En este capítulo encuentran el tesoro (fijo que te suena, Eddlm
)
16 - El misterioso tesoroSe levantaron y siguieron explorando el bosque. Finalmente, encontraron una cueva.
Naethar – ¡Ey, aquí hay una cueva!
Symat – Podría ser la guarida de algún animal.
Naethar – O podría no serlo. Vamos a entrar.
Eressie – ¿Estás seguro, Naethar?
Naethar – Tengo un presentimiento.
Fue entonces cuando se oyó un fortísimo rugido, y de entre los árboles apareció una pantera gigante con una herida en la cara, que le atravesaba un ojo.
Naethar – ¿¡Qué es ese bicho!?
Eressie – ¡Es la pantera que me atacó antes!
Symat sacó su espada y se colocó delante de la pantera.
Symat - ¡ENTRAD EN LA CUEVA, YO ME ENCARGO DE ESTA BESTIA!
Eressie – ¡SYMAT!
Symat – ¡ESTARÉ BIEN, ENTRA!
Eressie no quería entrar, pero Naethar la cogió del brazo.
Naethar - ¡VAMOS, ERESSIE!
Symat se lanzó sobre la pantera. Los demás entraron, y poco después ya no se oía nada. Siguieron caminando por la cueva, por una especie de pasillo. A pesar de ser de roca, no parecía natural. Después de un buen rato llegaron hasta una cavidad ovalada y muy amplia. En ella había un lago, y en el centro del lago una pequeña plataforma de tierra con una pequeña fuente, encima de la cual había algo que no llegaban a identificar desde donde estaban.
Naethar – Guau, ¿seguís pensando que es la guarida de un animal? En esa plataforma tiene que estar el tesoro.
Eressie – Pues cojámoslo rápido y salgamos de aquí, Symat podría necesitar nuestra ayuda.
Anvost – ¿Cómo llegaremos hasta allí?
Naethar – Es obvio, ¿no? Volando.
Naethar se apartó de la orilla del lago, cogió carrerilla y saltó hacia la plataforma desplegando sus alas. Todo iba bien, pero cuando estaba a medio camino, un Hydramen (monstruo acuático con forma de serpiente, similar a un dragón chino) salió del agua intentando devorar a Naethar en pleno vuelo. Este consiguió evitarlo por los pelos, y maniobrando hábilmente volvió a la orilla junto a sus amigos.
Naethar - ¿¡Y AHORA QUÉ!?
Apenas unos segundos después, del agua salieron un montón de estas criaturas. Todas se abalanzaron sobre Naethar y sus amigos (sin salir del agua, pues no podían). Todos cogieron sus armas mientras se defendían como podían.
Hydramen Eressie – Pues resulta que sí que era la guarida de un animal.
Anvost – No, no lo creo.
Eressie - ¿Cómo que no?
Anvost – Creo que no nos atacan porque invadamos su territorio, sino que están defendiendo el tesoro.
Naethar echó un vistazo a todo su alrededor, intentando encontrar una forma de llegar hasta la plataforma central. Uno de los Hydramen estaba delante de él, preparado para atacar con sus fuertes mandíbulas. Entonces a Naethar se le ocurrió una idea.
Naethar - ¡ERESSIE! ¡Cuando yo te diga, dispara una flecha sobre este Hydramen!
Eressie - ¿Para qué?
Naethar - ¡Haz lo que te digo!
El Hydramen se abalanzó sobre Naethar con la boca abierta y lanzando fuertes chillidos. Casi cuando el Hydramen le había alcanzado, Naethar gritó:
Naethar - ¡AHORA!
Naethar se aferró fuertemente a la cabeza del Hydramen y Eressie lanzó la flecha, que dio en el blanco y le acertó en la cabeza. El Hydramen sintió un gran dolor y agitó la cabeza bruscamente, catapultando a Naethar hacia la plataforma. Tras esquivar los mortíferos mordiscos de varias de las bestias, Naethar cayó en la plataforma. No se hizo mucho daño, pero estaba bastante cansado (el vuelo consume mucha energía, incluso una distancia corta los agota). Rápidamente se incorporó, y aprovechó que sus amigos estaban entreteniendo a los Hydramen para coger el tesoro. Se acercó a la fuente y cogió el objeto que había sobre ella. Naethar lo miró extrañado.
Naethar – ¿Un cristal? ¿Todo esto por un simple cristal brillante?
Era lo único que había: un pequeño cristal hexagonal (cabía en la mano, pero no se podía cerrar el puño) que emitía un brillo azul muy hermoso. Naethar estaba decepcionado, pero no imaginaba que ese cristal era mucho más de lo que parecía a simple vista.