Bueno, creo que ya va siendo hora de poner algo más... Para el que llegue tarde, hay que leerse los otros posts, que esto es una historia que no se puede pillar empezada

Joder, aún tenía escalofríos cuando Dent y yo cruzamos el vestíbulo del hospital camino al coche patrulla, y la enfermera buenorra no estaba allí para alegrarme la vista. Aquel doctor era de lo más siniestro. Admiraba a ese hijo de puta capaz de dejar literalmente sin boca, antebrazos y virilidad a un hombre. Espero sinceramente no tener que estar nunca sobre una mesa de operaciones con el Doctor Healer al lado sosteniendo un bisturí.
Y todo ese asunto del nombre que le había puesto la prensa. Prensa sensacionalista por supuesto. ¡Jack el mutilador! ¿Pero qué nombre es ese? Los tiempos de las fulanas en White Chapel ya pasaron hace unos siglos. Y sinceramente, la idea de que el tipo al que estábamos buscando tuviese algo más en común con Jack el destripador aparte del nombre, me ponía de los nervios. Al menos éste no había asesinado a ninguna ramera, pero todavía era demasiado pronto para saber si era un... ¿asesino en serie? En realidad no era un asesino, puesto que no había matado a nadie y, por los comentarios del Doctor Healer, el muy cabrón se había tomado grandes molestias por mantener vivo a Frank, así que el muy sádico no era un asesino, era algo que tendría que consultar con un lingüista.
Pero no era el término con el que describirlo el que me quitaba el sueño. Era toda la parafernalia del hallazgo. La puesta en escena es típica de asesinos o criminales en serie, y este tal Jack el mutilador se lo había currado mucho, por lo que las posibilidades de que volviese a atacar me parecían muy elevadas, y si encima seguía el patrón, la siguiente vez sería más elaborada, habiendo aprendido de los errores de la vez anterior.
Echando aquellos pensamientos y suposiciones de mi cabeza me puse al volante del coche patrulla y repetí el camino que había hecho junto a mi hermano hacia un rato, pero en la dirección contraria. Me preguntaba donde se podía ocultar el criminal que en esos momentos me estaba atormentando. Allí, en la carretera que unía Ariki City con Ariki Town, rodeado de maíz por todas partes me sentía intimidado. Podía estar en cualquier sitio. Miré al cielo y vi una nube oscura y enorme, y en ese momento caí en la cuenta de que la temperatura había bajado. Parecía que la ola de calor había pasado y que ahora venía la típica tormenta de verano. Pues ésta iba a ser jodidamente grande después del calor que habíamos tenido que soportar. Iba a llover por la tarde, y joder, vaya que sí iba a llover.
Cuando llegamos a la comisaria de Ariki Town parecía que todo el mundo se había refugiado en sus casas ante la amenaza de tormenta. Gente lista. Con la que iba a caer no convenía estar en la calle, y más valía que a Wilma Kraus no le diese por coger sus prismáticos o descolgar el teléfono, porque iba a responder a su llamada su difunto padre. ¡Ja! Habría que verle la cara a la vieja si eso ocurría. No, mientras durara la tormenta no iba a responder a ninguna llamada. Dent se iría a su casa a pasar el resto del día, que bastante había hecho el chaval ayudándome durante uno de sus días libres, lo menos que podía hacer era dejar que se fuera a casa.
Y así fue, bajamos del coche y tras despedirnos, mientras yo entraba en la comisaria él se iba para su casa. Apenas había dejado el sombrero en el perchero cuando se oyó el primer trueno, y el goteo, primero arrítmico y la lluvia intensa tardó pocos minutos en llegar. Aquello si que era llover y si no fuese porque ya había llovido así anteriormente en Ariki County, habría temido unas inundaciones. Pero no, eso no pasaba en mi pueblo. Llovía y llovía y el agua era absorbida por la tierra seca. Y lloviendo se me pasó la tarde.

Me desperté empapado en sudor. No sabía qué, pero algo poco agradable había estado soñando. Fuera había dejado de llover por lo que ya no se oía la lluvia caer. Tardé unos segundos en darme cuenta de que me había despertado el teléfono que sonaba en la recepción de la comisaria. Estaba solo, así que sin prisa me acerqué hasta el teléfono y descolgué rezando por que no me hicieran salir de la comisaria.
-Oficina del sheriff de Ariki Town. ¿En qué puedo ayudarle?
-¡Hazen, deprisa, tiene que venir a la iglesia! -me apremió una voz desde el otro lado del hilo telefónico. Se trataba del reverendo Shepherd.
-Vaya, padre, que casualidad, justo ahora estaba rezando y...
-No hay tiempo para eso sheriff- me interrumpió -, tiene que venir, creo que ha habido un ataque.
Nada más escuchar las palabras del reverendo me puse la chaqueta y el sombrero y salí a la calle. No hacía falta coger el coche patrulla pues la iglesia estaba a menos de cien metros de la comisaria, así que me acerqué a pie. Al llegar Shepherd me esperaba de pie junto a la puerta de la iglesia y al acercarme, con un ademan de la mano, señaló algo en el suelo. Pese a la oscuridad de la noche y que una débil neblina lo cubría todo, pude distinguir una serie de manchas carmesíes. Parecía sangre, aunque sin el equipo forense no podría certificarlo. Me detuve a inspeccionarlas. Eran pisadas, y se perdían entre las tumbas del cementerio.
-Salí durante una hora más o menos para dar la extremaunción al señor Parrot, y cuando volví me encontré con esto. No me he atrevido a seguirlas.
-Hizo bien, padre- le dije mientras sacaba de uno de los bolsillos de mi chaqueta una linterna.
Iluminé directamente el rastro y bajo la luz de la linterna la sospecha de que aquello era sangre no hizo más que crecer. Con un gesto del brazo le indiqué al reverendo que se colocase a mí espalda y comencé a seguir las pisadas evitando pisar la sangre. Parecía un rastro errático. Iba haciendo eses por el camino que había frente a la iglesia y llegado a cierto punto se adentraba en el cementerio. Me acerqué hasta ese punto y alumbré las tumbas con la linterna y allí, sobre una lápida situada tras la iglesia, había un cuerpo apoyado.
Desenfundé el arma y sujetando ésta y la linterna juntas me aproximé con cuidado a la tumba en la que se encontraba la figura. Parecía que se hubiese caído encima. Tenía el estomago apoyado sobre la lápida. Los brazos y la cabeza le colgaban por un lado, el pelo largo y negro le tapaba la cara, y las piernas le colgaban por el otro. Me acerqué un poco más y pude escuchar como respiraba entrecortadamente.
En ese momento descubrí la procedencia de la sangre. Alguien, seguramente el tipo que estábamos buscando, le había arrancado al menos una de las orejas. Me acerqué un poco más.
-¿Está usted bien?
De su boca apenas salió un murmullo, pero la voz se me hizo extrañamente familiar y un escalofrío recorrió mi espalda. Alargue el brazo y le aparté el pelo para poder verle la cara. Caí de culo sobre la tierra mojada del cementerio, dejando que la pistola cayera a un lado y la linterna se fuera rondando entre las tumbas. El tipo moribundo de la tumba era Dent, mi hermano.
