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Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Escribe la historia de tu especie, desde sus inicios hasta las aventuras galácticas.

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¿Qué os parece mi historia?

¿Qué hace "Crepúsculo" y "Harry Potter" triunfando y esto en un foro? Debería estar en todas las librerías
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40%
Es muy buena, yo haría un libro
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Esta bastante bien, te expresas de maravilla
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No está nada mal, tienes mucha imaginación
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Es normalita, buena pero nada del otro mundo
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No es que se te dé muy bien lo de escribir historias
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Tu de imaginación, más bien poco
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No te dediques a esto, repito, ¡no te dediques a esto!
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¡¡¡Más vale que no te vea por la calle porque te mato, menuda aberración!!!
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor kazini » 14 Mar 2011, 01:22

jorge escribió:Mola, y mucho, Scanos parece un buen tipo, al menos de momento :twisted: . Y no puedo creer que esos Kumas le hayan salvado la vida, no lo consigo asimilar.


reacciona, los kumas le ''salvaron'' la vida, si asi lo quieres llamar, para experimentar con el con experimentos crueles, y posiblemente ellos le amputaron los brazos y las piernas :twisted: si a eso le llamas vida, si soy el a la primera oportunidad hago una explosion suicida y me mato a mi y a tantos tios como me pueda cargar
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Metafight » 29 May 2011, 23:25

Como ya sabeis, en estas dos semanas me toca estudiar como un condenado para la selectividad, asi que dejo el foro temporalmente. Asi que me despido por todo lo alto con un nuevo capitulo de mi un tanto abandonada historia. Que lo disfruteis (espero :wink: ).

13- El detonante

Pasaron un par de semanas, y Naethar parecía acomodarse a vivir allí. Se percató de que Mark no le quitaba ojo de encima, lo cual era comprensible. No le dijo nada, allí Naethar tenía un sitio donde reponerse de sus heridas y no quería estropearlo. Heridas que, por cierto, cicatrizaban de maravilla. En ese tiempo habían cerrado en gran parte los cortes y las quemaduras casi habían desaparecido. Aún sentía molestias y contusiones, impidiéndole hacer gala de toda su agilidad. Aún así, todo indicaba que en un par de semanas más volvería a encontrarse en plena forma.

Mark insistió mucho en que debería ir a la embajada a denunciar el robo y que le repatriaran. Naethar buscaba toda clase de largas, aunque ninguna parecía convencerle. Un día Mark se ofreció a llevarle, ante lo cual no pudo decir que no. El que no quisiera denunciar su caso le hacía sospechar, y Naethar no podía permitirse perder su confianza. Así que Naethar entró solo en la embajada y fingió interponer la denuncia, cuyos trámites, según él, podían tardar varias semanas, consiguiendo ganar tiempo.

Algunos días le costaba dormir. No sabía si por estar en un sitio nuevo o por la presión a la que estaba sometido, pero esas noches no solía pegar ojo, y se las pasaba meditando y dándole vueltas a la cabeza. Naethar no era muy de pensar, pero la situación requería una reflexión a fondo. Lo malo es que no sabía ni por donde empezar. No sabía qué es lo que tenía que hacer ahora. Esto para Naethar no era ni mucho menos nuevo, pero pocas veces se jugaba tanto por ello. Se movía de un lado a otro de la cama, inquieto, confiando en que la respuesta se le adviniera de pronto en un repentino ataque de lucidez. Cosa que no pasaba, y que le frustraba profundamente.

Cada día Mark le hacía acompañarle al trabajo. La intención no era más que la de evitar que Naethar se quedara solo en el piso. Por mucho que Naethar intentara mostrarle que era de fiar, Mark no podía evitar tener sus reservas. Para desgracia del primero, ya que a pesar de trabajar en un observatorio, Naethar solía aburrirse en ese lugar. Primero, porque no le dejaban tocar nada; y segundo, porque, después de viajar a la velocidad de la luz y participar en apasionantes batallas espaciales, apenas le interesaba esa parte tan teórica del Universo. Pero Mark desconocía de todas esas cosas, por lo que no entendía el poco interés que prestaba en un tema que aseguraba apasionarle.

Un día se quedaron en el observatorio hasta tarde y se vieron obligados a volver a casa de noche. La carretera por la que discurrían no era muy concurrida a esas horas, pero convenía estar atento. Estos viajes solían ser silenciosos, y este no parecía ser una excepción. La tensión se respiraba en el ambiente, era tal que podía cortarse con un cuchillo. Pero ese día, Mark decidió intentar algo para romper el hielo y relajar el ambiente.

- ¿Sabes? Este domingo hay eclipse de sol. Podríamos ir a verlo.
- Bueno – dijo Naethar, sin demasiado entusiasmo. No tenía la cabeza para eclipses ahora, y Mark se dio cuenta de ello.
- No parece hacerte mucha ilusión, y eso que a ti te gustan estas cosas. Tengo la impresión de que te preocupa algo.

