Gracias a los dos (tres), me temo que este cap no va a ser más claro que los anteriores...
Almas Militarizadas
Las compuertas comenzaron a abrirse lentamente, permitiendo vislumbrar millones de cazas de combate almacenadas en aquellos hangares. En pocos segundos, los programas se cargaron, los motores se calentaron, y decenas de enjambres de aquellas naves salieron al vacío del espacio, acelerando a velocidad sub-luz para encontrarse con sus enemigos, distantes varios miles de kilómetros de allí. A la vez, los grandes buques de combate espacial cargaron sus cañones de largo alcance, ejecutando los primeros disparos de la batalla.
Los escudos listos, motores a toda potencia, la tripulación en sus puestos. La batalla daba comienzo.
Las primeras bajas, fueron sufridas por los Rinaptor. Los disparos de largo alcance Ayler resultaron ser más potentes de lo esperado, y en un alarde de astucia fueron disparados a los buques más pequeños, sobrecargando e inutilizando sus escudos, dejándolos vulnerables frente a un segundo disparo. Debido a la gran compenetración de las unidades del bando robot, los disparos se sucedían rápida y eficazmente contra aquellos desgraciados buques, pues mientras una de las naves atacantes recargaba, la otra ya estaba disparando.
Los grandes buques y cruceros Rinaptor avanzaron así sin graves daños, disparando contra sus némesis Ayler, acabando poco a poco con sus escudos. Cuando por fin estos eran inutilizados, el siguiente disparo entraba en la nave enemiga como una flecha en mantequilla caliente, destrozando el lugar del impacto y varios kilómetros en el interior. No solía ser necesario un segundo disparo para rematar a la nave.
Entretanto enjambres de millones de pequeñas naves se enzarzaban en una batalla a infinitamente menor escala, entre aquellos disparos supercargados entre los gigantes del espacio. Aquí llevaban ventaja los Aylers, debido a su aplastante superioridad numérica. Aún con la superior potencia de las armas Rinaptor y la ayuda de Aylar en los programas de navegación, la batalla se inclinaba a favor de los cazas robot.
Pero entre aquella nube de cazas y disparos luminosos un escuadrón de poco más de quince naves avanzaba imbatible hacia los cruceros enemigos. De los veinte cazas iniciales, en una hora los Aylers sólo habían podido derribar cinco de los cazas que Aylar controlaba, y éstos, lejos de centrarse en la batalla contra otras naves de su tamaño, avanzaban entre los cazas y las fragatas evitando todo confrontamiento, sólo batallando cuando era cuestión de vida o muerte.
Su destino eran los grandes cruceros Ayler.
***
Más tarde, en la estación espacial Morpheus....
-Aún no han conseguido acercarse ni un millar de kilómetros al Terraformador.
Tomando algo parecido a lo que un ser humano llamaría té, Tara y Alay esperaban sentadas junto con el abandonado y triste Frip en una sala espera –apropiado nombre- de la estación Morpheus, habilitada para ellas y sólo ellas. Los pocos Terraptor que no tomaban parte en la batalla esperaban también en aquella estación, en otras salas, o en las secciones de ocio.
-Según he oído, los escudos del Terraformador hacen casi imposible su asalto desde fuera-comentó Tara, mientras el sirviente Rinara que les había servido las bebidas salia por la puerta de aquella sala.
Alay no dudó en usar aquella oportunidad para dar rienda suelta a su lengua, comenzando por fin una conversación. Llevaban en silencio casi dos horas.
-
Es Imposible, para la absoluta mayoría de armas conocidas. El escudo del Terraformador es impenetrable, por el simple hecho de que no puede inutilizarse por sobrecarga o falta de energía, como ocurre con los escudos normales. Todo exceso de energía es desviado con extrema eficacia a una gigantesca pila de almacenamiento de energía a través de la torre principal. Otra pila igual de potente, pero cargada, da potencia al escudo, apagarla o interrumpir la conexión es la única manera de desactivarlo. Y para ello es necesario entrar al Terraformador. Y para entrar, hay que desactivarlo.
-Por lo que la única manera de eliminarlo es sobrecargarlo con un tiro muy muy potente.
