Geles escribió:Que Dios es sobretodo y lo primero amor. Nace la religión cristiana con esa base (en teoría
)
Sin embargo, cerca del año 1000 volvemos a la teoría del Dios vengador y todo con fines económicos, lo que demuestra que, sin juzgar lo que es la religión en sí, la Iglesia como tal no es más que un negocio.
Para los que os interese, os cuento un poco más o menos lo que sucedió en la época artística que recibió el nombre de Románico. Ante la llegada del año 1000 la gente estaba asustada porque estaban seguros de que el mundo se acabaría. La Iglesia aprovechó la ocasión para alimentar ese terror y atraer así a más feligreses y afianzar a los que ya tenía. Y, de paso, por supuesto, llenar sus arcas con los donativos de los "fieles arrepentidos". El mensaje que transmitía era algo así como: "Arrepentíos de vuestros pecados mientras aún estéis a tiempo, que el mundo se acaba y, si no lo hacéis, arderéis todos en el infierno" (tan amistosos como siempre
). Ese mensaje se reforzó con la imagen del "Cristo que juzga", que recibió el nombre de
Pantocrátor y se representaba con un Jesucristo con cara de pocos amigos, dos dedos de la mano derecha levantados a modo de juicio y la Biblia en la otra mano para recordarles que debían seguir la Ley de Dios. Un ejemplo:
Ni qué decir que funcionó. Analfabetos como eran, creyeron todo aquello a pies juntillas y se produjo una avalancha de fieles dispuestos a pedir perdón por sus pecados y ofrecer tantos "donativos" como pudiesen para garantizarse el perdón de Dios. Además, se popularizó la cultura de las peregrinaciones, razón por la cual la mayoría de las iglesias y catedrales que encontramos en Santiago de Compostela son Románicas o Prerrománicas.
Un dato curioso es que el
botafumeiro nació también en aquella época. Las iglesias tuvieron que dar cobijo a tantos peregrinos cuya higiene era... en fin, que se vieron obligados a idear una forma de maquillar el pestazo que dejaban en su interior. Osea que lo de que sirve para "purificar el aire" es menos místico de lo que parece.
Lo que podemos deducir de todo esto es que la imagen de un "Dios castigador" no es más que una estrategia publicitaria de la Iglesia para acojonar al populacho y conseguir así atraerlos y, por qué no decirlo, controlarlos.
Hoy en día se estila más el rollo de un Dios amoroso y compasivo porque ya no somos los retrasados mentales a los que podían acojonar con amenazas apocalípticas. Pero, a mi modo de ver, la estrategia publicitaria de la Iglesia, aunque algo más benévola, sigue siendo la misma. La idea es que los "fieles" paguen mientras los que están arriba viven como Dios. Porque si no, que me expliquen a mí por qué el condenado Vaticano tiene molduras de oro macizo que podrían emplearse para alimentar a media África negra. O que me expliquen por qué un país como fue recientemente España tiene que hacer inversiones astronómicas (10 millones de euros, ni más ni menos) para recibir al Papa. Ésa, discúlpenme todos los fieles, no es la política austera, generosa y humilde que transmitió Jesucristo.
Aclaro e insisto en que con esto no estoy juzgando la religión, sino la Iglesia. El catolicismo me parece bien en teoría, como todas las demás religiones, incluso la musulmana. Lo que falla es la práctica y ejecución de quien se supone que debe transmitir esa teoría.
Geles escribió:Tiendo a pensar que es parte de la naturaleza, de mantener cierto "equilibrio".
Yo también lo pienso. Si no fuera por esas "devastaciones naturales" y la constante muerte de las especies, sería imposible que se hubiesen dado las teorías de Darwin. Forma parte de una cadena natural que, nos guste más o menos, la entendamos o no, es necesaria para la evolución y desarrollo de nuestras especies.
Poniéndome un poco más mística, muchas veces me da por pensar también que son toques de atención que nos da la naturaleza para recordarnos que no somos tan importantes como creemos y que puede aplastarnos sin piedad cuando le dé la gana. O, por decirlo de otra manera, son curas de humildad para esta egocéntrica especie humana, que se cree con derecho a todo por estar en la cima de la cadena alimenticia.