Muchas gracias a los dos
Aquí tenéis otro capitulo, un poco más largo esta vez:
Entropía y galaxíaLos días habían pasado con extrema lentitud. La sombría estancia en la Wallde tenia que trabajar no tenia ventanas, y cualquier intento por salir al exterior se veía siempre interrumpido por la cálida mano de Billy. En ese pésimo ambiente de trabajo la doctora tardó más de una semana en asentar las bases de su investigación, y tuvo que pasar casi un mes antes de que pudiera obtener una deducción aproximada de como se podía manipular el sistema energético desde el exterior.Los enlaces principales estaban intactos, por lo que las anomalías siempre se tenían que filtrar desde un lugar cercano a las plantas de energía, pero nunca en el interior de estas. Los datos corruptos se extendían por el sistema, y periódicamente bloqueaban o destruían pequeños fragmentos de escasa importancia. De vez en cuando, aproximadamente cada dos meses, un cumulo de errores paralizaba completamente una sección importante de datos, y alguna estructura del Aro de Bulon se veía afectada. Por lo general, los daños se limitaban a bajadas de tensión, aislados apagones intermitentes, o perdidas de potencia en las fabricas o centros de trabajo. No obstante, en el último año los sucesos se habían ganado una mayor atención por parte de la población, y el temor a una revuelta había convertido un problema asequible en una posible amenaza de talla mundial.Para luchar contra estas irregularidades, Wallde logró crear un programa capaz de rastrear y localizar los datos corruptos, y aunque no pudo diseñar un método para destruirlos, bien implantó un sistema que calculaba cuando y donde ocurrirían los ataques. Usando este programa, los daños sufridos se podrían mitigar, algo era algo.Contenta con su trabajo, decidió que era hora de irse. En su visita al Aro, con excepción de los primeros días de su estancia, se vio limitada a trabajar en un pequeño cuarto de un hotel medianamente agradable. Ya no aguantaba más esa atmósfera de secretismo y ocultación; tenía que entregar el programa a Fadse, recoger los créditos por sus servicios, y regresar a su mundo.Tomada esta decisión, la doctora guardó sus escasos efectos personales, desconectó el terminal informático, y se dirigió al inflexible robot que guardaba la puerta.–Robo... Billy. Me gustaría concertar una reunión con el subsecretario Fadse. He terminado mi trabajo, y quiero regresar a Esdion.
–Si ha terminado su labor, entrégueme el modulo de datos con sus resultados. Yo me encargaré de programar a otro robot que se los entregue al subsecretario.
–Pero si tu te encargas de ellos, ¿yo ya puedo marcharme, no?-
preguntó Wallde, con la esperanza de que el robot le contestara positivamente.
–Lo lamento, pero me temo que tendrá que esperar una confirmación por parte del subsecretario. No podemos arriesgarnos a que la descubran.
–¿¿¿Arriesgarnos a que me descubran???, ¡llevo en esta habitación más de un mes!. ¡Lo más probable es que mi prolongada estancia levante muchas más sospechas!-
Protestó la doctora-Lo siento Billy, pero me voy.
La doctora trató de salir por la puerta, pero Billy ocupó la salida y no le permitió pasar.–Lo siento, doctora. Le ruego que me entregue el modulo de datos y que espere pacientemente la confirmación que facilite su partida.