-No hay un arma conocida cuyo disparo pueda sobrecargar este escudo.
Aylar hizo su impalpable aparición.
-Uno no, pero sí varios.
-Demasiado improbable.
-Los Aylers creían que es demasiado improbable que una nave atacante llegara a sus mundos y pudiera asaltarlos, por lo que no implementaron escudos a aquellos mundos. Hasta que aquella nave lo hizo.
Y se hizo el silencio durante unos segundos.
-Demasiado improbable- repitió Alay, por toda respuesta.
Tras otro silencio generado por la dificultad de cambiar de tema, Aylar decidió seguir con la explicación de Alay. También le encantaba hablar, y más sobre este tema:
-El escudo del Terraformador no sólo lo protege a él, sino al mundo al que terraforma. La energía que el escudo tiene que soportar en cada impacto también se desvía en forma de rayos hacia las torres de Terraformación, que actúan como si de pararrayos se tratara, ayudando así a evitar la sobrecarga del escudo y de paso recargando con energía las torres. Los Aylers lo van a tener muy difícil para conseguir la victoria esta vez. Somos vulnerables al estar todos en el espacio, pero hemos sido precavidos. Por suerte, debido al tipo de ataque que planearon, los Aylers no han podido traer naves planetarias. Demasiado grandes, demasiado lentas y poco protegidas. Pero bien usadas nos habrían dado problemas. Son fábricas volantes, si hubieran entrado en esta batalla con buenas defensas alrededor, habrían acabado por vencernos por desgaste.
-No olvidemos que aún deben estar ocupados en reconstruir por completo las comunicaciones entre sus mundos -comentó Alay-, además de que el ataque a su mundo Rey debe haber añadido unas variables a sus cálculos bastante extremas. Dudo que la mente Ayler esté en su momento más brillante. Estarán cometiendo muchos errores.
-También es muy probable que los imperios en contacto con los Aylers hayan aprovechado el momento para atacarlos. Muchos de ellos deben haber recibido el mensaje que enviamos a todas partes: “El Rey Ayler ha sido abatido.”. Los Aylers no pueden estar en un buen momento, desde luego.
Se hizo el silencio una vez más. En ese momento, la ya aburrida Tara aprovechó para llevar la conversación a un tema que le interesara de verdad.
-Me pregunto cómo irá la batalla ahí fuera.
Alay, viendo cortada del todo su conversación militar con Aylar, miró a Tara en silencio un segundo, para luego orientar la cabeza hacia el altavoz que representaba a Aylar, esperando una respuesta. Sólo ella podía informar de eso.
E informó.
-La batalla se encuentra muy equilibrada, nuestras fragatas y buques están siendo diezmados por los grandes cruceros enemigos, pero estos a su vez están perdiendo la batalla contra nuestros propios cruceros. Sus disparos son potentes, pero sus escudos no. La batalla entre cazas se inclina a favor de los Aylers por su superioridad numérica. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, la batalla entre las naves de tamaño medio se encuentra equilibrada, las naves enemigas superan en número a las nuestras pero los cañones de media potencia de los cruceros han equilibrado la batalla. No es fácil hacer una estimación de posible victoria o derrota, pero cierto escuadrón de naves avanza entre las líneas enemigas hacia los grandes cruceros, si llegan a ellos y consiguen depositar la carga que transportan, la batalla se inclinará mucho hacia nosotros.
-¿Las naves que usaste? –Tara se sorprendió- ¿Y qué transportan? ¿Bombas?
-Otros Aylers. Con los restos de los Aylers que los Rinaptor han encontrado y destruido, fabriqué algunos pequeños robots cargados con potentes programas de pirateo creados por mí. Debido a que están construidos con material Ayler y yo me conozco bien los protocolos de supervisión Ayler, no será difícil que esas máquinas accedan a la red de esos cruceros y la inutilicen. Y, de paso, nos consigan algo de información.
Una de las puertas de la sala se abrió mientras Aylar hablaba.
-Eso no lo sabía yo. - comentó Ter con seriedad, desde la puerta.
