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El libro Ostoroth.

Escribe la historia de tu especie, desde sus inicios hasta las aventuras galácticas.

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El libro Ostoroth.

Notapor langoescorpino » 07 Abr 2015, 19:56

Hola a todos,

se que a estas alturas probablemente ya casi nadie (por no decir sólo yo) revisa regularmente éste foro. El caso es que el concepto de Spore me entusiasmó de tal forma en su día que aún después tantos años, y a pesar de las limitaciones del juego final, de tanto en cuanto me pilla desprevenido algún ataque de nostalgia, tras lo cual me pongo a jugarlo en mi viejo ordenador de sobremesa.

Hace tiempo inicié una historia en ésta sección, la cual nunca llegué a terminar por falta de inspiración y de tiempo. Recientemente, y para sobrellevar mejor el aburrimiento, empecé a escribir una nueva historia en mis ratos libres de estudiante universitario. Una historia basada en el concepto de Spore, aunque también inspirada en menor medida en diversas películas de ciencia ficción, series, libros de los que soy fan acérrimo y, porqué negarlo, algunas de las "Historias de otros mundos" que muchos habéis publicado (algunas de ellas magníficamente escritas =D> ).

Se que no voy a tener una gran audiencia publicándo mi historia aquí, pero creí que éste foro sería el lugar más adecuado. Intentaré publicar constantemente a un ritmo de un capítulo por semana. Cualquiera que pueda estar leyendo esto, le agradecería mucho que me diese su opinión.
Sin más preámbulo, os dejo con el capítulo inicial...


Capítulo 0: Antes del inicio.


La nave-sonda desplegó sus paneles solares a su paso por las cercanías de la estrella HR8-78914 con el objetivo de recargar sus gastadas baterías. Su larga travesía a traves del vacío interestelar se acercaba finalmente a su fin. Su sofisticado cerebro electrónico apenas alcanzaba a recordar sus orígenes y su propósito.

Sus sensores de radiación le indicaron que se alejaba ya del brillante astro y le permitieron atenuar la intensidad de su escudo magnético. Su última asistencia gravitatoria había sido completada con éxito. Se preparó para la llegada inminente a su planeta objetivo: HR42-78924. Recalibró por enésima vez sus instrumentos de localización con el objetivo de determinar su posición exacta en el plano estelar. Se encontraba en la periferia de la galaxia, a miles de pársecs de su punto de origen y, hacia frío, mucho frío. El cerebro de la máquina pudo de alguna forma intuir aquella sensación que en su base de datos constaba con la denominación de "soledad".

Cuándo terminó de calcular su trayectoria y estableció contacto óptico con el planeta, encendió sus motores delanteros para reducir su velocidad y colocarse de forma óptima en órbita alrededor de éste. Se trataba de un pequeño mundo rocoso, no muy distinto de su planeta natal; a excepción de que seguía una órbita bastante alejada de su sol, con lo cuál la superfície estaba cubierta mayormente de agua helada, con algunos trazos de roca sobresaliendo tímidamente. Aúnque poseía una atmósfera densa, esta carecía de gases de efecto invernadero que calentasen la superfície. Aún así, un rápido análisis reveló que su núcleo era cálido, relleno de roca fundida, probablemente con grandes cantidades de agua líquida debajo del hielo superficial. Si había vida, sólo podía ser unicelular y de hábitat subterráneo. Cúando se hubo posicionado correctamente a una distancia prudente del planeta, lanzó su primera carga contra la superfície.

Esta se precipitó hacia el planeta. La explosión que siguió a su impacto fué simplemente colosal. Por unos instantes, el sensor de luz de la nave quedó saturado. HR42-78924 brillaba ahora tanto cómo su propia estrella. Aquello habría sido suficiente para acabar de golpe con cualquier rastro de vida en un planeta habitación. Para el planeta en cuestión, sin embargo, se trataba de una bendición. Era en realidad explosión controlada, con su flujo de calor dirigido estratégicamente hacia el manto con el fin de crear una gran brecha en la corteza de hielo y roca que liberara grandes cantidades de lava fundida y gases que enriquecieran la atmósfera. Efectivamente, fué el inicio del calentamiento del planeta. La temperatura global subió enormemente hasta estabilizarse rápidamente. Primero, se fundieron los grandes glaciares, dejando al planeta totalmente cubierto de agua por un tiempo. Sin embargo, con el inicio de la actividad volcánica empezaron a formarse pequeñas islas. La corteza entera se fracturó en multitud de placas. Con el debido tiempo, placas enteras colisionarían, formando grandes cordilleras, mesetas y valles. Algunas se separarían, dando lugar a enormes océanos, fosas y brechas subacuáticas. Con el paso de las eras, HR42-78924 se iría transformando en un paraíso para la vida.

