo que no les sorprendía.

-¿¡Una nave de exploración!? ¿”Nhex”?

-Según los Aylers creen esa nave ni siquiera tenía intención de atacar a nadie, es como si hubiera aparecido ahí por accidente. Y, según la información que recibieron antes de que el Rey Ayler fuera destruido y la nave desapareciera, el Imperio Nhex era –y suponemos sigue siendo- un imperio muy poderoso en su universo.

-¿Cómo de poderoso? –El interés de Ter era tal que ignoraba por completo las caras de los demás capitanes, que se sabían la historia y no le habían dado importancia, creyendo que era mentira.

-Como he dicho antes, una sola nave de exploración Nhex destruyó el centro del Imperio Ayler, el Rey Ayler. Ningún otro imperio había podido jamás acercarse siquiera a ese lugar. Así de poderosos.


-Ter -dijo Cylas con preocupación-… no le creas… No hay ninguna nave capaz de acercarse a ese lugar. Según los informes que los Rinara tenían de ese lugar, sistema natal de los Rinara y los Aylers, ése lugar está a rebosar de Aylers de todo tipo. Cada planeta ha sido eliminado, sustituido por cruceros planetarios llenos de naves de ataque. La mismísima estrella ha sido absorbida y se ha convertido en un macroplaneta, un cerebro gigante, la base principal del Imperio Ayler. Tiene unos cañones de tal poder que podrían destruir planetas. Nadie duraría un minuto allí.


-Pues los Nhex duraron tres horas- respondió Aylar.- No sólo eso, sino que destruyeron el sistema entero.

-Y ¿… cómo lo hicieron? Me es imposible imaginar…


-¡Nadie ha destruido ese sistema! Y menos una simple nave de exploración- dijo con burla Cylas.

-Podríais usar los telescopios del crucero de transporte Degant para verificar que ese sistema sigue ahí…


Ter dio la orden al sustituto capitán del Degant (Ter era el principal capitán del Degant) y en pocos segundos el dispositivo holográfico que había en la mesa donde los once capitanes discutían empezó a mostrar el lugar donde se suponía que el Imperio Ayler tenía su base.

Nada… De las centenas de cruceros medianos, naves planetarias y el planeta gigante que debería haber, sólo escombros podían apreciarse en el lugar. Nubes enteras de restos de metales orbitaban una especie de agujero negro, una singularidad espacio-temporal, una fuente de luz rodeada por brillantes nubes, que lanzaban potentísimos rayos de energía a lugares aleatorios del exterior.

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No existía el planeta Ayler, ni ninguna otra nave en ese lugar. Sólo la singularidad, y restos de las naves destrozadas orbitando entorno a ella.

Todos los capitanes de la sala se asombraron como nunca lo habían hecho en su vida. Cylas el que más.

-¿Cómo…? ¿Cómo no lo habíamos descubierto antes? Vigilamos ese sistema y otros desde hace meses… Siempre estaban enteros… ¿Qué…?

-Esta vez -respondió Aylar-, he anulado el efecto que los Aylers habían creado para hacer ver que el lugar estaba intacto. Hay una nave especial cerca de ese lugar que falsifica lo que los telescopios reciben de ese lugar.

-Wow… Eso… eso lo hicieron los… Nhex esos?

Por toda respuesta, Aylar tomó el control del dispositivo holográfico y, mediante él, mostró el mismo lugar hacía cinco meses. El superplaneta Ayler estaba intacto, cuatro naves planetarias orbitaban en torno a él, y miles de naves más pequeñas orbitaban entorno a éstas. De pronto, en un extremo de la escena, una especie de explosión azulada se sucedió. Cuando la azul nube desapareció, dejó ver una pequeña nave, minúscula comparada con todas las demás. Los cruceros planetarios empezaron a liberar verdaderos enjambres de cazas, en el orden de decenas de miles, que se lanzaron a la vez a por la pequeña y alargada nave, de no más de diez kilómetros de largo.


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Los verdaderos enjambres de cazas de reconocimiento-ataque, en el orden de miles, ocultaron en poco tiempo a la alargada nave en una nube de cazas enemigos. En medio de la nube de cazas se distinguían resplandores azulados y rojizos de los disparos que intercambiaban la nave de exploración Nhex y la nube de cazas. En pocos minutos se pudo apreciar que la densidad de la nube decrecía, a la vez que los cruceros planetarios enviaban más nubes de cazas al lugar de conflicto…


Durante los siguientes treinta minutos –dos minutos para los seres de la sala, Aylar aceleró la reproducción del holograma- la nube de cazas que rodeaba a la nave siguió siendo alimentada por los gigantescos cruceros de batalla, que en ese momento empezaron a disparar sus inmensos cañones, del tamaño de ciudades, contra la blanca y alargada nave de exploración.


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La nave por fin comenzó a moverse… a muy grandes velocidades en espacios muy cortos de tiempo, cambiaba de posición a lugares cercanos casi instantáneamente; esquivando las gigantescas bolas de energía lanzadas hacia ella. También esquivó con gran facilidad las bolas de pura energía que el superplaneta robot le lanzó.

Los capitanes no separaban la vista del asombroso holograma.
-¿Cómo demonios se teletransporta tantas veces en tan poco tiempo? –preguntó Cylas.

-No se teletransporta- respondió Aylar desde el altavoz-. Sólo se mueve sin tener limitaciones de inercia.


El holograma mostraba en ese momento como la nave se dirigía a una velocidad más lógica hacia uno de los cruceros planetarios disparándole con sus propias armas, y se internaba en una de las brechas originadas por ella.

A los pocos minutos la nave volvió a emerger del titán de metal, y éste era absorbido por una gigantesca llamarada proveniente del interior del propio crucero.

