Capitulo IV. Una idea acabada
Cuando quiso acordar, ya estaba sobre las criaturas. Sin esfuerzo había conseguido este valioso botín. Pero era obvio, por eso eran tan escasos, eran sumamente fáciles de capturar. Era demasiado para que el solo, pudiera cargar ambos cadáveres. Se daría un banquete con uno, guardaría todo lo que mas podía y lo que sobraba lo dejaría de tributo a los antiguos entes. El viaje, ahora totalmente cargado, se volvía mucho mas lento. Iba atento buscando arboles, que le sirvieran para improvisar una camilla, con la que transportar con mas comodidad el cadáver. La carne no corría peligro de pudrirse, ya que la naturaleza había equipado a todos los Ascaris, con 2 apéndices, que salían de la espalda, del cual segregaban un especie moco, que servía para preservar carne en buen estado. Encontró un árbol solitario, alto y fino. Era ideal para la situación. Dejo todo a un lado y se puso manos a la obra. Al final consiguió 2 varillas gruesas y 5 mas finas. Usando las raíces de una hierba de hojas redondeadas, q conocía bien, pudo improvisar una camilla e incluso, dejo preparado un palo para fabricar una lanza mas adelante. Llegando a la segunda semana, vio una partida de caza de Lavbrios. Eso significaba que estaba a 1 día aproximadamente de la tribu, pero también que estaba en problemas si lo encontraban, en especial con una presa. Los Lavbrios, eran de 1/3 del tamaño de Chil, pero en mayor cantidad y conociendo el terreno eran un obstáculo insuperable.
Busco cobertura entre la vegetación y rogo por que ninguno reparara de su presencia. Al parecer era una partida de caza que estaba apunto de irse. Los nativos, inmersos en los preparativos de la excursión apenas prestaban atención al entorno. Todos estaban excitados por salir de caza. Ansiosos aguardaban la orden del líder, que no se hizo esperar. Desde su escondite el Ascaris esperaba con paciencia, agradeciendo la oportunidad de descansar, ahora que se sabía fuera de peligro. A diferencia de los suyos, que no había diferencias entre hombres y mujeres, en estos seres si las habían, tanto físicas como jerárquicas. Todas las mujeres, de un color más claro algo mas pequeñas pero mucho mas delgadas, se habían quedado en la aldea, ocupadas en la recolección de frutas. Una vez que el cazador Chumarak estuvo descansado, salió de su escondite y apresurando el paso, avanzo lo mas lejos de la aldea que podía, casi nadando por las heladas aguas del Nao tenm Di. Totalmente alerta avanzaba con decisión, con la vista fija en el horizonte. Ni siquiera después de poner kilómetros de distancia con la tribu enemiga, bajo la guardia. Pero agotado, debió para a recuperarse. Sentado en las hierbas, el lugar le recordaba a una escena del pasado que había vivido. Su primer gran logro…la victoria contra la enorme Tecu. Esa batalla había ocurrido por la zona. Dejo su cargamento y fue excitado a buscar los restos de esa abominación, ya que eran necesarias para llevar a cabo la forja de su arma definitiva. Se alejaba del lago a paso decidido y no le costó tiempo encontrar los restos de la bestia.
Ese cráneo varias veces mayor a él, le recordaba, lo inocente que había sido al dejarse llevar por la furia y atreverse a enfrentarla. Un escalofrió le recorrió el cuerpo, por su temeridad, mientras rodeaba los restos. Se tomo unos minutos para contemplar esa escena y luego, con el orgullo ardiendo en su interior fue directo a la cabeza y arranco uno de los enormes colmillos de la mandíbula inferior, que tenia el borde delantero totalmente acerrado y la filosa punta desgastada por el tiempo. Dio un último vistazo a los restos y volvió para terminar su intrépido viaje. Al rato diviso las chozas de su aldea, que lo embargaron en una sensación de paz y tranquilidad. Enseguida varios Chumarak advirtieron que una figura se acercaba, desde el oeste. Pronto se pusieron en movimiento alertando a sus compañeros. Lo confundían con un Lavbrio. Cinco Ascaris salieron a hacerle frente al recién llegado, para dar tiempo a que el resto se preparara. Grande fue la sorpresa cuando reconocieron al hijo prodigo de la aldea. Tres se acercaron presurosos, para ayudarlo con su cargamento mientras que los otros volvían para poner sobre aviso al resto. Fue recibido con una gran fiesta, bailes, cantos, comida y bebida. Todos disfrutaron la fiesta con entusiasmo, ya que hacia mucho que no tenían motivos para hacerlo. El regreso de Chi tampoco era algo tan importante, pero con las ganas que había de fiesta, a nadie le importo. Después del banquete, mientras seguían los bailes y la música, la adivina se reunió al festejo. Chi al verla se puso de pie y cuando se acercó a ella, todos callaron y observaron lo que estaba apunto de acontecer. El intrépido cazador, hubiera preferido que el resto siguiera con sus festejos, pero ya que todos prestaban atención dijo para que todos escuchen.
