Hola, hola!
Estoy de nuevo por aquí con capi nuevo. Espero que lo disfrutéis.
Saludos!!
- Capítulo 9 -Leo abrió inesperadamente la puerta de la habitación sosteniendo algo voluminoso con vivos colores entre sus manos.
- Tal como te prometí, estoy aquí para llevarte de crucero por la realidad... - me dijo entregándome lo que portaba.
Pero... ¿Qué significaba eso de realidad exactamente? pensé por unos instantes...
- ¿Qué es esto? - le pregunté sorprendida mientras lo palpaba intentando adivinar de qué se trataba.
- ¿Acaso crees que vas a ir a almorzar a uno de los restaurantes más concurridos de la ciudad con el pijama y las zapatillas del hospital? - bromeó.
Sonreí y empecé a tocar el borde de lo que parecía ser un paquete. Así que lo abrí retirando la tapadera.
Introduje mis manos en su interior y me ilusioné al notar que contenía ropa y unos zapatos. Su tacto era delicado y suave y su olor a nuevo muy agradable.
- O te la pruebas o no llegamos a comer... - comentó Leo mientras salía de la habitación
- Por cierto, bajo todo eso hay también ropa interior. Avísame cuando pueda entrar - ultimó cerrando la puerta.
Me quedé por unos segundos dubitativa pensando si sería capaz de vestirme yo sola correctamente.
Entonces, me desprendí del pijama hospitalario y empecé a ponerme la ropa interior, las medias y por último los tacones, que por cierto eran bastante altos y dudé si podría andar con ellos.
Hasta ese momento, manejarme por mí misma me resultó bastante sencillo. Lo relativamente difícil llegó al intentar vestirme...
Palpé la ropa para encontrar alguna etiqueta que me guiase de por dónde podía meter la cabeza, pero no hallé ninguna.
Esa tela tan resbalosa… No sabía por dónde empezar y mi torpe vista no me ayudaba.
Al principio, me planteé todo como un juego que Leo me proponía indirectamente, en el que le demostraría cuán de independiente era, pero tras un rato de lucha con ese vestido, me rendí...
- ¡No puedo! - resoplé un poco harta, al verme incapaz de ponérmelo sin pensar que lo hacía mal...
En ese momento tocaron a la puerta y acto seguido entró él…
- ¿Ya estás lista? - preguntó
- Upss, perdón... No pretendía... ¡Ya me salgo! - quiso excusarse mientras yo le miraba algo confusa.
- ¡No! No importa... - le dije dirigiendo mi vista a otro lado
- Por favor, dime por dónde se pone esto - le pregunté sin importarme que me viese así.
Si total, medio hospital me había visto ya desnuda el día que me ingresaron, y suponía que él también. No se iba a asustar ahora por verme en ropa interior…
Él quedó callado por unos segundos y se acercó finalmente a mí...
- Te has puesto al revés el sostén - me susurró
- No saldremos de aquí hasta que tú misma te vistas... - pareció exigirme
- Te daré una pista... El vestido se abrocha por delante con un clip metálico. Busca las mangas... - comentó antes de volver a salirse de la habitación.
Todas las propuestas de Leo habían sido agradables hasta el momento, pero esta empezó a no gustarme tanto...
Me quité el sostén y le di la vuelta para ponérmelo de nuevo, esta vez del derecho, y seguidamente palpé el clip metálico del vestido.
Sin saber bien cómo lo hice, esta vez pareció encajar en mi cuerpo.
- ¡¿Leonardo...?! - exclamé para llamarle esperando que me diera cualquier otra regañina por ponérmelo mal.
Entró en seguida y se me volvió a acercar...
- Estás perfecta... - dijo mientras me percaté de que evitaba mirarme demasiado rato.
Se dirigió hacia la caja donde había traído todo y escuché cómo trasteaba algo dentro de ella, entonces, se acercó de nuevo a mí.
Sostenía en sus manos algo brillante que insertó en ambos lóbulos de mis orejas. Después, me prendió un collar al cuello.
Pude notar una vez más sus suaves manos tocándome de tal manera que sentí cierta excitación... y eso me preocupó... ¿No estaría enamorándome de mi médico? Me lo negué a mí misma rotundamente, intentando centrar la atención en qué seguiría...
- Ahora mismo vuelvo - siseó y salió unos segundos.
Acto seguido, entró una chica a la habitación saludándome. En ese instante me quedé algo cortada y Leo me explicó...
- Ella es peluquera, y se va a encargar de ayudarte con el peinado y el maquillaje. Espero que no tardes demasiado... – se dirigió a ella
- La clienta no necesita mucho para resaltar entre la multitud... - dijo a mi lado al tiempo que acariciaba mi mejilla, y su cumplido me halagó bastante.
La chica empezó a trabajar en seguida. Me cortó algo el pelo y lo moldeó con el secador, después, prosiguió maquillando mi rostro. Y lo hizo todo muy rápido. Se notaba que tenía bastante práctica en su trabajo.
Mientras ella trabajaba, yo pensaba en Leonardo… Desde luego había pensado en todos los detalles y seguramente se habría gastado una buena cantidad de dinero en aquello. ¿Por qué lo hacía…? ¿Tanto le interesaba mi caso?...
Entonces me incliné a pensar que todo lo que él decía y hacía era porque quería ayudarme a adquirir la seguridad que mi falta de memoria, e incluso de visión, me arrebataba cada día.
