Aquí llega el capítulo 12. Espero que os guste y lo disfrutéis, además de sacar en claro algunas cuestiones más...
Os comento, también, que sólo los más perspicaces podrán hilar algunos detalles que he dejado caer
Saludos!
- Capítulo 12 -Después del ataque de celos de Fiona que había tenido lugar esa tarde, el grupo de amigos se fue del Giordanno´s para evitar más miradas incómodas de las que varias mesas les habían dedicado durante el suceso, y decidieron ir a tomar un helado juntos.
- Yo prefiero irme y descansar un poco, me hace falta… - comentó Fiona bastante desganada.
- De acuerdo, entonces te llevo a casa y nosotros seguiremos un rato más… - dijo Albert mientras masajeaba el hombro de su hermana intentando tranquilizarla más.
Ésta asintió con cara de tristeza y Stephan aprovechó la ocasión…
- ¡Fiona! – exclamó el chico llamando, esta vez con éxito, la atención de ella
– ¿Te parece si te acompaño yo a casa dando un paseo? – preguntó con cara de ilusión evidente.
- ¿Y qué te hace pensar que voy a acceder? – dijo ella con su típico tono desagradable en la voz.
El chico se quedó algo cortado pero volvió a intentarlo…
- Porque... Soy tu amigo y me gustaría verte más animada. Dar un paseo hasta casa seguro que te va a venir bien para encontrarte mejor… - insistió.
- Opino como Stephan, un paseo siempre ayuda a despejar la mente y sentirse más tranquila… - dijo Anne intentando animar a su amiga al tiempo que Albert asentía mirando a Fiona.
- Pues ve tú también dando un paseo, Anne – la instigó Rose intentando sacudírsela de una vez… Había estado toda la tarde hablando con Albert y por increíble que fuera le quitaba cierto protagonismo respecto a él.
- Anne ha dado la idea de ir a tomar unos helados, no creo que quiera irse a casa… - le cortó Albert inesperadamente
– Se me ocurre que podríamos ir los tres juntos a tomar un cucurucho… ¿Qué os parece chicas? – dijo Albert algo insinuante arrullándolas a la vez y con el típico gesto lascivo que solía poner cuando alguna cochinada se le pasaba por la cabeza...
- Entonces, Fiona… ¿Das un paseo conmigo a casa? – repitió Stephan captando nuevamente su atención.
Fiona se quedó por unos segundos más pensativa, todavía dudosa, pero finalmente accedió
– De acuerdo… Si insistes… - dijo esta vez con voz más agradable y hasta dejando entrever una leve sonrisa asomando en sus labios, cosa que animó a Stephan.
- ¡Pues no se hable más! Vámonos… - dijo éste satisfecho andando tras ella, que ya había iniciado el paso.
*******Tras aproximadamente unas seis horas de viaje, llegó a Twinbrook, su ciudad natal.
«¿Cómo estará la tía?... La pobre, aunque siempre me intenta tranquilizar por teléfono diciéndome que bien, sé que se siente sola cuando no estoy aquí...» se dijo David.
Ya había oscurecido y la ciudad lucía tan bonita como siempre.
El otoño estaba entrando y el suelo comenzaba a verse cubierto por ocres hojas caídas de los árboles.
La verdad es que echaba de menos esa sensación de libertad que le proporcionaba el no estar junto a Fiona...
Pobre chica... Debía solucionar esa situación, pues no iba a sostener una mentira con la que sólo conseguiría hacerle daño.
No era correcto mantenerla así. Ella sentía mucho más por él que él por ella, y eso lo tenía claro.
Abrió la puerta de su casa haciendo bastante ruido para no asustar a su tía, aunque ella ya sabía que estaba al caer.
A quien se encontró primero fue a Remmy, su pequeña felina que retozaba a gusto en la alfombra del pasillo.
Un maravilloso olor flotaba en la salita y provenía de la cocina…
Dejó su mochila en el suelo y se dirigió hacia allí para saludarla.
- ¿Tía Susan? ¿Tía? – exclamó David con voz alegre mientras la sorprendía cocinando una de sus recetas favoritas.
- ¡David! – gritó ésta mientras se volteaba con gesto ilusionado y se dirigía a los brazos de su sobrino, dándole un fuerte achuchón.
- ¿Cómo estás? – dijo él.
- Estoy muy bien, ya sabes que yo siempre ando de aquí para allá y aunque tú no estés en casa no estoy sola… Precisamente he pasado el día con Dorothy y Ashley en la playa… – le contó.
