Muy buenas tardes a tod@s!!
Lo primero, desearos una Feliz Navidad y un buen año venidero 2014!
Y ahora os presento el capitulo 4 de Reminiscencias del futuro. Espero que lo disfrutéis leyéndolo tanto como lo hago yo escribiéndolo.
Un saludo!
- Capítulo 4 -Después de estar llorando durante algunos minutos, Fiona no era capaz de asimilar que una simple desconocida, y en su estado, hubiera echado todo a perder.
Estaba convencida totalmente de que su novio, inexplicablemente, sentía algo especial por ella.
“¿Cómo es posible que le haya gustado la tía esa?” se preguntó en silencio
– Es imposible… ¡Si es un monstruo! – dijo esta vez hablando en alto.
“Y encima Albert siguiéndole el rollo…” pensó dolida con su hermano
- ¿Y qué pasa conmigo? ¿Acaso no le importo a nadie? – sollozó ahogando su lamento con la cara hundida en la almohada, a la vez que la impotencia que sentía se apoderaba una vez más, tal y como siempre solía pasarle.
En ese momento, sonó el teléfono que tenía sobre la coqueta… Se incorporó rauda y repentinamente, hasta dejó de llorar...
Quedóse sentada sin reaccionar durante algunos segundos, hasta que, finalmente, se acercó para ojear la pequeña pantalla que éste tenía en la base llevada, por un momento, por la idea de que quizás podría ser David para disculparse, pero vio el nombre de su amiga Rose reflejado…
Se secó las lágrimas y suspiró con paciencia al tiempo que recogía el auricular del aparato y se lo acercaba al oído...
- Dime... Rose – contestó, simulando tranquilidad.
"Hola Fio… Te quería preguntar… Al final ¿Qué pasó anoche? ¿Tu hermano se fue directo a casa?"- Sí, ¿por? - dijo sin tener verdadero interés por la respuesta que le fuese a dar su amiga.
"Ahh, vale. Oye… Cambiando de tema... Me ha dicho Anne que ha visto a David hace como una hora saliendo de su casa ¿No se quedó al final a dormir en la tuya?"- Pues… no… - volvió a hablar sin ganas de pensar en lo que decía. Rose tenía la «virtud» de dar donde más dolía... Cualquiera diría que sabía lo que había pasado...
"¿Te ocurre algo? Te noto rara..."- No te preocupes más por mí y ocúpate de ti. Mi hermano ha ido al hospital a interesarse por la moribunda que encontraron anoche en el río. Al parecer, la "chica-monstruo" los tiene encandilados. ¡A ambos! Y no sé si también habrá ido Stephan… - dijo perdiendo la paciencia.
"No creo, chica. Supongo que se habrán quedado preocupados al verla tan grave… Es más, deberíamos ir nosotras también…"- Mmmm… Puede que tengas razón… - asintió Fiona quedándose en silencio por unos instantes pensando...
- Voy a recogerte a tu casa y nos pasamos por el hospital ¿ok? - planeó en ese momento.
"Ok, te espero..."Entonces, colgó el teléfono y quedó reflexiva durante unos segundos.
- Tengo que hacer algo para conseguir que se centre de nuevo en mí… Y por supuesto no voy a dejar que esté con ella sin mí delante... - musitó apretando las mandíbulas.
Tardó poco en pintarse los labios y dispensarse unas gotitas de perfume.
Acto seguido, bajó con impaciencia al salón.
- ¡Judith, vuelvo luego… Bye, bye…! – se despidió también a gritos sin ni siquiera saber que su madre no se encontraba en casa, y salió por la puerta.
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- ¿Qué le has hecho a mi hermana? La vi muy afectada cuando se cruzó conmigo por la escalera… - preguntó Albert a su amigo.
- Pues nada… Sólo le he advertido que no me gustan sus celos obsesivos, me agobian, tío… – le explicó David entrando al coche.
- Te digo una cosa ehh,… Fiona es un partidazo… Guapa, buen cuerpo, heredera de una gran fortuna… Un hermano estupendo y fantástico… ¿Qué más quieres? – dijo Albert en un tono cachondo que no pegaba nada con el gesto de advertencia que le hizo mientras se lo decía.
Entonces calló por unos segundos mientras esperaba a que la verja comenzara a abrirse para salir con su Ferrari.
