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Capítulo 2[/font][/center][/center]
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Como Valerio es acogido y consolado[/font][/center][/center]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]La noche había sido interminable para los habitantes de la devastada ciudad. La calma que precedía al caos no ausentaba los llantos y penurias de aquellos que lo habían perdido todo, de aquellos desdichados que poco tenían ya por vivir. No había palabras ni acciones que les pudieran consolar de tales males que sufrían, pues estos eran inexpresables. [/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]Las procesiones hasta el cementerio abarcaron varias decenas de metros, y poco antes del amanecer, todos los cuerpos habían sido debidamente enterrados según las costumbres de los difuntos. Los heridos ya estaban a buen recaudo, y los soldados que aun vivían, patrullaron por la ciudad día y noche durante las siguientes jornadas. Algunos niños huérfanos quedaron a cargo de otras familias vecinas. Pero Valerio, con un destino aun incierto, vagaba sin rumbo fijo por la ciudad, viviendo de la compasión de los demás, que le ofrecían comida y bebida. [/font][/justify]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]Era una fría tarde cuando Valerio yacía en la calle, apoyado contra una casa y arropado por una manta, cortesía de una anciana compasiva. Se escuchó a lo lejos el sonido de caballos, quizás unos veinte. Aparecieron al torcer la esquina y adentrase en aquélla calle. Al frente había un hombre de aspecto noble y adinerado. Su caballo blanco estaba cubierto por un manto verdoso con filigranas y una armadura ligera que tintineaba al son del trote del rocín. El hombre vestía unos lujosos atuendos color verde con bordado de oro y una armadura brillante en el pecho, con la ilustración de un león salvaje. Tras el avanzaban varios jinetes mas, con uniformes verdes y amarillos. Vestían con una armadura reluciente y portaban una lanza con banderas de Arcadia. [/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]Al ver al desdichado muchacho tendido en el suelo, debatiéndose por la vida y la muerte, el caballero que iniciaba el desfile se detuvo, y acto seguido lo hicieron los demás que le seguían. Bajó de su elegante corcel y se acercó al chico. [/font][/justify]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- ¿Qué hacéis así tendido, joven?–preguntó con una voz grave pero a la vez afable y cercana- ¿Qué vil suceso os ha llevado, a tan corta edad, a una situación semejante?[/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- Esto, señor –respondió el joven con voz quebrada y casi sin aliento- es consecuencia de un ataque, el de unos bárbaros. Como quizás ya habrá averiguado, por las lamentables condiciones actuales de la ciudad, un grupo de ruines soldados, quizás mercenarios, atacaron a nuestra gente.[/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- ¿Y ellos le hicieron esto? Decid.[/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- Yo no estaba en el momento del suceso. Yo estaba a las afueras, pero desde lejos ya pude avistar o suponer la catástrofe. Pero aun así, aun habiendo recibido una educación en las armas...no pude hacer nada. El miedo me invadió como la fiebre y no pude reaccionar. Al llegar aquí, busque a mis padres, pero era demasiado tarde. Ambos habían muerto y aquí, tal y como me ve, estoy ahora en este mundo, solo y abandonado a mi suerte. [/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- Que los dioses me asistan. Es una catástrofe, una barbaridad. Un joven fuerte y sano como tu no debería estar enesta situación.[/font][/justify]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]Sin pensarlo dos veces, ordenó alos dos guardias que viajaban tras el que bajaran del caballo y asistieran al joven.[/font][/justify]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- Quiero que este joven obtenga los cuidados que se merece.[/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- ¿Señor, puedo saber quien es usted?- preguntó Valerio una vez incorporado- Ah, disculpe, yo soy Valerio Cesar Agripa. [/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- Encantado Valerio, yo soy Savio Perulio, senador del ilustrísimo emperador. –se juntaron en el típico saludo arcano- Y por lo que puedo ver, tu también eres arcano, o tienes algunas raíces de Arcadia.[/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]- Tal y como dice, soy de familia arcana –al pronunciar "familia", sus ojos volvieron a llenarse de débiles lagrimas, pero se contuvo.[/font][/justify]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]El viaje de vuelta no se hizo esperar. El joven Valerio, sin un lugar a donde ir, no recusó la hospitalidad de Savio y le acompañó junto a su guardia personal. Primero de todo dieron un vistazo a la ciudad, pero al ver su penosa condición, el senador decidió marcharse y avisar de lo ocurrido. Valerio se enteró luego de cual era su destino:
Vamos a Kyoto, donde el señor Perulio tiene una vista con el emperador japonés y luego, supongo que volveremos a Arcadia. O eso espero. Había dicho un soldado entre risas. [/font][/justify]
[justify][font=Times New Roman,Times,serif]Tal y como había dicho el soldado, a los dos días de viaje a caballo, de lejos pudieron avistar el gran palacio imperial de Kyoto en lo alto de la montaña. Por aquel entonces, Kyoto era la capital de Japón, y por ese motivo era una ciudad llena de vida y gente de diversa procedencia. Valerio quedó asombrado, pues nunca antes había estado en una ciudad tan grande y llena de vida. Miles de casas se perdían en el horizonte, entre templos, palacios y jardines, llenos todos ellos de personas que deambulaban por las calles. La diligencia arcana avanzó por la avenida principal que conducía directamente al palacio. Una vez allí, el senador Savio dijo a sus soldados que esperaran en las habitaciones que el emperador les había cedido y el, se marcho a ver al líder del imperio. [/font][/justify]
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[justify][font=Times New Roman,Times,serif]La habitación que le habían asignado a Valerio era grande, mas que la de su antigua casa, y estaba decorada con variados y lujosos ornamentos típicos de aquellas tierras. El joven se estiró en el fotón que había tendido en el suelo e intentó dormir un poco. Pero ahora, en la mas completa soledad, volvieron a el los crudos recuerdos de la realidad que estaba viviendo. Su familia había muerto, y el estaba solo y abandonado a su suerte. Aun en estos turbios pensamientos, se hizo hueco a ala esperanza. Había apostado por acompañar a esa alta representación del Imperio Arcano, y con ello esperaba poder comenzar una nueva vida. Bajo esta lucha de pensamientos, debatiendo entre pesimismo u optimismo, el joven se durmió tranquilamente.
Perdonad, he tenido que editar el mensaje porque habian salido muchas palabras unidas entre ellas y las he tenido que separar. ya esta[/font]

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