Es un gran honor paa mi ser primer partícipe en la inauguracion de este mágnifico foro como es "Historias de otros mundos" y deseo agradecer a mi mad.... y bla bla bla bla. Seguro que a todos nos interesa muchiiiiiisimo lo que tenga que agradecer ... pero a mi no, asi que pasamos con la historia:
Capítulo 1.
Artoria, el imperio más grande que nuestro universo ha conocido. Muchos escritos hablan de esta tierra como un paraje mágico, donde toda cultura es bienvenida y sus habitantes son valientes y preparados para defender su patria en la batalla. Si bien esto es cierto, debemos recordar que las murallas de oro de Camelot estaban hechas de adobe. Si que es una tierra hermosa, plagada de maravillas dignas de su observación, si somos un pueblo tolerante y que se nutre de las culturas de sus conquistas y por supuesto que daríamos la vida por nuestra amada Artoria. Pero eso no significa que los asesinos a sueldo no se ganen bien la vida, que los prostíbulos no proliferen como setas y que no hayamos perdido más de una batalla. Mucha palabrería se ha escrito sobre mi patria, demasiada para mi gusto. Y todo ha contribuido para crear una leyenda, un mito. Todos los pueblos quieren ser conquistados por Artoria. Un imperio conquistador, orgulloso de si mismo, un imperio que gana guerras sin movilizar siquiera a sus ejércitos. Este es mi mundo, una tierra bella e imperfecta. Pero no invencible.
Me llamo Tronas, soy el Capitán de Élite del Imperio Artore. En el tiempo que transcurre esta historia yo todavía era joven, un alumno aventajado que se labró su pequeña fama en la guerra y ahora intentaba hacerlo en la política. Ingenuo… El trabajo de un capitán no es sencillo, demasiada presión, tienes que llevar a buen cabo las misiones militares mientras controlas la política exterior de tu imperio, y de la interior no quería ni acordarme. En los pocos meses que llevaba en el mundo de la diplomacia y la política ya había comenzado a echar de menos los disparos, los gritos desgarradores y las explosiones de un misil dirigido….
No había sido entrenado para ese trabajo pero ahora no podía renegar a el.
Mis pasos retumbaban por todo el hangar, los empleados que trabajaban en la reparación de una nave se volvieron hacia mi y con el tiempo acabé por ser objeto de decenas de ojos. No mostré mas que indiferencia y arrogancia. Así es como se me conocía en todo el Imperio, arrogante, impasible, impenetrable y tremendamente eficaz. Y así es como debía ser. Solo me interesaba lo que me esperaba en el puerto principal. La comandante de la nave Eishar, seguida de su inseparable sequito de lameculos, o guardaespaldas que para el caso es lo mismo.
Llegué frente a ella, por supuesto no me arrodillé ni la más minima muestra de respeto.
_Buenas noches, comandante.
_Capitán _ hizo una pequeña pausa, como pensándose sus palabras_ como se encuentran los colonos?
_Realmente le interesa, comandante?
Bajó levemente la vista. Parecía como si sus pensamientos pudieran verse, “maldito estúpido…” apuesto a que es eso lo que pensaba sobre mi en aquel momento.
_Que han robado?
_A estas alturas…_ miré mi reloj _... nada.
_Nada? Como que nada? Me dijeron que se habían llevado dos compartimentos enteros.
_He dicho “a estas alturas”. Mis hombres deberían haberlos atrapado ya.
_Esta bien. Entonces volvemos a nuestro puesto. Sentimos no haber llegado a tiempo a la batalla pero sin duda se desenvuelto bien ustedes solos.
_Claro, como siempre.
Siempre daba la casualidad de que la flota de Eyshar llegaba tarde a las batallas. Pero yo lo prefería asi.
_Hasta la vista, capitán. Espero volver a verle pronto.
_Si, yo también…_le dediqué una sonrisa irónica.
Me dio la espalda y desapareció por el puerto, seguida de sus queridos lameculos.
Yo marché rumbo a mi nave, sin lameculos…