Pues bueno, por fin os traigo una actualización entera. Aviso que está en tres partes.
[Haced click en las imágenes para verlas a tamaño grande]Parte 1 de 3Vuelvo a Terra Nova después de varios años. Me fui cuando el país empezaba a parecer normal, cuando la guerra ya había acabado y comenzábamos un proceso de democratización. Los años anteriores a mi partida fueron dolorosos para el país, pero ahora observo como la situación ha cambiado. Ahora podemos decir, creo, que Terra Nova es un país moderno.
Desde la ventanilla del avión veo el hermoso paraje de la desembocadura del río Ajo en la Bahía de Terra en forma de delta. Esta desembocadura siempre me gustó. Desde pequeño me enamoró.
Aterrizo en el Aeropuerto internacional de Dos Ríos. Observo que lo que es el aeropuerto no ha cambiado nada, pero me doy cuenta de que los alrededores han sido remodelados para decir a todos los viajeros que aterricen: “Bienvenido a Terra Nova.”
Desde el aeropuerto veo la enorme antena que domina ahora toda la Bahía de Terra Nova. Estando yo en el extranjero he visto fotos de Dos Ríos con esa antena, pero ahora que la veo al natural la noto diferente. Me parece que, incluso aquí, el Ayuntamiento ha hecho remodelaciones.
Pido un taxi en la entrada del aeropuerto y le digo que me lleve a la catedral. Por el camino pasamos por la plaza de San Agustín. Es inevitable cuando vas desde el aeropuerto hasta el centro, pues es el único tramo que no tiene autovía alternativa a las avenidas. He oído que el Ayuntamiento planea construir una autovía bajo tierra en este tramo, para que sea posible dar una vuelta completa a Dos Ríos sin salir de la autovía. Los pequeños lagos de San Agustín con su chimenea en medio aún siguen ahí, pero los alrededores veo que han cambiado mucho. Ahora ya no son los muros de las vías de tren los que imponen, ahora son los gigantescos edificios de oficinas.
Voy por la avenida “Poseidón” y veo que, donde antes no había nada (a excepción de un decepcionante embarcadero de cruceros que antes estaba casi siempre vacío), ahora hay un imponente puerto de mercancías y cruceros. Le pregunto al taxista que cuanto tiempo tiene ese puerto y me contesta: “Unos meses.”
Me dice el taxista que, antes, la ciudad tenía que conformarse con un pequeño puerto a la otra parte del río. Tampoco llegué a conocer ese puerto, pero, por las indicaciones que me da, deduzco que está al este de la montaña de la “enorme antena,” donde había un polígono industrial.
Al fin llegamos a la catedral. Ésta, obviamente, continúa igual, pero ahora le han plantado árboles alrededor que la dignifican un poco. Pero, no como árboles sino como setas es como han crecido los edificios de alrededor. Ahora la catedral parece pequeña, aunque siga siendo la misma.
Pero no solo la catedral, sino el centro entero de Dos Ríos ha cambiado. Reconozco edificios que aún continúan en su sitio y, sobre todo, el famoso parque “Bambú.” Pero también veo multitud de edificios nuevos. Casualmente, estos nuevos edificios son todos el doble de grandes y bonitos que “los de toda la vida.”
“¡Papá, mamá!, ¡Cuánto tiempo!” “Parece que fuese ayer,” “¿Cómo estás?” “No veía el momento de volver.” Este tipo de frases que marcan un reencuentro mientras los turistas que vienen a ver la catedral te miran como si no fuesen humanos y no pudiesen entender las expresiones de alegría cuando ves a un ser querido después de mucho tiempo.