Bueno, a leer! me quedó un poquito larga porque eso era una parte de lo que ya tenía planeado con lo nuevo. Tuve que saltarme un par de escenitas(que serán explicadas brevemente más adelante) para no "homicidiarlos" con tanta lectura XP!Capítulo 2 - A la derivaEl Cuervo Obliterador daba bandazos en el espacio, se ladeaba, se enderezaba y se volvía a ladear. Era un milagro que no se hubiera partido en dos aún. Necros intentaba caminar hacia la sala de comandos, donde podría meterse en un pod de escape y abandonar la nave.
Pues aunque ésta solo había recibido un impacto de misil, bastaba, por más escudos que tuviese: la nave estaba condenada. El crucero “Magma”, a bordo del cual seguramente iba Cerdonius, se había encargado bien de ello, pues sus misiles estaban hechos con tecnología potencial geotérmica, una fuente de energía barata, pero que concentrada podía ser devastadora.
Antes de llegar a la puerta de la sala, pasó cerca de un ventanuco, y se detuvo a mirar. Aunque no veía casi nada de la nave, pudo apreciar que estaba en muy mal estado, con sus alas sacudiéndose lastimosamente. El crucero de Cerdonius, gracias a Nox, no se veía por ningún lado.
La alarma de la nave comenzó a gritar con insistencia, a la vez que una luz de color amarillo intenso inundaba a pulsos el pasillo.
Necros entró atropelladamente a la sala de comandos, que era bastante amplia, y se acercó a los controles todo lo rápido que las sacudidas de la nave le permitieron.
Se sujetó con fuerza con sus largos brazos a los instrumentos, y en ese mismo instante, la nave se sacudió con tal violencia que si no hubiera estado sujeto se habría estampado contra los paneles a su derecha. La nave pareció inclinarse hacia abajo.
El nigromante miró a su izquierda, a la puerta presurizada de la sala de pods, y luego a los controles que tenía delante. Era consciente de que si abría dicha sala, sus posibilidades de sobrevivir se reducían a una millonésima parte, pues la presión liberada partiría esa sección de la nave.
Se encogió de hombros. De todas maneras, ya estaba a punto de morir. Como para confirmarlo, la nave sufrió otra sacudida, y Necros también.
Luego de eso, la nave se estabilizó, aunque siguió con su trompa empinada hacia abajo. La alarma seguía sonando de todas formas. Necros miró hacia su derecha, a las lecturas de la nave. En ese momento, sus ojos tras la máscara se dilataron. Los índices de oxígeno bajaban abruptamente. Eso solo podía significar que la nave se estaba partiendo en algún sitio, y que probablemente se había prendido fuego en algún otro lugar, ni más ni menos. Necros, más que manipular
golpeó los controles de la nave.
La puerta de la sala de pods comenzó a abrirse…y se detuvo abruptamente. Para enfatizar esta desgracia, se escuchó una tremenda explosión y la nave se ladeó más de lo que ya estaba.
Necros se tiró de cabeza contra la puerta, y con sus poderes de movimiento mental intentó abrirla un poco más, lo suficiente para pasar. Se produjo otra explosión, esta vez más fuerte.
La alarma sonaba ahora más rápida y aguda, como si se estuviera quedando sin aire.
Con el ceño fruncido por el esfuerzo, Necros empujó con sus poderes. La puerta se abrió un poco más, pero él no podía pasar aún. Se dio cuenta del por qué: sus armas eran las que no pasaban. Sin perder ni un segundo Necros soltó los brazaletes de sus armas y tiró estas en la sala. El sacudón que se produjo en ese momento las envió aún más lejos. Se metió sin meditarlo mucho en la sala, se lanzó dentro de uno de los pods y accionó el mecanismo de escape. En un segundo (puede que menos) el pod se selló y se disparó hacia el espacio.
En ese momento, más explosiones sacudieron a la nave, que se precipitó dando vueltas hacia un planeta cercano.
El pod de escape, gracias a sus magnetosensores, también se lanzó hacia ese planeta, pero en ángulo opuesto al de la nave agonizante.
Necros, dentro del reducido espacio del pod, se sujetó lo mejor que pudo.
El impacto fue la cosa más dolorosa que Necros había sufrido hasta ese momento.
<<<<Acá no sé que paso, parece que la maldita rana dorada me borró la imagen del crater, con lo buena que estaba Cuando sintió que ya no se movía, salió tropezando de dentro del pod. El aire que estaba contenido en éste se expandió hacia fuera en forma de vapor.
Necros caminó rápidamente por el surco caliente que había dejado, y cuando llegó al cráter de impacto pegó un salto.
Aterrizó en el borde del cráter, y en ese momento, una luz centelleante, seguida por una inmensa explosión se presentó ante él, un bramido que parecía el sonido de una montaña al partirse en dos. Necros se encogió ligeramente de hombros.
<<Mi nave sufrió un aterrizaje forzoso>> pensó cínicamente, al tiempo que el conocido regusto a carne podrida le invadía el pico. Cómo quería Necros a esa nave…
Para ese momento, un silbido a su espalda atrajo su atención.
El maldito pod de escape se había averiado.
Necros no podía creer su mala suerte. Se acercó caminando por el borde de la grieta, para observar mejor. Una humareda negra impedía ver el interior del pod.
El nigromante comenzó a caminar. Sentía la ira, como un devorador torrente que le quemaba todo el cuerpo y le consumía el corazón. Tuvo que aquietarse un momento, pararse donde estaba, para recuperarse un poco. La ira que sentía le nublaba la visión y convertía sus manos en sendos puños apretados. Estando así, se irguió y lanzó un potente graznido, cargado del más puro y corrosivo odio.
<<Mis leales soldados…mis cazas…mi nave…vas a pagar, maldito cerdo asqueroso, juro que lo lamentarás, lo juro por el fuego de Nox…>>
Relativamente cerca había algunas criaturas que habían vuelto de los árboles, tras alejarse corriendo cuando el pod impactó en el suelo. Lo observaban con curiosidad.
En ese momento, una manada de carnívoros llegó corriendo y atacó a las criaturas. Ni siquiera les dieron tiempo a reaccionar, mucho menos a escapar.
Las diezmaron con facilidad. Entonces, el que parecía ser el macho alfa se volvió hacia Necros y comenzó a acecharle, con la manada detrás.
El nigromante se sentía muy agotado para usar sus poderes, no tenía casi energía, y el único aparato que le quedaba como defensa posible era el cinturón hipnotizador, pero no bastaría para hacerle frente a una manada de fieros carnívoros.
Los depredadores se le acercaban. Uno de ellos lanzó al aire un rugido amenazador.
El sabor a carne descompuesta regresó con toda su gloriosa intensidad.
<<Definitivamente éste no es mi día>> pensó Necros.