Sus impresiones no fallaban, aunque no coincidían en magnitud. Naethar sabía que en algún momento tendría que contarle la verdad, que no podría ayudarle más si no sabía a qué le estaba ayudando. Este era uno de los pensamientos más frecuentes en esas noches de insomnio, y aun así era uno de los que menos claros tenía. Hizo una pausa mientras pensaba que respuesta dar, la cual Mark interpretó como una respuesta en sí.

- Supongo que no me lo puedes contar, ¿verdad?
- No lo entiendes, Mark.
- Mejor dejamos el temita de las narices. Siempre que te pregunto me saltas con lo mismo. Eres buen tío, pero está claro que ocultas algo. Y eso no me gusta.

Naethar seguía sin saber qué decir. Se sentía en deuda con Mark, pero se sentía mal por no atreverse a decirle la verdad. Estaba en una encrucijada, si le decía la verdad corría el riesgo de perder su confianza, y si no lo hacía también. El joven amnidae parecía no tener salida.

Sin embargo, Mark se olvidó de la conversación al ver unas extrañas luces en el cielo moviéndose hacia ellos. No parecían las luces de un avión, lo cual le tenía inquieto. Naethar no tardó en darse cuenta de las luces y quedó mirándolas interesado. Al poco rato pudieron definir una tímida silueta acercándose al suelo. Mark seguía patidifuso, en cambio Naethar parecía reconocer las luces y la silueta dada su expresión de asombro mezclada con alegría.

El objeto volador, ya reconocido como un vehículo aéreo, seguía acercándose a gran velocidad hacia su posición, ante la actitud nerviosa de Mark. Finalmente, al pasar por encima de ellos a escasa distancia, la increíble velocidad los desestabilizó, obligando a Mark a maniobrar hábilmente hasta detener el coche. Al parar, Naethar se apresuró en salir del coche y siguió con la mirada al vehículo, que se alejaba a la misma velocidad. Cuando Mark se incorporaba a averiguar lo que había pasado, pudieron vislumbrar un segundo conjunto de luces tenues moviéndose en dirección a las primeras. Era tal su velocidad y la distancia a la que estaban, que apenas llegaron a distinguir ninguna forma.

Paralelamente, varios pares de nuevas luces se incorporaban hacia su dirección, esta vez a ras de suelo, al final de la carretera. Varios automóviles avanzaban velozmente hacia el mismo destino, acercándose a Mark y Naethar. El primero quedó extrañado, ya que todos los vehículos eran idénticos, de color negro y el mismo modelo. Además, era muy raro ver tanto tráfico en esa carretera a esas horas. Naethar, en cambio, no parecía desconcertado, sino preocupado, aún más que antes.

La mayoría de los automóviles pasaron de largo, ignorándoles. Cuando pasaba ante ellos el último de estos vehículos, Naethar pudo ver a las personas de su interior a través de la ventanilla bajada. Aquellos hombres le eran familiares. Cruzaron miradas. Miradas de odio, de miedo, preocupación, emoción. Miles de pensamientos expresados en un fugaz pero eterno vistazo. El coche continuó su trayectoria impasible, mientras Naethar le seguía inmóvil con una intranquila mirada.

Mark intentaba explicarse ese extraño suceso.

- ¿Qué… qué ha pasado aquí?
- No… no lo sé seguro – dijo Naethar, sin perder de vista el automóvil –. Será mejor que volvamos…

Al decir esto y girar la vista hacia Mark, oyeron un ruido que les hizo volver a dirigir sus ojos al negro vehículo. Este estaba efectuando un brusco frenazo, acompañado de un derrape que le hizo dar media vuelta y colocarse en sentido contrario. En breve volvió a acelerar de nuevo en dirección a Mark y Naethar, con ánimo de persecución. Naethar pronto entendió sus intenciones, y se las hizo saber a su amigo con fuerte inquietud.

- ¡Arranca, arranca!
- ¿¡Qué, por qué!?
- ¡¡ARRANCA!!

Mark empezó a asustarse ante el alto grado de nerviosismo de Naethar. Ambos subieron de nuevo al coche, y Mark aceleró hasta una velocidad que no creía que su coche fuera capaz de alcanzar. Daba comienzo una dura persecución.

- ¿¡Pero qué pasa, por qué nos siguen!?

Naethar hizo caso omiso al comentario de Mark, y sacó un comunicador de su bolsillo. Estaba seguro de que las primeras luces que vieron correspondían al Viajero de las Tinieblas, la nave de viaje de Nebur, e intentó desesperadamente contactar con él. El comunicador recibía muy poca señal, por lo que sólo era capaz de transmitir señales de audio. Aun así, Nebur no respondía. Era comprensible, no parecía la mejor situación para pararse a charlar. Naethar no se daba por vencido, y no paraba de gritar su nombre en un vano intento de obtener una respuesta.

Todo aquello terminó de desquiciar a Mark, ya muy alterado por la persecución y el comportamiento de Naethar. Puesto que este parecía ignorarle, acabó saltando de una forma algo abrupta.