La nave empezó a dirigirse al siguiente crucero, de los ahora tres supercruceros que orbitaban al superplaneta. Por el camino unas grandes esferas de la parte trasera de la nave parecían cargarse de energía y lanzarla en forma de densos rayos a los cruceros de tamaño “medio” –de decenas de miles de kilómetros de tamaño-, generando explosiones de energía al contacto con ellos, generando gigantescos agujeros en la gran mayoría de su estructura, y partiéndolos. Las nanomáquinas que los proyectiles que la nave disparaba a la vez ayudaron mucho en su destrucción.



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Los cazas seguían en todo momento acosándola, pero eran eliminados de diez en diez por los certeros lásers disparados desde todas las baterías de la nave…


En un momento determinado, la nave emitió un fugaz fogonazo azul. Un segundo después, el inmenso planeta, centro de la escena desde el principio de la grabación holográfica, se deformó bruscamente, tras lo que miles de gigantescas llamaradas salieron de unas recién creadas grietas en su superficie, cuya profundidad llegaba al centro del planeta.

En pocos segundos el planeta se plegó contra sí mismo, o, mejor dicho, se plegó hacia la singularidad espacio-temporal creada en su centro, que lo absorbió en asombroso silencio. Unos segundos después, un gran agujero rojizo en el espacio era rodeado de nubes luminosas de todos los colores, que lanzaban muy densos rayos de energía a todos los cruceros cercanos al lugar


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Lejos del lugar la pequeña nave blanca empezó a acercarse a la singularidad, cuando estuvo lo suficientemente cerca empezó a verse con dificultad, con interferencias. Durante algunas décimas de segundo desapareció y aparecieron varias réplicas de la nave cerca de la original. Un segundo después, la nave original internó en la propia singularidad, desapareciendo en una explosión de energía que desprendió una serie de rayos hacia el infinito.


La cámara de la escena se centró en una lejana visión del lugar, que si bien antes estaba habitado por un gigantesco planeta del tamaño de una estrella y varios buques del tamaño de planetas orbitando a su alrededor, ahora sólo quedaba una enorme singularidad espacio-temporal que absorbía lentamente las toneladas de escombros de metal que formaban un anillo a su alrededor.



Ter despegó como pudo la mirada del holograma, y miró a todos los demás.
-Bueno… esto no creo que deje lugar a dudas…


Cylas, aún impresionado, seguía escéptico.
-Sigo sin creérmelo del todo.


-Pues yo por lo menos esto si me lo creo –comentó Tara con impresión en el rostro-… esa nave…se fue?

-Ninguna nave mínimamente parecida ha sido detectada nunca en este universo, ni antes ni después de este suceso.

-Pues esperemos que no vuelva –comentó Grey-. Si los Aylers cayeron tan fácilmente frente a una simple nave de exploración de esos tipos… No quiero saber cuánto tardarían en acabar con nosotros.

-Los Nhex no son agresivos, en realidad. Durante el combate los Aylers pudieron recopilar mucha información sobre ellos, recogimos toda la información que su nave emitía. Son el imperio más poderoso de su universo, y su tecnología es mucho más avanzada que la nuestra.

-¿La “nuestra”? -preguntó Cylas al altavoz- ¿la tecnología Rinaptor o la tecnología Ayler?

-Las dos. Nadie en este universo, nadie que conozcamos, posee tal nivel de tecnología.

-Déjame unos siglos y cambiaremos eso…-comentó Ter.


-Únicamente con lo visto en ese holograma, podéis haceros una idea de qué nivel de tecnología posee esa especie. Crear una singularidad espacio temporal es un proceso que necesita grandes cantidades de energía, desgarrar de esa manera el espacio tiempo no es poco. Además, hemos estudiado cada movimiento de la nave, denominada Orion. Primero, llegó desde otro universo. Los Rinaptor también son capaces de hacerlo, cierto, pero eso sigue significando un gran nivel de tecnología. Segundo, los ataques que recibió el Orion, desde el primer al último impacto, apenas hicieron bajar el nivel de efectividad de sus escudos, tan sólo haciendo bajar esos niveles al noventa y ocho por ciento de eficacia. Un dos por ciento en tres horas de batalla, una nave de diez kilómetros contra supercruceros de combate, cañones de energía de veinte veces el tamaño de la nave, decenas de miles de cazas, y una estrella robótica. Y, no sólo sobrevivió, sino que los eliminó a todos. Y, pudo haber tardado mucho menos en hacerlo.

-Ciertamente pudo haber creado la singularidad desde el principio -comentó Grey.

-Pudo haberla creado nada más entrar en este universo. Si hubieran venido preparados, los Aylers no habrían tenido tiempo ni de hacer un disparo.

-¿Quieres decir que, para colmo, no venían decididos?- comentó Ter.

-Si hubieran venido con un objetivo específico hubieran cumplido ese objetivo, fuera cual fuera, rápidamente. Si hubieran venido sabiendo que iban a estar rodeados de enemigos, su tecnología les habría permitido ganar la batalla en pocos segundos. Pero tardaron minutos en reaccionar. Sólo cuando los Aylers dispararon los Nhex devolvieron el fuego. No se esperaban que al llegar a este universo hubiera millones de enemigos rodeándoles. Es más, ni siquiera sabían que eran enemigos hasta que éstos dispararon.


-Lo que quiere decir, que no conocen a los Aylers… Bueno, no los conocían.

-Pues ahora los conocen bien…


La sala se quedó en silencio unos segundos.


Bueno –dijo Ter-, nos acaban de quitar un buen peso de encima, entonces…

-En realidad –comentó el altavoz- no han hecho más que enturbiar las aguas. Ahora los Aylers saben que hay alguien mucho más poderoso que ellos, y están poniendo todo su empeño en modernizar su armamento, en previsión de que los Nhex puedan volver.

-Pero los Nhex se han cargado el cerebro principal Ayler, ¿no? Ahora esos desgraciados estarán dándose golpes contra las paredes sin quererlo, no hay nadie que los dirija…

-Realmente –dijo una vez más Aylar- los Aylers sólo están algo desorientados, pero pronto se recuperarán. Cuando los demás planetas robot empiecen a pensar como uno sólo, asumiendo el mando sobre el imperio, todo volverá a la normalidad.

