BridgeportTras un rato de espera, Quentin finalmente decidió picar a la puerta para intentar hablar con Elizabeth. Hacerle daño era lo que había pretendido evitar desde el principio, pero como suele pasar con los secretos, al final todo se acaba descubriendo y el dolor que se causa es mayor.
Su hija estaba sentada en el puf con las manos cubriéndose la cara, había estado llorando y el maquillaje había cubierto de negro sus mejillas. Al verla así Quentin sintió una punzada en el corazón, lamentaba profundamente hacerla pasar por todo aquello pero ni siquiera él tenía una explicación racional que darle.
Elizabeth se levantó del puf y se le acercó sin permitirle acabar de entrar en la habitación.
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Quiero saber la verdad, papá - comenzó a decir amenazadoramente -
si vas a contarme más mentiras mejor lo dejamos y me voy porque como hoy has podido comprobar al final las verdades salen a la luz. No quiero volver a sentirme decepcionada contigo.-
Cariño, deja que te explique. - aunque en su cabeza aún no tenía claro como empezar la historia. -
De verdad que mi intención nunca fue mantenerlo en secreto pero al principio pensé que eras muy pequeña y a medida que crecías yo... yo no sabía como...-
Déjalo papá, lo pasado es pasado. Céntrate en el ahora, ya sé que mamá no murió hace veintiún años, nos abandonó... bien, cuéntame ¿Por qué? Quentin tragó saliva y respiró profundamente. Había imaginado este momento muchas veces en su cabeza y nunca terminaba bien, la razón principal es que aún pasados tantos años desde que Alice se fuera él jamás acabó de saber a ciencia cierta el motivo. Explicar algo que ni tu acabas de comprender es muy difícil, era difícil cuando Elizabeth era sólo una niña... ahora que era una adulta y le miraba directamente con cara de decepción se hacía horriblemente complicado.
Al ver que a su padre le costaba arrancar con los sucesos del pasado, Elizabeth decidió que ya había tenido suficiente por un día.
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Está bien, has tenido veintiún años para preparar esta conversación y todavía no sabes como empezar. Será mejor que me vaya y cuando quieras contarme la verdad me llamas, no antes. No me llames a menos que sea para sincerarte, papá. - le dolió en lo más profundo de su corazón pronunciar aquellas palabras y tras ver la cara de su padre el dolor aún fue más agudo, pero sabía que no debía ceder.
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¡No cariño! No te vayas, por favor... de verdad quiero explicarme pero no sé por donde empezar. - la interrumpió Quentin sujetando su brazo.
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Por el principio estaría bien, tal vez pueda ayudarte... veamos ¿Qué pasó entre ella y tú para que decidiera irse? ¿Por qué no me llevó con ella? -
No pasó nada entre nosotros, nunca. Alice no se fue porque no nos quisiera, ella nos abandonó por nuestra propia seguridad. -
¿Qué significa eso? - preguntó consternada ante semejante respuesta. -
¿Hay alguna historia de mafias en esta familia que desconozca? ¿De qué amenaza estamos hablando? ¡Explícate mejor!-
De acuerdo, te haré un poco de resumen de nuestra historia. Conocí a tu madre en su pueblo natal cuando yo estaba allí cubriendo unos sucesos para un artículo. Nos enamoramos casi al instante, si, sé que suena como de película pero no por eso deja de ser cierto. Era tan hermosa... - los ojos de Quentin se humedecieron y Elizabeth sabía el daño que le hacía recordar todo aquello, pero era necesario por una vez hablar del tema.-
Tu madre vivía allí con tu abuela pero al poco tiempo se mudó conmigo a la pequeña casa que tenía alquilada.-
¿Conociste a la abuela? Nunca me has hablado de ella, pensé que ya había muerto cuando conociste a mamá. - preguntó con curiosidad Elizabeth.
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Yo jamás conocí a tu abuela, todavía hoy desconozco el motivo por el que nunca quiso que estuviéramos juntos y por eso tu madre nunca nos presentó. Luego viniste tu, éramos tan felices... cuando aún eras un bebé tu abuela falleció y desde entonces tu madre comenzó a comportarse de un modo algo extraño.-
¿Extraño en qué sentido?-
No te sabría explicar... pasaba mucho tiempo fuera de casa, decía que estaba en la vieja casa de la abuela y volvía justo para darte de cenar.-
¿Y nunca la seguiste? ¿Nunca quisiste saber más? - inquirió.
