Capítulo 16
Crisis real (V)
Tras tres meses de travesía, Davinia consiguió alcanzar Sissue, en la frontera de Hélade. Allí nadie la reconoció, por lo que tomó un taxi* hacia Ybame, la capital. Allí fue a los tribunales de justicia, donde denunció a su hermana Deba Garyking por intento de asesinato.
Pronto, el asunto llegó a manos de un periodista y genio heládico, Sumor Sánder. Tenía un periódico, el Corredor Público, y escribió un extra para el día siguiente. Esa noche estuvo pensando cómo hacer llegar a la gente noticias frescas, sin necesidad de emitirlas mediante papel, y emitirlas rápido. De esa manera inventó la radio. Un pequeño micrófono atado por un cable de acero a una vara de hierro de un grosor de 5 alfileres (una unidad de longitud de los xlydes) y, en otra estancia, otra vara del mismo grosor atada a un receptor que bajaba la frecuencia del sonido hasta que fuera receptible, y enviaba las ondas a una membrana de tela.
Encargó esa noche a veinte artesanos que construyeran todos los aparatos receptores que pudieran hasta el ocaso del día siguiente. Cada artesano construyó entre cinco y dieciocho aparatos, sumando un total de 280. Pagó cinco cuarzos a los artesanos por cada aparato, y a la mañana siguiente los vendió por diez cuarzos cada uno, como suplemento de su periódico. Se inauguró entonces la primera emisora, Radio de Información, con noticiarios cada hora, normalmente emitidos por el mismo Sumor.
Así, puso a los artesanos a fabricar receptores permanentemente. Debido a que hacían la tarea más rápido, comenzó a pagarles a 4 cuarzos, y a vender cada aparato a 7 cuarzos para que más gente pudiera escuchar su noticiario.
Pronto, grandes empresas como Geus Kormac mostraron interés por este nuevo de comunicación para anunciarse pagando a 20 cuarzos por cuña. Un negocio bastante más rentable ahora para Sumor Sánder.
Anuncio de Radio de Información, con un dibujo del receptor
Pero, volviendo al asunto que nos trajo aquí, Davinia continuó con su denuncia. Reclamaba la soberanía en Garypas, cosa que Deba se negó a concederle amenazando con declararle la guerra a Hélade.