-Vaya… Entonces deberemos darnos prisa en fortificar este mundo - dijo Ter-. Cuando se recuperen y vean que lo Nhex no vuelven, volverán a centrarse en destruirnos…

-Nos queda la esperanza de que los Nhex vuelvan a explorar este universo y podamos contactar con ellos, pidiéndoles ayuda –dijo Tara.

-Me parece difícil que, en caso de que, por alguna razón, los Nhex vuelvan, nos ayuden en algo. Con ese nivel de tecnología, además de la información que hemos podido descodificar, deducimos que pueden hacer lo que les plazca en este universo u otros sin depender o ayudar siquiera a nadie. Si les pidiéramos ayuda, no tendríamos con qué recompensarles por ella. Además, no sabemos cono reaccionarían al conocernos.

-Ha quedado claro que por la fuerza no les íbamos a obligar…- comentó Nikar que hasta ahora no había hablado, señalando el dispositivo holográfico, ahora apagado.

-Será mejor no contar con ellos por ahora –sentenció Ter- No sabemos si volverán, y, si lo hicieran, que intenciones traerían. Centrémonos en lo seguro. Los Aylers han sufrido un ligero contratiempo que nos da tiempo a nosotros para reforzarnos. Seguramente por ello no nos hayan atacado desde que reconquistamos este planeta…


-Otro de los motivos por los que no os han atacado –comentó el altavoz con la voz de Aylar- es porque no sois, ni mucho menos, sus únicos enemigos. Los Aylers mantienen guerras por muchas zonas de este universo. Recordad que tienen en su poder casi quinientas galaxias.

-Mejor dicho, di que han destruido casi quinientas galaxias. Según lo que sabemos casi nunca ocupan los planetas que conquistan… los planetas que arrasan.

-No suelen ocuparlos, pero cuando los ocupan los robotizan y fortifican por completo.


-Bien, bueno. Resumiendo esta conversación, sólo podemos sacar en claro que hemos tenido mucha suerte, y que debemos darnos prisa en reparar este planeta y fortificarlo, o viceversa… fortificarlo ya y a paso seguro repararlo después.


A partir de ese momento, la conversación se alejó de los Aylers y de los Nhex, y Aylar no volvió a tomar parte en ella.

A lo largo de la conversación entre Ter y los demás capitanes de la sala, que iba desde que tal iba el proceso de construcción de tanques hasta cuánto tardarían los Rinaptor en reparar el planeta Terra por entero, el capitán Rinara, Miro Maos, guardó silencio. Tenía algo muy importante que decir, pero aún no estaba claro si él y los de su especie iban a seguir mucho tiempo con los Terraptor, por lo que decidió no contar el secreto que los Rinara ocultaban a éstos desde hacía aproximada mente un mes.




Minutos después, cuando todo lo que debía decirse se hubo dicho, los capitanes empezaron a despedirse. Todos ellos pidieron a Ter que tuviera cuidado con Aylar, nadie en el Imperio se fiaba de ese robot excepto él, por lo que debía ser precavido con ella.


-Espero que la verdad que hoy nos ha mostrado empiece a cambiar vuestro modo de verla- comentó Ter.

Cylas le miró con preocupación.
-Es cierto que seguramente sin ella no nos habríamos dado cuenta del engaño en el lugar donde fue destruido el Rey Ayler, eso no lo puedo negar. Pero, comprende, que ella sigue siendo un Ayler, sigue siendo, haga lo que haga, un enemigo en potencia.


-Algún día –habló Aylar- sé que me ganaré la confianza de todos los ocupantes de ésta sala, tened por seguro que haré lo posible por conseguirlo. No podré colaborar con vosotros si no confiáis en mí…


-Espero que ese día llegue pronto…

-Los robots somos conocidos por nuestra infinita paciencia, Ter.

-Ya, pero no tenemos tiempo infinito para que ellos confíen en ti. Es más, tenemos muy poco tiempo…

-Seguiré entorpeciendo el trabajo de los Aylers mientras pueda, mientras ese momento llega.

Todos miraron con extrañeza al altavoz que representaba a Aylar.
-Aún estoy en conexión con su red de comunicaciones –se explicó-. Puedo inyectar virus creados por mí que les será difícil eliminar.


-O inyectar toda la información que recoges de aquí –acusó Cylas.

-Por supuesto, también podría hacerlo.





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Éste capitulo hace referencia a este capitulo (mío) y éste(de pabloastronauta)

Para esta ocasión me he valido de algunas imagenes de Google, y las imagenes de Spore (mías), las ha retocado Pablo :mrgreen:
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Re: La Gran Guerra

Notapor jorge » 16 Ene 2011, 19:20

Bravo, me ha encantado, sobre todo lo de "la singularidad" y los Nhex entrnado y destruyendo a los ayler, sigue asi =D> =D> =D> (mientras leia el capitulo estaba comiendo palomitas, como si viera una peli)
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Re: La Gran Guerra

Notapor efrejok » 16 Ene 2011, 19:32

¿Ves, Edd? Esto ya es otra cosa. :D
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 16 Ene 2011, 23:15

Gracias a los dos :D

Veamos si los demás capitulos, en los que no recibo apoyo de otros, siguen siendo otra cosa :wink:

En breves mostraré en el Taller a los diez Supervivientes de la UIB (ahora convertidos en El Consejo de la Unión Rinaptor)
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Re: La Gran Guerra

Notapor dantusmaximus » 16 Ene 2011, 23:21

dam edd quisiera leer to historia pero ess taanntooo!!!!

deje de leerla y ahora no se donde me quede .-.

los ss stan bastante bien!!!
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Re: La Gran Guerra

Notapor MrSporaculo » 18 Ene 2011, 21:56

eh edd... 15.... 15 supervivientes, 5 de ellos fuera de la union :lol: :mrgreen: :wink:
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 18 Ene 2011, 22:07

si, bueno, los que sean, si me pusiera a contar la de supervivientes que hubo por un lado y otro... no olvidemos que de parte de Metafight tambien hay otro superviviente :lol:

Yo cuento los diez originales, de los que se habla en esta historia.
Los diez que son míos...
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Re: La Gran Guerra

Notapor MrSporaculo » 18 Ene 2011, 23:49

bueno 16 :lol: 10 que se quedaron en tu galaxia... otros 6 que jalaron cada quien para su camino :lol:

dejando de lado eso excelente capitulo
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Re: La Gran Guerra

Notapor Metafight » 21 Ene 2011, 23:33

Dejemos a Lizter que el ya va a su bola y no le interesa nada de su imperio :lol: .

