Bueno, aquí va mi historia. Está escrita con el Notepad, así que si ven alguna falta me avisan. Estoy teniendo serios problemas de interacción con el imageshack (con decirles q si fuera alguien físico lo habría molido a palos... ), así que si uds pueden decirme cualquier cosa que me ayude a mejorar con esto, se los agradezco un montón.
Y bueno, nada, estoy ansioso por leer sus comentarios. Espero críticas constructivas, porque soy novato pero puedo mejorar si me ayudan como lo vienen haciendo hasta ahora . Enjoy!
Prólogo - Reencuentro
El transporte blindado se deslizaba silenciosamente a ras del suelo.
Era muy incómodo, pero su blindaje lo hacía perfecto para evitar las embestidas enemigas. Bah, en realidad no las evitaba, pero sí lograba advertirlas a tiempo. En su interior no había mucho para ver, simplemente eran planchas de tarinio motadas unas sobre otras y remachadas a presión, y salvo los ventanucos de iridio blindado, hasta los asientos eran de tarinio. Necros, sentado en el asiento que estaba junto a la última ventanilla, reflexionaba. Era muy primordial el razonamiento para formar una estrategia de combate. El único problema era que Necros no estaba solo en el blindado. Habían con él veinte soldados de la milicia de la Necrópolis Alada, que parloteaban constantemente, contándose los chismes del momento(que si nos van a sustituír por Hechiceros Quebrantahuesos, que si la batalla será difícil, que si el emperador usaba una gorra de baño rosada, etc.). Necros difícilmente podría pensar, al menos al nivel de conciencia al que estaba. Tendría que ahondar en su mente para reflexionar.
Y así, comenzó un viaje de regresión, que se remontaba a cuando él era un simple estudiante de nigromancia.
Recordaba que estuvo pasando por varias escuelas de nigromancia, viajando de planeta en planeta, hasta que llegó a la Academia Galáctica del Borde Exterior, que yacía en un planeta de ríos negros como la brea y suelos rojos como la sangre seca, llamado Keo. Allí fue adiestrado en las artes por el mismísimo Lord Nox, un ser encapuchado y de largas garras en las manos, que fue el maestro de los Primeros Hechiceros. En la academia se enseñaban varias artes que nada tenían que ver con la nueva tecnología que estaban viviendo, ni con naves espaciales, ni con transistores de plasma, ni nada de eso: se enseñaba a estar conectado con la naturaleza, a apreciar las bellas formas que adoptaba una planta, y de esas simples cosas se desprendían conocimientos tan complejos como producir fuego con las manos, adivinar el futuro y otras cosas. Recordaba muy bien que el maestro le tenía especial aprecio a él porque era un estudiante aplicado, bastante reservado y serio, lo que provocaba la envidia de los demás alumnos. Pero Necros nunca prestó atención a nadie; a la larga fue un error, debido a que allí se gestó la enemistad entre él y el que ahora era la razón de que estuviera en camino a un campo de batalla incierto: Cerdonius.
Ese grasiento estudiante nunca prestó realmente atención a las clases. Creyó que con ir y recibir las enseñanzas y seguir los hechizos por el libro como si fuera una simple receta lo convertirían en un ser capaz de desafiar incluso a la Muerte. Tonto, iluso, pero muy intimidatorio por ser el más bravucón y corpulento de los que iban allí a aprender nigromancia. Intentó muchas veces pelearse con Necros, pero él siempre evitaba el enfrentamiento, y no por miedo, sino por pereza. Hasta que un día no tuvo más remedio que hacerle frente a su odioso compañero de clase, pues Cerdonius lo golpeó contra una pared cuando Necros estaba leyendo uno de sus libros. Cerdonius rió muy fuerte, esparciendo mocos por doquier en el proceso con su cerdosa nariz, mientras que Necros, algo aturdido, se levantaba del suelo, acomodándose su máscara. La respuesta no se hizo esperar: Necros le lanzó un enjambre mortal de abejas, que picaron a Cerdonius hasta que ya no quedaba ni una sola. El bravucón salió disparado, aullando mientras los pequeños insectos le perforaban sin piedad con sus aguijones y nunca más lo volvió a atacar de manera directa, pero comenzó a molestarlo de mil pequeñas formas: poniéndole la pata para que se cayera, pegándole mocos en los libros cuando Necros los dejaba por ahí, y miles de pequeñas torturas más...
-Milord, ya llegamos.
Necros levantó la vista y observó al soldado necrópico que le estaba dirigiendo el graznido. Se levantó de su incómodo y frío asiento, y se encaminó a la puerta del transporte. Los soldados estaban formados y listos para salir. Necros señaló la puerta y ésta se abrió con un ligero gemido metálico. En ese momento, Necros sintió en la lengua un sabor como de carne podrida, un gusto amargo que le inundaba el pico, mientras sus tropas salían apresuradamente del transporte. Escuchó una pequeña detonación, el sonido que producía un misil volando en el aire, y luego una explosión muy fuerte, seguida de chillidos y graznidos de dolor. A su pesar, salió del transporte, con los soldados que aun quedaban dentro, y que miraban el umbral de la puerta, atemorizados.
Iban a suceder muchas cosas malas ese día.