CAPITULO VI
Cuando se cumplía ya una semana de la detención de la señora Withuis, sucedió algo inesperado. Eran las tres de la tarde y yo volvía del trabajo como cada día, pero la Nachtigaalstraat no era la misma de siempre. Estaba inusualmente concurrida, como si hubiese partido de futbol de los Leeuwen, con una nutrida multitud ocupando la calle y vehículos aparcados sobre las aceras. Tras fijarme mejor me di cuenta que la mayoría de las personas eran periodistas de diversos medios de comunicación y los vehículos que ocupaban las aceras llevaban logos de varios canales de televisión y radio. Temí que ese ejercito me encañonase con sus micrófonos o con sus cámaras si intentaba cruzar sus líneas en dirección a casa de mi abuela, así que realicé un movimiento de distracción y en vez de entrar por la puerta principal lo hice por una puerta trasera, la que da acceso al parque y que la abuela siempre se deja abierta, lo que me permitiría llegar a mi objetivo sin tener que pasar en medio de aquel campamento.
- ¿Qué sucede en la calle?- pregunte a la abuela nada más entrar en casa.
- Han puesto en libertad a Sietske y los periodistas la esperan para acosarla a preguntas, aunque si es un poco inteligente no se le ocurrirá venir aquí.- Yo estaba de acuerdo. Si intentaba llegar a su casa aquella bandada de buitres la despedazaría antes de que consiguiese tocar la puerta.- ¿Por qué la han liberado?¿Han descubierto algo nuevo?
La abuela me hizo un gesto para que callase. En aquellos momentos, como si hubiese oído mi pregunta, un reportero de la NBBC apostado frente a la puerta de la casa de los Withuis, con semblante serio, contestó a todas nuestras preguntas a través de la pantalla de la televisión.
Un wachter de la Republiekwacht de la comisaria del Norte de Westenstad, el agente Sneijder, un joven de 35 años, había decidido salir del armario y confesar que la señora Withuis y el mantenían una relación desde hacía más de un año y, lo más importante, le había dado a Sietske la coartada que necesitaba para el fin de semana en que su marido fue asesinado: ambos lo habían pasado juntos en el apartamento de donde vivía el agente, en la Sinaasapelenstraat, desvelando que él era la anónima “amiga” a la que ella había ido a visitar.
La Republiekwacht había comprobado la veracidad del relato gracias a la declaración de un adolescente que vivía en un piso en un edificio situado haciendo esquina entre la Eikenlandweg y Nachtigaalstraat, desde donde se ve la parte trasera del apartamento del agente Sneijder.
Aquel sábado, en el que el señor Withuis estaba en Groendal disfrutando de su última cena sin saberlo, el joven había estado jugando durante toda la noche con un telescopio, pero en vez de enfocar hacia el cielo buscando estrellas en el firmamento, había estado más pendiente de la ventana del dormitorio del señor Sneijder, donde este y la señora Withuis le ofrecieron involuntariamente un espectáculo solo apto para adultos de forma gratuita y sin codificar. El joven aseguraba que la pareja había estado divirtiéndose hasta las dos de la madrugada y luego se habían quedado dormidos. Durante la mañana del domingo el joven había estado pendiente de la ventana en previsión de que pudiese producirse un segundo pase del espectáculo, pero no tuvo esa suerte, solo pudo ver como la señora Withuis dormía hasta pasado mediodía mientras el señor Sneijder debía estar en el trabajo, tal como había declarado su compañero de patrulla. Cuando este volvió, los amantes debieron pasar la tarde en la parte delantera del apartamento, donde el adolescente no tenía acceso con su telescopio y solo pudo verlos entrar esporádicamente un par de veces al dormitorio, hasta que al final de la tarde, cuando comenzaba a anochecer, la señora Withuis abandonó la vivienda de su amante. De esta forma quedaba acreditado que ni ella ni su amante habían podido desplazarse aquel domingo a Onderklooster para asesinar al señor Withuis y abandonar su cuerpo en la Vinderkust.
Si aquel fue un buen dia para la señora Withuis, la Republiekwacht no podía decir lo mismo. En un solo día habian perdido a su única sospechosa en el caso del asesinato del señor Withuis y a un compañero, puesto que la vista de todas estas evidencias no les quedo más remedio que dejar en libertad a Sietske y separar temporalmente del servicio al agente Sneijder hasta que se aclarase el caso. Pero más grave que todo ello fue el hecho de que la prensa, a partir de aquel momento se cebó con el cuerpo policial, convirtiéndolo en diana de todas sus críticas. Unos medios de comunicación los acusaban de ineficacia, mientras que los tabloides como la revista Nu! iba más lejos denunciando que la policía había ocultado deliberadamente que el agente Sneijder era amante de la señora Withuis para no implicarlo en el asesinato de Winfried, preguntándose de forma velada si aquella coartada no sería un montaje de la Republiekwacht para encubrir a un agente asesino.