Como siempre sublime, y esas fotos, oh la la. Lo de los Nhex me ha dejado a cuadros :shock: :shock: , ¿es posible tanto PODER (si, ese poder solo puede escribirse con mayusculas :mrgreen: )? =D> x999

@jorge: no es mala idea lo de las palomitas :lol:
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 23 Ene 2011, 20:52

Ayler vs Ayler


La caravana avanzaba rápidamente por el grisáceo desierto, bajo el tenue sol de mediodía, cuya luz era amortiguada por aquellas interminables nubes de ceniza que cubrían el planeta, dando aún más impresión de desolación.

En el frente, un transporte Tross contenía a Ter, su pareja Tara y a Cylas Necraydos, si bien los dos primeros parecían tranquilos, el tercero no lo estaba en absoluto. El lugar a donde iban, el motivo por el que iban a ese lugar, no le gustaba nada.

Tras ellos varios tanques del tipo TF-4000 y 2500 los seguian con varios soldados en su interior, armados hasta los dientes, y con bastante desagrado en sus caras. La mayoría creía que iba a morir en este trayecto, que lo más seguro es que no volvieran a ver la Base nunca más. Realmente, no les faltaban motivos para pensar así.


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Por último, un extraño vehículo experimental, con forma de tanque, los seguía cerrando la fila de vehículos. Era un Interceptor de Ondas.


El gran robot Aylar andaba a paso ligero a un lado de la caravana.

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Cylas no encontraba manera de tranquilizarse.
-Repítemelo una vez más, Ter… ¿A dónde vamos?

Ter lo miró con enfado.
-Vamos a una gran llanura cuarenta kilómetros al oeste de la Base. Aylar me ha pedido que llevemos todo lo que llevamos, los tanques, los soldados, Tara, tú… Dice que tiene que mostrarnos su armamento.

-Ya… ¿y no puede ser que nos esté alejando de la base para matarnos a todos…?

Ter sonrió.
-La gracia del asunto es que no lo sé. Aún en ese caso, no habría mentido… nos estaría mostrando su armamento -sonrió aún más, luego su cara volvió a tornarse seria-. De todas formas, en ese caso no entiendo porque ha pedido tanto tanque y armas nuestras. Y menos el Interceptor de Ondas de comunicación que nos sigue…

-Creo –Tara miró a Cylas y Ter por igual- que quiere demostrarnos a todos su potencia militar, haciendo que peleemos con ella o algo parecido.

A Cylas eso le hizo menos gracia aún.
-¿Y qué hago yo aquí? No sé pelear, sólo pensar.


Los altavoces del pequeño transporte cobraron vida, controlados por la robot.
-Eres el que más escéptico se mostraba a la idea de que yo estuviera entre vosotros por una buena razón.

Ter y Tara se habían acostumbrado ya a las inesperadas apariciones de la robot, pero Cylas sabía que tardaría en hacerlo. Por ello pegó un respingo cuando oyó la voz de Aylar a su lado.

Fuera de las salas de reuniones, el Ecuriano no parecía tan imponente.


-Aylar –Ter miró al altavoz- ¿porqué no nos dices por qué llevamos tanto armamento a ese lugar? ¿Qué pretendes?

-No podéis saberlo, eso es clave para que lo que voy a mostraros surta efecto.

Ter dirigió una mirada interrogante al altavoz, sin comprender. ¿Tiene algo que mostrar además de su armamento…? Pensó.

Al fin, tras media hora de viaje, llegaron al lugar. No tenía nada de especial, es más, por no tener, no tenía ni montañas. Era un lugar completamente llano, decenas de kilómetros cuadrados de llanura. Sólo muy a lo lejos, más al oeste aún, podían verse algunas montañas bajas.


Cerca del centro de ese lugar, Aylar se adelantó a la caravana y se detuvo frente a ella, indicando que habían llegado a su destino.


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Siguiendo las órdenes de Ter, los soldados equiparon su armamento y salieron de los tanques. Algunos tripulantes se quedaron en su interior, para controlar el vehículo.


Ter y los demás ocupantes de aquel Tross también salieron, contemplando el paisaje.

Sólo del vehículo Interceptor no salió nadie, los dos Terraptors que lo manejaban se quedaron, manteniendo el vehículo operativo.


Los que se encontraban en el exterior se acercaron a Aylar esperando alguna acción por su parte. Ter, Tara y Cylas se encontraban entre ellos.

La gran robot permaneció en silencio, inmóvil, durante unos minutos.


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-Aylar…-empezó a decir Ter- que pretendes…

No recibió ninguna respuesta.



Unos segundos después, un dispositivo, en el tanque Interceptor de Ondas, empezó a pitar intermitentemente, y su pitido fue potenciado por el altavoz exterior del tanque. Unos cuantos se giraron hacia él, no sabían lo que ese pitido significaba.

Ter sí. Los diseñadores de ese vehículo se lo habían explicado poco antes de salir. Aylar había pedido expresamente ese vehículo para traerlo con ellos. Ese vehículo servía para detectar la presencia de Aylers en un radio de dos kilómetros. Según la distancia a la que se encontraban fuera menor, el dispositivo emitía pitidos más insistentes cada vez. También servía para repelerlos, pues llevaba incorporado un emisor IEM, cuyas ondas desorientaban a los Aylers temporalmente.