-Eso no lo sabía nadie -respondió Aylar orientando las cámaras del altavoz volante hacía él, mientras Ter se acercaba a los sofás. Frip se alegró de volver a ver a Ter, pero no tardó en dejar de mostrar su emoción al ver que nadie le hacía caso-. Este proyecto era secreto. Te conozco, y si lo hubieras sabido no me hubieras permitido hacerlo.
Tara miró con sorpresa al altavoz. Eso indicaba que Aylar le había mentido.
-Conoces bien los motivos-respondía Ter-. Máquinas en tu poder que en estos momentos se están enviando a unidades Ayler. ¿Qué tipo de información pueden llevar? ¿Todo lo importante respecto a los Rinaptor, por ejemplo?
-Sería un ejemplo lógico- respondió Aylar, con audacia-. Pero no es así.
Aquella respuesta pilló por sorpresa a Ter, a la vez que le enfureció.
-Cuando aseguremos nuestro mundo tú serás desactivada hasta nueva orden -Miró a aquel altavoz volante con ira mientras hablaba-. Actúas de manera independiente pese a las advertencias que te hice, cuando sabes que tus actos sólo incrementan las sospechas hacia ti, y nos ponen en peligro a todos.
Hecha la sentencia, Ter dio la vuelta y salió por donde había entrado. Aylar mantuvo la puerta abierta cuando él salió, para observarle mientras se alejaba.
-Si sigues así acabará destruyéndote- comentó Tara, divertida, mirando a aquel altavoz.
-Sabe bien que le conviene mi presencia. Mi peligro potencial es también la mejor arma que tengo para ayudar a este imperio. Volverá a cambiar de opinión cuando mis máquinas inclinen la balanza de esta batalla. Además… -El altavoz se acercó con lentitud a Tara, y con extrema lentitud pronunció estas palabras- ¿de veras crees que puede destruirme?
Alay sonrió mientras miraba a su té. Pero no hizo ningún comentario al respecto.
Aquellas palabras inspiraron verdadero temor a Tara. De refilón vio la reacción de Alay, aquella sonrisa mezclada de complicidad y maldad aumentó en mucho aquel temor.
De pronto la situación se había tornado más preocupante de lo que había llegado a imaginar. ¿Por qué aquellas palabras?
-¿Acaso no puede destruirte? ¿Se lo piensas impedir? –pronunció Tara, disimulando el temor en su voz.
-Soy una Inteligencia Artificial cuyo procesador se compone de millones de máquinas independientes unas de otras, cada procesador que la Unión Rinaptor usa lo uso yo. Mi banco de memoria se compone igualmente de cada uno de los bancos de memoria de cada nave, cada robot, cada cámara de vigilancia, de cada aparato que posea memoria electrónica y pueda conectarse a la red. Asimismo, controlo cada uno de todos estos dispositivos, porque estoy dentro de ellos. Es imposible eliminarme. Y, dada mi superior capacidad de procesamiento, acabaría con cualquier ataque hacia mí en segundos, ya sea impidiendo el ataque o respondiendo a él.- el altavoz se acercó un par de centímetros más a Tara, esta pudo sentir en su piel las vibraciones que emitía- Sería perfectamente capaz de librar esta batalla yo sola contra los Aylers. Una orden mía y cada una de esas naves ignorará las órdenes de sus capitanes, y sólo obedecerá las mías. Hasta ahí llega mi poder.
El altavoz se alejó con rapidez de la cara de Tara, Frip había empezado a gruñir. Pero no dejó de hablar, aunque su tono dejó de ser amenazador.
-Pero por útil que fuera, también sería demasiado arriesgado. Desencadenaría una batalla de los propios Rinaptor contra mí. Y no, no busco eso. Lo parezca o no, busco ayudar a este imperio, pero el escepticismo de los Rinaptor me lo impide. Por eso debo tomar pequeñas decisiones secretas que demuestren lo que valgo. Y, lo que acabas de oir, dice mucho de lo que valgo.
-Nada mejor que una amenaza para impresionar a alguien mostrándole “lo que vales”
El altavoz se giró con rapidez a Alay.
-No era una amenaza –dijo-. Una amenaza desencadenaría más desconfianza. Aún.
-¿De veras no lo era? ¿Me puedes decir en qué se diferencian tus palabras de una amenaza?