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No, yo no tenía dudas sobre tu madre. Sabía que era mía por encima de todo así que jamás pensé que pudiera engañarme. - quiso aclarar Quentin, y parecía orgulloso de decirlo. -
Pasados los años de la muerte de tu abuela la cosa se calmó y más o menos volvió a ser la misma, aunque no sé por qué yo tenía siempre la sensación de que algo en ella había cambiado, parecía siempre muy segura de si misma, como si de golpe hubiera sacado todo su carácter.-
Tal vez la muerte de su madre la hizo ser más fuerte.-
Tal vez, nunca hablamos del tema. Una tarde, entonces tenías cinco años, llegó muy alterada a casa y dijo que debíamos irnos de allí. Evidentemente quise saber lo que estaba ocurriendo y el motivo por el que debíamos abandonar nuestra casa pero tu madre simplemente me dijo "confía en mí, vámonos".-
¿En serio? ¡¿Cómo no quisiste saber más?! - Elizabeth comenzaba a ponerse nerviosa.
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No era necesario, su cara reflejaba terror y puedes creerme que jamás la había visto así, lo único que pensé era que tenía que sacarla de allí y calmar sus miedos. Así que hicimos las maletas y con lo poco que pudimos cargar nos fuimos de allí.-
No me lo puedo creer... - repetía Elizabeth una y otra vez.
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Nos fuimos a Riverview y tras unos meses de vivir allí tu madre comenzó a alejar sus miedos y volvió a sonreír. Sé que quieres saber a qué tenía miedo, yo también lo quería saber pero nunca le pregunté porque si ella quería hablarme de ello, llegado el momento estaba seguro de que lo haría. Yo con estar juntos y verla feliz tenía suficiente así que luché por conseguir eso. - Quentin la miró a los ojos y las lágrimas comenzaron a brotar. Carraspeó y continuó hablando. -
Como he dicho estábamos en Riverview, allí vivimos felizmente durante dos años hasta que un día pasó exactamente lo mismo. Llegó a casa aterrorizada y se puso a hacer las maletas, esta vez me planté y le dije que o me contaba lo que estaba sucediendo o no me iría con ella. ¿Sabes qué contestó?-
Err... ¿que confiases en ella? -
No, esta vez te cogió en sus brazos y dijo que si no quería mudarme lo entendía pero igualmente se iría y te llevaría con ella. Dejó claro que me amaba pero que no podía pedirme que la siguiera siempre sin poder darme una explicación y que si no me daba tales explicaciones era para no ponerme en más peligro del que ya estaba.-
¡¿Pero qué peligro?! - gritó Elizabeth.
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No lo sé cielo, yo la seguí, porque la amaba y porque no podía permitir que me separase de ti. Así que nos mudamos a Bridgeport y aquí las cosas nunca fueron bien, ella estaba paranoica, decía que la seguían y que estábamos en peligro. No dormía por las noches y apenas comía. Intenté de muchas formas hablar con ella, incluso le sugerí ir a terapia... finalmente una noche al volver a casa vi las maletas en la puerta y me temí otra mudanza.-
¿Esa noche nos abandonó? ¿Y por qué esta vez no me quiso llevar con ella?-
Esa noche no pretendía que fuéramos con ella. Dijo que se había dado cuenta que era a ella a quien buscaban y a quien querían y que estaríamos a salvo si se iba. Así que nos besó y se marchó sin decir nada. Ni a donde iría ni cómo encontrarla. Nada. - Quentin comenzó a sollozar.
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¿No has vuelto a saber nada de ella? - quiso saber Elizabeth.
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No, directamente nunca he sabido nada más. Pero ¿recuerdas que todos los años por navidad recibimos llamadas extrañas en las que no dicen nada y tras un minuto cuelgan? Siempre he creído que era Alice. - Sonrió tristemente.
Elizabeth estaba hecha un lío, tenía muchas preguntas pero en ese momento y con su padre delante llorando a moco tendido sólo supo abrazarlo e intentar calmarlo.
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Ahora entiendo un poco mejor que no supieras como explicármelo, aunque no es excusa, eh. - esto hizo sonreír a Quentin -
Lamento todo lo que pasaste, sé que pese a todo la sigues queriendo y saber que ha muerto debe dolerte muchísimo, soy incapaz de imaginar cuanto. De veras lo siento, papá.Quentin se sentía reconfortado en los brazos de su hija y pese al dolor de su corazón por la pérdida definitiva de Alice, sentía un alivio por haber sido capaz de contar la verdad tras tanto tiempo ocultándola.