El propio altavoz del Interceptor de Ondas se adelantó a Ter al emitir el aviso:
-¡Hay Aylers enemigos en la zona!

Todos los soldados se pusieron en guardia, muchos de ellos esperaron que Aylar comenzara el ataque, mas la robot siguió inmóvil, anclada al suelo por sus tentáculos semimecánicos.

-¿De qué tipo?- gritó Ter al Interceptor.

-¡El radar muestra dos Seylers acercándose desde el oeste y el norte, bajo tierra, a gran velocidad! ¡También desde el sur se acercan dos Altylers, al nivel del suelo!

-Bien –Ter miró a Aylar- una emboscada, bueno, no nos queda más remedio que luchar. ¿Eh? -Aylar siguió inalterable- vale, ¡Que los tanques se centren en los Altylers! ¡Los demás, los de a pie, entretened a los Seylers mientras el Interceptor concentra su ataque en ellos! ¡Son nuestro principal objetivo!


Una vez impartidas las órdenes, los soldados se dividieron en dos grupos y fueron en dirección a los dos Seylers, que aún se encontraban lejos. Aun así, ya se notaba su paso en el subsuelo. Los tanques no se movieron de la zona, armaron sus cañones y empezaron a disparar a los lejanos pero ya visibles Altylers, grandes robots humanoides con armas en los brazos y no demasiado equilibrio.

Ter sacó la espada de su funda en la espalda y fue a dirigirse a uno de los grupos que iban a por los Seylers, pero Cylas le llamó.
-¿¡Y qué hago yo!?

Ter lo pensó unos segundos.
-Escóndete dentro del Tross y reza para que no lo destruyan.

Cylas salió corriendo hacia el transporte que los había traído hasta aquí, pero entonces Aylar entró en acción y dio un pisotón en el lugar por el que Cylas iba a entrar al Tross.

-Observa desde fuera –dijo.


Ter la miró con una mezcla de sorpresa y extrañeza, no comprendía nada de lo que estaba pasando. No creía que esto fuera una emboscada maquinada por Aylar, pero tampoco se le ocurría qué otra cosa pudiera ser.


Cylas no volvió a intentar entrar en el transporte, pero se quedó apretado contra él con fuerza, casi escondido bajo el hueco que dejaba el Tross entre él mismo y el suelo a causa de la levitación.

Aylar recuperó su anterior posición y Ter fue corriendo a por uno de los grupos de soldados, al que Tara también se había unido.

Desde el norte y el oeste, los Seylers se acercaban a toda velocidad, y estaban a pocos segundos de encontrarse con los soldados, que ya se empezaban a dispersar para evitar que las embestidas del Seyler fueran efectivas.

Los tanques, rodeando al Interceptor de Ondas, disparaban a discreción contra los Altylers, que aún se encontraban lejos, aunque mientras corrían hacia los tanques esquivaban como podían los proyectiles de energía.

Pero no devolvían el fuego.




El Interceptor cargó su IEM y lo lanzó contra el Seyler del norte, aún antes de que éste y los soldados se encontraran. Según lo que esperaban, el Seyler se desorientaría y dejaría de poder calcular sus propios movimientos, por lo que en alguno de sus saltos caería de mala manera y los soldados podrían acribillar los circuitos que se escondían entre sus metálicas escamas. Contrariamente, en realidad, el Seyler no pareció afectado en absoluto por las ondas, y continuó saltando sobre el suelo como un delfín sobre el agua, optimizando así la eficacia de sus movimientos (al estar en el aire gran parte del tiempo), que ahora tenían por objetivo ir lo más rápido posible.


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Para mayor sorpresa, el Seyler saltó por encima de los soldados (Ter y Tara se encontraban entre ellos) y siguió su camino hacia el lugar donde la caravana se encontraba. El Seyler que venía del oeste hizo lo mismo con los soldados de allí.

Los soldados corrieron a toda velocidad hacia la caravana comprendiendo lo que acababa de ocurrir. Los Seylers iban, antes que nada, a por el Interceptor de Ondas. Parecía ser que, después de todo, si que les afectaba.

En consecuencia, Ter dio las órdenes precisas y los tanques que rodeaban la caravana (ahora consistente en el Tross y el Interceptor) empezaron a disparar hacia los Seylers, aunque dada la agilidad de los mismos, poco pudieron hacer hasta que las grandes serpientes estuvieron lo suficientemente cerca. Pero, aun así, esquivaban cada disparo que les enviaban, con sorprendente precisión.



Rápidamente, Ter sacó su telecomunicador, e intentó conectar con la aerobase, para pedir refuerzos aéreos. No le fue posible, la conexión sólo mostraba interferencias y errores, la aerobase ni siquiera supo que intentaba contactar con ellos.

-¡Aylar! ¿Se puede saber que haces?

-Experimento- contestó tranquilamente la robot.

Los Seylers llegaron a la caravana… y saltaron por encima de ella, cruzando sus caminos. Luego, se internaron en el suelo, antes de que los tanques del lugar pudieran dañarles seriamente, y no volvieron a salir.

La atención de todos se centró en los dos Altylers que llegaban corriendo, se encontraban aún a más de un kilómetro de la caravana, aunque con sus veinte metros de altura parecían estar mucho más cerca.

Los tanques y los soldados, ahora reunidos en la caravana, empezaron a disparar contra ellos, incluidos Ter y Tara. El Interceptor siguió lanzando IEMs, pero no parecían surtir efecto contra los Altylers tampoco.

Entonces, cuando los Altylers empezaron a ser alcanzados por demasiados proyectiles, los Seylers emergieron del suelo, muy cerca de los tanques y soldados, pero no debajo. La sorpresa hizo que algunos tanques y soldados desviaran el fuego hacia los Seylers, pero estaban tan cerca que su rapidez al saltar del suelo al aire y caer impedían que fueran alcanzados por los proyectiles suficientes como para causarles daño severo.