- ¡Pea! la elegida. Como dictan nuestras costumbres, te hago entrega de mi presa, a modo de obsequio por vigilar mi bienestar a través de los tiempos.
Le dijo mientras le daba la señal a sus compañeros para que traigan el Tiflos. La cara de la adivina al reconocer el regalo que se le daba, mostro un enorme regocijo. Eran pocos los que tenían la dicha de probar esta delicia y hoy, se le obsequiaba uno entero.
- Chil, el orgullo de los Chumarak, la ofrenda es aceptada. Queridos míos, volvamos a la fiesta, no quería interrumpirlos. Todo lo contrario, me acercaba para festejar con ustedes. La mitad de la ofrenda será cocinada para todos hoy.
Con la buena noticia, estallo nuevamente la música y gritos de júbilo. Chil miro a Pea, que le sonrió dándole ánimos para que el también disfrute, Al otro día, durmió casi hasta el mediodía como la gran mayoría. Se levanto y miro el palo que había preparado para improvisar una lanza. Se percato que la madera era de excelente calidad, ya que la camilla aguanto todo el viaje con el peso del Tiflos. Saco de la bolsa atada a su cadera, el colmillo y lo empezó a tallar con su hacha. Le sacaría filo al borde y a la punta, además de afinar la base y el borde opuesto al filo, para conseguir ensamblar con más firmeza, la pieza al palo. Nadie lo molesto en todo el día, y luego de horas de trabajo, había conseguido forjar una bisarma. La bautizo Tamatiel.
Capitulo V. Forjando lazos
Empuño a Tamatiel y probó dar estocadas y mandobles. Era un arma pesada, pero estaba equilibrada. Solo debería practicar. Dejo el arma en su casa y salió a estirar sus piernas. Todavía quedaban algunas horas de luz y la aldea bullía de actividad.
Chil noto a una Ascaris que no era de la aldea. Le llamo poderosamente la atención la coloración de su pelaje, con tonos purpuras. La parte de arriba de la boca abultada y las trenzas delanteras, terminadas normalmente en forma de 4 pétalos, en ella se veía diferente, como una flor en formación de infinidades de pétalos. No era la única, había mas extraños, pero salvo por sus atuendo no eran muy diferentes a él.
Un aldeano de la aldea se acercó a Chil y le pregunto.
- Que piensas hacer? Ya se ha decidido que ayudaremos a nuestros aliados Tao Ze, pero acordamos en enviar a los más corpulentos. Si la negociación sale bien, nos deberán mucho – Explico el veterano, que miraba satisfecho a uno de los recién llegados, que curioseaba por los alrededores.
- Tenía pensado practicar un poco de combate, pero podría hacerlo también durante el viaje. Jamás fui hasta aquella otra aldea, me gustaría conocer. ¿En que consiste la negociación?
- Solo nos dijeron que precisaban mucho pescado, pero nada mas.
Chil fue hacia el centro de la tribu, para participar en la organización y tratar de quedar junto a los que deberían viajar. Se había decidido dar todo el pescado que se tenia, así que la tribu iba a tener escases de alimentos, así que también había organizadas partidas de caza. Al parecer solo los 3 más ancianos quedaría en la aldea, para cuidar y organizar las tareas. Vio a la adivina discutir con varios miembros, pero no parecía ni cerca de convencerlos. Cuando se acercó para escuchar, se entero que Pea pedía ir con algún grupo de caza, que no quería hacer el viaje a la otra tribu. A Chil le brillaron los ojitos e intercedió por la eminente Ascaris, ofreciéndose a ir, en su lugar. Argumento que en un viaje tan cargado de alimentos, nunca estaban de más los brazos fuertes, para defender. Al parecer nadie tenía ganas de ir en contra de Pea y con la insólita petición del joven Chil, todos se sintieron relajados, al poder solucionar el inconveniente. A la mañana partieron, los 6 visitantes, junto con Chil y sus siete compañeros. La Ascaris llamativa, que se llamaba Athenea, encabezaba la marcha, seguida por el resto, que de a 4 llevaban plataformas de madera, sobre sus hombros, cargadas con la apestosa mercancía.
