Reprogramación
-Bien. Antes de comenzar con esto necesito que hagas algo por mí.
La gran estación espacial terrraformadora comenzaba a trabajar sobre aquel mundo, lanzando desde la órbita ciertos objetos de centenares de metros de alto, con el objetivo de que éstos se clavaran en el suelo de Terra… y abrieran varios agujeros de gusano, cuyo destino era el vacío del espacio.
Así, todo el contaminado aire de ese mundo se perdería en el vacío del universo.
Ter se encontraba sentado en la cama de su habitación, en el Degant, su temporal hogar. Frente a él se encontraba Alay y una reproducción holográfica de Aylar. Comenzaba el proceso de lo que ella misma llamaba reprogramación.
-¿Qué necesitas, exactamente? –dijo Ter, dirigiéndose al holograma de Aylar.
-Que me permitas acceder a tu cuerpo, y tu mente.
-¿Para qué? ¿Y cómo hago yo eso?
-Bien, tu cuerpo, como robot que es ahora, tiene algo parecido a un cortafuegos que impide que otras entidades puedan acceder él. Y, necesitamos saber cómo eres ahora, con todo detalle, cómo es tu cuerpo y mente por dentro y cómo funcionan. Pero hasta que no me des permiso, no podré acceder a esa información.
Ter soltó una pequeña carcajada.
-Aylar, eres una Inteligencia Artificial superavanzada, estoy seguro de que ya has accedido a toda esa información sin que yo me entere. Tu cerebro es mucho más avanzado que el mío.
-En realidad, si fueras un robot por completo, seguramente tendrías razón. Pero no lo eres, y tu cortafuegos es mucho más complejo y avanzado de lo que crees, porque tu cortafuegos es un cerebro orgánico, supongo que el tuyo original. Te recuerdo que los “robots” que los Rinaptor fabrican, como los Cazadores o TyranoS, llevan por procesador un cerebro vivo. Son mucho más difíciles de hackear, por no decir que es imposible.
-¡Anda! Y ¿por qué?
-El cerebro de la mayoría de los seres vivos tiene muy claro desde sus inicios de dónde proviene la información que recibe del exterior: ojos, oídos, manos… Y lo mismo le ocurre con la información de su propio cuerpo. Además de que no es capaz de recibir e interpretar ondas de información robot, aunque se consiga enviarle información que él pueda recibir, siempre la compara con toda la información que él posee. Y si encuentra que los datos no concuerdan, elimina la información nueva. Con lo cual no es nada fácil enviarle información falsa. Y menos enviarle órdenes, o acceder a él. A diferencia de ellos, nosotros los robots sí podemos recibir información mediante ondas, lo que hace mucho más fácil el engañarnos. Sólo una orden que venga con la misma estructura y cifración que las órdenes que habitualmente son enviadas por nuestros jefes ya tiene bastantes posibilidades de entrar en nosotros. Además, nuestro cerebro se divide en secciones que están aisladas unas de otras; se puede infectar una sección sin que las otras se enteren. Un cerebro orgánico no está dividido en secciones aisladas. Pero ya hablaremos en detalle de este tema, ahora necesito que me des permiso para entrar.
-Ya. Y ¿cómo lo hago? Nunca lo he hecho, y según dices te es imposible acceder…
-Lo es, sin tu permiso. Sólo necesito que, cuando ahora sientas una intrusión en tu mente, la dejes pasar, sólo tienes que pensar en permitirle el paso. Gracias a tu capacidad telepática, por poco desarrollada que esté, tenemos una via de acceso bastante directa a tu mente, aunque el cortafuegos siga ahí..
-Me pregunto por qué tendré ahora cualidades telepáticas… No le encuentro sentido –dijo Ter mientras esperaba la “intrusión” de Aylar.
