Engorn escribió:Mola. Está muy interesante. La verdad es que cada vez que leo algo de este relato me dan ganas de seguir con Ariki County Tales...
Pues animate, que nos has dejado con la historia a mitad y tenemos ganas de saber como sigue.
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CAPÍTULO V
Una nochede aquella semana, mientras la abuela y yo cenabamos, en la televisión volvían a echar un refrito de información sobre la muerte del señor Withuis que no aportaba nada nuevo, pero servía para rellenar el telediario de un día vacio de noticias, y a mí me sirvió de excusa para preguntar otra vez sobre el tema.
- Oye abuela, los Withuis no vivían desde hace mucho tiempo en la Nachtigaalstraat ¿no? Yo apenas recuerdo haberlos visto cuando veníamos de vacaciones.
- No, no eran de aquí. Se mudaron hará unos cinco años. Venían de fuera, de la Eikenlandweg
Lo dijo con un tono como si fuesen marcianos venidos del espacio exterior. La abuela sentía bastante desdén por la gente que vivía en la avenida, los consideraba forasteros. La Eikenlandweg es una zona relativamente nueva de la ciudad. La abuela me ha contado muchas veces que la Nachtigaalstraat habia sido durante mucho tiempo el final de Westenstad, cuando solo era un pueblo donde apenas residían cinco mil habitantes. La Sinaasapelenstraat no existía, en su lugar solo había campos de naranjos y en toda la zona de la Eikenlandweg solo existían unas amplias extensiones de campos de trigo, salpicadas por una docena de granjas. En los años 60 y 70 la ciudad sufrió un crecimiento demográfico importante tras implantarse varias grandes fábricas en el polígono industrial. La gente del resto del país e inmigrantes de otros países comenzaron a afluir hacia la ciudad en busca de oportunidades. Para darles vivienda a todas estas personas se comenzó a construir y los campos de naranjos y las llanuras de cereal dejaron paso a bloques de edificios, y Westenstad dejó de ser el tranquilo pueblecito que era, para convertirse en una ciudad llena de coches y humos. Algunos de aquellos recién llegados hicieron un gran negocio con la construcción y se convirtieron en los ricos propietarios de las empresas de construcción que, de vez en cuando, presionan a los políticos para que echen abajo “las viejas e insalubres casas del casco antiguo de la ciudad”, entre ellas las de la Nachtigaalstraat, para que ellos puedan construir modernos y cómodos bloques de apartamentos, y de paso hacer negocio y ganar algunos millones de guldens. Ya han conseguido demoler un par de casas en la acera de enfrente y en su lugar han construido un horroroso bloque de pisos que mi abuela llamaba la lata de hormigón.
- La avenida es muy larga. ¿En qué parte vivían?- pregunté.
- En los apartamentos que hay al lado de la clínica.
La conozco. Esa zona es conocida porque hay varios edificios de apartamentos bastante exclusivos, amplios y nuevos, construidos para la clase más acomodada. En aquella mudanza de los Withuis había algo que no me encajaba ¿por qué habían cambiado un apartamento nuevo, espacioso y moderno en la Eikenlandweg, por una casa ruinosa en la Nachtigaalstraat, poco espaciosa y con más de dos siglos a sus espaldas? No era un cambio a mejor para nada.
- Porque el banco les embargo el piso.- fue la contundente repuesta de la abuela.
- ¿Tenían problemas de dinero? El señor Withuis era comercial de Apeldoorn Electronics y tengo entendido que cobran un pastón.
- Wilfried era muy aficionado al juego y a las apuestas, pero era un mal jugador que se gastaba las nominas antes de cobrarlas. El banco tuvo menos paciencia que Sietske y al ver que no pagaba las letras le abandonó, vendió su casa y los Withuis se tuvieron que mudar aquí, porque era lo único que podían permitirse con las deudas que arrastran.
- Pero entonces ¿Por qué no se divorció la señora Withuis de su marido?
- No sé. A veces la vida es complicada y a veces nos gusta complicárnosla. Por dinero no creo que fuese porque no tenían un gulden, supongo que era amor.
- ¿Amor? Si él la pegaba, no creo que ella estuviese muy enamorada.
- Pues a su modo ella lo debía estar, porque no se planteó nunca dejarlo aunque él viniese a altas horas de la noche borracho, después de perder una buena cantidad de dinero, y se desfogase pegándole a ella… hasta el día en que se cambiaron las tornas y fue Wilfried el que terminó en el Hospital unos días con varios huesos rotos.
- No pensaba que la señora Withuis fuese capaz de hacer algo así.
- Sietske es incapaz. No tiene fuerza suficiente y nunca se le habría ocurrido ponerle la mano encima a su marido. Fue ese tipo que va detrás de ella.
- Quizá sea él el asesino del señor Withuis. Habría que informar a la Republiekwacht para que pudiesen investigarlo y meterlo en la cárcel si es culpable.- repuse.
- Si él es el culpable, ten por seguro que no lo meterán en la carcel. Te lo digo yo.- Sentenció la abuela, un poco enigmática.