Hola de nuevo. He de reconocer que es impresionante lo abandonado que tenía este legacy. Llevo una temporada que he estado bastante desconectada del juego y el foro. Por fin, el otro día, me entraron ganas de volver a ponerme al día y a jugar a los sims 2. Y claro, al volver al jugar me he encontrado con el mismo problema que vengo teniendo desde tiempos inmemoriales: no me gusta cómo está mi juego. Tengo demasiados barrios a medio desarrollar que he dejado abandonados y con los que ya no quiero seguir jugando, las descargas desorganizadas a más no poder y un sinfín de etcéteras. Ahora se me ha metido entre ceja y ceja pasarme el juego desde el ordenador de sobremesa de mi padre al portátil que dedico a los sims y empezar casi de cero, y eso que no tengo claro si supondría alguna ventaja.
En fin, que después de este rollo, que soy consciente que acabará ocupando más que la propia actualización y que os importa de poco a nada, vamos a seguir el legacy por dónde estábamos.
Nos quedamos en que Lucía pasaba a adolescente (y cómo no, se me olvidó mencionar que su aspiración sorteada es conocimiento) mientras todos sospechábamos que Blanca sería madre de nuevo.
Bueno, sospecha confirmada. Lucía se ilusiona bastante ante la llegada de un nuevo hermanito o hermanita.
Este momento me parece tan bueno como cualquier otro para explicar el sistema para elegir heredero de ahora en adelante. Una opción era decidirlo caso por caso, en cada generación, pero me apetecía inventarme un criterio que pudiera seguir a lo largo del legacy. Como no es que yo precisamente derroche inventiva y creatividad, he decidido guiarme por el muy original criterio “el que nazca primero hereda”. Esto es, Lucía, como primogénita, ya tiene ganado el derecho a continuar el legacy. (Esperemos que acabe con un sim familiar por lo menos, porque con sus aspiraciones no sé si tener niños le hará mucha ilusión…) Noishy comentaba que el niño podría salirme con mejor genética: bueno, esto queda descartado por fallo abismal mío. Resulta que no me acordé de reiniciar la genética antes del nacimiento, así que se ha producido el síndrome del primogénito. (Si no sabéis a que me refiero y os interesa, Caffeine lo explicaba
aquí. )
Bueno, después del kilométrico paréntesis, seguimos a lo que estábamos: la vida familiar de los Pérez.
Ahora que ya es adolescente, he pensado que Lucía puede irse buscando un novio que llevarse a la universidad.
Básicamente, la chiquilla se pasa horas buscando números de adolescentes en la guía telefónica. También podría tirar de amigo del instituto, pero por algún motivo siempre trae chicas… ¬¬ Y eso a mí para continuar el legacy no me vale.
Después de muchos intentos fallidos, encuentra a uno, de nombre Carlos Pons, que parece aceptable. A base de darle la tabarra por teléfono se hacen amigos enseguida. (No sé por qué, pero esto me recuerda bastante al romance de sus padres…) Cuando por fin se conocen en persona se encaprichan, y tienen una cita.
Tienen su primer beso…
Y al final se enamoran.
A partir de ahí todo les va bastante bien, aunque no han formalizado la relación. El chico la va a buscar en limusina, lo cual nos hace pensar que puede que no sea un mal partido… O que trabaje de chófer, una de dos.
Un día como cualquier otro, a las cinco de la mañana, Blanca se pone de parto.
Por lo menos esta vez Rosendo reacciona a lo que está pasando.
Es otra niña (lo que os decía, un clon de la primera) y se llamará Marta.
Poco después, Rosendo responde mal a una de las tarjetas de trabajo que vienen con Hobbies. Por lo visto, usar el combustible equivocado para el cohete que estás construyendo con los compañeros bien te puede costar que te degraden.
La niña pasa a infante con discreción, sin fiesta de cumpleaños ni toda la parafernalia. (He de reconocer que siempre he odiado un poco las fiestas… Pero en este momento realmente todo el mundo estaba demasiado cansado para una.)
Y unos días después, Blanca hace lo mismo.
La pobre lo lleva bastante mal. No cree que sea oportuno envejecer teniendo un marido que cada vez va peor en el trabajo (antes de ser degradado había perdido tres puntos de lógica con otra maldita tarjeta), una hija muy pequeña, un puesto de salario mínimo…
Para animarse un poco, decide hacer unas pequeñas mejoras en la cocina.
Y cuando digo pequeñas quiero decir pequeñas. No os preocupéis si no sois capaces de ver la diferencia.
Rosendo, demostrando un espíritu colaborador no demasiado propio de él, consigue volver a ascender a su antiguo puesto.
No es que se le vea muy ilusionado.