El polvorón de la Bernarda estaba esponjoso y dulce así que no había quien le negara un bocado, entonces todos se terminaron comiendo hasta las migas, entonces hizo una protesta en la puerta del Ayuntamiento del pueblo asi podía reclamar el puesto de limpiavidrios de la estación de servicio que estaba vacante. Pero por desgracia, el puesto no tenía vistas al mar, sino al vertedero, y el jefe era un calvo chiflado que comia pescado. Bernarda sabia que al ser empleada no podría usar sus botas de cuero al estilo Hawaiiano .Ya que no tenía más zapatos presentables, alguien le lanzó un pastel de chocolate y menta con trozos de nuez a la cara y despues fue a quejarse de mi mama y su tío peludo Herman llamo a Alf, mediador Intergaláctico plenipotenciario, que habían mandado los del Sindicato de Gastronomía, para que le cortaran las orejas.
Sin poder oir las estrafalarias tonterías que estamos diciendo en éste tema , se dirigio raudamente a comer pistachos


