- ¡¡RAAAAALPH!!

Naethar no tuvo otra opción que sobresaltarse y prestar atención a Mark, en lo que este recobraba el aliento.

- ¡Qué narices está pasando!
- Ahora no, te desconcentraría. Sigue conduciendo, tenemos que despistarlos.
- ¡¡Cuéntame lo que pasa de una p*ta vez o te juro que te suelto aquí mismo!! – dijo en un tono muy ofuscado.

Si Mark ya estaba al borde del ataque, la bala que destrozó el espejo del coche terminó de dispararle los niveles de adrenalina, ya por las nubes.

- ¿¡Nos disparan!? ¿¡EN QUÉ CO*O ANDAS METIDO!?
- ¡No es el momento, sigue conduciendo! ¡Después te lo contaré todo, te lo prometo! – mientras, seguía intentando hablar con Nebur – ¡Nebur, NEBUR! ¡Nada, no responde!
- ¿¡Quién es Nebur!?
- Alguien que nos puede ayudar.
- ¿¡A qué!?
- ¡A salvar este j*dido mundo!

Un segundo disparo, que impactó en la carrocería, los puso de nuevo en la persecución.

- ¡¡ACELERA!!

Mark pisó el acelerador a más no poder, muerto de miedo. Se dice que el miedo nubla la mente e impide pensar con claridad. Y Mark en ese momento era un manojo de terror. No obstante, Naethar tenía más experiencia en estas situaciones, y supo ver una oportunidad para escapar. En dirección contraria se acercaba un camión bastante voluminoso, lo cual Naethar aprovechó. Agarró el volante y envió el coche al otro carril, con destino a impactar contra el camión. El camionero pronto reaccionó dando un frenazo en seco, a la vez que intentaba girar para evitar un siniestro que parecía inevitable. Sin embargo, estaba todo planeado.

- ¡AHORA, GIRA!

Mark apuró los últimos metros para introducirse en una carretera secundaria, que sus perseguidores no pudieron tomar ya que el camión ya había avanzado taponando el acceso. Finalmente se evitó el impacto, pero los perseguidores se vieron obligados a maniobrar y frenar para evitar el siniestro, lo que les hizo perder de vista a Naethar y Mark.

Mark respiraba con dificultad, con la mente todavía turbada por los acontecimientos. Aún con el miedo en el cuerpo, siguió conduciendo, mientras bombardeaba a Naethar con multitud de violentas preguntas. Naethar no creía adecuado responderle estando en ese estado, y pidió que se tranquilizara, cosa que no hizo.

Tras un largo camino aún bastante más tenso que de costumbre, llegaron al piso de Mark y subieron. Mark ya había rebajado su nivel de histeria, pero aún se reservaba una buena dosis. Cerró la puerta de un fuerte portazo, y dirigió a Naethar una mirada asesina y fulminante. Había llegado el momento de contar la verdad.
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Eddlm » 30 May 2011, 17:09

Me encanta, muy buena forma de narrar y muy buenas situaciones, como siempre :D =D> =D> =D>


Espero más! Ahora, la cosa se ha puesto interesante. Lo que presupongo va a ocurrir lo he visto varias centenas de veces en mi mente. :D

bueno, ciertamente lo que ha ocurrido tambien :-k (pero con otros personajes)
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Juchubao » 08 Jun 2011, 17:42

(Mensaje eliminado)
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Metafight » 16 Jul 2011, 15:12

Gracias por los comentarios :D .

En vistas de que la poca frecuencia en la emision de capitulos ha supuesto un brusco descenso en el numero de lectores, procurare esmerarme estas semanas a fin de traeros un nuevo capitulo al menos cada semana :wink: . Todo sea por la audiencia :lol: .

14- La esperada llamada

Mark seguía bastante alterado, con el corazón en un puño y las piernas temblando. A petición de Naethar, optó por tomarse una infusión, con la esperanza de que le calmara los nervios. Se sentó en el sofá y fue tomando sorbos cortos, en lo que Naethar se sentaba a su lado y rumiaba los términos en los que iba a pronunciarse. Pasaron así varios minutos, sin mediar palabra, dirigiéndose de vez en cuando alguna mirada incómoda. La violencia de la situación seguía siendo insoportable, y aumentaba por momentos. Finalmente, Naethar preguntó amablemente.

- ¿Estás más tranquilo?
- Algo – dijo, sin desviar la mirada de la pared que tenía enfrente, evitando el contacto visual.

Se impuso el silencio de nuevo. Naethar no sabía ni por dónde empezar. Se levantó y empezó a dar vueltas por la sala, mientras Mark daba otro sorbo a su infusión. Terminado el trago, se decidió a ayudar al amnidae, preguntándole en un tono sorprendentemente calmado.

- No eres australiano, ¿verdad?
- No – respondió arrepentido tras unos instantes.
- Y tampoco te robaron, ¿a que no?
- No.

Mark hizo una pequeña pausa, haciendo un esfuerzo inhumano por no alterarse, y luego prosiguió.

