BridgeportDespués de la mañana que había tenido, Elizabeth creía que el día ya sólo podía mejorar. Todo el asunto quedaría aclarado una vez hablase con Quentin, debía tratarse de un malentendido muy gordo ¿Qué si no?
Quentin Applewhite era Traductor profesional, gracias a su trabajo podía escribir desde casa, lo cual era perfecto para él ya que era una persona bastante tímida y no le gustaba estar rodeado de gente. Su hobbie era ir de pesca los fines de semana, otra actividad que perfectamente podía hacer solo. Aún así lo que más le gustaba en el mundo era pasar tiempo con su hija, Elizabeth.
Ella lo era todo para él desde que Alice, su esposa, los dejase hacía ya veintiún años. Se había dedicado en cuerpo y alma a ejercer de buen padre para ella, apoyándola en todo momento y alentando sus sueños para verla convertida en la mujer que era hoy, de la cual se sentía muy orgulloso.
Quentin aún vivía en el mismo piso al que se había mudado siendo joven junto a Alice y en el que había criado a Elizabeth. Era un piso muy amplio y luminoso situado en el centro de la ciudad, la construcción estaba ya algo vieja por lo que en más de una ocasión Elizabeth le había sugerido un cambio de aires a su padre. Él era reacio a vender ya que allí había vivido los mejores y más felices momentos de toda su vida.
Elizabeth aún conservaba las llaves de la casa de su padre, las sacó del bolso y abrió la puerta. Las luces estaban encendidas y había un olor a asado en el ambiente.
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¡Papá soy yo! - exclamó mientras subía las escaleras.
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¡Mi pequeña! ¿Qué haces en casa de este viejo un viernes a medio día, no trabajas hoy? - preguntó Quentin mientras se levantaba del sofá y se acercaba para abrarzarla.
No se había dado cuenta de cuan afectada estaba por toda la situación vivida hasta que estuvo en brazos de su padre, los ojos comenzaron a escocerle por las ganas de liberar la tensión. Mientras se reconfortaba en aquellos fuertes brazos desvió la mirada hacía la pared de la izquierda donde su padre tenía colgados algunos retratos, entre ellos viejas fotos de su madre. '
¿Cómo le saco el tema? cada vez que hablamos de mamá se pone muy triste, no sé si debería...' pensaba Elizabeth.
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Tengo el día libre, papá. - se forzó a decir sonriendo.
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Vaya, ¡eso es una suerte! - exclamó -
Acabo de terminar de comer pero ha quedado pollo asado en el horno, ¿quieres que te ponga un plato, cariño?-
Te lo agradezco pero lo cierto es que he desayunado tarde y no tengo hambre. - replicó Elizabeth, la conversación con Gabrielle Campbell había conseguido cerrarle el estómago.
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¿Y cómo va todo en la escuela? - Se interesó Quentin -
¿Cuando termina el curso?-
En un par de semanas acabamos, que ganas tengo, el curso de este año ha sido difícil de llevar. - confesó la chica.
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¿Es por eso que haces esa cara? Se te ve cansada cariño ¿duermes bien?-
Err... si papá, es sólo que esta noche no he descansado lo suficiente. Kenneth llegó tarde a casa, así que para cuando acabamos de cenar y nos fuimos a dormir eran ya la una pasadas.-
Ese chico trabaja demasiado y te tiene desatendida, ¿cuánto va a durar esa situación? - la cara de su padre había cambiado, no tenía a Kenneth en gran estima y desde que había empezado el asunto de su promoción mucho menos.
Elizabeth necesitaba cambiar de tema y si había ido allí hoy era precisamente por asuntos más importante que su relación con Kenneth, así que aprovechó el momento para aclarar sus dudas.
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Oye papá he venido a verte porque me ha pasado algo muy raro hoy, necesito explicártelo y hacerte unas preguntas. - A medida que empezó a hablar se sentió más segura, aunque la conversación podía entristecer a su padre, ella necesitaba saber la verdad.
La cara de Quentin cambió de enfado por pensar en Kenneth a pura preocupación.
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¿Qué ocurre cariño? - preguntó -
Explícame y pregúntame lo que sea, haré lo que pueda por ayudarte.-
Me alegra oir eso ya que no es fácil hablar de este tema. - Todavía no había decidido si lo explicaría todo, a fin de cuentas el "suceso" de la noche anterior ni siquiera estaba segura de que hubiese ocurrido.