Nadie sabía si una IA era realmente capaz de sentir emociones, pero más le valía a Tara y Alay que Aylar no se pudiera enfurecer. Ninguna de las dos pudo interpretar con claridad si el silencio de aquel altavoz significaba que Aylar estaba pensando, o que miraba a Alay fijamente con las cámaras de aquel altavoz.
-Amenaza o no –acabó hablando Tara, sorprendentemente tranquila-, si lo que Aylar dice es cierto volvemos a estar contra las cuerdas. Al igual que pasó con la UIB, nuestra vida está otra vez en manos de un Ayler.
-Esta vez el Ayler no pretende eliminaros sino ayudaros. –respondió Aylar.
Ter volvió a aparecer por la puerta.
-Si el Ayler pretendiera ayudarnos, se marcharía si se lo pidiéramos- dijo con tono grave.
Tara se sorprendió con la aparición de Ter. Siempre parecía saber de qué estaban hablando, y entraba en el momento preciso.
Cierta voz apareció en su mente para aclarar sus dudas.
Ter está informado siempre de este tipo de conversaciones. Le informo yo.
Aquella aclaración sólo consiguió aumentar el temor de Tara a niveles insospechados. ¿cómo podía Aylar hablarle mentalmente a ella? Y, aún peor, ¿sabía leer sus pensamientos?
-Si yo me marchara, además de que mis probabilidades de supervivencia caerían en picado, vuestras probabilidades de victoria en esta guerra también lo harían. Me parece una orden dañina para todas las partes, por ello, no la cumpliré.
Ter clavó su mirada en la cámara de aquel altavoz, y comenzó a avanzar con deliberada lentitud a la mesa donde se encontraban Tara y Alay.
-Escúchame bien. No pretendo librar una guerra contra ti. No me importa si ganara o perdiera. No quiero luchar contra ti, quiero luchar contigo a mi lado. Pero el rey de este imperio soy yo, no tú. Tú no tomas las decisiones, las tomo yo. Tú no das las órdenes, las doy yo. Y todo el que no sea yo y pertenezca a este imperio debe cumplir esas órdenes. Si vas a luchar a mi lado es con mis condiciones. Sino, vete.
Ter siguió avanzando, el altavoz de Aylar descendió para que los dos se pudieran mirar frente a frente.
-No me importa tu inteligencia, ni tu objetividad ni sus grandes aplicaciones en una guerra. Tú no lideras este imperio, con lo que si quieres formar parte de él, estás sometida a tus superiores. Estás sometida a mí.
Aylar tuvo que pensar durante varios segundos para poder responder a eso de manera adecuada.
Tara estaba realmente atemorizada, llevar al límite a una IA tan poderosa como lo era Aylar era extremadamente peligroso. Podían acabar todos muertos, si Aylar era tan poderosa como decía. Además, por el tono en el que antes le había hablado, Tara tenía claro que Aylar no iba a permitir que nadie la dijera qué tenía que hacer y qué no.
En cambio Alay se lo pasaba muy bien con la situación. En las situaciones límite era donde las personas se mostraban como realmente eran, y ahora mismo, Aylar y Ter lo estaban haciendo. Y la divertía verlo.
-Rechazas a un aliado más poderoso que tú para poder seguir en el poder. –Dijo finalmente Aylar.
La ira de Ter aumentó considerablemente, pero antes de que pudiera soltarle una retahíla de insultos y acusaciones, Alay vio su oportunidad y se adelantó, calmando la situación con unas bonitas palabras.
-Rechaza a un aliado que no le tiene en cuenta a la hora de trabajar juntos. Compréndelo Aylar, estáis juntos en esto. No puede haber secretos ni desconfianza entre dos aliados.
Alay se levantó con tranquilidad ante la sorprendida mirada de todos, aquella tranquilidad contrastaba mucho con el ambiente generado. Todos estaban tensos, incluso Frip.
Avanzó lentamente hacia los dos participantes de la discusión. Primero, miró a Aylar.
