Nos habíamos quedado en los exteriores de la ciudad imperial. Ahora nos adentraremos en este rectángulo de 1285 metros de largo por 523 de ancho.
Lo más destacado son, sin duda, sus colosales murallas de piedra pulida de 8,5 metros de altura por 7 de ancho.

Aquí vemos una de las doce torres defensivas, con un claro estilo chino que recuerda a la gran muralla o a la Ciudad Prohibida. Y es que hay que destacar este hecho, pues la ciudad imperial tiene importantes exponentes de la cultura y tradición arquitectónica atlante, pero también combina con edificios de estilos muy diversos. Luego hablaré más de ello.

En esta imagen vemos lo que antaño fuera la puerta “Satria”, situada en el extremo este de la ciudad. Tras la invasión británica, estos mandaron derrumbar las puertas. Esto se explica porque los británicos asediaron la ciudad durante veintiún meses sin conseguir hacer mella en las murallas ni derribar los portones. Finalmente la ciudad capituló por falta de víveres. Como venganza y por si se rebelaba la ciudad, se eliminaron esas puertas.

Una vez dentro de la ciudad, nuestros ojos topan con un suelo igualmente blanco y brillane, formado por millones de adoquines de mármol. En los cientos de espacios abiertos se agolpan árboles majestuosos, estatuas de gran realismo y jardines de ensueño. Es sin duda, una ciudad digna de emperadores.




Entre todas ellas voy a destacar unas pocas, entre plazas y monumentos conmemorativos. Aquí vemos la plaza de Apolo. Como dije antes, en la ciudad se combinan muchos estilos y tradiciones. Esto se explica por el carácter del emperador Garda Merselebas (principal constructor de la ciudad), un emperador erudito y aficionado al arte de todo el mundo. En su tiempo libre, que no era escaso, se dedicó a viajar por el mundo. Según su cronista, Sailar Meriel’arg, “el emperador tiene un gran sentido de la vista. Nada escapa a su mirada. Cuando sus ojos se fijan en un edificio monumental o una pequeña pero preciosa escultura, él la capta para sí con un sencillo: Deseo esto en mi ciudad” De esta forma, el emperador iba dictando a sus acompañantes (Que tampoco eran pocos) todo aquello que quería para su ciudad imperial.

Más tarde se construyó otra plaza (ya en el siglo XIX). En este caso se trata de la Plaza de la República. Fue una de las pocas obras de la república antes de caer tras solo unos meses en el poder.

Este es el prado de Atlantis, uno de los muchos espacios verdes de la ciudad. En este caso vemos uno de los árboles que más se repiten, el Folius Album, originario de Atlantis y que se conoce como Lágrima de nieve, por sus hojas alargadas y de color blanco.

El laberinto de Aphir fue construido por el emperador por petición de su hijo, quien será el último emperador. El niño había oído historias acerca del laberinto del Minotauro, y fascinado por el, siempre quería ir al laberinto de matorrales que había en Hespérides, a cinco minutos en coche de la zona. Pero el emperador, asustado por el trayecto que el chico debía hacer hasta el jardín de las Hespérides, mandó levantar un laberinto allí mismo.

Pero pocos paseos son tan fascinantes como el de Zenón. Era el paseo central de la ciudad (por ello el emperador llamó a la ciudad Zenón) No era en honor del filósofo griego, sino del emperador Zenón del Imperio Romano de Oriente. Garda se sentía identificado con Zenón, quien al igual que él tuvo que reinar en un momento convulso pero supo sobreponerse y afirmar su poder.

Este es el discreto mausoleo de Therabis, donde descansan los restos mortales de este emperador, sin lugar a dudas el más esplendoroso y significativo del Imperio Atlante, que reinó entre el 183 y el 218 de nuestra era. Garda mandó trasladar su tumba a la ciudad imperial, y se dice que cuando los británicos entraron en la ciudad y empezaron a saquearla, el mismo Miternas (último emperador) corrió al mausoleo y mató a once soldados (algo un poco exagerado) que intentaban derribar sus puertas.

También podemos destacar los canales de la ciudad, con formas alargadas y también espléndidos jardines y fuentes.



Entre todos ellos destaca la zona de las “fuentes flotantes”, un complejo con más de 40 fuentes que nunca dejan de trabajar por acción de un complejo mecanismo hidráulico que no necesita ningún motor para funcionar.

Aquí vemos la torre Valia, donde aún se pueden apreciar los restos del asedio a la ciudad. A pesar de que fue reconstruida, esta torre se dejó así como símbolo de lo que sufrió la ciudad antes de capitular.

Como importantes monumentos, uno de los que más llaman la atención es el Arco del Triunfo de George Washington, de colosales dimensiones y resaltado por su situación: una explanada de 200 metros2 repleta de árboles y farolas que permiten apreciar la grandeza del monumento. Fue levantado en dos años para que a su llegada, el general George Washington pudiera desfilar con sus tropas.

Aquí vemos la Academia Thelassa, un centro de estudios que mandó construir el emperador para educar a los hijos de la corte imperial.