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Espero que sepas perdonar a este viejo algún día, por favor Elizabeth ve a ver que quería esa abogada. Me gustaría saber que Alice ha sido correctamente enterrada y si pudiéramos saber dónde, me gustaría llevar flores a su tumba y despedirme de ella como es debido.-
¡Oh, había olvidado ese asunto! Tengo que ir a ver a esa mujer y disculparme,- 'dijo que mamá me lo había dejado todo ¿De qué debía estar hablando?' pensó para sí -
No te preocupes papá, iré a verla y te cuento. Podremos despedirnos, ya lo verás.-
Gracias mi niña, muchas gracias. - Cogió sus manos y la besó en la frente.
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Ahora me tengo que ir, al final mi día libre ha dado mucho de sí. Volvió a abrazar a su padre, le sabía fatal irse en el momento que tal vez él más la necesitaba pero después de escuchar todo aquello muchísimas más preguntas se habían abierto en su cabeza. Necesitaba respuestas.
Se había hecho tarde pero decidió probar suerte. Cogió un taxi y pidió que la llevasen al despacho de Campbell Asociados. Por desgracia para cuando llegó sólo quedaba la recepcionista simpática. Elizabeth le dijo que era de vital importancia hablar con Gabrielle Campbell esa misma tarde.
La rubia la miró con curiosidad, finalmente cogió el teléfono y marcó un número. Con la mano le hizo señas a Elizabeth para que tomase asiento.
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Gabrielle, tengo aquí a la Srta. Applewhite, la joven de esta mañana y dice que tiene que tratar un asunto de forma urgente con usted. - tras unos segundos -
de acuerdo, entonces haré una excepción. Si, adiós.Tras colgar el teléfono cogió una tarjeta y apuntó algo en la parte posterior, luego se acercó hasta el sillón donde Elizabeth esperaba y se la tendió.
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Es la dirección de la Sra. Campbell, no acepta visitas en su domicilio fuera de horas pero hará una excepción por esta vez. El caso le ha llamado la atención. Suerte Srta. Applewhite.-
Gracias, de verdad muchas gracias por las molestias.- sonrió Elizabeth.
Cogió otro taxi hasta la casa de la abogada, vivía en un bonito bloque de apartamentos con zona comunitaria. A los pocos segundos de picar a la puerta, Gabrielle Campbell abrió vestida de estar por casa, casi no parecía la misma mujer que la había atendido por la mañana.
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Srta. Applewhite, bienvenida, pase. - la recibió la abogada.
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Ante todo deje que le de las gracias por atenderme fuera de sus horas laborales, tras la conversación de esta mañana me sorprende que haya accedido a verme.-
Jajaja - Se rio la mujer. -
si me tomase a la tremenda todas las discusiones que tengo con los clientes, no aceptaría la mitad de casos. Pero pase, Srta. Applewhite, no se quede en la puerta.Elizabeth siguió a la abogada hacia el interior, el piso era amplio y estaba decorado con muy buen gusto.
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¿Le apetece una taza de café? ¿un té? ¿un refresco? - le ofreció Gabrielle.
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Un café estará bien, gracias. ¿Me puede tutear y llamarme Elizabeth, por favor? me siento incómoda cuando me tratan de usted.-
En ese caso te pido que hagas lo mismo, llámame Gabrielle, Elizabeth.Gabrielle la acompañó al salón y fue a preparar el café. Minutos más tarde salió con una bandeja con dos tazas y el aroma a café impregnó toda la habitación. Ese olor siempre la hacía pensar en su padre. '¿Cómo estará? quizá no debí irme... luego tengo que llamarlo.' pensaba Elizabeth mientras cogía la taza de café que le ofrecía Gabrielle.
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Está bien Elizabeth, cuéntame qué es ese asunto tan urgente que te ha traído aquí. - preguntó sin rodeos.
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Verás... tras lo ocurrido esta mañana en tu despacho he ido a ver a mi padre. - la abogada asentía tras la taza de café.-
tras una larga conversación he sabido que realmente mi madre estaba viva y que es ahora cuando realmente ha fallecido.-
Vaya, ¡que historia! Lamento tu pérdida - no parecía realmente muy sorprendida, debido a su trabajo había tenido que encontrarse con casos como este y peores.