La nave no logró hallar constancia de ninguna forma de vida presente o pasada en el planeta. "Bién- pensó ella - a eso he venido...". Hizo unos cálculos previos y, seguidamente, encendió de nuevo sus motores delanteros para reducir su velocidad. Durante un rato, la gravedad del planeta tiró de ella, atrayéndola y acercándola. Empezó a rozar con el aire de la parte más superior de la atmósfera dándo comienzo a una acelerada caida. La nave acabó cayendo rodeada en una estela de plasma. Notó, en cierta forma, cómo se quemaban sus circuitos, cómo su estructura quedaba reducida a cenizas. Había finalizado con éxito su misión, toda su razón de existir. Notó de nuevo un inesperado sentimiento. Una sensación que simplemente no podía describir con números y cálculos. Tuvo tiempo de consultarlo en su base de datos un instante antes de su desintegración: "felicidad".

Sin embargo, su carga útil resultó intacta y cayó en medio del océano. Esta consistía en un evo-inyector que, según la base de datos era "esencial para la aparición de vida" junto con el misterioso libro Ostoroth, del que no se sabía mucho peró supuestamente era "esencial para la supervivencia de la futura civilización".
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Re: El libro Ostoroth.

Notapor Spore! » 08 Abr 2015, 10:52

No te voy a engañar, he abierto esto porque me pareció curioso que alguien pusiera una historia cuando el foro está desierto.

Pero ya de paso, he leído la historia y ¿Por que no comentar?. Me gusta el royo de la sonda con IA, no tiene ninguna lógica, pero me gusta. Me ha recordado un poco a Douglas Adams, no se si habrás leído algo suyo. La historia no tiene mala pinta, eso si, no se si este va a ser el mejor sitio para publicarla si quieres críticas, aquí no hay un alma. Un blog podría ser más efectivo.

Por lo demás, ten cuidado con repeticiones como "finalmente a su fin" y, para mi gusto, hay un cambio de ritmo muy rápido cuando se forman las placas de la corteza. Por lo demás, ¡muy buen trabajo!
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Re: El libro Ostoroth.

Notapor Ticuul » 21 Abr 2015, 02:33

Que lastima que el foro este muerto. A mi me gustaba.
La historia esta interesante, si la seguis aca tenes un lector. Tambien repito el consejo de "no repetir mucho la misma frase" que resulta molesto para leer a veces. Por lo demas genial
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Re: El libro Ostoroth.

Notapor Roberto258 » 21 Abr 2015, 21:28

¿Alguien me puede explicar el concepto de "planeta habitación"? Es la primera vez que me encuentro con ese término (y eso que estoy harto de leer CF xD).

En cuanto a la historia, no está mal. Uno se llega a encariñar con la sonda y con su ineludible destino. Quién sabe, si en vez de ser una onda, hubiese sido un robot canguro, habría sido la mejor madre robot para cualquier niño. Bueno, de hecho se puede decir que efectivamente es la madre de toda la vida en ese planeta. Un aplauso para la heroína caída =D>

¡Por cierto! Muy acertado el rollo Spore. Me ha traído buenos recuerdos :)
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Re: El libro Ostoroth.

Notapor Juchubao » 03 May 2015, 00:38

Vaya, me sorprende ver una historia aquí después de tanto tiempo. Y que haya contestado gente (es broma :-P ).

La historia es interesante e intrigante, me ha parecido original lo de la nave inteligente, aunque me ha recordado un poco a una peli de Star Trek. También recuerda un poco al cayado de la vida de Spore, y/o al comienzo del juego, buena mezcla. Por otra parte creo que quedaría mejor una aclaración del tiempo que ha transcurrido en todo el capítulo (quiero decir, los procesos geológicos y todo eso se supone que son muyy lentos).