Por el momento una versión resumen pondría en situación a su padre y tal vez si se presentaba la opotunidad, algo como "pues yo soñé con tu madre el otro día" lo contaría todo, siendo realista las posibilidades de que eso ocurriese eran pocas.
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Esta mañana he recibido una llamada de un buffete de abogados, querían que me presentase allí para la lectura de un testamento, al parecer soy la única heredera. - comenzó a explicar Elizabeth.
La cara de Quentin fue cambiando, no habría sabido decir si volvía a estar enfadado pero comenzó a retorcer sus manos como hacía cuando estaba nervioso.
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Me he presentado allí y la abogada que me ha atendido me ha dicho que el testamento es de mamá, al parecer ha muerto recientemente - tras soltar la bomba miró a su padre, no parecía muy sorprendido pero sí tenía el ceño fruncido y parecía triste, como a punto de llorar -
He terminado gritando a la mujer y me he ido de allí muy indignada por tener que escuchar semejantes tonterías... - seguía mirando a su padre, el cual no decía nada pero no paraba de mover las manos de forma inconsciente. -
No pareces sorprendido, ¿Qué hay de verdad en todo esto, papá? - titubeó - acaso... ¿es cierto? ¿mamá ha estado viva todo este tiempo?-
Cariño me gustaría que me escuchases sin sobresaltarte,- pidió Quentin con cara de súplica -
Es algo complicado todo esto. -
Está bien, te escucho. - Elizabeth se obligó a respirar hondo y sacar toda su buena voluntad para no ponerse a gritar allí mismo. ¿La habían estado engañando todo este tiempo? ¿Su madre había estado viva y querían que ahora se lo tomase con calma?
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Hace veintiún años tu madre no murió, nos abandonó.Elizabeth se quedó en shock, por un momento no podía creer que aquello fuese real. Quentin aprovechó para seguir explicándose.
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Siento habértelo ocultado cariño pero sabía que ella no regresaría y no quería que pensases ni por un momento que tu madre no te quería. - Su padre miró al suelo apenado.
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¡Pero bueno!, - ya no podía aguantarlo más -
¡¿Entonces me abandonó por amor?! ¡¿Cómo esperas que me crea semejante estupidez?! Debiste contármelo, papá, ¡me he tenido que enterar por un extraño! ¿Acaso jamás me habrías dicho la verdad?-
Deja que te lo explique Elizabeth...Se sentía engañada por la persona que más quería, un dolor inmenso la embargaba y no le apetecía seguir escuchando excusas. Se giró sin mediar palabra y se fue hasta su antigua habitación, allí se encerró.
Quentin la siguió cuando ella salió corriendo hacía la habitación pero tras recibir el portazo en la cara entendió que debía darle algo de tiempo. Sabía que su hija estaba muy dolida con él y eso le rompía el corazón, necesitaba explicarle la verdad, al menos la verdad que él conocía sobre su madre. "
Alice, mi amada Alice... muerta...". Quentin comenzó a llorar en silencio.
Aquella había sido su habitación hasta los veinticinco años pero conservaba la esencia de la Elizabeth adolescente, adoraba aquella habitación, su lugar sagrado en el mundo.
Se sentó en el puf y pensó en todo lo que acababa de oir.
¿Cómo había podido ocultarle la verdad? Algo de lo que ella siempre había presumido ante todo el mundo era de la relación con su padre basada en la sinceridad, o eso había creído ella hasta ese momento.
Se suponía que Alice había muerto cuando ella tenía siete años, recordaba perfectamente el día en que su padre la sentó en el sofá y le dio la noticia. Lloraron juntos su pérdida durante meses y poco a poco lo superaron, juntos, siempre juntos. Saber que su madre realmente no había muerto sino que los había abandonado traía consigo muchas preguntas, evidentemente la primera era ¿Por qué? ¿Acaso ya no quería a Quentin? en ese caso ¿Por qué no se la llevó a ella? lo cual hacía que se plantease si realmente la quería.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta que llevaba un rato llorando.
Elizabeth podía entender que Quentin no quisiera cargarla de miedos, dolor y odio cuando apenas tenía siete años pero lo que no conseguía entender era por qué de mayor no le dijo la verdad. Tampoco sabía qué hubiera hecho al saberlo pero podría haberla buscado y averiguar sus verdaderos motivos, tal vez hasta tener una segunda opotunidad junto a su madre. Ahora ya no había nada que hacer y muchas dudas probablemente quedarían sin respuesta... Elizabeth había perdido a su madre dos veces.