Este otro arco del triunfo, más sobrio y pequeño, es de época republicana, para conmemorar la victoria sobre las tropas estadounidenses una vez terminada la ocupación de casi un siglo. Actualmente está situado en la única avenida moderna que cruza la ciudad de este a oeste.

La biblioteca Sanssouci es otra de estas muestras de la soberbia y el poder del emperador. Como su nombre indica, viene de esta ciudad alemana de Potsdam. La emperatriz uedó fascinada con el edificio y le dijo a su marido que quería uno igual. Este decidió trasladar el edificio desde el palacio de Sanssouci hasta su ciudad imperial, tras acordarlo con su propietario original (que pidió la suma de 85 talentos de oro)

En esta biblioteca, que quedó a cargo de la emperatriz Galatea, se agolparon miles de libros llegados de todos los rincones del imperio y el mundo. La verdad es que la emperatriz (que vemos más abajo) ha sido conocida por tres cosas: su amor al arte y las letras (a eso viene la biblioteca); u gran belleza, como podemos ver en la pintura; y su fiereza, como demuestra un pasaje de las crónicas imperiales, donde se dice que cuando un noble intentó atentar contra la vida del emperador, su mujer cogió una lanza de un soldado y mató a los cinco atacantes. Luego, cuando el noble traidor intentaba escapar, ella lanzó el arma, que voló cincuenta metros hasta atravesar al conspirador.

Pero esa no fue la única biblioteca. Aquí vemos la biblioteca Athalea, que se dividió en tres sectores: uno para documentos del saber griego, otro para el romano, y el tercero y más grande, para el atlante.

Este es el hospital de Sambian, que nació como santuario a la diosa de la medicina, Satriadia. Con la ocupación estadounidense y la consiguiente desaparición de muchos cultos “paganos”, se convirtió sencillamente en un hospital, donde los antiguos sacerdotes ejercían como médicos.

Esta es la Iglesia de San Beocio, una de las más vistosas del país por su contraste del blanco del mármol y el oscuro ónice. Su interior es sobrio, siguiendo el estilo religioso atlante.

El instituto Rapsodian fue levantado en época americana, y no estaba proyectado en el plano original. Nació como escuela musical (viene de la Rapsodia), y se ha convertido en uno de los conservatorios más selectos del país.

Otra muestra de esa ciudad cosmopolita es su ópera, que sigue el fiel ejemplo de la que había en Nóvgorod (se llama por eso ópera de Nóvgorod) y que hoy a desaparecido en su ciudad de origen.

Pero la ciudad no solo tenía palacios, operas, bibliotecas… sino que también tenía algunas residencias acomodadas, pues llegaron a vivir en su interior unas 6.800 personas. Es el caso de estos dos edificios, conocidos como Residencias Palatinas.


Esta es la residencia Constantina, parecida a las anteriores, pero con otro nombre, pues en este caso se trata de un calco de un edificio de la Constantinopla del siglo XIII, que vio el emperador en un viaje a la ciudad, entonces ya en manos de los otomanos y con un nuevo nombre.

Los palacios que hay en el interior de las murallas son muchos, pero hay que destacar algunos como el Sagaste, de forma rectangular y un estilo marcadamente barroco, aunque con más color.

Otro (sin duda de los más fascinantes) es el Palacio Requiem, que como dice su nombre, está consagrado al descanso. Era el palacio donde el marqués de Giadarma pasaba sus épocas de reposo, lejos de la marca donde vivía solo unos pocos días al año a si el peligro en la frontera con Arcadia lo requería. Fue una concesión personal del emperador, quien debía tener contento al marqué para asegurarse la frontera este.

Dejando un momento los palacios, volvemos a las artes. Hay que destacar el teatro Kal’Ediam, donde se tenía que acceder en barca, algo que fascinaba al emperador, que iba una vez por semana.

Otro teatro era el Vicenza (en honor a este teatro, considerado el primer teatro moderno), donde solo se representaban obras en latín, idioma que el emperador dominaba perfectamente.

Ahora vamos al centro de la ciudad, donde se levanta una nueva muralla: la de la ciudadela de Therabis. Era el lugar donde debía refugiarse el emperador en caso de ataque, y efectivamente así lo hizo durante el asedio.

En el interior hallamos el Palacio Therabis, otro exponente de arquitectura china clásica. El emperador, paseando por el palacio imperial de Pekín, vio una torre-palacio y dijo que la quería; seis años después, se terminó la construcción de su réplica en Zenón.

Este es el Saderath Del'Agiana (ojo de diamantes), un monumento funerario donde el emperador quería ser enterrado, aunque finalmente Garda fue inhumado e a las afueras de la ciudad (en la actual Optimus), en un mausoleo aún más esplendoroso.

Aquí vemos un cementerio, donde se enterraron a los muertos durante el asedio, y que en principio el emperador no quería más muertos en la ciudad que él (una vez muerto) y el cuerpo de Therabis.

Este es el edificio del consejo de la Garié, una especie de senado, que apenas tenía poder alguno. El edificio pretendía demostrar que el emperador todavía respetaba y glorificaba al consejo, aunque siempre les ponía impedimentos y rechazaba muchas de sus propuestas.