En cuanto a la audiencia, ánimo con la historia, supongo que siempre habra alguien que la lea. :)
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Re: El libro Ostoroth.

Notapor langoescorpino » 07 May 2015, 22:16

Uau, un mes justo desde que subí el primer capítulo... y a duras penas os traigo el siguiente :wall: . He tenido muy poco tiempo para escribir entre exámen y exámen. Eso, sumado con mi baja productividad usual en términos de tiempo a la hora de escribir, explica mi extrema lentitud. A cambio, lo que os traigo hoy es realmente largo (me ocupa unas 3 páginas en el word).

He quedado muy satisfecho con los pocos peró útiles comentarios que he recibido, así que estoy dispuesto a seguir publicando la historia. Al menos unos cúantos (largos) capítulos más. Espero que os guste!


Capítulo 1: Una eternidad mas tarde...


La joven criatura ascendía a duras penas por la fría y húmeda pendiente de roca. A medida que lo hacía, el aire a su alrededor iba enrareciéndose. La agria combinación de gases presente en sus fosas nasales le impedían respirar con facilidad y le nublaban los sentidos. Seguía adelante, siempre hacía arriba. Pequeñas colonias de Brodis; apetitosas, viscosas y fluorescentes criaturas, se agrupaban en el techo, adornando Caverna con su ténue luz azulada.

Caverna era su mundo, su hogar, su família; todo lo que conocía. Aún podía oír los gruñidos y gritos de los suyos. Le ordenaban, a ratos le suplicaban, que volviera con ellos. Allá abajo había comida, agua y calor. Peró él no estaba dispuesto a escucharlos, pués una idea, una poderosa idea, le martilleaba la cabeza y le incitaba a seguir avanzando: encontrar la salida. Algo le sugería que debía existir tal salida, tras la cuál un mundo exterior, amplio y fascinante. No quería vivir en la oscuridad, quería explorar. Todos le llamaban Curioso.

Estaba a punto de caer exhausto cúando, en la distancia, distinguió a un extraño ser. Un haz de luz ardiente, colándose entre una fisura del techo. Ningún animal en Caverna emitía tal tonalidad de luz, así que Curioso empezó a pensar formas de nombrar el nuevo color. Antes de haberse decidido, sus primitivos ojos captaron una sección entera de Caverna completamente alumbrada, con una intensidad tal que le obligó a cerrar los párpados, mientras su pupila se dilataba al máximo. "La salida", intuyó para sus adentros. Avanzó a tientas, cubriéndose la cara con brazos y manos y guiándose con su biosonar. Al poco tiempo notó que la temperatura aumentaba, haciéndose más agradable, y que las paredes de Caverna se ensanchaban hasta... el infinito? Sólo cuando se atrevió a abrir sus ojos pudo apreciar el paisaje que se desplegaba ante él.

El mundo exterior estaba adornado por una paleta de colores excepcionalmente ámplia, cuya variedad era sólo comparable a su belleza. El suelo que pisaba Curioso estaba poblado por unos extraños gusanitos tubulares de color verde oscuro que, anclados a la superfície, se movían agitadamente, cosquilleándole los pies y tobillos. Estos seres formaban una gran planície que se extendía en todos los sentidos. A su espalda, la entrada a Caverna se erigía cómo un lugar oscuro y hostil emergiendo de las entrañas del subsuelo, en la parte más baja de un enorme acantilado. A su izquierda, casi en el horizonte, podía distinguírse un boscaje exótico cruzado por un arroyo. A su derecha, una cadena montañosa, cuyas cimas se perdían entre esponjosas nubes, que cubrían toda la escala de grises. Las nubes adornaban un cielo anaranjado, dominado por el lejano pero caliente astro rey. Volviendo la vista hacia adelante, podía distinguirse una planície de rocas que dejaba paso rápidamente a una gran extensión de agua en fuerte oleaje. Lo llamó "Gran Lago". Sus primitivos ojos no podían captar todos los detalles del paisaje, la mayoría los visualizaba cómo borrosas manchas, peró le permitían hacerse una idea general de lo que tenía ante él. Su imaginativa mente hacía el resto. Un molesto ser invisible le golpeaba insistentemente por su lado izquierdo, amenazando con tumbarle al menor despiste. Lo nombró "Viento".

