Ahora, como les prometí hace un año, les traigo mi historia. Lo que tiene de especial es que los personajes son (en una gran parte) personajes de legacies.
Aviso que algunas historias van a verse algo modificadas porque si no no encajarían en este proyecto y sería un gran lío, así que me tomé la libertad de usar algunas cosas y dejar de lado otras.
Espero que lo disfruten

Índice
Capítulo 1: La Verdad
Capítulo 2: Una nueva oportunidad
I
La Verdad
Esta es una hermosa vista —pensaba Panic mirando el paisaje de Bridgeport desde el mirador.

Aquel lugar siempre lo inspiraba. El agua del océano, los árboles y los altos edificios convivían en perfecta armonía a pesar de ser tan opuestos.

Una llamada interrumpió su paz interior. Miró el teléfono algo extrañado. Era su tía Dollie. ¿Qué querría?

— ¿Hola? ¿Tía Dollie?
— Hola, querido Panic —respondió ella del otro lado del teléfono— ¿Cómo estás? Se te nota algo sorprendido.
— Sí, es que no me la esperaba. ¿Para qué me llamas?
— Tengo que decirte algo muy importante.
— Dímelo ahora.
— Ven a casa y te cuento. Es algo que no puedo decirte por teléfono.
— ¿Pero sobre qué es?
— Sobre tu hermana Irony. Ven rápido. Te espero.

La llamada se cortó y Panic se quedó pensando. ¿Qué cosas sobre Irony le diría? ¿Serían locuras? ¿O la pura verdad? Se subió al auto y condujo hacia su casa.

Nunca había ido a visitarla. Su vivienda le recordaba a una casa de muñecas, haciendo honor a su nombre. ¿Será igual de cursi e infantil por dentro? Tocó el timbre y su tía le abrió.

—Hola, Panic. Ven, pasa. He puesto la pava para el té.

Los dos se sentaron en los sillones. Ella estaba callada y él, algo impaciente por lo que diría, le preguntó:
— ¿Qué es lo que querías decirme?

— Bueno, yo… —Dollie no sabía cómo empezar. Todo aquello era tan importante y a la vez muy difícil de contar—.Recuerdas a tu hermana Irony, ¿no?

— Sí, pero no mucho —. A Panic le hubiera gustado conocerla un poco más. Ella era pequeña cuando él se fue al internado, y cuando regresó no estaba—. ¿Por qué lo preguntas? Ella está muerta. Se cayó en la piscina y se ahogó. Me lo dijo mamá.
—No puedo seguir guardando ese secreto. Necesito decírselo a alguien, y como tu made no me creería, te lo digo a ti.

— ¿Qué secreto? ¿De qué hablas?

— Lo… Lo de tu hermana no fue un accidente —tragó saliva y continuó—. Alguien la empujo para que cayera al agua. Yo lo vi con mis propios ojos.

— ¿Quién fue el que la empujó?
— Fue… Fue…
— ¡Dilo de un vez!
—Tu hermano Pain.

Inmediatamente se levantó, y como si le hubiera dicho que iba a casarse, se fue a la cocina silbando y feliz.
— ¡Oh! ¡El agua está lista! Ya regreso.

No, no puede ser. Pain jamás haría eso. No mataría a una mosca, yo lo sé —Se sentía algo decepcionado. Pensar que su hermano le haría daño a algún ser querido lo ponía muy triste.

Pasaron cinco minutos y su tía no volvía. Todo estaba en silencio y decidió ir a ver qué pasaba.
— ¿Tía? ¿Necesitas ayuda?

Pero lo que vio en la cocina era muy diferente a lo que esperaba.
— ¡Oh, por Dios! ¡Tía!

Dollie yacía sobre un charco de sangre en el medio de la habitación. ¿Quién lo había hecho?

Panic notó que alguien lo tomaba del cuello. Sentía su respiración en la oreja y luego el desconocido le habló:
— No te muevas hermano.

Oh, no. Pain había matado a Dollie como había jurado hacerlo si ella abría la boca. Y seguramente el próximo era él.
— Sea lo que sea, no lo hagas. Por favor, Pain.
El pelirrojo lo tomó del cuello y lo apoyó contra la pared, casi sin dejarlo respirar.
— ¡No me mates, hermano! ¡Te lo pido! ¡Éramos amigos! ¡Muy unidos!

—Usaste el tiempo verbal correcto. “Éramos”. Por golpear a mi mujer y “casarte” antes que yo para ganar una tonta apuesta, vas a terminar como esa muñequita que tenemos de tía y como la estúpida de nuestra hermana. Dile adiós a este mundo, Panic Goth.

— ¡No vas a matar a nadie, idiota!
Todo pasó muy rápido. De un segundo a otro, Panic caía al suelo y una mujer extraña golpeaba a su hermano en el estómago.

Pain quedó inconsciente, mientras el Goth de cabello blanco miraba la escena y luego a la joven que había salvado su vida.

Le parecía extrañamente familiar, y al reconocerla, exclamó:
— ¡No! No puedes ser tú. Tú estabas…
Cayó desmayado de la emoción. Ella miró a todos las personas del piso y piso y pensó:
— Genial… Ahora me toca limpiar.

Este capítulo está dedicado a Mexe
