Se que esta tardanza no tiene perdon de Dios (dos meses ), pero estos han sido titanicos, y apenas he tenido tiempo para ponerme. Ademas, que a este capitulo le he dado mil millones de vueltas, no por el capitulo en si sino por las creaciones que aparecen, de las que he hecho miles de versiones . Compenso la tardanza con un capitulo extralargo, con un monton de imagenes (para variar ) y una trilogia de aventuras que colgare cuanto termine de pulirlas.
Pido por favor que no dejeis de leer la historia porque tarde en escribir. Ire publicando segun pueda; pueden ser 2 meses, 2 semanas, 2 dias o 2 horas. Pero tened seguro que JAMAS dejare de escribirla (he invertido demasiado en esta historia para dejarla a medias ).
8- Reliquias de destrucción
Finalmente, Lizter volvió en sí y se levantó.
Nebur -) ¿Cómo estás?
Lizter -) He estado mejor.
Egroj -) ¿Qué piensas hacer ahora?
Lizter -) ¿¡Y por qué tendría que darte explicaciones de lo que haga!?
Egroj -) Deberías si quieres que te saquemos de aquí.
Lizter -) Podéis meteros vuestra nave por donde os quepa.
Nebur le dio un pequeño empujón, más de aviso que de otra cosa.
Nebur -) Entiendo que estés jod*do pero no lo pagues con nosotros, ¿vale?
Lizter estuvo a punto de contestarle, pero optó por tragarse sus palabras. Empezó a caminar, mientras los dos le miraban.
Nebur -) ¿Y ahora a dónde vas?
Lizter -) Por lo pronto me gustaría explorar un poco este planeta – dijo mientras se seguía alejando -. Tiene pinta de ser interesante. Si queréis venir conmigo adelante, siempre que no me estorbéis.
Siguió andando hasta que casi no se le veía.
Egroj -) ¿¡Pero qué se habrá creído este tío!? Me está cayendo gordo.
Nebur -) Vamos con él. No me fío de dejarle solo.
Egroj -) ¿Estás loco? ¡Que se vaya a la m***da!
Nebur -) ¡Pues quédate aquí si quieres! – ya empezaba a cabrearse -
Nebur empezó a andar ligero, intentando alcanzar al Terraptor. Egroj se quedó quieto al principio, pero finalmente se resignó y corrió detrás de Nebur y Lizter.
Lizter -) Veo que al final habéis decidido venir.
Nebur -) No vamos a abandonarte aquí. Aunque la verdad, no sé que esperas encontrar en este planeta.
Lizter -) Yo tampoco lo sé. Ahí está la gracia.
Ya los tres juntos otra vez, acabaron llegando hasta un gigantesco edificio, bastante dañado pero que aún se mantenía en pie con relativa firmeza.
Lizter -) ¡Dios, esto es enorme!
Egroj -) ¡Fijaos, arriba!
Egroj señaló al tejado del edificio, donde una gran estatua se erigía. La estatua de una criatura a la que no lograron reconocer ya que, aparte de estar dañada y no muy bien hecha, no conocían a ninguna especie que se le pareciera siquiera un poco.
Lizter -) Debía de ser la raza que habitaba este planeta.
Nebur -) Algo tan grande no está solo para adornar. ¿Qué habrá dentro?
Lizter -) Solo hay una forma de averiguarlo.
Lizter corrió rápidamente hacia la puerta del edificio y entró.
Nebur -) ¡Lizter, espera!
Corrieron también hacia la puerta, pero poco después Nebur se paró en seco. Egroj también se paró al verle.
Egroj -) ¿Qué haces? ¿Por qué te paras?
Nebur -) Shhh… Calla, creo que he oído algo.
Se quedaron en completo silencio varios segundos, hasta que oyeron un tenue sonido de maquinaria moviéndose. Poco a poco, el ruido se iba haciendo más fuerte, aunque no deducían su procedencia. Nebur empezaba a preocuparse. Su inquietud se confirmó cuando vio bajo sus pies una sombra que no era la suya, haciéndose cada vez más grande. Enseguida levantó la vista al cielo.
Nebur -) ¡Egroj, cuidado!
Se lanzó sobre Egroj y le apartó antes de que la estatua le aplastara. En breve se incorporaron.