-Aylar, eres el mejor aliado que la Unión Rinaptor pueda tener, de lejos. Ter lo sabe, cualquiera con un mínimo conocimiento de la situación lo sabe. Pero el concepto de “alianza” que tienes en tu mente es equivocado, y eso hace tambalear los cimientos de esta relación. Por encima de todo, para que una alianza funcione, las dos partes tienen que confiar en la otra. Dos partes sin confianza no pueden cooperar. Tu objetivo es ayudar a este imperio a destruir a los Aylers, pero para que este imperio acepte tu ayuda debe poder confiar en ti. Sabrás mucho de guerra, pero no sabes nada de socializar. No puedes obligarles a que acepten tu ayuda.
Dicho esto, su cara, rebosando tranquilidad y buena intención, se volvió hacia Ter.
-Tú, Rey, harías bien en no dejarte herir por las palabras y actos de Aylar. Recuérdalo, es un robot, su mente está muy alejada de la de los seres vivos. Esa objetividad es lo que la aleja. Y también lo que la hace tan peligrosa. Toma en cuenta hechos, pero no sentimientos. –Dirigió su mirada a aquel altavoz- Ella no piensa, sino que calcula. Sería bueno que tuvieras eso en cuenta cuando habléis. Evitará muchas discusiones.
Se alejó de la asombrada pareja unos pasos, sin dejar de mirarles. Y dejó caer la guinda final.
-De vuestra amistad o enemistad dependen todas nuestras vidas. Cada uno de los dos sois al mismo tiempo la posible salvación y destrucción de este imperio. Cualquiera de los dos puede destruirlo, pero sólo unidos podéis salvarlo. Tened muy presente lo que digo. No os peleéis, el enemigo real está ahí fuera –dijo, señalando la ventana que daba al exterior. Dicho esto, aprovechó el silencio generado para dirigirse a la puerta- Por mi parte no tengo nada más que decir. Estaré en el sector del bar, si se me necesita.
Los cuatro, Aylar, Ter, Tara y Frip la observaron salir por la puerta y alejarse, con aquella suma tranquilidad, aquella extraña paz que siempre parecía llevar consigo. Aquella imborrable tranquilidad que, acababan de descubrir, era capaz de transmitir a voluntad.
-¿Qué tipo de criatura has creado? –preguntó Ter aún asombrado por las palabras de Alay.
-No estoy segura. Pero sí estoy segura de que es el mejor diplomático que jamás hubiéramos deseado.
-Doy fe…
Aprende como se demuestra lo que uno vale, hermana. Acabo de ganarme un asiento eterno junto al trono del Rey.
Al oír esas palabras exclusivamente en su mente, Aylar empezó a vislumbrar qué tipo de criatura había creado.
-Eso, no me lo esperaba.
Aylar y Ter se giraron hacia Tara. Era la más sorprendida del grupo, nunca había confiado en Alay, y aún menos desde hacía pocos minutos, cuando vio esa sonrisa en su cara. Esto cambiaba bastante su modo de ver a aquella criatura.
Aylar y Ter no estaban menos sorprendidos. No conocían bien a Alay aún, y no sabían que esperar de ella. Era un experimento totalmente nuevo, sin ningún precedente en la historia conocida del universo.
Pero, lo que nunca habían esperado de ella es que fuera una buena diplomática.
Lo que aún menos había esperado Aylar, es que Alay tuviera esa capacidad de manipulación, que acababa de demostrar con su declaración telepática a la propia Aylar. No era difícil que superara a Aylar en ese campo.
-Por cierto- continuó Tara, orientando su ya más tranquila mirada hacia aquel altavoz volante-, lo que ha dicho… ¿Realmente no tienes en cuenta los sentimientos de la gente al actuar?
-Yo y algunos pocos Aylers privilegiados poseemos un módulo especial que simula los sentimientos de los seres vivos inteligentes, originalmente con el objetivo de vaticinar sus futuras acciones. Pero no es precisamente eficaz. Y está pensado para la guerra, no para las relaciones amistosas. Puedo obligar a la gente a hacer cosas por medio del miedo o la esperanza, puedo adivinar cómo pueden reaccionar a ciertas acciones mías. Pero todas las acciones y reacciones que calculo tienen mala intención. No sé agradar a la gente. Sólo matarla.
-Eso, Aylar -dijo Ter, pensativo-, es bueno saberlo.
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