No pude publicar el sábado, ni domingo, lunes, martes, miércoles ni ayer. O sea, publico hoy.
Esta es la última de las 10 historias que había escrito. Me parece que voy a escribir más.
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Una historia Tortuosa.
El futuro es incierto, siempre. El problema surge cuando el pasado también lo es. No da igual conocer o desconocer la prosedencia de uno, los propios orígenes, o los eventos que te llevaron al momento actual. El caso mas extremo es no saber quien sos, dónde estás o cómo llegaste; desconocer todo. Ese era el caso de Sogéu, un joven especimen de la especie Drápora Terrae Sapiens. Cuando se avivó estaba solo en medio de una habitación no muy bien iluminada, destruida y con inscripciones extrañas, no sabía ni su nombre. Una voz como en off, como si viniera de todos lados y de ningún lugar al mismo tiempo, comenzó a gritarle: "Te lo merecés! Acá tenías que estar! Sufrí, te tenés que pudrir!". Asustado, nuestro amigo se puso en posición fetal. La voz repetía lo mismo una y otra vez. Juntó un poco de valentía, y preguntó "Quien sos? Dónde estoy?". La voz respondió tranquila que estaba donde merecía estar, lo repitió varias veces, cada vez con más violencia hasta que la voz se distorsionó de una forma horrible. La voz luego se calmó, dejó de escucharse.
Improvistamente, una luz salió de algún lugar de la habitación, se abrió una puerta, y salió un ser alado que inspiraba ternura. Con una voz cálida y tranquila dijo "Soy yo", "Quien?" preguntó nuestro personaje, "Spode". "Venís a salvarme? Sacame de acá!", a lo que el ser alado respondió "No joven... usted está acá porque se lo merece" la voz cálida se distorsionaba, continuó "todos tus tormentos futuros son merecidos!". El ser alado mutó levemente, pero lo suficiente como para ser una versión monstruosa de si mismo. Empezó a moverse erráticamente, aparecer por acá y por allá, y a herir a nuestro amigo, cortarlo, quemarlo con lenguas de fuego y demás agresiones. Se escuchaban sonidos fuertes, como llantos deformados desde lo que serían habitaciones contiguas, y sonidos agresivos.
La tortura duró días, fue física en principio, pero luego psicológica, jugaba con los miedos de la víctima. El cuerpo de nuestro personaje llegó a estar destruido, y con un toque del ser alado se regeneraba rápido para ser nuevamente lastimado. Todo se llenó de sangre, grandes charcos, de los que bebía el ser alado. En algún momento, nuestro amigo juntó fuerzas, sobreactuó mayor dolor y debilidad y se quedó tirado, mientras el ser alado tomaba sangre de un charco. Cuando la víctima creyó que no lo veían, se levantó y golpeó al ser alado en la cabeza con toda su fuerza. La bestia cayó seca, y en pocos segundos se deshizo en miles de partículas voladoras. La sangre se secó, y nuestro amigo se regeneró aunque quedó con cicatrices.
La última vez que oirán hablar sobre nuestro amigo, no es esta.