Cuando hubo terminado la chica, salió como había entrado, despidiéndose de mí agradablemente y de Leo que ya entraba de nuevo en la habitación.
- ¿Estás lista? - me preguntó al tiempo que pude darme cuenta de que me estaba sonriendo.
- Sí... Pero... Leo, ¿se me ven las heridas por todas partes? - me interesé, pues me daba algo de vergüenza salir llena de magulladuras visibles.
- Tan solo se aprecian un poco las de la cara, pero están bien curadas y cicatrizando perfectamente... Apenas se notan, no te preocupes... - me explicó notando mi apuro.
Entonces, llevó mi mano a su brazo, como solía hacer todas las tardes para bajar al jardín, y salimos de la habitación.
- ¡Qué guapa vas! - identifiqué a Caroline, quien siempre me traía el almuerzo.
- Gracias - respondí sonriente aunque algo vergonzosa...
- Hacéis buena pareja, Leonardo... - comentó otra a quien no reconocí.
- No le hagas caso a esa... Es una cotilla... - me susurró él al oído despertando en mi una sonrisa.
Salimos del edificio, finalmente, tras varios minutos andando por su interior.
Yo me sentía contenta y a la vez muy nerviosa. El momento de enfrentarme al mundo fuera del hospital había llegado y me producía cierto temor. Miedo a no saber actuar correctamente en determinadas situaciones, y a decepcionar a Leonardo...
Me ayudó a meterme en su coche y cerró después cuidadosamente la puerta. Acto seguido escuché cómo entraba por el otro lado.
Me ayudó a ponerme el cinturón de seguridad y él hizo lo propio para automáticamente poner en marcha el motor.
Volvía a sentirme fuera de lugar, desorientada, pero me dejé llevar, pues confiaba en él totalmente.
*******
Corrió lo más veloz que sus piernas le permitieron. Se sentía como un preso escapando de su represión, liberado por unos instantes mientras duró la obcecación que durante los primeros minutos le había inundado.
Mas, a pesar de ir desapareciendo gradualmente esta ofuscación y tomar conciencia de lo que estaba haciendo, no aflojó la marcha… Tenía que saber de esa chica como fuere, o no se iría tranquilo…
Llegó al hospital sin aliento y entró directo a admisión para preguntar por ella.
- ¿Es un familiar suyo? – le interrogó la enfermera.
- No, no lo soy… - contestó David respirando aún atosigado
– Soy quien la rescató del río y al menos quisiera saber cómo se encuentra o si ya han dado con algún familiar suyo… - dijo esperando con ansia una respuesta positiva.
- Está mucho mejor, casi recuperada diría yo… Así que tranquilícese – le exigió.
- ¿Puedo verla? – se atrevió a solicitar…
- No es posible… Pero puede venir más tarde… Ahora mismo no se encuentra en el edificio pues se la han llevado a realizarle unas pruebas… - le respondió.
David se retiró del mostrador con gesto dudoso… “¿Qué tipo de pruebas le irán a hacer que no se las hacen en el mejor y más importante hospital de Bridgeport?” se preguntó. Era evidente que por alguna razón el médico jefe no quería que nadie la viese a no ser que fuese un familiar, y él no era Albert Feller para sobornarla...
- M… Muchas gracias… - se despidió educadamente dándose la vuelta para salir del edificio.
Anduvo lentamente decaído rumbo a la estación cuando se le ocurrió mirar su reloj… Si no se daba prisa llegaría tarde para coger el metro, y no salía otro hasta el día siguiente…
Viendo que finalmente no tenía posibilidad de verla corrió de nuevo hacia la terminal.
Una vez que llegó allí, observó que Fiona le esperaba sentada en un banco con gesto contrariado y la vista perdida hacia los raíles.
También tenía su bolso al lado… Había salido tan desesperado que se había olvidado de cogerlo.
- ¿Se puede saber a dónde has ido tan enloquecido? – dijo exigiendo una respuesta convincente por parte de su chico.
- He… He tenido que ir un momento a casa para recoger algo que se me había olvidado... – le mintió.
Ella quedó mirándole con un gesto que decía “
no te creo” al tiempo que negaba indignada moviendo la cabeza.
En ese momento sonó el aviso de la inminente salida del metro hacia Twinbrook y David recogió su mochila del banco. La miró evitando sus ojos y la abrazó.
Ella buscó sus labios para darle un beso que duró un segundo, pues él se retiró acto seguido para meterse en el metro.
Fue hacia el rincón menos concurrido que pudo encontrar y no quiso mirar ni por la ventanilla. Deseaba enterrarse en el fin del mundo… ¿Cómo podía haber sido tan tonto de no ir a ver a quién le ocupaba el pensamiento día y noche desde que la había recogido de aquellas aguas?...
Pero ya era tarde para reprocharse nada…
*******
- ¿Ya se ha marchado? – preguntó Albert acercándose a su hermana por detrás mostrándose alegre.
- Sí… - contestó Fiona secamente mientras una lágrima brotaba de uno de sus ojos y recorría su mejilla hasta introducirse en la comisura de su boca.
- No te preocupes, volverás a verlo en unas semanas… - intentó consolarla.
- No es eso lo que me preocupa, Albert… - contestó elevando ligeramente el tono de voz.