Así que los Seylers siguieron saltando cual delfines, desviando la atención, mientras los Altylers llegaban. Entonces éstos empezaron a disparar. Pero no a matar, precisamente…

Los Terraptors se dieron cuenta rápidamente de que los Altylers disparaban a sus armas, no a los propios Terraptors.

-¿Nos quieren desarmar en vez de matarnos? –preguntó uno de los soldados.

Y algunos lo consiguieron, con la ayuda de los Seylers desviando la atención y obligando a los Terraptors a esquivar sus embestidas, los Altylers empezaron a desarmar a los soldados. En poco tiempo los Altylers llegaron al lugar, pero no se mantuvieron quietos, sino que corrieron alrededor de la caravana, impidiendo así que los tanques pudieran dispararles con eficacia.

Aylar seguía inmóvil, en el centro de la caravana.

En pocos minutos, aún sin ningún muerto, y unos cuantos heridos en el brazo, los Terraptors fueron perdiendo sus armas. Ter, harto de la situación, sacó su espada y se lanzó con un gran salto a por uno de los Altylers, con el arma por delante. Para su sorpresa, el Altyler esquivó su ataque, y Ter se vio lanzado por su propia inercia fuera del lugar donde la caravana luchaba contra los robots. Volvió corriendo y se lanzó a la espalda del otro Altyler, pero en el último momento el segundo Altyler disparó contra Ter con gran precisión. El disparo le acertó de lleno y le lanzó hacia atrás.


Continuó intentándolo, y por alguna razón, continuó fallando. Imprimía toda la velocidad y fuerza que podía en sus saltos, pero por alguna razón no eran tan rápidos como otras veces. Los Altylers tenían tiempo de sobra para repelerle, e incluso evitar la espada y darle en el aire.


Llegó un momento en el que los soldados empezaron a usar las granadas de mano que tenían contra los Aylers, pero algunas fallaban y no explotaban, normalmente las que impactaban en el objetivo. Cuando se dio cuenta, Ter no dudó de que Aylar estaba manipulando los circuitos de las granadas.


Por fin, a los soldados se les acabaron las armas, tanto rifles, como pistolas o granadas. Sólo Tara y Ter seguían conservando armas, y no podían hacer mucho con ellas. En ese momento, una potentísima onda de sonido emitida por Aylar lanzó a todos al suelo de dolor.

Mientras todos los Terraptors, incluyendo nuestros dos amigos -y Cylas, aún escondido bajo el Tross-, se recuperaban, los Altylers se reunieron con Aylar, y los Seylers salieron a la superficie, y se mantuvieron en ella, irguiéndose a los lados de la robot como si fueran serpientes. En ellas estaba basado su diseño, en realidad.

-Fin del experimento… con vosotros.

Ter se apretaba con fuerza el lugar donde se suponía tenía el oído, mientras miraba con enfado a la robot.
-¿¡Se puede saber que pretendes con todo esto!?

-Pretendía probar vuestra capacidad de combate ante ellos –señaló con la cabeza a los Aylers que la rodeaban.

Tara también se frotaba los oídos –Pues, creo que no te hemos impresionado, precisamente…

-No esperaba más de un Imperio que no ha combatido más de diez veces contra los Aylers. Ahora -los cuatro Aylers (los dos Altylers y los Seylers), se alejaron unos pasos, rodeando a Aylar- veréis…

En ese momento los cuatro Aylers se lanzaron a por la robot. Aylar salió corriendo una centésima de segundo antes, esquivándolos, con sorprendente agilidad, y los Altylers se pusieron a perseguirla corriendo, disparando con sus brazos-arma. Los Seylers se internaron en el suelo y se les perdió de vista.


Aylar esquivaba como podía los disparos, mientras se daba la vuelta disparaba contra los Altylers, dañándolos severamente en cada disparo. Ter se dio cuenta en ese momento de que no sabía qué tipo de armas llevaba Aylar. Si, el misil de la espalda, los cañones en los brazos y piernas… pero, ¿Cuánta potencia tenían?

En pocos segundos uno de los Altylers se desplomó mientras corría, inutilizada su célula de energía interior. Quedaba claro que las armas de Aylar tenían gran potencia, así como su estructura tenía gran resistencia.

Los dos Seylers aparecieron ante Aylar, lanzándose en diagonal contra ella. Los esquivó con asombrosa agilidad, pasando entre ellos. El Altyler lo tuvo difícil para esquivar también a los Seylers, pero lo hizo. Poco después, caía con una pierna destrozada al suelo, aunque no inutilizado del todo aún. Los Seylers persiguieron a Aylar por la llanura, lanzándose contra ella desde diferentes ángulos, siempre a la vez, haciendo que tuviera menos posibilidades de esquivarlos a los dos. Pero, siempre lo hacía. Ya fuera agachándose, cambiando de dirección casi instantáneamente o saltando por encima de ellos cuando se lanzaban contra sus piernas.

En un momento dado, cuando uno de los Seylers calculó mal su embestida y pasó por encima de Aylar, ésta aprovechó para dispararle. Debido a la baja cadencia de tiro de sus armas, no pudo más que efectuar dos disparos, uno por cada brazo, pero la potencia de esos dos únicos disparos fue suficiente como para inutilizar la sección afectada del cuerpo del Seyler y secciones posteriores. El Seyler cayó al suelo de mala manera, y no fue capaz de volver a internarse en el subsuelo.

