Mm, yo no estaría tan-tan seguro, sazare.
Bueno, dejo acá el capítulo 10 (les estoy dando actualización tras actualización, ¡qué bueno soy!). Para la próxima seguro me demore, porque está mi hermana de visita y aún no la he escrito.
¡Que lo disfruten! A ver si aclara un poquillo las cosas...
«
Queridos hermanos, queridas hermanas. Estoy bien, y he avanzado en mi camino, pero aún no dejo de extrañaros y pensaros en cada momento.
El tiempo pasa más lento de lo que uno creería. Poco a poco todo se va volviendo parte de una misma eternidad, que simplemente nos encargamos de fragmentar y organizar de alguna manera.Al final, Máximo estaba en lo cierto. La Virtud ha intentado ayudarme a seguir creciendo junto a ella, pero algo en mí me ha impedido comprenderla. Todo mi ser espera ansioso encontrar la enseñanza, en donde quiera que la haya depositado, pero aún no consigo conectarme. Sin embargo, la búsqueda es incesante y compleja. ¿Por qué cielo? ¿Por qué he transformado todo un aprendizaje en una simple e incomprensible palabra?
Las palabras de Darío me ayudan a no perderme en el camino. He comprendido que no se trata de vosotros, que no se trata de él, sino que se trata de mi crecimiento. Se trata de mí mismo, y no de mis hermanos. Sólo yo soy responsable de superarme y crecer, más allá de quién seáis, de cómo estéis y de cuánto me permitáis actuar.Quizá Darío nunca deje de darme golpizas. Eso jamás significará que yo no me haya superado. Eso jamás significará que no me haya vinculado a La Virtud. O quizá algún día logre derribarlo. Quizá algún día pueda vencerlo en alguna pelea. Pero eso no significará que haya logrado superarme.
Abrácenlo de mi parte. Y díganle que he comprendido lo que tanto ha querido decirme.
Ojalá algún momento mis palabras lleguen a alguno de ustedes. La Virtud dirá».
Respiré profundamente y abrí los ojos. Un blanco resplandeciente invadió mi interior; y es que en aquella habitación todo parecía brillar más de lo normal.
Hacía seis días que estaba allí, buscando mi camino para rencontrarme con La Virtud. Hacía seis días que pasaba gran tiempo en silencio y en soledad, exceptuando los minutos en que Máximo, que había decidido acompañarme en mi camino, me visitaba para traerme alimentos y conversar sobre mi trayecto. Hacía seis días que no veía ni a Verónica ni a ninguno de mis hermanos. Seis días durante los que había buscado en mi interior aquella enseñanza que se me había transmitido, pero que no había sido capaz de comprender.
«
Has alcanzado conceptos de gran valor, Octavio», me había dicho Máximo unas horas atrás. «Estoy seguro de que muy pronto encontrarás lo que buscas».
Probablemente estaba en lo cierto. Mi camino realmente se había abierto y me permitía observarme y comprenderme de mayor manera. Pero sin embargo, había algo que no dejaba de incomodarme. Un recuerdo constante y punzante de ese sueño que tantas veces se había repetido en mi mente. Y por mucho que intentara alejarlo, separarlo de mi ser, volvía una y otra vez.
Ya no se trataba del cielo, fuera lo que fuese aquella palabra. Había logrado alejarme de ella, verdaderamente. Había llegado a comprender mi error, mi invención, de una forma integral, muy distinta a como siempre lo había hecho. Había logrado pensar mi vínculo con La Virtud desde una nueva perspectiva, y había logrando dimensionar de lo que esa conexión era capaz. Capaz de dar nacimiento a nuevas formas, a nuevos términos. Capaz de generar una palabra desconocida a causa de la incapacidad de ver en la dirección correcta.
No.
Cielo ya no era el problema.
Cielo era sólo la manifestación de mi incapacidad para comprender el vínculo. Era sólo un disfraz para algo mucho más basto y complejo, guardado en algún lugar de mi interior. Algo que necesitaba encontrar para poder seguir adelante, pero que parecía alejarse cada vez más.
Y es que cuando sentía que La Virtud se acercaba, que la conexión estaba creciendo en mi interior, volvía el sueño. Volvía el recuerdo. Y volvían las preguntas.
«
Estoy segura de que algún día, por mucho que tarde, podrás salir de este lugar».
Mis reflexiones resultaban absurdas, pero no podía evitarlas. Por más que me esforzara, volvían una y otra vez. ¿Cómo podía ser posible? ¿Salir…?
Salir implicaba dos espacios. Para salir, se volvía necesario hacerlo de un espacio hacia otro. Entonces, ¿había algo…
…más allá de La Virtud?