Como cada mañana el agente de policía Roberto Kelvin se toma su café y su donuts en la cafetería a la espera del agente local Christian folk. A Roberto no le gustan nada los pueblos. Nacido y criado en Pitburg, toda la vida pensó que la vida en la gran ciudad es un placer para los sentidos, todo lo que podías necesitar lo tienes al alcance. Él fue el primero en protestar cuando el comisario García le destinó a San Franthurk. No lograba entender por que tenia que encargarse él de la investigación del caso “evo”, cuándo había muchos otros agentes que se presentaron voluntarios. Pero lo que más odiaba sin duda era que tenía que ir de copiloto con un policía local, ni siquiera le dejaron llevarse su Lincoln negro.
Estaba absorto en sus pensamientos cuando sintió una palmada en la espalda, era el sin duda Christian.
-hola compañero ¿listo para un día de aventuras?- dijo el agente local con su sonrisa habitual.
-pse… Preferiría estar metido en un atasco, o persiguiendo a un criminal por las abarrotadas calles de Pitburg-.
-vamos, no me negarás que éste pueblo tiene su encanto ¿verdad?-.
-no, desde luego que no- (a la vez que maldecía por dentro al comisario por la decisión) –bueno vámonos que hoy tenemos un día movidito-.
Ambos agentes se suben al vehículo policial a la vez que continúan con la conversación.
-desde luego, tenemos que ir a la zona de fincas, se encontró por la mañana un cadáver- dijo el agente local, ocultando parte de la información como a él siempre le gustaba hacer, cosa que el agente Roberto odiaba con todas sus fuerzas.
-¿sabemos de quien se trata?-.
Cogiendo un cuaderno, y mirando el nombre el agente local le dice con tono neutral. –Se trata del señor Rodrigo Miraflores-.
El agente Roberto se adentra en el cordón policial, y se dirige al comisario local.
-buenos días ¿Qué sabemos?-.
-buenos días Roberto, la victima era Rodrigo Miraflores, 46 años de edad, con problemas de sobrepeso, recibió un balazo en la cabeza, el forense acaba de meter el cadáver en la ambulancia. Cuando termine la autopsia sabrás mas cosas. De momento lo atribuimos a un ajuste de cuentas, también puedo decirte que en el bolsillo interior de su esmoquin tenia una nota-.
-¿Qué decía la nota?- preguntó el agente intuyendo la respuesta.
-no lo sé, según la cogimos. La enviamos a la comisaria para que la analizaran-.
Roberto estaba realmente cansado de la actitud tan pasota del comisario local. Entendía que estuviera ofendido por que le mandaran a un agente de otra ciudad para ocuparse de un caso. Pero no lograba entender por que el comisario le ponía siempre las cosas tan difíciles.
-si no tienes molestia, después me pasaré a ver la nota-.
-pásate a última hora, que es cuando habrán terminado con la nota- dijo el comisario ensanchando el pecho a la vez que se metía las manos entre el cinturón policial y el pantalón.
-¿se encontró algo relevante en la escena del crimen? Preguntó Roberto.
-bueno a decir verdad, estaba esperando a que llegases, para ponerte a ti al cargo de la búsqueda- dijo a la vez que se dirigía a su coche.
Los tres agentes restantes se acercaron a Roberto, a la espera de recibir órdenes.
-vamos a intentar ser lo más escrupulosos posibles, vamos a mirar la zona centímetro a centímetro, y todo lo que encontréis primero lo fotografiáis, y luego lo cogéis con guantes y lo guardáis en bolsas- dijo a la vez que se ponía unos guantes de plástico.
Roberto se alejo un poco de la escena del crimen, y oteando las raíces de los manzanos comenzó a buscar algo raro. Tan concentrado estaba que no oía las llamadas del agente que estaba detrás de él, sin ninguna duda era Christian. al final girándose el agente le comenzó a hablar.
- ya es hora de comer. ¿Das tu permiso para ir a por algo?-
-si claro. Es bueno hacer un pequeño descanso (dijo a la vez que giraba su muñeca para ver la hora), que además se me fue el santo al cielo… Ya son las 4 de la tarde.
-¿Qué te traigo?- dijo el agente sacando un block.
-un bocadillo de jamón serrano, y una botella de agua. Y si no es mucha molestia un paquete de chicles de fresa (a la vez que sacaba su cartera).
-no, déjalo Hoy invito yo-.
-gracias- logró decir Roberto sorprendido.
Ambos agentes caminaron juntos, y se separaron cuando el agente local se subió al vehículo policial, y Roberto se fue a reunir al capo del coche patrulla donde estaban los demás agentes.
-¿habéis encontrado algo interesante chicos?-.
Uno de ellos se fue al maletero y le enseñó una bolsa a la vez que decía.
-encontré el casquillo del arma. Por sus medidas, se trata de una pistola de grandes medidas, como podría ser una Desert Eagle. El casquillo estaba al borde de la carretera, lo que quiere decir que fue abatido a cierta distancia-.
Los agentes y Roberto continuaron un rato más ablando del caso, cuando el Christian llegó con la comida. Todos comieron amistosamente, y pasado un rato se pusieron de nuevo a buscar posibles pistas. Roberto ésta vez se dirigió a donde habían encontrado el casquillo.
Lo primero que le llamó la atención, y que el agente que encontró el casquillo debió pasar por alto eran unas pequeñas huellas de frenada un poco antes del cruce. Roberto llamó al agente a donde el estaba.
-¿te fijaste en estas huellas?-.
-a decir verdad, las fotografié por si acaso. Pero no las consideré relevantes. En ésta zona los granjeros puede circular realmente rápido con sus tractores, o sus furgonetas-.
-si. Me lo imaginaba, pero ahí algo que no me cuadra. Si te fijas, las huellas no tienen la típica anchura de un tractor, o una camioneta. Son estrechas a la vez que la banda de rodadura Parece demasiado ancha… no sé, pero apostaría mi placa a que se trata de un deportivo. De todas formas entrega la foto en la comisaria, y que averigüen algo más del vehículo-.
-claro señor, cogeré ahora mismo el coche, y me plantaré en un abrir y cerrar de ojos en la comisaria ¿después que hago?-.
-en la escena del crimen de momento nos valemos los que nos encontramos aquí. Pero me gustaría que a las nueve o así que viniera alguien a hacernos un relevo. dos coches serian más que suficientes Con un agente que lleve a los que no tienen coche y los acerque hasta casa, y los otros dos que se queden dentro del coche patrulla custodiando la zona es suficiente-.
-de acuerdo- dijo a la vez que le daba la espalda y encendía el coche patrulla.
La tarde en el lugar del crimen no dio mucho más de sí. Y no se encontraron nuevas pistas. Cuando estaba anocheciendo,llegó el relevo, todo el mundo cansado se despidió. Roberto y Christian como era costumbre se subieron al mismo coche patrulla. Roberto preguntó.
-¿te dejo en casa? me imagino que estarás cansadísimo-.
-no te preocupes, todavía me quedan fuerzas para ir a la comisaria, y enterarme de la marca del vehículo que hizo las huellas de frenada, y sobre todo. Que decía el papelito que el comisario no me quiso enseñar-.