- ¿En qué andas metido, Ralph?

Volvió a sentarse a su lado, y tímidamente respondió.

- Naethar.
- ¿Qué? - dejó de mirar a la pared para mirarle a él.
- Mi verdadero nombre es Naethar.

Mark hizo un gesto de desconcierto ante tan extraño nombre, lo cual no le impidió seguir preguntando.

- ¿Y de dónde eres?

La pregunta más difícil con diferencia. Naethar volvió a levantarse, dio un par de vueltas a la sala y respiró hondo.

- De Saktra.
- ¿Saktra? – de nuevo el gesto extraño – ¿Qué es eso: una ciudad, un país…?
- Un planeta.

Aquella rápida respuesta cayó como una bomba sobre Mark. No obstante, en contra de lo que Naethar pensaba, Mark se mostró reacio a creer esta nueva versión y no pudo componer más que un gesto de incredulidad e indignación.

- ¿Qué? ¿¡Qu… Eso es todo lo que se te ha ocurrido!?

Naethar no pudo esconder su desconcierto.

- No entiendo
- ¿Pretendes que me crea que eres un alienígena?
- Es la verdad.
- ¡Claro, porque es mucho más verosímil creer que eres un alienígena a que seas un ladrón, o un asesino! – ironizó Mark, que también se había puesto de pie y volvía a mostrarse nervioso – ¡No vas a volver a engañarme, Ralph… Naethar, o como sea que te llames!

Mark empezó a gritar, sin darle oportunidad de justificarse. Inquieto, comenzó también a agitarse por el salón, haciendo caso omiso de las palabras del amnidae, quien se dio cuenta de que no le convencería con palabras. Y Naethar no tenía tiempo para sutilezas, seguramente ya le estarían buscando. De modo que optó por una solución más agresiva, desactivar su recombinador celular, para mostrarse tal y como era frente a su incrédulo amigo. Terapia de choque, la llaman.

Mark no pudo evitar dar un respingo hacia atrás, a la vez que enmudecía. Cualquier pensamiento en su cabeza que impidiera creer la nueva versión de Naethar se derrumbaba estrepitosamente. Un alienígena se hallaba postrado ante él, y su mente ya no era capaz de presentar trabas a esta idea.

El sobresalto inicial pronto fue sustituido por curiosidad y fascinación. Mark observaba el cuerpo de Naethar, procurando memorizar todos los detalles: la piel dorada y anaranjada, las grandes alas plumadas, la cola, el contorno escamoso de sus ojos… Todo aquello que le hacía diferente a él. Se acercó lentamente, con exagerada prudencia, en lo que Naethar se mantenía inmóvil, a fin de no asustarle con algún movimiento y permitirle asimilar lo que estaba viendo.

- Este soy yo.
- In…creíble.

Mark estaba feliz, ya no lo ocultaba. Naethar observó como su escaso miedo desaparecía, por lo que aprovechó para acercarse a él. Una vez se hallaban frente a frente, Mark preguntó:

- Y… ¿A qué has venido aquí?
- Ya te lo dije. He venido a ayudaros.

En ese momento, ambos escucharon un sonido salir del bolsillo del Ejecutor. El comunicador de Naethar estaba recibiendo una llamada. Lo sacó de su bolsillo y comprobó el remitente.

- ¡Nebur! – dijo mientras esbozaba una leve sonrisa.

Mark volvía a enmudecer. Su mente sufría un shock, llegó a tener la sensación de que estaba soñando. Se pellizcó a fin de corroborarlo, dejando patente la realidad de los acontecimientos. Pronto le invadió una sed de saber más, y se acercó a Naethar para mantenerse enterado de la conversación.

Naethar colocó el comunicador en el suelo, en un lugar del salón más o menos amplio, y pulsó el botón de coger la llamada. Un halo de luz salió del comunicador, lo que hizo a Mark dar un paso hacia atrás. En breve, la figura holográfica de Nebur, a tamaño real, apareció sobre el comunicador, frente a ellos. Naethar se colocó frente a ella, dispuesto a hablar con el Ejecutor.

- Menos mal que llamas, Nebur. ¿Cómo estáis tú y Egroj?
- Nos atacaron, pero nos libramos de ellos. Los tres estamos bien.
- ¿Los tres? – se extrañó Naethar, ignorante de que un tal Lizter también se encontraba a bordo de la nave.
- Ya te lo contaré, ¿vosotros cómo estáis? ¿También os atacaron?
- No esperaba un ataque como ese. Capturaron las naves de carga y a mi tripulación. Escapé de milagro.
- Oh, mierda.
- Necesito tu ayuda para rescatarles, Nebur. Cuento contigo.
- Veré lo que podemos hacer. Pero convendría que nos reuniéramos.
- Lo sé, pero eso va a ser difícil. Me están buscando por todas partes. De todas formas, hay que intentarlo.

En ese momento se dirigió hacia Mark.

