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Gélido

Escribe la historia de tu especie, desde sus inicios hasta las aventuras galácticas.

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Re: Gélido

Notapor Ikania » 03 May 2010, 18:54

Capítulo 1.2

El hombre de negro salió de la cabina y se dirigió a una de las puertas. Todo el mundo se abalanzó detrás de él, pero respetando las distancias. Al parecer el suceso de la mujer había calado hondo en la gente. En pocos minutos entaron en una estación subterránea con varias vías. El tren se detuvo completamente, y acto seguido se abrieron las puertas. Todo el mundo salió detrás del hombre de negro y cuando todos hubimos salido el tren cerró las puertas y con el mismo chirrido con el que había venido, se fue.

La estación no era muy grande, pero resultaba bastante acogedora. El techo era lo suficientemente alto como para no sentir claustrofobia, y en total había tres andenes con dos vías a cada lado, y al fondo unas escaleras que darían a la salida. La estación estaba iluminada con luz natural, y estaba pintada con colores claros. El tren nos había dejado en la vía situada en el extremo izquierdo tomando como referencia la salida. La estación parecía tener bastante tránsito, a pesar de no haber más personas que ellos en ese momento.


No más de cinco minutos después de llegar, aparecieron unos hombres con un “trenecito” portaequipajes. Eran aproximadamente las once. En ese momento, el hombre de negro se puso a la vista de todos.

– Hagan el favor de situar sus maletas encima del vehículo. Les serán devueltas cuando lleguen a sus aposentos. Acto seguido, me acompañarán y les llevaré a tomar un pequeño refrigerio en el bar de la estación, que ha sido especialmente dispuesto para la ocasión. Después, aproximadamente diez minutos antes de la hora convenida nos dirigiremos al punto de reunión.

Hablaba como si ya hubiera repetido lo mismo muchas veces. Todo el mundo comenzó a dejar las maletas en el vagón que acababa de llegar y una vez que ya estaba todo en orden, se marchó el tren.

– Síganme, por favor.


Y el hombre se puso en marcha, a paso ligero, pero lo suficientemente despacio como para que todos le pudieran seguir. Comenzó a subir las escaleras de la hacia el vestíbulo de la estación detrás del hombre de negro, mientras los demás en riguroso silencio se molestaban en imitarle. Era por el vestíbulo por donde entraba toda aquella luz natural, y se encontraba justo encima de los andenes. Pasaron por unos tornos y se dirigieron hacia una esquina de la estación. El vestíbulo tampoco era muy grande, pero podía presumir de ser bastante amplio. Tenía un techo transparente y alguna pared de cristal, y poseía varios bancos. El bar estaba situado en la esquina a la que nos dirigíamos, y tenía puesta una mesa con comida encima y unas cuantas mesas adornadas dispuestas para comer.


Una vez que llegaron aquí el hombre se quedó en la puerta vigilando a toda la congregación. Algunas personas cogieron algún plato para comer y otras fueron a servirse un café. El resto de la gente fue al baño o se sentó en la barrá a pasar el rato. Massan por su parte se acercó a la barra y se dispensó otro cigarrillo.


Lo que se podía ver a través de las ventanas era bastante bonito. Al parecer la estación tenía a un lado un pequeño bosquecillo de pinos, y del otro lado una calle por la que ocasionalmente pasaban lo que parecían ser coches. Parecía una ciudad, pero la verdad es que tenía pocos edificios para serlo... Si lo era.

Estaba viendo salir del baño al chico con el que antes había salido del tren. Ahora parecía menos nervioso, y se había cambiado la ropa. Ahora llevaba una camiseta y una chaqueta que le daba un aire más juvenil. Massa se acercó a él.

– ¿Qué tal el viaje? Al final no ha sido tan pesado como se esperaba.

El joven tardó un poco en responder.

– Bueno... La verdad es que no me lo esperaba tan largo, además hemos ido muy rápido. Creo que nadie sabe ahora mismo dónde está.
– Yo sí. Estoy aquí.
– Yo creo que también, aunque a ratos no esté. Sinceramente no sé si he hecho bien en venir aquí.
– Por lo visto es ahora usted quien se olvida ahora de la hoja roja.
– Ya hemos llegado, así que no hay ningún problema.
– ¿Usted cree? Esto no parece ser más que una simple estación de paso. No tiene mucha pinta de ser una base secreta.