El viaje tardó siete días, que transcurrieron sin contra tiempos. En cada parada que hacían Chil practicaba con su arma Tamatiel. Algunas veces, algunos hacían una lucha contra él, para calmar el aburrimiento. Al principio, lo vencían con facilidad, ya que el peso del arma lo desestabilizaba cada vez q atacaba. Cuando encontró la forma de atacar y mantenerse equilibrado para defenderse, sus contrincantes, se remitían a evitar los ataques y mantenerlo a la defensiva, hasta que se cansara. Durante el ultimo alto, antes de llegar a su destino, Athenea se ofreció a ser el oponente de Chil. Empezaron a caminar en círculos, estudiándose. Todos los demás los observaban en silencio. La mayoría simpatizaba con el Ascaris joven, que demostraba mejorar rápidamente, pero dudaban que sin tener el dominio perfecto del arma, pudiera vencer, ni a ella, ni a ninguno. Athenea comenzó el ataque abalanzándose con velocidad, enarbolando con la dos manos, el grueso palo. El cazador Chumarak, interpuso su arma, en ángulo para bloquear el ataque y desviarlo sin frenarlo. Tenia que evitar el esfuerzo lo máximo posible. Cuando el garrote siguió bajando, aprovecho ese tiempo, para retroceder y sujetar a Tamatiel, de forma adecuada para tomar la ofensiva. Descargo un golpe descendente de izquierda a derecha, buscando el lado menos cómodo para que su oponente se defienda, pero ella, retrocedió de un salto. Al notar que su golpe fallaba, cambio levemente la trayectoria del golpe, para que al girar, no chocara contra el suelo y no desperdiciar la fuerza. Esta vez no le dio mas fuerza al golpe. Dejo que siguiera el movimiento con la inercia y cuando se freno contra el suelo, imprimió una fuerza opuesta que a pesar de sorprender a su oponente, no fue lo suficientemente veloz, para tocarla. Nuevamente volvió a una posición defensiva, usando el mango de su bisarma, para bloquear los golpes. La pelea se iba definiendo para la Ascaris, Chil no estaba en posición de revertir este hecho. Una situación desesperada, requiere medidas desesperadas, se dijo, y dio un paso hacia delante, ambos hocicos casi se tocaban. A tan corta distancia, no era posible golpear, pero aun así, no era un descanso, solo quedaba empujar con fuerza. Fue evidente que el arma mas pesada, era ahora un plus y Chil empezaba a emparejar las cosas. Vio el momento. Empujo con todas sus fuerzas y cuando ella respondió con su fuerza, él aprovecho para usarla a su favor y tomar distancia. Dio un giro a la vez que se agachaba, para golpear con el borde no afilado, los pies de su oponente y tirarla al suelo. Sin frenar el ímpetu, se arrodillo y balanceo el arma hacia atrás y luego hacia adelante, para que la punta de la lanza, amenazara y le diera el primer triunfo. Los espectadores estallaron en gritos de victoria, había sido una excelente batalla. Chil miraba a su cautivante rival, directo a los amarillos ojos. Esta le sonreía, aceptaba la derrota. Una mano en su hombro, lo saco de la ensoñación. Lo estaban felicitando. Esa noche, mientras cenaban, las charlas entre los grupos era mas alegre. El viaje los había unido y la victoria de Chil, con el festejo unánime, había sellado esta amistad. Se enteraron que hacia el sur, había una tribu de miles de Ascaris, que viajaban sobre trozos de un material brillante. Esta tribu codiciaba un polvo rojo, que manaba del suelo, conocida como "especia". Habían encontrado en las montañas varios yacimientos juntos y en el trayecto hacia ese lugar, se habían topado con los Tao ze.
Habían intentado defenderse, pero sus guerreros con armas brillantes eran muy superiores a ellos. Los abrían exterminado, de no ser por el pescado. Se sorprendieron mucho por esa cosa rara y pareció gustarles mucho. Nos dieron una oportunidad. Si conseguíamos suficiente de esa comida, para cuando volvieran, nos dejarían y hasta quizás nos tendrían en cuenta para su comercio. Al otro día llegaron a la tribu Tao ze. Vieron una aldea devastada. Los aldeanos tenían plasmado el miedo en sus rostros. Fueron directo al centro de la pequeña aldea y pusieron su preciado cargamento, en la única cabaña que estaba intacta. La cosa no estaba para fiestas, a pesar de tener los peces que necesitaban, todavía no estaba todo solucionado. La aldea había sido saqueada totalmente y se padecía hambre. Ellos tenían que hacer algo.
OFF: Bue viendo que no gusto, subo los 2 ultimos capitulos con imagenes y la dejo aca.