Gracias a ambas por animarme con mi historia.
Aquí traigo el capítulo 1. Espero que os guste... Y no dudéis en comentar!
Saludos!
- Capítulo 1-El ensordecedor ruido de un motor retumbaba en mi mente, haciéndose eco hasta conseguir despertarme gradualmente de mi desagradable y cíclico sueño, pero el peso de mis párpados era superior a mis fuerzas para poder abrir los ojos. Tenía bastante frío y me sentía incómoda y entumecida.
Intenté moverme pero me dolía todo el cuerpo, y en la cabeza, parecía como si miles de agujas se me estuviesen clavando en las sienes.
Conseguí medio incorporarme pero recaí mareada, dándome un cabezazo contra la tierra mojada, que, a juzgar por su textura y olor, debía ser fango o cosa parecida.
Poco a poco fui intentando tomar conciencia de dónde podía encontrarme. Así, al contacto de mi piel con el suelo noté que parte de mi cuerpo parecía estar en un charco, pues algún líquido me cubría de cintura para abajo. Saboreé tímidamente mis labios para comprobar que era agua, y además, poco salobre.
Comencé a palpar mi cuerpo con las manos temblorosas. Así, comprobé que no llevaba ningún tipo de vestidura o prenda que cubriese mi torso, ni tan si quiera mis piernas… Me hallaba desnuda completamente, además de estar llena de heridas y desgarros que iba descubriendo a medida que me tocaba inspeccionando mi piel.
“¿Qué me ha ocurrido?” me pregunté desconcertada…
“¿Qué hago aquí? ¿Quién soy?” No recordaba mi origen, ni a mi familia… ni siquiera mi nombre. Y cuanto más pensaba, más me angustiaba...
Escalofríos seguían apoderándose de mi cuerpo y, arrastrándome, intenté salir del barrizal maloliente.
Además, por momentos me costaba respirar, y, apenas realizaba un leve esfuerzo para moverme, mi pecho se atosigaba.
En ese instante, empecé a percibir un leve murmullo de voces que provenía de más lejos y que parecía ir acercándose a mi localización.
Intenté abrir los ojos para mirar si había alguien a quien pedir ayuda, pero no logré atisbar nada, mis ojos estaban completamente cerrados a causa de la hinchazón que sufrían.
En ese momento comencé a darme cuenta de cómo el ruidoso motor pasaba a un segundo plano para conseguir centrarme en varios sonidos distintos, próximos a mi situación.
Coches circulando, grillos chirriando, y... voces, varias voces masculinas próximas a mi… Empecé a comprender lo que decían, a pesar de no estar a mi lado, e identifiqué a varios individuos, que por su forma de hablar debían ser jóvenes. Además, quedé segura de que uno de ellos estaba en estado de embriaguez...
- Vamos a echar una meada que voy a explotar colega... - le entendí
– Mi hermana está loca por ti macho, pero desde siempre ehh… ¡Vamos, que no es de ahora…! - reía sin vocalizar muy bien sus palabras
– ¡Se derrite!¡Se derrite!... Cada vez que te veeeee... – canturreó con mal gusto
– ¡Así que ya sabes...! - terminó al tiempo que se escuchó un chasquido de dedos.
- Jajajaja – se rió escandalosamente otro sobresaltándome.
Era sorprendente que no pudiese ni abrir los ojos y sin embargo tuviese el sentido del oído tan agudizado... pero en ese momento, casi preferí no ser consciente de lo que escuchaba... Se me acercaban dos hombres como cubas y diciendo barbaridades...
- Entonces, cuéntame. Tras unos meses de rollito ¿qué?... ¿Hay lío o no hay lío?... – volvió a intervenir el primero mientras detecté un sonido de cremallera.
- Tío, tú estás mal ehh, parece mentira que siendo tu hermana me preguntes esas cosas… - respondió el aludido
– Fiona… está bien… es lo único que te puedo decir… - ultimó una tercera voz, sin dar detalles una vez más, por lo que deduje que en vez de dos había tres chicos.
- ¡Coño! ¡Pero qué…! ¡¿Qué es esto?! – dijo el segundo bastante soliviantado, ya muy cerca de mí.
- ¡No jodas, tío… Que me has cortado la meada! ¡Es una sirena de río, ¿no lo ves?! – soltó entre risotadas el más achispado
– ¡¿Se te ha escapado de la piscina del laboratorio, David?! - se jactó de nuevo.
- Dejaos de tonterías... Sobre todo tú, Albert... Esto parece serio... - recriminó al más ebrio
- ¿Estará viva? – se preguntó en voz alta a la vez que se agachaba para cogerme de la mano, quizás para tomarme el pulso.
En tal momento me tranquilicé, pues por lo visto había uno de ellos con algo de sentido común...
- Me da grima. No la toques mucho David… Es muy raro… Imagínate que se tiró desde el puente en un intento de suicidio o igual es un extraterrestre que ha venido a la Tierra a sembrar el pánico... Mírala, no se le ve ni la cara, toda embarrada... ¡Pero si está en pelotas! – exclamó el tal Albert.
Intenté decirles que me encontraba fatal, que apenas podía respirar y que alrededor, todos los sonidos retumbaban en mi cerebro diez mil veces. Pero mi esfuerzo fue en vano, pues me encontraba exhausta y solo conseguí balbucear sonidos sin sentido.
- ¡Está viva! Y eso es lo que importa… Deberíamos avisar a un médico o una ambulancia… - insistió el que pude identificar con el nombre de David, y el más sereno.
- ¿Me estás vacilando? ¡Yo soy su médico!… Te recuerdo que me licencio el curso próximo… - dijo Albert, esta vez intentando aparentar solemnidad.
- Albert, tú no estás en condiciones de diagnosticar nada ahora mismo, tío… Y menos sacándote la carrera a golpe de talonario... Déjate de rollos y vamos a llevarla a un hospital… - le respondió David, mientras noté cómo sus cálidas manos me incorporaban y me entrelazaban a él, asiéndome fuertemente con sus brazos a la vez que me recostaba en su pecho.
Al establecer tan estrecho contacto, fue inevitable percibir su olor, el tacto de su piel, su corazón latiendo acelerado... Me aferré a él con la poca fuerza que tenía, y, acurrucándome entre sus brazos, intenté una vez más abrir los ojos para verle el rostro, pero continuaba sin poder hacerlo, los tenía demasiado doloridos.
Acto seguido, los otros debieron echarme alguna prenda de ropa por encima para cubrirme… y esto me hizo entrar aún más en calor.
Traté de tranquilizarme ahora que me sentía protegida en manos de un extraño que inexplicablemente me resultaba muy familiar. Y más allá de todo lo que sentía en ese momento, era él quien me profesaba tranquilidad y confianza.
Quizás era lógico que me sintiese así, después de todo, fue él quien me prestó su ayuda y me sacó de la nefasta situación en que me encontraba. Podía decir que era mi «héroe».