- Mark, ¿conoces algún lugar seguro donde pudiésemos quedar por aquí cerca?
- Déjame pensar – hizo una breve pausa en lo que buscaba la respuesta –. Sí, el observatorio. No hay nada alrededor y ahora mismo se encuentra cerrado.
- Consígueme las coordenadas geográficas de ese observatorio, ¡ya!

Mark corrió a toda prisa a su ordenador.

- ¿Y éste quién es? – preguntó Nebur.
- Ya te lo contaré.
- ¿Es un nativo?
- Tranquilo, podemos confiar en él.
- Eso espero.
- ¡Las tengo! – gritó Mark, mientras apuntaba las coordenadas en un papel y se las pasaba a Naethar.
- Gracias Mark – tras esto se giró de nuevo hacia Nebur –. Estas son las coordenadas a las que has de acudir. Pero antes necesito que me hagas otro favor.
- ¿De qué se trata?
- Llevas el radar Xelius, ¿verdad?
- Sí.
- Durante el ataque perdí mi cristal. Necesitaría que lo recuperaras, me harías un favor tremendo.
- Cuenta con ello. Quedamos en el lugar indicado dentro de tres horas.
- Hecho. Cuídate, Nebur.

La transmisión se cortó y Naethar guardó su comunicador.

- Es la cosa más alucinante que me ha pasado en la vida.

Naethar sonrió al ver el asombro que mostraba su amigo. Una vez había asimilado todo lo acontecido, solo quedaba la curiosidad que seguía sintiendo y que apenas le cabía en el cuerpo. Estaba listo para emitir una nueva batería de preguntas, que esta vez Naethar contestaría de forma más cómoda.

Pero en ese momento, llamaron a la puerta.
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Metafight » 27 Jul 2011, 18:50

Perdon por el doble post, pero no me queda otro remedio dado el exito arrollador del anterior capitulo :wall: :wall: :mrgreen: (confio en que habra gente que lo ha leido aunque no haya comentado :wink: ).

15- El encuentro

Ambos quedaron paralizados unos instantes. Una segunda serie de golpes en la puerta les hicieron volver en sí. Naethar volvió a usar su recombinador celular, y Mark se acercó lentamente a la puerta.

- ¿Quién es?
- Policía – respondieron–. Abra la puerta, por favor.

A Mark le extrañó que la policía se presentase en su casa a esas horas. No recordaba haber tenido ningún problema con la ley últimamente, por lo que pensó que venían por lo acontecido esa noche en la carretera. Ingenuo, empezó a abrir la puerta, pero Naethar se abalanzó sobre ella para volver a cerrarla. Había reconocido la voz. Apartó a Mark de un ligero empujón, y comprobó por la mirilla quiénes se encontraban al otro lado de la puerta.

- ¿Qué haces, Naethar?
- ¡Mierda! Esos son los tíos que nos han seguido esta noche.
- ¿¡Qué!? ¿Cómo nos han encontrado tan pronto?
- Ni idea. ¡Recoge tus cosas, tenemos que salir de aquí cagando leches!

Mark era incapaz de mover un músculo del terror. Naethar, por su parte, buscaba una forma de burlar a aquellos dos hombres. Segundos después, el sonido de una llave en una cerradura les alertó de que estaban abriendo la puerta.

- ¡Mark, escóndete!

Mark se metió detrás del sofá, en lo que Naethar cogía una silla y se colocaba detrás de la puerta. Los hombres abrieron la puerta suavemente, observando el interior con cautela. Conforme veían que no había nadie, fue entrando el primero de ellos con una pistola en la mano. De poco le serviría, ya que Naethar le golpeó con la puerta para después sacudirle con la silla, quedando ésta destrozada y él noqueado. El segundo intentó sacar su pistola, si bien Naethar se lo impidió con un duro rodillazo en su barriga, seguido de un gancho que lo tumbaría en el suelo. Tras esto les arrebató las pistolas. Naethar usaría una de ellas para amenazar al segundo hombre, que intentaba levantarse aturdido, colocándosela en la sien.

- ¿Dónde está mi tripulación? ¿QUÉ HABÉIS HECHO CON ELLA? – gritó notablemente enfurecido.
- No… ¡no lo sé! Yo solo soy un mandado.

A Naethar no le agradó esa respuesta, y se descargó golpeándole en la cabeza con la culata de la pistola, dejándolo inconsciente.

- Quizás debiera haber insistido más. En fin, otra vez será.

Mark quedó muy impresionado al contemplar aquella escena. Fue entonces cuando le asaltó una duda inevitable.

- Vamos, Mark, no tenemos mucho tiempo.

Pero Mark no movió ni un dedo. Había salido del sofá, y se quedaba mirando a Naethar, primero, y a los dos hombres abatidos en el suelo, después.

- ¿Qué te pasa? ¡Vamos!

Tras unos incómodos instantes, Mark habló.

- ¿Y cómo sé que estoy ayudando a los buenos?
- ¿A qué viene eso ahora? ¡Vámonos, Mark!
- ¡Contéstame, Naethar! ¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

Naethar entendió a dónde quería llegar su amigo. No debía de ser fácil para él.