Mientras seguía imaginando nombres para todo lo que veía y experimentaba, y aún aturdido por la salvaje belleza del paisaje, Curioso no reparó en la presencia de una amenazadora criatura a sus espaldas, acechándole silenciosamente. Una perturbación en su biosonar le alertó del peligro. Giró rápidamente la cabeza un instante infinitesimalmente pequeño antes de que tres pares de garras lo empujaran y lo inmovilizaran contra el suelo. Respirando ahogadamente, Curioso contempló a su atacante, que le sostenía con fuerza todas las extremidades. Se trataba de un animal enorme, al menos media el doble de largo lo que Curioso de alto. Su lomo, recubierto de duras y relucientes escamas plateadas, derivaba en una espinosa cola, la cual se movía frenéticamente, azotando el aire. Eran seis musculosas patas las que sostenían a aquella pesada criatura. Peró nada de ello asustaba tanto a Curioso cómo el rostro del animal, o más bién la auséncia de él. Su extremidad frontal, enfermizamente pálida, no tenía ninguna cavidad que se pudiese identificar con ningún órgano sensorial. Aparte de unas extrañas protuberancias laterales, parecidas a membranas, su cabeza era completamente lisa.

De repente, el no-rostro del monstruo se abrió, literalmente, desplegándose en seis solapas carnosas concéntricas. Una amenazadora mandíbula retráctil asomaba en las entrañas del monstruo, enviando un aliento putrefacto a las fosas nasales de Curioso, cuándo, con un agil movimiento, éste logró liberar su brazo derecho. Sin pensárselo dos veces, clavó sus seis garras prénsiles en una de las patas del depredador. Logró arrancarle un pedazo considerable de carne. La bestia soltó agudos alaridos de dolor, mientras una sangre oscura brollaba a borbotones de su herida. La presión que éste ejercía sobre Curioso disminuyó levemente, así que éste último aprovechó para liberar sus patas, clavarlas en el vientre del animal y empujarlo con todas sus fuerzas. El depredador cayó pesadamente de lado, liberando el cuerpo de Curioso. Éste se levantó, aturdido, y echó a correr tan rápido cómo pudo.

Un pensamiento instintivo le sugirió hacerlo en dirección al Gran Lago, quizá con la ciega esperanza de que al animal le asustara el agua. Todo el cuerpo le dolía, el aire se le atascaba en la garganta, y en su cabeza persistía un agudo y molesto zumbido. Su perseguidor le pisaba los talones, casi literalmente. Aúnque el animal cojeaba en una pierna y perdía sangre por ella abundantemente, con sus cinco patas restantes podía correr a una velocidad considerable.

Durante el corto intervalo de tiempo que llevó a las dos criaturas alcanzar la esplanada rocosa que precedía al Gran Lago, la mente de Curioso urdió un plan para distraerse de los dolores y del peligro que le acechaban: inventarse un nombre para la siniestra criatura, su más desafortunado descubrimiento. Pensó que el nombre tenía que sugerir fiereza, dolor y miedo. Un instante le bastó para hallar al candidato perfecto: "Krumgor". “Oh, no, me persigue un Krumgor”.

Éste fué su último pensamiento antes de que una piedra pasara zumbando por su aparato auditivo izquierdo, estrellándose en la coraza escamada del Krumgor y por ello saliendo rebotada. El pedrusco había sido lanzado con acierto por una figura lejana cuyas formas Curioso reconoció con sólo mirarla de reojo: se trataba de una hembra de su misma especie. Un segundo proyectil dió en el "rostro" del animal. El Krumgor, gruñendo y babeando, se encaró al intruso que había interrumpido su cacería y cargó hacia éste. La hembra no se inmutó, pués al parecer no le tenía el más mínimo temor. Ésta se encontraba muy cerca de la orilla del Gran Lago, justo detras de una columna de vapor que parecía emanar del suelo. Curioso, intentando recuperar el aliento, observaba de lejos.