-En realidad no deberías tenerlas, pues es una evidencia de que eres un robot, y se supone que los Laias y Loayas no quieren que tú sepas que lo eres. Pero eso lo investigaremos en otro momento. Ahora, concéntrate en lo que va a ocurrir en las fronteras de tu mente…
Y ocurrió. Una presencia, una ola de pensamiento, apareció en un extremo de la mente de Ter. Como si un sexto sentido intentara enviarle información… Nervioso, intentó dejarla pasar, no supo cómo, pero como poco lo intentó. Y pasó…
Y se dejó sentir como una gran ola en su mente. Luego la sensación se desvaneció, en pocos segundos.
Ter miró a Aylar, esperando algún tipo de explicación sobre si el proceso había terminado ya, o qué. No le agradaba saber que tenía una mente infiltrada en él.
-Tienes dos sistemas bastante diferenciados en tu cuerpo. Uno es electrónico, digamos que el que da energía a todo los dispositivos electrónicos de tu cuerpo. Y otro orgánico, los nervios. Envían órdenes y reciben la información de los músculos, la absoluta mayoría artificiales. Si te sirve de consuelo, algunos sistemas, como el reproductor, siguen intactos y activos. Y la implementación del cerebro en el nuevo sistema motor es perfecta.
-Bien por lo primero, lo segundo ahora mismo ya no me importa mucho.
-Lo primero te permitirá tener descendencia, pero lo segundo evitará que esa descendencia tenga que sustituirte jamás.
-Ya, bueno, pero al menos podré tener descen… -en el momento en que Ter parpadeó la puerta de su habitación se abrió hacia arriba y cerró a una velocidad pasmosa, con un gran estruendo. Al parpadear otra vez de la sorpresa, la puerta imitó el movimiento de sus parpados una vez más, pero invertido. Cada vez que sus parpados se cerraban, la puerta se abría, y al revés.
Ter entrecerró los ojos, mirando al holograma de Aylar. La puerta imitó su movimiento invertido, entreabriéndose.
-He conectado la programación de la puerta con la de tus párpados, sí.
La puerta se cerró dejando de imitar los movimientos de los párpados de Ter.
-Te resultará divertido saber que la estructuración y programación de tu cuerpo y mente me resultan muy familiares. Son muy similares a las mías.
-¡¿Se basaron en un Ayler para hacerme esto?!
-No. Se basaron en mí.
Eso sí que era una sorpresa.
-Me parece –Alay habló por primera vez- que alguien ha planeado todo esto.
-¿Qué quieres decir? –Preguntó Ter.
-No deberías poder comunicarte por telepatía, ni electrónica ni natural. Pero puedes. Justo eso, te permite comunicarte con Aylar, lo que en un primer momento consiguió que os aliárais. Ahora resulta que te han reconstruido en base a ella misma. Demasiadas coincidencias. Alguien preparó todo esto.
-Cierto… todo coincide –dijo Ter-. ¿Quién lo hizo… y por qué?
-Con la información disponible aún no podemos saberlo. Pero algo está claro: no eres un héroe más. Querían que supieras que posees las cualidades de un robot.
Ter no salía de su asombro. ¿Era esta otra estrategia de los dioses para asegurarse de que cumplía su objetivo? Lo parecía. Pero el hecho de que lo robotizaran le obligaba a esconder la naturaleza de sus nuevas cualidades a todo el mundo, ya que si descubrían que era un robot no confiarían en él. Eso no parecía bueno para la misión de dirigir un imperio para acabar con los Aylers!
No sabía que pensar.
Aunque no se le escapó el hecho de que Aylar, en su primer contacto con él, había podido acceder a su mente, inyectando miles de imágenes en ella. Según sus propias palabras, no podía hacerlo.
Detectando aquellos pensamientos, Aylar no tardó en responder:
mis técnicas de hackeo son más potentes de lo que crees, pero no me permito usarlas salvo en una situación de vida o muerte. Como esa.Entre tanto, las grandes torres lanzadas por el Terraformador llegaban al suelo de Terra, repartidas por toda su superficie, a una distancia de centenas de kilómetros entre sí, y empezaban a llevar el aire de ese mundo al vacío del espacio.