Elijah seguía acoplándose en casa de su amigo para pasar la noche, soñando con que algún día tendría una verdadera casa con techo.
Su relación con Malvina iba mejorando, eran grandes amistades. Fue a hacerle una visita a su casa, que todavía no la había visto. Dentro había mucha gente.
Descubrió que se trataba de... ¡su marido y sus dos hijos! Qué desastre, era una mujer casada pero él también la quería.
Como se hizo de noche, se quedó allí a domir, que su amigo ya estaba cansado de él. Durmió en una cama a la que después fue Malvina.
Su marido se quedó en el sofá, afuera, qué considerado.
Al día siguiente, Elijah llevó a Malvina al garaje, quería hablar con ella sin que nadie les viera. Sin saber cómo, acabaron coqueteando. Tenían mucha complicidad.
Pero de repente vino la hija y lo vio todo y se lo contó a su padre. No lo podían esconder.
Le confesó al marido de Malvina, Jordi, que sentía algo por ella, algo que no le sentó muy bien.
Pero todavía le sentó peor el beso que le plantó delante de todos. Sin embargo, Malvina no lo rechazó. Eso significaba mucho...
Se hizo tan tarde que le echaron de la casa. Volvió a su solar con muebles a dormir.
Después de trabajar y hacer recados, regresó de nuevo a casa de Malvina. Pero se encontró con el marido que no le dejó entrar. Elijah se puso furioso.
Intentó entrar por la puerta trasera y se encontró a ella haciendo una barbacoa, le dijo que eso no podía seguir así. Que tenía que elegir.
Malvina le respondió:
Fueron a la habitación de Malvina, para estar a solas y coquetear un poco, nada más.
Después se pusieron a dormir, ante la rabiosa mirada del ya ex marido de Malvina.
En el trabajo tuvo algunos percances, y de nuevo le arrestó la policía. Tenía sin duda mucha mala suerte...
Eso le hizo pensar en si era ese el trabajo que quería, llevaba mucho tiempo y no había progresado prácticamente nada.
Pronto era el cumpleaños de Elijah, el tiempo pasaba volando. Volvió con Malvina y le propuso formar pareja estable. Aceptó encantada.
Decidieron celebrarlo por primera vez en su cama.
A la noche siguiente, después de un ajetreado e intenso día, invitó a Malvina a su “casa” para celebrar su cumpleaños. Lamentablemente la tarta se quedó intacta; no llegó a tiempo.
Con la edad adulta perdió la gorra, quizá su apariencia ya no estaba en sintonía con su vida.
Con los ahorros que Elijah había acumulado compró una cama doble para que Malvina pudiera pasar la noche (y otras cosas) con él. Se había peleado con su marido y sus hijos.
Al atardecer, llevó a Malvina a un sitio que para él era muy especial. Fue lo primero que vio al llegar al barrio.
Decidió jugárselo todo y pedirle matrimonio. Sacó un anillo de la manga que la deslumbró.
No hizo falta que Malvina respondiera con palabras. Se abrazaron.
No querían esperar más y celebraron una boda íntima, sin siquiera cambiarse, en el mirador que había allí mismo.
Lo celebraron con un banquete de picnic, consistente en una hamburguesa, un zumo y una sandía. Exquisito.
Ya vivían juntos. Con lo (poco) que trajo Malvina y lo ahorrado por Elijah, pudo por fin levantar una casa. No era muy bonita, ni muy grande, pero era suya.
Continuará...