Una tercera piedra golpeó al animal justo en dónde la herida de su pata, haciéndole cojear aún más. El Krumgor flexionó sus cuatro patas traseras para saltar. Con todas sus fuerzas, se impulsó, dispuesto a caer acertadamente sobre su presa en trayectoria parabólica, aturdirla con el golpe y matarla de un sólo bocado. El Krumgor se encontraba en medio de su salto cúando una columna de agua ardiente emergió del inestable suelo. El desprevenido depredador fué engullido por el mortífero chorro durante unos instantes, emergiendo de él berreando de dolor y dándo vueltas sin control en el aire. Aterrizó en la orilla del Gran Lago. Quedó parcialmente enterrado en redondeadas piedras. El animal yacía completamente inerte.

Curioso, fascinado por la rapidez de los acontecimientos, reaccinó. Soportando el dolor a cada paso, se acercó al lugar de los hechos. Vió que el agua no había surgido del suelo, sinó de lo que parecía un conducto circular sin fondo que desbordaba formando un pequeño charco, el cual oleaba de forma concéntrica sin parar. Igual que en las fuentes termales de Caverna, un ejército de burbujas de aire, impulsadas por ciclos convectivos, escapaban a la superfície, emitiendo un borboteo constante. “Géiser”; esa fué la palabra con la que decidió describirlo. Peró, cómo funcionaba el Géiser? De dónde lograba sacar su enorme fuerza? Curioso decidió que si quería averiguarlo tendría que consultarlo con la hembra, cuya inteligencia parecía haberle permitido entender aquél fenómeno e incluso usarlo a su favor.

Se dirigió a la orilla, dónde el otrora temible depredador yacía. La hembra, a quién Curioso ya había decidido llamar "Aliada", estaba devorándolo con pasión, arrancándole con garras y colmillos grandes trozos de su vientre carnoso. Sólo interrumpía su banquete para apartar e intentar alejar un par de pequeñas criaturas que, en cúanto podían, se acercaban y mordisqueában las partes blandas del Krumgor. Éstos seres apenas medían un cuarto de la altura de Curioso, eran de un color gris blanquecino, confundiéndose con las piedras de su alrededor, y se desplazaban saltando sobre una sóla pata. Curioso los bautizó cómo "Nécrof". Aliada no reparó en la presencia de Curioso hasta que éste le habló. Para mostrarse amistoso, trató de agradecerle el haberle salvado la vida, peró ella no pareció entenderle y siguió comiendo. Curioso se quedó, mirándola. Nunca podría recordar cuánto tiempo estuvo haciéndolo, pués cualquier noción del paso del tiempo desapareció de su cerebro. Curioso pensó de repente que, si toda la carne del Krumgor era comestible, sería suficiente para alimentarlo a él y a Aliada durante una buena temporada. Aliada... acaso estaba considerando quedarse al hostil mundo exterior a vivir con ella? Estaba dispuesto a cometer tal locura? Al fin y al cabo, su escapada de Caverna sólo representaba un pequeño acto de rebeldía juvenil... o no? O acaso todo aquello era sólo el comienzo de algo mucho más grande?

Entónces, Aliada dejó en paz su pieza de caza, se encaró a Curioso y, con voz suave, le habló. Peró para Curioso, sus palabras no eran más que una sucesión inconexa de fonemas hilvanados. Quedaron mirándose a los ojos silenciosamente. Viento había cesado sus embestidas. El astro rey se encontraba ahora no muy por encima del horizonte, rodeado de un enorme orbe de tintes azulados que confería al paisaje nuevas y bellas tonalidades. Las dos criaturas se percataron de un leve brillo en los ojos del otro, mientras intuïan que una gran responsabilidad recaía en sus hombros.

Y se pusieron manos a la obra...
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Re: El libro Ostoroth.

Notapor Juchubao » 18 May 2015, 19:07

Buena historia, me ha gustado lo de que estos seres vivieran en el subsuelo y vayan a emigrar al exterior (aunque al principio no entendía bien lo de Caverna). Están bien las descripciones, ¡aunque no sabemos cómo es la especie protagonista! (supongo que lo has hecho aposta).
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