Este es el palacio de la República, que, paradójicamente, se terminó dos años después de la caid de la república, ya que esta duró menos de un año. Entonces pasó a ser un edificio administrativo de la monarquía.

El Museo de Galatea, que a pesar de llevar el nombre de la emperatriz es muy posterior, recoge muchos objetos y cuatros de la época imperial de la ciudad. Entre ellos se encuentra el gran cuadro a medida real que hizo pintar el emperador en el momento de su coronación.


Esta es la gran catedral de Nuestra Señora de Zenón, contruida para la corte y la nobleza. Hasta entonces, estos debían cruzar media ciudad hasta la catedral de Altantis Primaris. Harto de ello, la nobleza pidió una gran iglesia en la ciudad, y el emperador no dudó en mandar levantar una “catedral que supere cualquier otro edificio religioso del mundo”.

Ahora pondré algunos edificios bastante posteriores, de mediados del siglo XIX a mediados del XX.
Aquí vemos el Atlant Capital Building, reproducción del capitolio estadounidense. Se construyó durante la ocupación, como nuevo centro de poder, ya que la lejanía de Atlantis respecto a Washington obligaba a crear un cargo de “presidente” de la colonia. Se reunía algo parecido al senado de la metrópolis, aunque siempre bajo la supervisión del presidente.

Aquí vemos otros dos edificios de claro estilo neoclasicista que tanto éxito tuvo en América, manteniendo el color blanco característico de la ciudad imperial. El primero es el Edificio Galdian, y el segundo el Smithsorian, que se incendió apenas dos semanas tras su inauguración, y aún hoy se puede ver el destrozo.


Este es el Hotel Clock, el primero y único de la ciudad. Los estadounidenses vieron como Zenón se convertía en un enclave turístico y quisieron potenciarlo con este hotel lujoso y de estilo parecido al del resto de la ciudad. Se convirtió en el edificio más alto de la ciudad.

Este enorme edificio es la primera oficina de correos moderna. El sistema de correos bien administrado y centralizado se impuso en este momento, con esta central de grandes dimensiones y aspecto austero.


Otro edificio de esta época son las oficinas Heast, que nació como un banco americano en tierra atalante, aunque no tuvo ningún tirón y se mantuvieron las entidades bancarias nacionales.

Estos son los edificios Helghan y Metagh. Son los nombres de los dioses hermanos del amplio panteón atlante.

Aquí vemos el ático del edificio Helghan, que se convirtió (y sigue siendo) en el más alto de la ciudad imperial, desbancando al hotel Clock. El ático tiene incorporado un telescopio gigante que permite ver las constelaciones.

No se si os habréis dado cuenta, pero he hablado de muchos teatros, palacios, bibliotecas, edificios… pero no de lo más importante: la casita del emperador. Con casita digo su palacio, el palacio del hombre capaz de levantar una ciudad imperial donde antes habían campos de cultivo.
Pues aquí esta, el Palacio del Emperador. Se trata de un enorme edificio de tres plantas, de exterior sobrio y con líneas rectas. Como contraste, su interior es extremadamente lujoso, con prófuga decoración dorada, 472 cuadros y 125 esculturas; 78 habitaciones y dos baños de más de 60 metros cuadrados. Pero si algo destaca es su cúpula dorada que se alza hasta los 41 metros, con un diámetros de 11 metros y un peso de 48 toneladas de oro macizo. Con todo el oro de la cúpula, dice el cronista imperial Saliar, se podrían acuñar unos 400.000 seprios (moneda de oro equivalente a 17,63 euros).

Pero el ambicioso emperador no se quedó ahí, sino que levantó otro palacio casi idéntico justo enfrente, separado por el paseo de Zenón. Era el Palacio del Prieker (nombre con el que se llamaba al heredero al trono imperial), en este caso el hijo el emperador. A parte de su decoración menos perfecta y un interior no tan recargado, destaca el tejado más sencillo, las paredes de piedra y no de mármol, así como al cúpula, de un dorado más apagado y del que, de nuevo según el cronista, solo saldrían 100.000 seprios. Hay quien dice que eso es porque el emperador se estaba quedando sin dinero, otros (lo más posible) que porque no quería igualar el palacio del heredero al del mismo emperador.

Como punto final, he dejado lo mejor de la ciudad: la Gran Torre Blanca de Uru’Salim (almas que ascienden). Con sus 79 metros de altura, (solo 11 menos que el edificio más alto de la ciudad), se convirtió en un coloso para su época. Lo más fascinante es que está construida en mármol, miles de bloques que tuvieron que venir por mar hasta Atlantis, y que fueron trabajados durante ocho años por más de 3000 obreros y 2000 artesanos. Y de nuevo, como guinda encontramos su pico superior de oro, en este caso aún más espléndido que el del palacio imperial. Era una torre monumental, sin ninguna función militar o de observación astral. Era, como dice el cronista Sailar: “la mejor muestra de que el emperador Garda es capaz de todo”

Bueno, esto es todo. Lo siento si escribo demasiado
Espero que os haya gustado
