Como lo prometido es deuda, aquí traigo nueva actu
Ha pasado mucho desde la anterior actu, espero que recordéis a todos los personajes. De todas formas no os preocupéis porque casi todos los importantes tienen una pequeña aparición en el capi
En este capítulo entramos en la década de los 30 por lo que he intentado mencionar un poco el contexto de la época. Es un capi de transición donde despedimos algunos personajes antiguos y empiezan a aparecer los nuevos. Entre ellos las futuras herederas! Por fin tenemos tercera gen!!!

“Pagarás por tus crímenes.” Esas fueron las últimas palabras que escucho mi padre antes de perder el conocimiento aquel fatídico día.
Y es cierto que pagó, pero no fue el único. Aquel día por fin detuvimos a mi padre pero a cambio todos pagamos un precio muy alto…

Perdimos a mi querida hermana Helena, quien fue asesinada por aquel en el que confiaba, Alejandro, el socio de mi padre.

En mi cara siempre se reflejará ese dolor. Además, llevaré siempre conmigo estas horribles cicatrices como resultado de aquel intento de asesinato por parte de mi padre. Pero al menos había recuperado parte de mi visión.

El dolor nunca desaparece del todo, pero la vida sigue, se abre camino y de nuevo nace la felicidad. Tras varios años de relación Eva y yo por fin contrajimos matrimonio.

Fue un día inmensamente feliz. Ojala pudieras haber estado allí hermana.

Sin embargo parece que la felicidad no es algo duradero en la familia Dinastía. La muerte volvió…
Llevándose consigo a Tempestad, el fiel caballo de mi padre.
Parca: Vamos caballito, ha llegado la hora de que sirvas a alguien que te merezca.
Parca: ¡¡¡Hacia el más allá!!!

Y a alguien mucho más importante… Ana... Es difícil explicar la conexión de esta maravillosa mujer con mi familia, sólo puedo decir que sin ella mi familia no sería lo que es, yo mismo no sería lo que soy… Ha sido nuestro ángel de la guarda. ¡Muchas gracias por todo mi querida amiga!
Parca: ¿Estás preparada para partir Ana?
Ana: Llevo preparada desde que cumplí mi venganza y encerré a ese mal nacido de Carlos.
Parca: ¿Suena como si tuvieras ganas de morirte?
Ana: No es que tenga ganas… Es que siento que mi momento ha llegado, he tenido una vida plena, he conocido la verdadera felicidad… Creo que he cumplido mi destino.
Parca: Me alegra oírte decir eso. Hay mucha gente que quiere verte.
Ana: Y yo a ellos. Mi marido, mi hijo, Sofía, Helena… Los he echado tanto de menos…
Parca: Y Carlos…
Ana: ¿Carlos? Quieres decir que…
Parca: Así es, ha muerto esta misma noche.
Ana: Tsk… Juntos hasta el final, ¿eh? Creo que no me voy a aburrir en el más allá.

Y así fue, poco después llegó la noticia de la muerte de mi padre junto con sus restos. Los carceleros nos dijeron que nunca se arrepintió de sus actos... Típico de él, hasta sus últimos momentos fue fiel así mismo.
Carlos Dinastía, tu ambición no tuvo límites… Fue tan grande que acabó consumiéndote. Espero que encuentres la paz que no encontraste en vida. Adiós Car… Padre…

El tiempo pasó más rápido de lo que nos dábamos cuenta y la década de los años 20 tocaba a su fin. Lejos quedaban los ritmos de jazz y las animadas fiestas nocturnas. El mundo, al igual que mi familia, se había cubierto de oscuridad, odio, tristeza y desesperación. Grandes hombres de negocios, de gran ambición como mi padre, cayeron en desgracia, muchos encontraron la muerte, al igual que él. Una muerte llamada "crack", el crack de la bolsa de 1929.
Ese año marcó el fin de una era, para el mundo y para mi familia. Comenzaba la gran depresión y los años 30.