- Me alegro de volver a estar en casa, tía - le dijo besándola en la mejilla.
- ¡Pero deja que te vea! – exclamó ella
– Estás más delgado… ¿Seguro que has estado comiendo bien este verano? – se preocupó.
- Sí tía, no te preocupes… Por cierto, huele maravillosamente. Cuántas ganas tenía de hincarle el diente a una de tus comidas… - comentó él echando un reojo a la tabla de la encimera.
- Ve a darte una ducha y cuando salgas estará listo. Mientras yo te guardaré las cosas en tu cuarto y te prepararé sobre la cama la ropa limpia… - recomendó Susan a su sobrino
– Tenemos que hablar sobre todo lo que has hecho este verano en Bridgeport… - ultimó guiñándole un ojo.
David se echó a reír y le hizo caso.
- Sigues tan cotilla como siempre, ¿eh? – le dijo devolviéndole una mirada de complicidad y se fue a la ducha.
*******Su paso era acelerado al principio, y casi le dejaba atrás.
Parecía estar enfadada con él, y esto siempre le hería profundamente, pero la quería tanto que el orgullo no tenía cabida cuando estaba con ella.
- ¿Por qué corres tanto? Dar un paseo es ir andando más tranquilamente… - comentó él.
Fiona, al escucharle, pareció reaccionar y desacelerar la marcha, pero sin tan siquiera mirarle.
Tras unos cuantos pasos, Stephan consiguió ponerse a la altura de ella y empezó a entablar conversación…
- ¿Estás mejor? – se preocupó por ella.
- Sí. Ya se me ha pasado. Ha sido una tontería por mi parte haber liado semejante escándalo… - dijo Fiona presumiblemente arrepentida.
- Tampoco ha sido para tanto… Quiero decir que, te comprendo perfectamente y sé por qué lo has hecho… - comentó él intentando demostrarle empatía.
- ¿Ah, sí? ¿Y por qué, según tú, lo he hecho? – le preguntó con cierto tono defensivo deteniéndose en seco.
- Es muy sencillo. David no te merece y no es digno de estar a tu lado. No te valora todo lo que te mereces, y tú te das cuenta de eso pero no quieres reconocerlo. Y eso te hace explotar a la mínima… - le dijo Stephan desahogándose a la vez que temía que ésta se pusiese hecha una fiera, pero debía ser sincero con ella y decirle lo que opinaba.
Imprevisiblemente, Fiona no se encrespó ni le gritó, sino que se quedó quieta, como en shock, mirándole con los ojos brillantes y sin decir ni media palabra…
- Fiona. Sabes que puedes confiar en mí… Nos conocemos de toda la vida y… Creo que ha llegado la hora de decirte algo… - susurró él con cierta indecisión.
– Dime… - dijo ella dedicándole soberana atención.
- Verás… No quiero que te lo tomes a mal… Ni que cambies tu actitud hacia mí… Pero quiero ser sincero y… Te-te amo y vivo por una mirada tuya… - le confesó finalmente.
Entonces, Fiona miró hacia el suelo y se aproximó muy lentamente a él, hasta sentir que ambos cuerpos estaban pegados. Entonces, cerró los ojos apoyando su cara y sus manos en el pecho de Stephan.
“Estoy soñando… Esto no es cierto…”, pensó él, al tiempo que la correspondía con un tierno abrazo.
En ese instante, ella alzó el rostro y acercó sus labios a los del chico, que se derretiría de un momento a otro por la situación.
- ¿Sabes una cosa Stephan? Eres el primer y único hombre que me dice eso… Él jamás me lo ha dicho… - le susurró con gesto desilusionado.
Stephan no se lo pensó y se atrevió a besarla y ésta se mostró totalmente receptiva…
*******- ¿Ya está Laura echándole el ojo a uno y apenas acabamos de llegar? - escuché preguntar retóricamente a una voz de chica joven.
Me reí mirando de refilón la escena y ciertamente no era nada a lo que no estuviésemos ya acostumbradas, no sé por qué la buena de Antonia se extrañaba tanto. Si total, Laura siempre se comportaba así…
Era la típica chica guapetona que se los llevaba a todos
“de calle”.
- Antonia, siempre estás igual… Déjala que haga lo que quiera, no sé por… ¿Qué?… - comenté alzando la mirada hacia donde estaba Laura esta vez fijándome más en quién era su presa y acabé titubeando lo que iba a decir sin terminar de vocalizarlo hasta el final.