- No puedes saberlo. No tienes otra que confiar en mí.
- Pues menuda garantía.
- Mark, por favor, confía en mí. Si quisiera matarte ya lo habría hecho.

Mark reflexionó unos instantes. Ciertamente no tenía muchos motivos para confiar en él. Sin embargo, algo le empujaba a hacerlo, no sabía describirlo, pero sentía que debía ayudarle.

- Está bien. Pero más te vale que esté ayudando a los buenos.

Mark comenzó por fin a movilizarse. Cogió una mochila en la que introdujo comida, ropa, y otros artículos de necesidad. Curiosamente, también cogió un cuaderno y un bolígrafo. Mientras, Naethar revisaba el traje de los dos hombres en busca de algo que les pudiera servir. Fue, al sacar una placa de detrás de su chaqueta, cuando Mark se dio cuenta de que esos hombres eran agentes federales. Naethar cogió sus teléfonos móviles y se levantó, por lo que Mark le acompañó y no le dio más vueltas al asunto. Subieron al coche y Mark lo arrancó, poniendo rumbo al lugar de la cita. Por el camino Naethar le contó el resto de la historia: sobre los kumas y los vul’taden, y cómo estos habían acordado la invasión del planeta. Mark quedó, cuanto menos, alucinado.

- ¿Todo eso es verdad?
- Hasta la última coma. Este planeta estará condenado si no intervenimos.
- Vale, ¿y cuál es tu plan?
- Por lo pronto reunirnos con Nebur. Después pensaremos el próximo movimiento.

Mark siguió conduciendo, en lo que Naethar examinaba los móviles con la esperanza de encontrar el paradero de su tripulación. No encontró nada revelador, el móvil estaba totalmente vacío: ni contactos, ni mensajes guardados, nada.

Les llevó poco más de media hora llegar al lugar de destino. Habían disfrutado de un camino extrañamente tranquilo, lo cual, paradójicamente, dejaba a Naethar muy preocupado. Tal y como señaló Mark, el observatorio se encontraba vacío a esas horas. Dejaron el coche en el aparcamiento y se pararon a esperar en la puerta principal. Aún quedaba hora y media para que apareciera Nebur, de modo que aprovecharon para hacer un pequeño descanso. Comieron algo y después Naethar se acomodó en el suelo, a fin de echar un corto sueño. Mark, mientras tanto, cogió el cuaderno y el bolígrafo y se sentó apoyado en la pared.


Mark Wright
14 de Marzo de 2012

Sé que muchos no creerán esta historia, les entiendo. Si alguien me hubiera dicho ayer lo que me esperaba hoy al levantarme seguramente le habría tomado por loco. Pero en este momento estoy viviendo la mayor aventura de mi vida y siento la necesidad de plasmarla sobre un papel y certificar su veracidad.

En este momento, me encuentro en el observatorio de Nueva York. Es mi lugar de trabajo, pero no estoy aquí por eso. Naethar y yo aguardamos a la espera de un misterioso hombre, si es que se le puede llamar así. Pero vamos por partes, seguramente os preguntaréis quién es Naethar. Hasta ahora, todo lo que sé de él es que es un alienígena. Sí, sí, habéis leído bien, un alienígena. Ni yo mismo me lo creí cuando lo supe, pero es así. Puedo dar mi vida a que esto es absolutamente cierto.

No sé como, pero puedo asegurar que trae buenas intenciones. Por lo visto, el hombre con el que nos tenemos que reunir es aliado suyo. Ambos aseguran que este planeta corre un grave peligro, a menos que ellos logren evitarlo. Sé lo que estáis pensando, y entiendo que ahora no me creáis, pero estoy seguro de que el tiempo me dará la razón. Aunque, sinceramente, esperaría que no lo hiciera.

No tengo ni idea de lo que va a ocurrir a partir de ahora, pero considero que los hechos que están acaeciendo son demasiado importantes como para que sean silenciados y olvidados. Por tanto, me dispongo a escribir este diario, a fin de dejar constancia de todos los acontecimientos que van a marcar mi vida y la de muchas otras personas a partir de ahora. Un diario que pretende a la vez ser una reflexión propia de todos estos sucesos que, de seguro, no van a resultar indiferentes a más de uno.