La estatua del techo no era un simple objeto decorativo, sino una máquina de defensa. Aunque terriblemente oxidada, seguía funcionando perfectamente. Disparó los cañones de sus “manos”, que consiguieron esquivar por poco. Los dos estaban dispuestos a plantarle cara cuando Nebur dijo:
Nebur -) ¡Yo me encargo de él, tú entra y saca a Lizter de ahí!
Nebur activó su cristal Xelius y se lanzó a por el monstruo, permitiendo a Egroj entrar en el edificio. Aquel androide era fuerte, incluso con el cristal Xelius, Nebur estaba teniendo problemas para librarse de él. Cuando Egroj entró, la puerta se cerró de golpe, de forma que era imposible abrirla. Incapaz de hacer otra cosa, siguió hacia delante, confiando en dar con Lizter y salir de ahí cuanto antes.
Caminó durante bastante rato por lo que resultó ser un gigantesco laberinto. Cuanto más avanzaba, más parecía perderse. Acabó llegando a un cruce cuando vio a Lizter corriendo a toda velocidad hacia él.
Egroj -) ¡Lizter! Llevo un buen rato buscándote.
Lizter -) ¡CORRE!
Al decir esto, un enorme robot cuadrúpedo apareció rompiendo la pared tras Lizter, y le perseguía por los angostos pasillos destrozando todo lo que encontraba a su paso. Egroj se quedó paralizado en un principio, por lo que Lizter le agarró del brazo y tiró de él, aún sin parar de correr. En breve, Egroj volvió a la normalidad y empezó a correr por su cuenta.
Egroj -) ¿¡QUÉ ES ESA COSA!? ¿¡QUÉ LE HAS HECHO!?
Lizter -) ¡Nada, lo juro! ¡En cuanto me vio empezó a atacarme!
Egroj -) ¿Por qué no le atacas?
Lizter -) ¡Mis armas no le hacen nada!
Siguieron corriendo hasta que finalmente lograron despistarle. Cansados por la carrera, siguieron un pasillo hasta llegar a una puerta.
Egroj -) ¿Será la salida?
Lizter -) Yo aún no pienso salir.
Egroj -) ¿¡Cómo que no!? – Parecía no creerse lo que acababa de oír – ¿Eres imbécil o simplemente te la suda todo?
Lizter -) ¿¡Es que no te das cuenta!? La estatua, el laberinto, el robot… Todo esto no esta aquí por casualidad. Están defendiendo algo. Y por la fuerza de estas defensas, debe ser algo gordo.
Abrieron la puerta, que daba a una amplia sala. Estaba totalmente vacía, lo único que había era un ostentoso altar de piedra. Del altar emanaba una columna de energía muy hermosa. Lizter se acercó para ver que era el objeto que se encontraba sobre el altar, mientras Egroj intentaba sin éxito abrir la puerta. Finalmente, vio que se trataba de una espada.
Era una espada sumamente extraña. La hoja no estaba hecha de una sola pieza, sino que estaba formada por dos hojas simétricas, una a cada lado, dejando en medio de las dos un hueco vertical vacío, que iba desde la punta de la hoja hasta que esta se unía a la empuñadura. Justo en ese punto había un orificio, pero desconocía su utilidad. Los gavilanes de la espada (los dos salientes de la empuñadura, que salen a los lados) tenían un botón cada uno, su utilidad también era aún desconocida. La hoja era grisácea, y de vez en cuando se iluminaba con un leve tono rosado. Tenía bastante polvo.
Lizter -) No me jod*s que esto es lo que estaban protegiendo esas cosas. ¿Solo una espada?
Egroj -) ¿Por qué emana tanta energía?
Lizter tuvo una sensación muy agradable al introducir la mano en la columna de energía. Sacó la espada del altar y al cogerla, la columna desapareció y una pared se abrió, dejando al descubierto un pasadizo secreto. A Egroj todo esto no le daba buena espina, pero al ver que Lizter avanzaba, le siguió. Subieron unas escaleras hasta llegar a una pequeña sala vacía, cuya única salida era un estrecho e infinitamente largo pasillo. Justo en el centro de la sala había un vehículo, junto a una placa en el suelo. Egroj se acercó y la leyó.
“El futuro es impredecible. Solo se puede conocer avanzando hacia él, y una vez conocido es imposible retroceder. Pero no siempre es así. Nuestro destino fue sellado hace siglos, cuando los dioses a los que creíamos amigos nos traicionaron. Valor y esperanza no fueron rivales para furia y poder. Algunos lo predijeron, el destino es incuestionable. Demostrad su error. La ira de los dioses se cierne sobre vosotros. Estas reliquias son toda la ayuda que os podemos proporcionar, usadlas bien. Recordad que nadie puede decidir vuestro destino, más que uno mismo. Gloriosas batallas os aguardan. ”
Egroj -) ¿Qué es esto, una profecía?