El hombre de negro se giró hacia ellos y les miró con mala cara.
– Puede que tenga razón. Aun valoro lo suficiente mi vida como para no querer acabar como esa pobre mujer.
– Yo también, será mejor que dejemos de hablar, al menos por un rato. ¿Quiere un cigarro?
– No, gracias. Lo he dejado.


Y aquel joven se largó hacia la barra, camino de un café bien cargado. Massan decidió era un buen momento para atacar a las tostadas con crema de castañas y esa botella de pastis que había visto hace no mucho rato.


Al cabo de un rato llegaron las once y veinte. Massan aún no se había terminado su bebida, pero se había permitido el lijo de repetir tostada. En cuanto el hombre de negro empezó a avisar a la gente de que tenían que ir terminando, Massan se bebió lo que quedaba de pastis.

– Por favor, síganme hacia el vehículo que acaba de llegar a la puerta de la estación. Una vez allí, verán que a la entrada hay señor que les indicará donde se deben sentar.

Toda la gente siguió al hombrecillo. Por fin, salieron a la calle. El ambiente era muy húmedo y no se respiraban los humos típicos de una ciudad en el ambiente. El vehículo estaba a cincuenta metros de la puerta, así que Massan pudo observar el paisaje antes de entrar. Era una ciudad con algunos edificios altos, pero en general abundaba la vegetación en ella, y no había mucha gente por esta zona. El vehículo en cuestión era un tranvía, aunque también era de un sólo vagón y bastante pequeño. Tuvo que hacer cola antes de entrar. Pasaba gente por la calle, pero les ignoraba, como si ellos no estuviesen ahí.

– ¡Usted otra vez! Siéntese en la séptima fila, asiento cuatro.

El revisor parecía conocerle, pero Massan no sabía quien era. De hecho, el revisor conocía a todos los presentes, pero ninguno parecía tener la menos idea de quien era. Todo el mundo fue distribuido regularmente hasta que todos los asientos estuvieron ocupados. Acto seguido entró el hombre de negro, el revisor entró en la cabina y el hombre de negro le siguió.

– ¡Agárrense bien, que este trasto a veces vuela!

El hombre de negro parecía cambiado. Pocos segundos más tarde, las puertas se cerraron y el tranvía se puso en marcha. Si Massan hubiera sido bastante precavido, se habría agarrado a la silla que tenía delante. Pero como no lo hizo tuvo que contentarse con darse un cocotazo con el respaldo de la silla, y por lo visto no fue el único que desoyó el consejo del hombre de negro.


El tranvía circuló por la misma avenida a bastante velocidad, pegando algún tirón de vez en cuando provocado por algún frenazo inesperado. Massan también pudo comprobar que el pastis surtía efecto, lo que sumado al traqueteo del trenecito le empezó a marear.El flujo de gente por la calle iba aumentando conforme avanzaban por la avenida, hasta que Massan se percató de que hacía tiempo que circulaban por fuera de la calzada, a un lado del parque. Aún así, seguían sin pasar muchos coches. Los edificios se iban multiplicando, pero el verde aún predominaba en la ciudad. En concreto, había una estructura bastante alta a la que se estaban acercando. No fue hasta unos minutos más tarde cuando el tranvía se situó en la base del edificio, después de tomar un desvió que lo situó en la misma entrada al edificio, después del correspondiente frenazo más golpe. Salió de la cabina el hombre de negro.

– Bienvenidos a la sede del proyecto Kleese. Pronto sabrán que van a hacer el resto del tiempo. Síganme una vez más, preparen su documentación y una vez que tengan sus pases, se les dará cierto dossier, y ya serán libres de hablar todo lo que quieran.

Una vez dicho eso, se levantó y salió del tranvía. El revisor se había apostado al lado de la salida, y conforme iba saliendo la gente se despedía de ellos muy amablemente. Massan se fijó en que en esta zona, que parecía el centro de la supuesta ciudad, también tenía multitud de vegetación, en concreto el bosque de pinos. Al final le tocó su turno y salió del tranvía, siguiendo al hombre de negro. El edificio que parecía tan alto, no lo era, sólo lo parecía. No tenía más que cinco plantas. Eso sí, no desentonaba con la zona donde estaba. La entrada era una puerta que estaba abierta. Estaba claro que les estaban esperando.

