
El de la derecha de Joe se estaba marcando un farol, Joe seguramente tenía algo inferior a lo mío, tal vez trío de jotas. Los otros dos me daban igual, se iban a plantar pronto, seguro. Acerté en todo y gané la primera mano. Sólo 50 euros, pero no estaba mal para empezar. Sin embargo, cuando estaba a punto de recoger mi dinero, sonó un grito proveniente de alguna otra sala del casino seguido por el sonido de una muchedumbre intranquila y moviéndose de un lado para otro. Se escucharon golpes y objetos rotos en mil pedazos. A Joe no pareció hacerle mucha gracia que su casino se destrozara.
- ¡Cierra las puertas, Lemon! – Gritó Joe y el camarero obedeció al instante cerrando tres de las cuatro puertas de la habitación – Seguro que son los de la mafia, voy a coger la automática de mi despacho.
- ¿La mafia? Pensé que vosotros erais la mafia – repliqué confuso.
- Agente, ¿cuánto lleva sin salir a la calle? Hace tiempo nos dividimos, poco después del accidente del 89. Lucas decidió seguir apoyando a los terroristas, nosotros nos dimos cuenta de lo inmoral que era eso
– Joe, eres el único mafioso que habla sobre moral que conozco.
De pronto alguien llamó a una de las puertas laterales. Todos sacaron sus armas, incluso Sam Lemon, y me miraron raro por no tener yo una. Volvieron a llamar a la puerta. Me di cuenta de lo patético de mi situación: estaba allí, en medio de la habitación, de pie, sin arma y con las manos en los bolsillos.
- ¿Quién es? – preguntó, patéticamente, Joe.
- Soy Amy – contestó una voz dulce y tranquila.
Joe indicó a Lemon con la cabeza que la dejara pasar. Lemon abrió y tan pronto como la mujer pasó volvió a cerrar herméticamente. La miré a ella, estaba de espaldas, llevaba un vestido comprado, seguramente, en Desertos Boulevard con la tarjeta de crédito de su padre sobre el que caía su pelo moreno cuidado al milímetro. Se dio la vuelta y vi su cara: era ella, era el agente Peterson.
Se me quedó mirando. Pensé en decirle algo para que viese que la reconocía, pero no lo hice. Decidí esperar a que me reconociese ella antes, ella debió decidir lo mismo así que nos quedamos mirando el uno al otro.
- ¿Qué está pasando ahí fuera? – preguntó Joe rompiendo el incómodo silencio.
- Hay una mujer muerta sobre la mesa de Blackjack. Una de tus bailarinas, creo. Era rubia natural, ojos azules… te habría caído bien, Joe. ¿Quién es tu amigo el del traje caro?
- Alvy Singer – dije yo antes de que Joe pudiese contestar. Ella sonrió, Joe se extrañó, yo seguí hablando: - ¿Desde cuándo trabaja para la mafia, agente Peterson?
- Desde que nos bajaron el sueldo a los funcionarios.
- Es nuestra mejor cómplice – comentó Joe y añadió: - ¿Crees que ha sido la mafia quien ha matado a la mujer, Amy?
- No, – me adelante yo – no ha sido la mafia. A la mujer le faltaba un dedo, ¿verdad? – apenas tuvo que asentir Amy para que yo continuase: - es el mismo tipo que asesino a la Sra. Parker; es un asesino en serie.
- ¿Y cómo piensas encontrarle? – el agente Peterson empezaba con su interrogatorio, yo miré a mi alrededor buscando algo que pudiese darme una pista.
- Podemos empezar por esto…
