Hola. Bueno, pues vuelvo al foro después de mucho tiempo ausente. En realidad nunca he dejado de venir a cotillear por aquí, pero me daba cosa volver a postear después de tanto tiempo… Hasta que me han podido las ganas y he empezado a participar otra vez. (Esto fue ayer, así que mis participaciones recientes se limitan a dos posts…)
Y todo esto viene a que me he animado a tener un legacy. Ya tuve uno tiempo atrás, en los sims 3, que terminó de forma temprana debida a la muerte de mi portátil (sniff sniff…) Ahora espero que este me dure más, claro.
Había pensado empezarlo en la universidad, así que mi sim podría llegar a su solar con habilidades, pareja y cosas compradas con el dinero de las becas en el inventario. Pero como la universidad me aburre muchísimo, pues se quedó en nada.
Al final me he decido a empezarlo en uno de mis barrios personalizados, ya que no me gustaba la idea de hacer un barrio nuevo sólo para ello. Hay sims míos en el barrio, pero aviso de que la casa legacy no se encuentra en el barrio principal, sino en un centro urbano. Aparte del solar de 5x5, está totalmente vacío. Tengo la esperanza de llenarlo algún día de apartamentos habitados por sims no herederos y de solares que serán negocios dirigidos por ellos. (A ver hasta dónde llega…)
El ciclo de estaciones es verano-verano-verano-verano, porque el barrio principal es un desierto y quiero que haya coherencia.
Vale, me parece que ya he metido bastante rollo.
Ésta es la sim fundadora: una sim llamada Blanca Pérez, debido a ningún motivo en especial. Soy horrible con los nombres, así que les pongo lo primero que se me ocurre.
Es picsis, le ponen la barba y el cabello castaño, le cortan los robots, y tiene aspiraciones de placer. (Última vez que sorteo algo aunque las normas digan que no es necesario. Con lo fácil que sería si fuera una sim familiar.)
Total, que aquí está, acabada de llegar a su solar y observando las aves de ciudad.
Y ésta es la súper casona que se ha podido construir con lo que ha sobrado de la compra del solar.
La súper casona por dentro:
Después de construir y amueblar la casa sólo quedan 20 míseros simoleones en los fondos de la unidad doméstica, y yo me doy cuenta de que me faltan cosas por poner. Lámparas, por ejemplo…
Menos mal que míster Humble viene al rescate. Primera vez que me alegro de la aparición de este personajillo acosador.
Blanca utiliza el ordenador para buscar trabajo.
No le gusta ninguno de los que vienen, como se puede deducir por su cara de “vaya rollo”, pero no es que esté en situación de elegir. Escoge un trabajo como militar. (Era en el que más pagaban, que queréis…)
Vienen los vecinos a darle la bienvenida al barrio, y Blanca se pone a hablar con un pelirrojo que le gusta bastante. Se aguanta, es un sim mío y por tanto un mírame-y-no-me-toques.
Como ya no necesitamos el ordenador, lo vendemos. Así queda la casa con los añadidos: (Diferencia abismal, ¿no os parece?)
Blanca pasa su primer día practicando físico y cuidando de sus necesidades básicas. (Bueno, yo cuido de ellas, Blanca se pasaría el día mirando los pájaros…)
Al día siguiente va a su nuevo trabajo.
Gasto el poco dinero que tiene en añadir una nevera (porque con la mini no podía cocinar nada decente, vaya chasco…), un teléfono y el cacharillo para apagar incendios, que me parece más práctico que la alarma.
Blanca se pasaría los días haciendo chorradas y viviendo en una casita enana colocada en un solar vacío, colocado en un barrio igualmente vacío. Pero esto es un legacy y eso no me vale, así que ha llegado la hora de buscarse un pretendiente.
Nuestra fundadora conoce a un caminante llamado Rosendo Jung.
Rosendo es bastante simpatiquillo, pero está alelado. Cada vez que Blanca intenta coquetear con él, Rosendo se escabulle a pillar mariposas o a dedicarse a otras actividades igualmente importantes.
Cuando por fin coquetean descubro que sólo tienen un rayito de química, así que queda descartado. Porque si le gustase todavía le dejaba que intentara seducirle, pero matarse a esfuerzos para eso, pues como que no.
Blanca conoce también a otro townie bastante feíllo. Coquetean, (éste al menos se deja) pero descubro que no tienen nada de química, sale el rayito tachado.
Descartado también. Bueno, lo de “también” es un decir, porque Rosendo sigue pensando que Blanca está interesada y no deja de llamarla a las tres de la madrugada. (A ver si a él le hace gracia cuándo le llamemos a la una…)
Se ve que tiene entendido que cuando una chica te dice “pá lo lelo que eres no me molesto siquiera”, la solución es ser lelo Y ADEMÁS cansino.
En éstas estamos, con los días pasando y los townies también, cuando se pasea por allí un hombre mayor vestido de forma rara.
Blanca va a saludarle.
Curiosamente, se llevan muy bien y su barrita de relación sube bastante rápido. Para cuando me quiero dar cuenta, ya son amigos. Descubro que tienen dos rayitos de química.
A estas alturas estoy con la nariz pegada al monitor, gritando, “¿BLANCA, POR DIOS, NO TE GUSTARÁ ÉSTE? ¡ÉSTE NO, ÉSTE NO!”
ÉSTE SÍ. Blanca parece que está decidida, que se cansa de buscar novio y ya le va bien. En cuanto me descuido se dedica a preguntarle si le apetecería ir a comer un helado.
Cuando les dejo interactuar solos, se dedican a tirarse balones jovialmente.
Blanca, hija mía… ¿No ves que apenas os conocéis y ya os estáis tirando cosas? ¿No te das cuenta de que esto no tiene futuro?
Desoyendo mis sabios consejos, Blanca se empeña en seguir hablando con el hombre.
Lo doy por perdido y hago que le pregunte cosas. “¿Habilidades? Ninguna que se me dé muy bien… ¿Trabajo? Estoy en paro…” Es una joya el tío.
Hasta que le preguntamos por dinero, que es cuando dice que es rico.
A mí me suena a trola. No es por desconfiar, pero otras veces me han dicho lo mismo y al final resulta que sólo aportan un simoleón cuando se mudan…
Y hasta aquí el primer capítulo. Espero que no os haya cansado mucho con tanto rollazo...