Mi familia estaba al borde de la quiebra pero Eva y yo enfrentábamos esta nueva década con la fuerza y la energía de dos jóvenes. Habíamos superado muchas cosas, podíamos con esto, saldríamos adelante.

Para sacar adelante a la familia me hice pescador profesional, quizá no era la profesión para alguien con el apellido Dinastía (seguro que mi abuela me hubiera desheredado por ello) pero me gustaba pescar, se me daba bien y nunca faltaría comida en casa.

Todos los días iba a pescar y Eva me acompañaba. Se dedicaba a recoger semillas para nuestro huerto. Se le daba bien la agricultura, habilidad que había aprendido de su padre.

También recogíamos piedras extrañas para venderlas.

Los años pasaron y Eva y yo nos hicimos mayores. Poco a poco nuestra familia se iba recuperando, sin embargo nos faltaba algo para sentirnos completos y felices… Un hijo.
Pablo: No desesperes cariño. Algún día llegará.
Eva: No sé… Ya somos muy mayores. Antes creía que sí, pero ahora…
Pablo: No estés triste. Sé que tarde o temprano tendremos un hijo.
Eva: Pero, ¿y si no es así?
Pablo: Nos tenemos el uno al otro, recuerda: siempre juntos.
Eva: Siempre juntos -sonríe-

Eva comenzó a centrar su atención en la pintura y, al igual que su madre, se le daba muy bien.

Yo seguía concentrando mis esfuerzos en mi trabajo como pescador. Todas las mañanas cogía el nuevo coche familiar y me iba a pescar.

Desde el amanecer hasta el atardecer. Siempre pescando…

Y cuando menos lo esperábamos, ¡Eva se quedó embarazada! Que felices fuimos entonces.

Una tarde lluviosa, Eva se puso de parto.

Y fruto de nuestro amor, nacieron dos niñas mellizas. Por fin nuestra felicidad era completa.

Os presento a mis herederas: Ángela Dinastía.

Y Paloma Dinastía.

Cuando eres feliz el tiempo pasa muy rápido y cuando nos dimos cuenta nuestras niñas cumplían años.
Para celebrarlo decidimos dar una gran fiesta a la que invitamos a nuestros amigos más cercanos. Queríamos compartir esta felicidad con ellos.

Entre ellos estaban mi querida hermana Noelia. Los años habían pasado también por ella.

Su marido Miguel. Que sin embargo parecía tan joven como siempre.

Y el hijo de ambos. No hay duda que es hijo de mi hermana, su parecido es asombroso.

También estaba Rosa, la viuda de mi hermanastro Néstor. La cual había llegado a la edad anciana y nunca se había vuelto a casar.

Y el hijo que tuvo con Néstor, Ricardo. Se parecía mucho a su difunto padre, aunque tiene los ojos de su madre y el pelo de su abuela.

Y no podía olvidarme de Abel. Nunca podré olvidar lo que hizo por mi familia.

Que vino con su joven mujer, varios años menor que él. Se habían casado hace menos de un año.

La primera en soplar la tarta fue Ángela.

Seguida de Paloma.

Fue una gran fiesta.
Me llenaba de felicidad ver que mis hijas crecían sanas y fuertes.

Mi curiosa e intrépida Ángela.

Y mi sencilla y emocional Paloma.

Para nosotros lo eran todo.
Pablo: ¡Preparada que aquí viene la garra!
Eva: ¿Quién tiene cosquillitas por aquí?

También era una gran responsabilidad y un trabajo duro. Pero merecía la pena.
Queríamos que nuestras hijas supiesen todo lo necesario.

Para que pudieran crecer con todo a su favor.

Cuando no estábamos cuidando de las niñas o trabajando, Eva y yo dedicábamos algo de tiempo a nuestras aficiones.

Y así, entre risas y juegos, el tiempo pasó y de nuevo llegó el cumpleaños de las pequeñas.

Primero Ángela, como siempre.

Y luego Paloma.

Mis dos niñitas se habían convertido en dos señoritas. ¿Qué maravillas les deparará el futuro?