- ¿Qué te pasa, Beatrice? – le oí interrogarme.
- N-nada… - le contesté parpadeando y retirando la vista para evitar seguir mirando a ese chico.
No distinguía lo suficiente su cara pero tenía la fuerte sensación de que sentía algo especial por él y que le conocía perfectamente, como si ya lo hubiese visto antes y mi interior me gritase que era mío…
"Pero qué tonterías eran esas", pensé… Yo solo estaba aquí para un intercambio de dos meses y volverme a mi tierra.
- ¡Mírala! ¡Se le ha enganchado del cuello directamente! – exclamó Antonia otra vez llamando mi atención.
Lo cierto es que por alguna razón, me picaba la curiosidad y me venían unas ganas terribles de ir hacia allí y apartarla de él.
Al mismo tiempo notaba cómo se me revolvía el estomago...
- ¡Estoy harta de sus aires de superioridad! Nosotras también valemos lo nuestro, y ahora se lo vamos a demostrar… - dijo Antonia cogiéndome del brazo y dirigiéndose hacia donde ellos estaban.
- Pero… ¡¿Qué haces Anto?! – escruté ya frente a él bajo la estupefacta mirada de Laura...
- ¡Hola! Mi nombre es Antonia y… ella es… - se dirigió a él decidida.
- Me llamo Beatrice. Un placer… - susurré con bastante vergüenza.
*******En ese instante, me desperté entre las sombras de mi habitación.
Tenía la sensación total de que conocía a esa tal Laura y a Antonia, y sobre todo a él, pero extrañamente su nombre no aparecía en el sueño y tampoco su rostro aunque sin verle tenía claro que le identificaba con alguien importante en mi vida.
Era raro pero… Antonia me llamaba Beatrice... Ahora sí estaba algo más segura de que no se trataba de un sueño sino de un recuerdo soñado, como lo llamaba Leo, y que posiblemente mi nombre era ese en realidad…
Por otro lado, la escena se desenvolvía en un supuesto intercambio universitario... Pensar en todo esto era un quebradero de cabeza inútil. Hasta aquí, ¿qué parte era realidad y qué parte era mentira?
Mejor era no pensar en ello, pues no llegaría a ninguna conclusión...
Aún así, quedé unos minutos más intentando rememorar cada detalle del sueño, aferrada a él como a un clavo ardiendo para intentar desgranar algo más sobre mi misteriosa realidad, pero ninguna imagen más vino a mi mente...
Suspiré desganada mientras volvía a recostarme en la cama, con la piel fría y algo sudorosa y esa típica sensación extraña que solía acompañar a los pocos recuerdos que había tenido desde mi aparición.
Intenté de nuevo conciliar el sueño mientras me acurrucaba entre las sábanas y, aunque difícilmente, conseguí relajarme y volverme a dormir.
*******Aquella noche no podía conciliar el sueño... Se tiró varias horas pensando en todo lo que había hecho ese verano en Bridgeport, en sus estudios, Fiona, los chicos, en su tía y su madre, y como colofón, en la misteriosa desconocida... En ese momento en que sus manos se habían rozado ligeramente y lo que notó.
No entendía aquella
“obsesión” con aquella joven a la que no conocía de nada, y no sabía ni qué era exactamente lo que sentía por ella. Parecía compasión, a la vez que un fuerte deseo de protegerla, incluso cierta atracción… Era todo muy extraño para él, pues nunca antes había sentido nada igual por nadie…
¿Sería precisamente eso a lo que llamaban “amor a primera vista”? pensó mientras apagaba la luz y entrecerraba los ojos para intentar dormir.
Tras varios minutos, cuando ya casi se había dormido, se despertó sobresaltado.
Se incorporó rápidamente y fue en busca de su mochila. Buscó en uno de sus bolsillos muy insistentemente pero ahí no había nada… Alzó la vista al frente, mirando al vacío de su habitación intentando recordar el momento en que
lo metió precisamente en ese compartimento.
“Tía Susan lo habrá cogido. Seguro que mañana tengo un buen repertorio de preguntas esperándome…”, sonrió mientras dejaba la mochila en su sitio y volvía a su cama.
El verano había terminado, y el frío por las noches ya se iba notando… Se tapó con su cálida colcha y consiguió dormirse finalmente...
*******
Estaba recostado en uno de los sillones mientras divisaba las lucecitas de la ciudad a través de la gran ventana, cuando el timbre de la puerta sonó.
Se levantó y fue a abrir decidido.
La estaba esperando…