Los Terraptors miraban asombrados, Aylar ya se encontraba lejos, corriendo, siendo perseguida por el segundo Seyler, esquivando cada embestida de éste. En un momento dado, Aylar se detuvo en seco, dejando que el Seyler se lanzara contra ella desde atrás. Un segundo antes de que el cuerno del Seyler chocara contra su cabeza, Aylar se echó para atrás, y disparó sólo con uno de sus brazos, al robot. Ésta vez no fue una bala de gran calibre lo que disparó, sino una especie de esfera de energía, de color azul claro, muy intenso, que, a impactar contra el cuerpo del Seyler, desintegró parte de él, dividiendo a la serpiente robot en dos. Los Terraptors estaban demasiado lejos para verlo en detalle, pero Ter pudo apreciarlo con su extraordinaria vista. El brazo con el que Aylar había disparado ese extraño proyectil había cambiado. Ya no acababa en cañones finos, como antes. Ahora un solo cañón dominaba el brazo, bastante más grande que los anteriores.

Con todos los Aylers derrotados, Aylar empezó a caminar lentamente hacia la caravana. Ter pudo apreciar como su brazo cambiaba, las centenas de piezas que lo componían desmontaron el cañón de energía y transformaron el brazo en lo que era antes: tres cañones dispuestos verticalmente, sujetos a una misma base.


-Reconozco que hice trampa –dijo cuando llegó al lugar-, ya que al pelear contra vosotros eran controlados por mí, y ahora seguían su programación original.

Se produjo un largo silencio; Ter no acababa de asimilar lo que había ocurrido esa tarde, y los demás sólo mostraban caras de enfado hacia la robot; murmurando lo poco que duraría con vida si de ellos dependiera.

Por fin, los soldados se montaron en los transportes, y comenzaron el corto viaje hasta el hogar que era la Base Punto Neural.

La mayoría de los soldados ahora odiaban mucho más a la robot, pues pensaban que estaba jugando con ellos. Pocos pensaban otra cosa, y los que lo pensaban, no se atrevían a decirlo, al estar en gran desventaja numérica.

Cylas no podía encontrarse peor. Notaba su corazón mucho más nervioso de lo normal, le era más difícil moverse y no podía parar de pensar en la robot.
-Pero… ¿se puede saber porque demonios… nos ha hecho liarnos a tiros?

-Parece que con saberse de memoria nuestras armas y estrategias no le basta –comentó Ter mentalmente, de manera que sólo Aylar, preparada para “escuchar” esas ondas de información, lo oyera –Si no me equivoco en su afán por ayudar ha hecho esto para ver nuestros defectos en la batalla, e intentar solucionarlos- respondió en voz alta después.

-¿Y no podía haber avisado? –preguntó Tara, con enfado.


-No hubierais reaccionado “con naturalidad” –respondió uno de los altavoces del interior del transporte-. Si conocierais mis intenciones esperaríais algo especial en la batalla. Cuando os enfrentéis a los Aylers de ahí fuera no sabréis que intenciones traerán en cada batalla.

-Matarnos a todos…-comentó Cylas, como si la respuesta fuera obvia.

-O no. En una batalla, en una guerra, los objetivos pueden ser mucho más complejos que “eliminar al contrario”. Pueden tener prioridades sobre qué objetivos atacar, que objetivos sólo deben dañar, o qué deben hacer para engañarnos, y hacernos creer que tienen un objetivo cuando en realidad su objetivo no es el que creemos. Mi objetivo era venceros sin mataros, si lo hubierais sabido habríais tenido ventaja.

-Seguramente habríamos protegido nuestras armas con nuestro cuerpo –comentó Ter. Y habríamos sabido que las granadas no funcionarían, pensó.


Pasaron los minutos, los tres compañeros –y Aylar- comentaron durante todo el camino los fallos y aciertos que habían tenido hoy en esa pequeña escaramuza. Debido a lo extraño de la situación en la batalla, Tara y Cylas dedicaron muchas preguntas a Ter y Aylar, sobre por qué el Interceptor de Ondas no desorientó a los Aylers o porqué las granadas no funcionaron, cuando no existía información de una granada defectuosa nunca en el Imperio. Para sorpresa de Ter, fue Aylar la que respondió, rápidamente, descubriendo a medias su secreto a los presentes. Ella podía controlar algunas máquinas a distancia, tales como los Aylers, y había impedido que fueran desorientados “pensando por ellos cuando la onda interfirió en sus cerebros”, dijo literalmente.


Similar fue su respuesta con respecto a las granadas, sólo que en ese aspecto los presentes –exceptuando a Ter- no comprendían como podía controlar un objeto como una granada.

-¿Cómo se puede controlar un dispositivo que no tiene entrada de datos? Las granadas no tienen… receptores de información para ser controladas, ¿no?

Ante la pregunta de Tara, Aylar mantuvo silencio, esperando a que fuera Ter quien desvelara el segundo secreto del día.

-Bueno… en realidad, sí que tienen dispositivo de entrada, y salida, de datos. Es uno de los pocos secretos del imperio que hay. No me importa compartirlo con vosotros, ya que sois de confianza, pero es algo que no todo el mundo debería saber. La mayoría de las armas, por no decir todas, incluso las más comunes pistolas, tienen un receptor-emisor de ondas de información, desde hace unos meses.

-¿Y para qué sirve que una granada tenga eso? –preguntó Cylas.

-Sirve como localizador, entre otras cosas. Además, así tenemos bien contabilizadas las armas que tenemos.

-Cualquier aparato electrónico con dispositivo de entrada de datos, sin una protección antivirus, es susceptible de ser controlado remotamente –sentenció Aylar.


Pero… -Ter no lo comprendía del todo- ¿cómo puedes pasar del sistema de emisión y recepción de datos, que sólo envía las coordenadas del lugar donde está, al sistema de detección de movimiento, el de levitación… la IA de la granada? Cuando me lo propusieron, dejé claro que las dos secciones estuvieran separadas, para casos como éste.

-El propio sistema que alimenta la IA, el dispositivo de levitación, el de dirección y el de detonación de la granada es el mismo que alimenta el dispositivo emisor/receptor de datos. Y los dos sistemas tienen una pequeña IA reguladora que permite el paso de más o menos energía a cada una de las secciones cuando éstas la necesitan. Esa IA reguladora, debe enviar información a la célula de energía para pedirle más energía o menos. Carente de cortafuegos, un virus lo tiene fácil para colarse al sistema de emisión/recepción, infectar la IA reguladora de energía y alcanzar la IA principal.


