Tras hablar con Rafael Yutupán, Alonso se va al piso que tiene en el mismo centro de Dos Ríos. Este apartamento no lo había usado nadie desde que fue destinado a Rienzópolis. No estaba falto de dinero, así que no tenía ninguna necesidad de alquilarlo y de este modo, tenía siempre un piso disponible en la capital siempre que quisiera, pues, aunque no vivía allí, el piso permaneció amueblado e, incluso, con algo de ropa por si las moscas.
Aparca el coche en el garaje subterráneo del edificio y sube en ascensor hasta su piso. Nada más entrar, huele el aire del apartamento. Huele a cerrado.
-Elegiré entrenar a los futuros agentes, yo no puedo estar encerrado en una oficina- Dice aunque nadie está para escucharle.
A la mañana siguiente, se levanta y decide que empezará la misión por la parte más fácil, esto es, averiguar quién ha estado aplazando el juicio de Facundo.
Se dirige a los juzgados de Dos Ríos, algo pequeños para una ciudad tan grande. Su tarjeta de las FET le abre todas las puertas, de forma que llega hasta el archivo sin problemas. Allí comprueba que, efectivamente, un funcionario de los juzgados aplazó el juicio hasta después de las elecciones, pero después, vuelve a aplazarlo, para luego aplazarlo una tercera e, incluso, una cuarta vez. El primer aplazamiento lo lleva a cabo un funcionario llamado Mario Pozos, pero el resto de aplazamientos los lleva a cabo un tal Pablo Enorme.
“No puede ser tanta coincidencia,” piensa Alonso. En ese momento, saca el móvil del bolsillo y mira en la agenda un número que pone “lolita,” evidentemente, para despistar por si lo pierde o se lo roban. El número, en realidad, es del despacho de Julián Gamo. En las FET, hay varios agentes “de despacho,” que están todo el día frente a un ordenador y un teléfono, desde donde ayudan a varios agentes que tienen asignados. Estos agentes son conocidos dentro de la organización como “enciclopedias.” Julián Gamo es “la enciclopedia” de Alonso.
-Julián.- Dice Alonso al oír la voz de su colega al otro lado de la línea.- Averíguame la relación que tienen entre Daniel Enorme y Pablo Enorme, deben de ser familia.-
-Eso está hecho, pero ahora estoy con una cosita, te llamo dentro de 15 minutos.-
-OK, hasta ahora.-
Alonso decide que, mientras su amigo averigua la información que le ha pedido, va a ir hasta la cárcel de Dos Ríos, donde estudiará los turnos de los guardas y las cámaras de seguridad durante la semana que mataron a los dos traficantes. Pero justo antes de darse la vuelta, ve que una sombra se dirige hacía él en una postura sospechosa (pensaba que estaba solo en el archivo judicial). En el último momento se aparta y su agresor se estampa contra el suelo, momento que aprovecha para darle un golpe que lo desmaya.
Con su enemigo inconsciente y después de haber registrado bien el archivo para cerciorarse de que no hay más gente allí, decide registrar a su atacante. Éste tiene en su bolsillo izquierdo un móvil y en el derecho una cartera. El móvil se lo guarda Alonso en el maletín que lleva, y la cartera la abre para registrarla. El carné de identidad revela que su atacante es, precisamente, Pablo Enorme.
Este hecho hace que Alonso tenga que cambiar sus planes, en vez de ir a la cárcel, decide que irá a la sede de las FET, donde, con ayuda de Julián (que es un especialista), harán confesar a Pablo Enorme. El gran problema ahora, es como sacar de allí al desmayado Pablo sin levantar sospechas.