Si alguien lee algún día este diario, espero que sepa valorar el tesoro que tiene entre manos. Es probable que lo que aquí se está narrando cambie el mundo para siempre…



Una vez terminó de escribir, guardó el cuaderno y esperó pacientemente la llegada de Nebur. Llegada que se produjo una hora después, cuando un potente ruido de reactor y unas intensas luces delataban que una nave estaba descendiendo sobre sus cabezas. Naethar, ya despierto por el ruido, reconoció la nave apenas empezaba a ser perceptible. El Viajero de las Tinieblas se posó justo en frente de los dos jóvenes, ante la mirada atónita de Mark. Naethar se percató de algunas pequeñas abolladuras en el casco de la nave. Una compuerta se abrió y Naethar invitó a Mark a entrar, quién andaba sin estar muy seguro de dónde se estaba metiendo.
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Xtrems » 27 Jul 2011, 19:46

Yo soy de esos que he leido y no he ometado.Y la verdad,lo que pasa es que no se que decir.Me parece muy soso decir solo que me gusta la historia. :wink:
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor serx » 30 Jul 2011, 15:23

amigo, no deberias de dejar hacer historias como esta =D> =D> =D> =D> =D>
Última edición por Eddlm el 13 Ago 2011, 14:21, editado 1 vez en total
Razón: No pongas tantos emoticonos! Está prohibido!
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor serx » 05 Ago 2011, 19:05

oye deberias de seguir :roll: q hay gentte q lo lee pero no cometna =D> =D> =D> =D>
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Eddlm » 13 Ago 2011, 14:08

Ciertamente, debes continuarla, es muy buena, en serio =D> =D> =D> =D>

Lamento no haber podido comentar hasta ahora :wink:

Me imagino la cara de Mark cuando vea al Viajero de las Tinieblas por dentro :lol:
" :shock: "
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Metafight » 10 Sep 2011, 19:41

Gracias por los comentarios :D .

Aprovecho una conexion momentanea para publicar un nuevo capitulo.

16- El próximo movimiento

La compuerta de entrada se abría a un lateral de la nave. Naethar entró primero, a fin de demostrar a Mark que no tenía nada que temer. No sin muchas dudas y titubeos, Mark finalmente se introdujo en la nave, a paso prudente y temeroso. Paso que contrastaba con el de Naethar, quién avanzaba impasible por las oscuras estancias. Mark, tras él, tuvo que aligerar el paso brevemente para alcanzarle. Después de atravesar varios pasillos y coger un ascensor, llegaron a su destino: el puente de mando.

El punte era bastante grande para tratarse de una nave tripulada por apenas tres personas. Disponía de dos niveles: el inferior, por el que entraron, disponía del mapa estelar en torno al cual se elaboraban las estrategias, además de la mayoría de los monitores de rendimiento, y un par de cortas escaleras que daban al nivel superior. Éste era sólo una pequeña plataforma elevada, donde se encontraban los controles de la nave. Nebur se asomó desde el segundo nivel y saludó a sus dos huéspedes.

- Dakko ane Aud*, Naethar.
- Dakko ane Aud, Nebur. Gracias por recogernos.
- No me des las gracias aún – dijo mientras bajaba al nivel inferior para hablar con Naethar cara a cara, ignorando casi por completo a un atónito Mark – . Todavía queda mucho por hacer.
- Tú eres el experto, ¿qué propones que hagamos?
- Cómo, ¿es que en todo este tiempo no se te ha ocurrido nada?
- No todos tenemos tu mente privilegiada – ironizó Naethar.
- Eres un caso, Naethar. Siempre tengo que sacarte las castañas del fuego – comentó en tono divertido –. Bueno, supongo que lo más sensato sería intentar contactar con el líder de esta gente. ¿Qué tal se te da la diplomacia?
- Sabes que fatal, no tengo tacto. De todos modos intenté contactar con él nada más llegar. Sería mejor ir a verle en persona. ¿Crees que nos recibirá?
- Has agredido a dos agentes federales – irrumpió Mark –, apenas le mires eres hombre muerto.

La rápida mirada de atención de los dos amnidaes ante su comentario amedrentó al joven muchacho, que en ese momento deseó no haber abierto la boca.

- Tu eres el nativo, ¿no? – preguntó Nebur.
- S… sí, aunque preferiría que me llamaras Mark – dijo, procurando mostrar endereza y que no se le trabaran las palabras.
- De acuerdo, Mark, haz el favor y deja esto en manos de los profesionales – indicó Nebur en un tono irritantemente amable.
- No te pases con él, solo intenta ayudar – defendió Naethar.
- No necesitamos ayuda.
- ¿Seguro? Él sabe mucho más que nosotros sobre este planeta. ¿Cómo tienes previsto si no localizar a su líder?
- Está bien, chico – añadió Nebur, resignado al ver la razón en las palabras de su compañero – , nos llevarás hasta tu líder. ¿Podrás hacerlo?
- Supongo que os referís al presidente. Se llama Charles Bryan.
- No nos interesa el nombre, tú dínos como encontrarle.
- Os complicais demasiado – interrumpió una voz.
Lizter apareció detrás de Mark, a quién por poco le da un infarto al girarse y ver al robusto reptil. Naethar tampoco ocultó su sorpresa, si bien ésta fue más de desconcierto que de terror.

- ¿Y éste quién es? – preguntó Naethar.
- Lizter. El tío que rescatamos.
- Es mucho más simple – prosiguió el terraptor –. Vosotros sois los que mandáis en la galaxia, ¿no?
- Eso no es del todo exacto – le corrigió Naethar.
- Con que lo sea en parte me vale. Si de verdad tenéis tanto poder, que lo tenéis según tengo entendido, mandadles una buena flota y que se caguen vivos.