Lizter -) Eso parece. ¿Reliquias?
Egroj -) Supongo que se refiere a la espada y a este vehículo.
Lizter -) Pues yo no veo que sean nada especial –volvió a mirar la espada, intentando ver algo nuevo en ella.
Egroj -) Intentaré poner esto en marcha. Quizás nos ayude a salir de aquí.
Egroj se subió en el vehículo, similar a una motocicleta. Tenía escrito la palabra Salvat, por lo que dedujo que debía ser su nombre. Examinó los controles, no parecían muy difíciles, a excepción de un botón bastante grande que no se atrevió a pulsar.
Mientras seguía investigando, Lizter oyó un sonido a lo lejos, por las escaleras. El sonido se hacía cada vez más fuerte: las defensas volvían a la carga.
Lizter -) ¡DATE PRISA!
Un número incontable de robots aparecieron por el hueco de las escaleras. Lizter rápidamente sacó su pistola y apuntó. Los disparos no eran suficientes para acabar con todos, y un número de enemigos como ese intimidaría al mismo Lizter, que poco a poco iba retrocediendo. Finalmente, acabaron rodeándole, y Lizter no sabía que hacer. En tan desesperada situación, millones de pensamientos le pasaron por la cabeza, y por fortuna uno en concreto.
“La espada”, pensó. Esos seres querían que la tuviera para algo. Para luchar contra esos poderosos dioses. Por tanto, debía ser una espada poderosísima. Tiró la pistola al suelo y desenfundó la espada, la agarró fuertemente con ambas manos y atacó con ella a los robots. Una espada normal sería incapaz de traspasar su blindaje, pero no era el caso: cada golpe cortaba a los robots en dos, literalmente. Se fijó en los botones de la empuñadura, y pulsó uno. Del agujero de la empuñadura salió una ráfaga de luz, siguió recorriendo el espacio hueco entre las dos hojas y estalló contra el techo, provocando un pequeño derrumbe. Lizter empezaba a maravillarse, y agarrando la espada por un gavilán, a modo de pistola, abrió fuego sobre los autómatas, que caían rápidamente. Finalmente, Egroj consiguió arrancar el Salvat.
Egroj -) ¡Ya está, sube!
Lizter subió y Egroj empezó a coger velocidad, introduciéndose en el interminable pasillo. Enseguida quedó asombrado: el Salvat había pasado de 0 a 400 en menos de 2 segundos. Los robots aún les seguían de cerca. Algunos salieron por delante, pero el Salvat los pasaba sin problema, parecía inmune a sus ataques. Lizter se levantó de su asiento, intentando hacerles retroceder disparando con la espada. Uno de los robots grandes (como el que atacó a Lizter antes) apareció delante de ellos. Egroj se fijó en uno de los botones del manillar (era parecido al de una moto) y lo pulsó. De las luces frontales salieron dos potentes haces de luz rosados, que vaporizaron al monstruo casi literalmente. Lizter pensó que podía pasar si pulsaba ambos gatillos de la espada a la vez, así que la cogió por ambos gavilanes y los presionó. Se asustó al ver que la espada empezaba a vibrar, tanto que casi se le escapa. A los pocos segundos salió el disparo, pero de una potencia tal que barrió a prácticamente todos los robots y hasta impulsó al Salvat, acelerándolo más si cabe. Ninguno podía creerse aún lo que estos objetos eran capaces de hacer. Vieron una luz a lo lejos, se alegraron al ver que era la salida.
Lizter -) ¡Estas cosas son alucinantes, menudo subidón! ¿Quién las habrá hecho?
Egroj -) – Aún eufórico – Ya lo averiguaremos más tarde, hay que ayudar a Nebur.
Lizter -) Vale. Por cierto, ¿ese botón tan grande qué es?
Egroj -) ¡No espera, no lo toques!
Lizter apretó el gran botón que Egroj había evitado pulsar hasta ahora. Miraron alrededor de la cabina, el Salvat parecía estar retorciéndose sobre sí mismo, cambiando de forma. Los mandos también cambiaron. Quedaron totalmente descolocados, y Egroj examinó los nuevos controles.