– Giren aquí a la izquierda y les estarán esperando. Sean pacientes y espero que hayan tenido un buen viaje. Pronto nos volveremos a ver. ¡Pásenselo bien!

Y el hombre de negro desapareció con una sonrisa en la cara. El gentío, ahora descontrolado, fue entrando poco a poco en la sala. La sala no era muy grande, y de hecho apenas cabían todos, pero respondía a lo que supuestamente les iban a hacer allí: identificarles y darles un pase para moverse por lo que fuera su base. La sala era un rectángulo y al fondo de ella se encontraban dos mesas con una silla, unos cuantos archivadores y una puerta. La fila que se había formado era considerable, y como además estaba al final, tuvo que esperar un rato.

Cuando por fin le tocó a Massan, avanzó hasta la mesa, se sentó en la silla y esperó las típicas preguntas.

– ¿Me puede mostrar su documentación?
– Sí, claro. – Masculló, mientras buscaba en su bolsillo – Aquí tiene.

El empleado recibió la documentación, la miró detenidamente y comenzó a escribir datos en el ordenador.

– ¿Es usted Massan Gierel Torassu, nacido el 30 del 142?
– Sí
– Ha estudiado física entre el 162 y el 166, un máster en motores de fusión y un doctorado acerca del rendimiento de dichos motores a energías relativistas.
– La información es correcta.
– Bien. Su pase es el número 7325 y su número de identificación el L-145. Antes de nada, por favor, ponga sus manos aquí. Son para hacer recoger sus huellas dactilares.

Situó sus manos encima del escáner que le habían mostrado, y empezaron a salir sus huellas por la pantalla del ordenador, se ampliaron las de cada dedo, se recortaron y se almacenaron en dos ficheros distintos, uno con la foto y otro con las características.

– Ahora haga el favor de acercar sus a este aparato. Es un análisis del iris, para posteriores identificaciones.

Repitió el mismo proceso, sólo que ahora lo que tenía que acercar eran sus ojos a una especie de prismáticos. Pudo distinguir el barrido de una luz sobre sus ojos.

– Esta parte ya está completa. A partir de ahora ya puede ir tranquilamente a cualquier lugar de la base. Antes de recibir su pase deberá introducir un código de seguridad de 6 cifras que deberá recordar. Esto le servirá posteriormente para acceder a sitios que no están disponibles para todo el mundo.
»Además, le voy a dar un dossier en el que están indicados sus labores en la base, el horario, así como varios planos e indicaciones para su estancia en la base.

En todo este momento no pudo pronunciar ninguna palabra, ni tan siquiera mascullar media sílaba. El funcionario se levantó, se dirigió a los archivadores que tenía, pasó una tarjeta por la parte superior y abrió un cajón del cual extrajo una carpeta marrón similar a la que había tenido en sus manos en el tren. Se volvió a sentar, imprimió una hoja verde, la introdujo en la carpeta, la selló y le puso un precinto.

– Este es el dossier. Tenga en cuenta que todo esto se trata de información confidencial, a excepción de lo que esté expresamente marcado como no serlo. Dentro encontrará toda la información que necesite.
» Su reunión tendrá lugar a las 12:00. No llegue tarde y procure resolver todas sus dudas entonces. Que tenga un buen día.
Massan tardó un tiempo en darse cuenta de que se estaban diriguiendo hacia él.
– Ah... Sí. Buenos días.


Se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta, mientras el funcionario seguía atendiendo a las personas que faltaban. En cuanto atravesó la puerta se encontró en un amplio vestíbulo, anexo a la entrada principal del edificio. Había mucha gente, y casi todos estaban leyendo las hojas que les acababan de dar. Mucha gente estaba nerviosa por ver qué iban a hacer ahora, pero Massan estaba completamente tranquilo. No tenía mucha idea de por qué estaba allí, pero sabía que era algún proyecto secreto del gobierno.