Ninguno de los dos amnidaes supo muy bien que responder ante aquella idea. Mark, obviamente, fue el más afectado, pero no lo manifestó.

- Queremos salvar este planeta, no arrasarlo – acabó aclarando Naethar.
- ¡Ya lo sé, joder! Es solo un aviso, para acojonarles y haceros oír. Vamos, esto es diplomacia agresiva – insistió, a pesar de que veía que su idea no levantaba mucho entusiasmo.
- Demasiado agresiva – recalcó Nebur –. Preferimos causar buena impresión, a ser posible.
- Como veáis, pero con mi estrategia acabaríamos antes. Vosotros mismos.

Dicho esto, se volvió de nuevo hacia la puerta para abandonar la sala. Al hacerlo, Naethar se fijó en la espada y no pudo evitar preguntar.

- ¿Para qué llevas esa espada? No es un arma muy útil contra naves acorazadas o armaduras de última generación.

Lizter hizo un ligero amago de carcajada, sin ni siquiera dejar de andar hacia la salida.

- Ya tendrás ocasión de ver lo que uno puede hacer con una espada.

Una vez Lizter se marchó, Nebur volvió la mirada de nuevo hacia Mark.

- Volviendo al tema, ¿dónde podemos encontrar a ese presidente?
- Pues, vive en Washington, en la Casa Blanca.
- ¿Dónde queda eso?
- No está muy lejos. Hacia el sur siguiendo la costa.
- Necesitaremos unas coordenadas más precisas, ¿puedes conseguirlas?
- Sí, no creo que sea problema.
- Bravo, muchacho, parece que sí nos vas a ser de utilidad.
- Te lo dije – añadió Naethar –. Por cierto, ¿y Egroj? – preguntó al advertir que no se encontraba en la sala.
- Está haciendo recuento de daños y algunas reparaciones generales. Los humanos otra cosa no, pero saben pelear, he de reconocerlo – miró a Mark durante ese comentario –. Por suerte les enseñé quién manda. Eso me recuerda…
Nebur subío un momento al nivel superior, bajando a los pocos segundos con un objeto en la mano, que le dio a Naethar.

- Tu cinturón, con su correspondiente cristal Xelius.
- Gracias, Nebur – dijo Naethar con marcado entusiasmo, mientras se colocaba el cinturón –. Sabía que podía contar contigo.
- Aún no te he contado lo mejor.

Nebur sacó un aparato de su bolsillo, el radar Xelius. Al activarlo, se desplegó sobre él una imagen holográfica de la Tierra sobre la que parpadeaban nada menos que tres puntos. Dos de ellos juntos, en la costa este norteamericana. El tercero en mitad del Pacífico.

- Esos dos somos nosotros. Fíjate que hay un tercero.
- ¿Otro cristal?
- O eso o este cacharro no funciona.
- Merece la pena comprobarlo. Vayamos allí.
- Eo, eo, eo, más despacio, Capitán Peligro – bromeó Nebur –. Por lo pronto vamos a descansar, ya es muy tarde. Mañana por la mañana nos pondremos con la agenda.

Naethar mostró su aprobación y Nebur les condujo hacia su dormitorio.

- Es el de invitados. Tendréis que apretujaros un poco, estamos al completo.
- Mientras no me cobres la habitación me meto donde haga falta – bromeó Naethar esta vez.

Naethar, al contrario que muchas noches atrás, durmió como un lirón toda la noche. Esta vez fue Mark el que apenas pudo dormir.

*Forma de saludo típica entre los militares amnidaes.
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Eddlm » 11 Sep 2011, 00:09

=D> =D> =D> como siempre, Metafight :D

Me encanta la propuesta de diplomacia de Lizter :lol:

Metafight escribió:- ¿Para qué llevas esa espada? No es un arma muy útil contra naves acorazadas o armaduras de última generación.

Lizter hizo un ligero amago de carcajada, sin ni siquiera dejar de andar hacia la salida.

- Ya tendrás ocasión de ver lo que uno puede hacer con una espada.

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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Xtrems » 11 Sep 2011, 11:37

Ed,¿como has sacado esa foto a un terraptor? :lol:

Sobre el capitulo: =D> =D> =D>

PD:Que fino,el Lizter. XD
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor serx » 12 Sep 2011, 18:25

una vez mas, buena historia :P
=D> =D> =D> =D>

Eddlm escribió:Imagen


¿como has sacado esa imagen?
:shock: :shock: :shock:
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Re: Destino sombrío: La Guerra Definitiva

Notapor Eddlm » 12 Sep 2011, 19:12

Suelen sorprenderme estas preguntas...

Le hago una foto a la criatura en Spore, en modo prueba de movimiento, dandole a alguno de los botones para que haga el gesto que yo quiero.

Luego edito la foto con Gimp y...
sale eso :lol:
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