Ter se mostró sorprendido, Tara y Cylas también, aunque entendieron menos de la explicación.

-¡Si serán imbéciles! –dijo Ter- ¡Les dije que separaran las secciones! ¡Se sobreentiende que las debían separar del todo!


-A eso me refiero cuando digo que vuestro imperio no está preparado para luchar contra ellos. No tenéis idea de cuantas formas tienen los Aylers de infiltrarse en otras máquinas. Y eso es sólo una fracción de su potencial… Os queda mucho para alcanzar el nivel tecnológico y estratégico suficiente como para poder enfrentaros a ellos.


-Con tu ayuda, no tardaremos en alcanzar esos niveles…


Aún con la desconfianza en su mente, Tera y Cylas no dijeron nada sobre ese comentario. Ter conocía sus opiniones acerca de Aylar de sobra, no las repitieron.


Eso permitió a Ter, en el silencio generado, ponerse a pensar sobre lo ocurrido en profundidad.

Visto lo visto me queda bien claro que este robot es especial. Nunca había visto nada parecido, ningún robot tan sofisticado, tan complejo… tan extraño. Ha sido capaz de resistir sin problemas los ataques de los Aylers, y los ha esquivado con una velocidad y agilidad que no me esperaba de un robot tan grande. Pensándolo, todo cuadra, no hay más que verla para ver que está diseñada así para ser ágil. Es muy delgada, comparada con los demás robots, y muy alta, a la vez. He visto algún que otro prototipo de robot así, hace tiempo, en la UIB. Pero su propia delgadez y agilidad les impedían llevar armas potentes, ya que añadían demasiado peso al cuerpo y restaban agilidad. Pero ella… ¡Es muy grande! He visto sus armas, no puede decirse que sean ligeras precisamente. ¡Y sigue siendo ágil! Más que ningún otro ser que conozca.

Esta misma noche los científicos la examinarán a fondo. Por un lado ansío ver que secretos esconden las entrañas de ese robot, pero, por otro, la idea de examinarla como si fuera un simple objeto… que lo es, pero… bueno, de simple no tiene nada. Aunque sea un ser inerte, espero que no la hagan daño… si esa palabra se puede aplicar a un robot.
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Re: La Gran Guerra

Notapor jorge » 23 Ene 2011, 21:05

Muy buena capitulo, por desgracia hoy no tenia palomitas :mrgreen: La verdad es que la historia esta tomando un giro que jamas me habria esperado, y por eso me gusta, porque no puedo saber que sera lo proximo, y me intriga mucho. Y las fotos muy buenas tambien, aunque en una los Terraptors levitaban sobre el suelo

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Re: La Gran Guerra

Notapor Metafight » 24 Ene 2011, 19:59

IM-PRE-SIO-NAN-TE. Por que me fio de ti Eddlm, sino yo tampoco me fiaria de Aylar ¬¬ :mrgreen: . Me encanta como describes las batallas, me las imagino en la cabeza y... ¡¡EPIC BATTLE!! :lol: .

Y las fotos, otro tanto =D> =D> =D> =D> =D> , no hay emotiaplausos suficientes en el mundo para demostrar la grandeza de tu historia.
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Re: La Gran Guerra

Notapor MrSporaculo » 24 Ene 2011, 20:35

no pero puedes representarlos con esto: =D> =D> =D> =D> =D> ^9999999 xDDDD (hummm ese numero seria mas largo que el universo en si :-k )

excelente capitulo! hum... granadas con IA... no seria un desperdicio al momento de explotar? :-s
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 24 Ene 2011, 21:16

Gracias, agradezco mucho que comenteis partes de la historia (eso verifica que la habeis leido con interés)

jorge escribió:Muy buena capitulo, por desgracia hoy no tenia palomitas :mrgreen: La verdad es que la historia esta tomando un giro que jamas me habria esperado, y por eso me gusta, porque no puedo saber que sera lo proximo, y me intriga mucho. Y las fotos muy buenas tambien, aunque en una los Terraptors levitaban sobre el suelo

PD:Bonito nuevo avatar, me gustaba el de los Decepticons, pero el de Skynet Research tampoco esta mal :mrgreen:


El elemento de desconfianza que genera un Ayler que dice ser bueno no tiene desperdicio 8) :D
Lo de las fotos, no es que leviten, es un efecto de Spore, que la parte de la sombra que está más cerca del cuerpo que la genera desaparece, y parece que estén más altos de lo que en realidad están.

Pd: Skynet es un referente para mí :mrgreen:


Metafight escribió:IM-PRE-SIO-NAN-TE. Por que me fio de ti Eddlm, sino yo tampoco me fiaria de Aylar ¬¬ :mrgreen: . Me encanta como describes las batallas, me las imagino en la cabeza y... ¡¡EPIC BATTLE!! :lol: .

Y las fotos, otro tanto =D> =D> =D> =D> =D> , no hay emotiaplausos suficientes en el mundo para demostrar la grandeza de tu historia.


No te fies de Aylar :twisted: no si tienes motivos para no hacerlo :mrgreen:
Gracias por esas críticas :D

MrSporaculo escribió:excelente capitulo! hum... granadas con IA... no seria un desperdicio al momento de explotar?


Si, pero mucho más efectivas, el dispositivo de levitación, detección de enemigos y persecución hacen que, si no son tiradas en medio de la nada (¬¬) SIEMPRE alcanzan su objetivo, y explotan en él. Aunque igualmente son un gran desperdicio de material, por lo que no se fabrican muchas, la verdad.


Gracias otra vez, esto me ayuda a intentar escribir más y mejor cada vez :D


Pd: Over 4000 visitas a este tema!! :D
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Re: La Gran Guerra

Notapor Pabloastronauta » 24 Ene 2011, 21:19

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