Egroj -) ¿¡Qué has hecho!?
Lizter -) ¿Y yo qué se? Para eso lo he pulsado.
El Salvat ya no tocaba el suelo con las ruedas, que habían desaparecido. Egroj agarró los nuevos mandos y aceleró. El Salvat enseguida alcanzó una velocidad de vértigo, la inercia les hizo pegarse a los asientos. No sabían muy bien como, pero el Salvat levantó el vuelo y se lanzó en picado hacia arriba. Egroj maniobró y lo dirigió hacia el edificio. Lo bordearon hasta la entrada. Nebur seguía luchando contra la estatua, pero el tiempo del cristal se estaba agotando. Egroj apareció por detrás y disparó con el Salvat, distrayendo la atención de la estatua y dañándola. Después, Lizter saltó del Salvat en pleno vuelo y clavó la espada en el enorme monstruo. De la grieta comenzaron a salir chispas, por lo que Lizter sacó la espada y saltó, no sin antes dispararle con la misma. La grieta explotó y la estatua cayó al suelo, inmóvil.
Egroj se acercó a Nebur y volvió a cambiar de fase. Las piezas de metal empezaron de nuevo a moverse y cambiar de posición, y el Salvat se posó suavemente en el suelo.
Egroj -) ¿Estás bien?
Nebur -) Si, gracias.
Se quedó unos segundos observando las nuevas armas de sus compañeros. No dijeron nada hasta volver a la nave y salir del planeta (Egroj iba en el Salvat al lado de ellos, pero hablaba con ellos por videoconferencia).
Nebur -) ¿Una profecía? ¿Esos tíos… predecían el futuro? – no salía de su asombro. – ¿Cómo?
Egroj -) Ni idea, pero decía que estas armas nos serían útiles contra esos dioses.
Nebur -) ¿Seguro que fueron dioses los que acabaron con ellos? Quiero decir, me cuesta mucho creerlo. Quizás solo sea una metáfora, y lo que los destruyera fuera otra cosa.
Egroj -) Tal vez, pero sea como sea hay que averiguarlo. Si esos dioses existen, tendremos que estar alerta.
Nebur -) ¿Tú que piensas, Lizter?
Se giró hacia Lizter, que casi no había abierto la boca desde que despegaron, absorto en la espada que tenía en las manos. Se levantó de su asiento y se dirigió a Nebur.
Lizter -) No lo sé, y si os digo la verdad me da igual. Lo único que me importa es que por fin podré vengarme.
Nebur -) ¿Qué, vengarte? – No sabía por qué, pero aquello le extrañó mucho. – ¿De quién?
Lizter tomó aire, como si le costara contar esa historia.
Lizter -) Recordáis que os dije que vengo de otra galaxia, y que acabé aquí persiguiendo a un pirata cerca del centro.
Egroj -) Sí, hasta ahí llegamos.
Lizter -) La verdad, es que tenía una cuenta pendiente con ese cabr*n.
Nebur -) ¿Qué clase de cuenta?
Lizter -) Mi hermano también era capitán en la IUB. Ese tío, Scanos, asaltaba las naves de la unión con frecuencia. Un día asaltó la suya. Mi hermano le hizo frente y… él… le mató – Nebur pudo notar como Lizter apretaba el puño. Lleno de rabia, dijo – Por eso me alisté en la UIB. Acabaré con él, le haré sufrir tanto como nos ha hecho sufrir a mi familia y a mí. Es lo único que me importa.
Nebur se acercó y le echó una mano al hombro.
Nebur -) Entiendo tu deseo de venganza, ¿pero estás seguro de que eso te hará sentir mejor?
Lizter -) – Le apartó la mano de su hombro – ¡Me da igual sentirme mejor, lo que yo quiero es que él se sienta peor!
Egroj -) Oye, un cosa, ¿cómo piensas dar con él? Si él también cayó en el agujero, podría estar en cualquier parte del universo.
Nebur -) No tiene por qué. Si cayó en el mismo, es probable que no apareciera muy lejos (relativamente) de donde apareció Lizter. Quizás incluso se encuentre en esta misma galaxia.
Lizter -) Eso espero.
Nebur -) Hasta que lo encuentres quédate con nosotros. Tenemos una misión que cumplir y esa espada nos viene muy bien.
Lizter se alegró al oír eso.
Lizter -) Gracias
Y mientras ellos seguían su camino, el resto de la flota se acercaba al planeta azul.