Por el paseo que le habían dado había podido deducir que aquello a lo que llamaban base era una ciudad bastante grande. No sabía dónde estaban, pero supuso que en poco tiempo lo sabría. Parecía una isla, con bastante vegetación y no muy empinada. Y poseía varios edificios muy altos. Debía de ser alguna micro-ciudad destinada a albergar a todas las personas que necesitasen estar allí mientras se hiciera el proyecto. Pero parecía un terreno muy grande como para estar ideada para no más de 200 personas, así que debía de ser alguna ciudad con población ajena al proyecto.

– Veo que ya ha salido de ahí. Les ha costado mucho, la verdad.
– Dejémonos de tonterías y presentémonos. Soy Massan Gierel, doctor en física.
– Hantrej Arhik, ídem. Por lo visto el proyecto para el que nos requieren debe ser importante.
– Lo ignoro, pero supongo que tanto secretismo supondrá algo nuevo que aún no existe.
– Y por lo visto importante para la humanidad...
– No sé que tendremos que hacer, pero pocas veces a lo largo de la historia se ha cogido a varios científicos y se les ha juntado para hacer un proyecto secreto. Y por lo general nunca ha salido nada bueno.

La conversación se alargó durante un buen rato, hasta que llegaron las doce. Entonces fueron llamados por un señor que les dirigió hacia el fondo del edificio donde iba a tener lugar la reunión.

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Esta foto es de las vistas de las que se podía gozar por la cristalera de la estación.


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La historia ya va encaminandose. Adelanto que el capitulo 2 sea probablemente un poco coñazo, y el 3 tiene pinta de ser algo más alegre (aún no esta escrito, sólo son ideas en general).

Ya me diréis que os parece.

P.D.: He visto que es "un poquito largo" :D . Lo tendré en cuenta la próxima vez. Estoy pensando en hacer un recopilatorio cada 3 capítulos para que esté más reducido, porque sino...
Última edición por Ikania el 10 May 2010, 22:08, editado 1 vez en total
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Re: Gélido

Notapor jorge » 03 May 2010, 19:20

me encanta tu historia,no pasa nada si haces caps muy largos,compensa el que no puedes escribir a menudo :D
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Re: Gélido

Notapor Metafight » 03 May 2010, 19:27

buff, leido. esta muy bien, te expresas estupendamente. =D> coincido con jorge
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Re: Gélido

Notapor Ikania » 04 May 2010, 21:20

Muchas gracias por vuestros ánimos. La verdad es que anima muho :D .

A ver si le echo un vistazo a alguna de vuestras historias, que ahora estoy un poquito ocupado...
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Re: Gélido

Notapor Ikania » 10 May 2010, 22:12

Atención!!!

Acabo de añadir dos fotos. Una esta en la introducción, al principio de todo y la segunda está al final del 1.2.

No son mucho, pero es lo mejor que he(ha) podido hacer yo (el ordenador, puesto que yo no he tocado más que la altura del agua, las nubes, la atmósfera y poco más. El relieve se autohace.).

Espero que las disfruteis.
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Re: Gélido

Notapor Ikania » 26 May 2010, 21:47

Os comunico que ya he terminado los exámenes, y que ya está en marcha el 2º capítulo. Como mañana me voy a Polonia y después tendré que seguir estudiando algo, no doy fechas, pero en cuanto lo termine lo colgaré.

Un saludo!!!
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Re: Gélido

Notapor Metafight » 26 May 2010, 21:51

¡¡A Polonia :shock: !! Bueno, pues buen viaje :wink: . Espero impaciente el proximo capitulo :D .
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Re: Gélido

Notapor jorge » 27 May 2010, 15:05

Polonia,no se yo,estara lleno de polacos.aunque si lo piesas:francia esta llena de franceses,alemania de alemanes,inglaterra de inglese y españa de inmigrantes... :mrgreen: Bueno,espero impaciente el proximo capitulo,pero valdra la pena :D
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Re: Gélido

Notapor Luke 341 » 28 May 2010, 10:33

jajja jorge que buenaa, bueno muy buena la historia, las fotos y tal, me encantaron... Grandioso!!! (aver si esto te anima y continuas)
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