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Si... como comprenderás aún no salgo de mi asombro y debe parecer estúpido pero no puedo esperar a mañana para saber más detalles. -
No es estúpido, lo puedo entender.-
Mi padre me ha dicho todo lo que sabe, ahora mismo sólo puedo tirar de ti para seguir desentrañando la historia de mi madre. -
Ajá, entiendo. Bueno yo lo que sé es que murió la semana pasada. No sé lo que estás buscando pero te puedo dar los detalles que leí en el expediente.-
Eso sería de ayuda, cualquier información es bien recibida.-
Bien... leí que la encontró la policía en el bosque, tenía el cuello roto.-
¿Decía algo de cómo había podido pasar? -
Se barajaba la hipótesis que huía de algún animal salvaje, tropezó y se dió con el árbol que tenía al lado de donde estaba el cuerpo cuando la encontraron. -
¿Eso es posible?-
Bueno, según la policía si. Al parecer la encontraron a media mañana y el cuerpo llevaba horas allí por lo que saben que ocurrió de noche, por eso la teoría de la caída.-
Ya... así que estaba huyendo de algo... - '¿Sería realmente un animal salvaje? quizá sus miedos, todas sus sospechas por las que nos abandonó eran ciertas y no paranoias.'
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Te has quedado muy callada ¿Estás bien? Si lo prefieres podemos hablar cuando estés más preparada.-
Bueno, estoy triste por no saber la verdad antes y no tener la oportunidad de arreglar las cosas.-
Claro, es normal. Yo no puedo decirte mucho más salvo lo que dice el testamento.-
El testamento... ¿no decía nada más ese expediente que leyó? - insistió Elizabeth.
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Bueno, decía que había sido enterrada en el cementerio local.-
¿De dónde? - quiso saber con premura.
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Ah claro, que no sabes nada de donde estaba... perdona, que cabeza la mía. Tu madre estaba viviendo en Stars Hollow, por lo que sé, su pueblo de origen.-
Si... allí conoció a papá... - recordó con tristeza todo lo que Quentin le había contado.
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Pues en el cementerio de allí fue enterrada y tras eso me mandaron a mí el testamento, en él te deja todas sus pertenencias.-
Ya... ¿Y de qué estamos hablando exactamente? - preguntó con curiosidad.
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Pues no tengo aquí los papeles, están en el despacho así que con seguridad no te lo puedo decir pero creo recordar que se trataba de una vieja casa a las afueras del pueblo y algo de dinero. Si quieres el lunes pásate por el despacho y lo aclaramos, tendrás que firmarme unos documentos.- Gabrielle puso cara de hastío -
Ya sabes, puro trámite.-
Claro, lo entiendo. En ese caso el lunes nos vemos, no quiero entretenerte más.-
No te preocupes mujer, no ha sido nada. - Gabrielle sonrió de una forma muy cálida que hizo sentir bien a Elizabeth.
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De nuevo gracias por atenderme y ser tan comprensiva Gabrielle.-
Ya está bien de dar las gracias, venga vete a casa y descansa, te lo has ganado. - rio.
Al salir de aquel apartamento Elizabeth notó como si de golpe hubiera estado corriendo durante horas. Sentía una carga inmensa en sus hombros. Ese día estaba gastando mucho dinero en taxis, ahora ya no tenía prisa por ir a ninguna parte pero la realidad era que se moría por llegar a casa y dormir. Dormir durante todo un día, despertar y darse cuenta que todo había sido un sueño. 'Ojala fuera tan sencillo' pensó.
Finalmente cogió un taxi y fue directa a casa.
Llegó pasadas las nueve de la noche, como siempre Kenneth no había llegado a casa. Se metió en la ducha y se pasó veinte minutos bajo el agua caliente, sintiendo las gotas en su cara.
'¿Qué le pasó realmente a mamá? ¿Quién o qué la perseguía esa noche? ¿Por qué se marchó?' preguntas y más preguntas sin respuesta poblaban su cabeza.
Llevaba desde el desayuno sin comer nada y se veía incapaz de probar bocado. Sabía que debía llamar a Quentin pero no se veía con fuerzas para seguir hablando de aquel tema.
Más que nunca necesitaba un abrazo reconfortante y como siempre desde que se había mudado con Kenneth, él no estaba para dárselo.