- Lo sé, pero de verdad… Yo no me guío por cosas tan superficiales como esas… No te voy a negar que tu hermana me gusta bastante, pero tampoco estoy enamorado de ella... Y unos celos tan fuertes como los suyos lo único que hacen es apartarme poco a poco de su lado… – dijo con franqueza.
- Venga ya... Enamorarse, casarse, tener hijos... Yo no me planteo esas bobadas ni por asomo. ¡Solo pienso en una cosa...! - exclamó sin especificar más.
- ¿En el alcohol? - bromeó David sarcásticamente.
- A buen entendedor, pocas palabras bastan... Pero evidentemente, tú no eres buen entendedor... Vives en tu mundo de fantasía corriendo enamorado tras hadas mágicas... ¡Y en tu laboratorio! - bromeó Albert
– Y para demostrarte de qué estoy hablando, voy a empezar por la “sirenita de río”... Eso si sobrevive… - puntualizó levantando las cejas con gesto convencido
- Después de todo, sólo estaba rasguñada y con los ojos hinchados como balones de fútbol, pero lo demás era una maravilla... - dijo dándole el visto bueno a la desconocida.
- Pues sí que te fijaste bien... Lo que me extraña es que te acuerdes, yendo como ibas... - le chinchó David.
- ¡Hombre! Yo estoy siempre alerta... ¡Y acechando! - exclamó.
- Madre mía, y luego me extraño de los celos de tu hermana… Si estáis los dos enfermos… - dijo negando con la cabeza.
- Lo que tú digas, pero te advierto que nada llega si no sales del cascarón... Hay un paraíso de chavalas esperándote fuera del laboratorio, pero cuando te des cuenta, quizás ya sea tarde... – le advirtió entre risas.
- A veces me pregunto cómo puedo seguir siendo tu amigo... – guaseó David.
- Sí, sí… pero esa hembra es mía – enunció Albert de nuevo, convencido
– Y mi plan comienza ahora mismo… ¿Qué mujer se resiste a un bonito ramo de flores? – preguntó mientras cambiaba de dirección para acercarse a la floristería de la Gran Plaza de Bridgeport.
- Vaya, sí que te ha dado fuerte… - chismeó David con voz leve.
- Me encantan las experiencias fuertes... Y los retos son mi especialidad... - dijo Albert saliendo del vehículo para acercarse a la floristería.
Una vez hubo comprado el ramillete, se dirigieron hacia el hospital pero, al llegar, se toparon con más gente de lo habitual en los alrededores de la zona de entrada al parking, encontrándose casi obstaculizada.
Advirtieron, además, la presencia de periodistas y cámaras de televisión.
- ¿Pero qué coño es todo esto? - cuestionó Albert mientras conseguía abrirse hueco y estacionar.
Salieron del coche y se encaminaron hacia la puerta de entrada. A medida que se adentraban entre la gente iban escuchando los comentarios que hacían sobre lo que estaba sucediendo.
«Por lo visto, se ha encontrado a una chica medio muerta en el río y no se sabe quién es ni qué le ha ocurrido, y los medios se han hecho eco rápidamente para ver cuál de ellos da la primicia...» narraba una señora a un chico tras una cámara de televisión.
Ambos chicos se miraron...
- Ha sido Stephan, fijo - dijo Albert a la vez que David afirmaba con la cabeza.
- ¡Pero mira que le gusta sacar provecho a todo lo que sucede en esta ciudad! – se indignó Albert.
- Bueno, entremos sin entretenernos que ya llegamos tarde según el horario que nos dijo anoche la enfermera... A ver cómo ha evolucionado y qué nos dice el médico - propuso David.
De pronto, una mano sujetó el hombro de éste y tiró de él bruscamente hacia atrás…
- ¡Es él! ¡Fue quien la encontró! – alertó Conrad, padre de Stephan, alzando la voz a un chico con una grabadora en la mano que tenía el logotipo de su canal de televisión.
Mientras, le agarraba para evitar que se escapase sin soltar información, varios micrófonos le asaltaron rápidamente con mil preguntas…
"¿Dónde estaba cuando la encontró? ¿En qué estado se hallaba? ¿Sabe algo de su estado de salud? ¿Es cierto que estaba totalmente desnuda? ¿Cree que se intentó suicidar? ¿Algún familiar ha reclamado su desaparición?..."Le llovían de todos lados...
- Yo no sé nada más de lo que vosotros sabéis - dijo apartando la mano de Conrad y dándole la espalda, no sin antes echarle una mala mirada.
- Vamos para adentro - dijo Albert mientras lograban entrar y llegar a recepción.