Wallde maldició al robot, e incluso trató de atravesar la puerta por la fuerza, pero todos sus intentos de escape fueron en vano. Pasara lo que pasara, no entregaría el modulo de Datos a Billy. Había algo en ese robot que no le gustaba, pero no sabia que era exactamente. Durante horas, no pudo hacer otra cosa que tratar de lograr un método que le permitiese distraer al robot y alcanzar la estación del Bulo-Rail. Por muchos planes que la doctora puso en practica, ninguno dio resultado, estaba atrapada. Sin camino a seguir, Wallde empezó a recordar los sucesos que le llevaron hasta hay. Primero la propuesta ofrecida por un alto funcionario Buloniano, luego la llegada a Bulon Dur y la agradable estancia en el hotel de la EUC, seguida por la visita al yate aéreo del subsecretario. En todo ese periodo, no había tenido casi ningún contacto con otros seres, a parte de Fadse y su robot. Finalmente recordó el alucinante viaje en el Bulo-Rail a través de algunos cilindros del aro, su asombro ante la zona helada y la tumultuosa llegada a la estación sur de la torre Gamma. También recordó los atropellos y empujones de la estación, y el pequeño incidente que sufrió el robot en el taxi terrestre, si no hubiese sido por aquella tarjeta blanca hubiera perdido los estribos. ¡La tarjeta blanca!Rápidamente Wallde buscó en los bolsillos de su chaqueta, y a pesar de los objetos que guardaba encontró la tarjeta blanca. Al mirarla en esta tercera ocasión, no supo explicar lo que le pasó. En la tarjeta había una inscripción, y a simple vista no logró entender lo que ponía en ella. No conocía ninguna de las letras empleadas en esa frase, no sabía a que dialecto o civilización pertenecían, e ignoraba que intentaban comunicarle. Justo cuando iba a dar por perdida toda esperanza y a guardar la tarjeta, una fugaz idea recorrió su mente. Con rápida precisión leyó la frase de nuevo, y sin saber exactamente por que, entendió su significado.Con renovadas esperanzas la doctora se lanzó a la fría mirada del robot, y antes de que este pudiera pronunciar una palabra, Wallde, como llevada por un espíritu bienhechor dijo:
–
Me has falladoLos ojos del droide se congelaron, sus articulaciones se bloquearon, y se desplomó sobre el suelo como un montón de chatarra inútil. Incluso sin saber que había dicho, la esdanea sintió una gran satisfacción. En busca de más soluciones, miró la tarjeta por cuarta vez, donde con unas legibles letras se mostraba: Buen trabajo. Es hora de marcharse. Dejando al robot en el suelo Wallde salió de la habitación, cerró la puerta desde el exterior y se aventuro a recorrer los infinitos pasillos del edificio.Interminables corredores se extendían hacia todas partes. Por mucho que tratase de alcanzar los ascensores, nunca llegaba a ellos. Ella no recordaba los pasillos de esa forma, al menos tenia en mente unos corredores mejor iluminados, con colores más vivos y señalizaciones por todas partes. Estos estaban desiertos, no tenían ningún tipo de puertas, eran de un color grisáceo y destacaba una ligera neblina. ¿Un incendio tal vez? Se preguntó a si misma. No, todo era demasiado irreal. Agotada por el inútil esfuerzo de recorrerlos, usó de nuevo la tarjeta bienhechora.
Todo de frente. fueron las palabras que aparecieron esta vez. Sin dudarlo un segundo avanzó hacia delante con gran ímpetu, y al llegar a un punto donde varios pasillos se encontraban, las letras cambiaron. A la izquierda, y doce pasos.
Wallde obedeció sin dudar, y al llegar al punto indicado el texto tomó nuevo significado. Ahora atraviesa la pared que tienes a tu derecha. Aunque un poco desconcertada la doctora trató de apoyar una de sus manos sobre la solida pared, pero su sorpresa no fue escasa cuando sus dedos desaparecieron al otro lado de esta. Valientemente toda ella logró pasar el muro, y su menté se relajó al poder ver los controles del ascensor. En menos de un minuto se encontraba en el hall del hotel, donde todo era tan vivo y poblado como lo recordaba. Al salir a la calle empezó a correr hacia el oeste, ya que si recordaba bien los mapas que analizó, la estación G-O era la más cercana al hotel. Serían poco más de las siete de la mañana y no había mucha gente por los niveles de la torre Gamma, pero a los diez minutos de empezar a correr Wallde se dio cuenta de que la estaban siguiendo. Era una figura alta, oscura y no muy definida. Presa del pánico, aligeró más la marcha.
La estación Gamma-Oeste no estaba muy transitada. En comparación con la terminal por la que llegó a la torre, estaba vacía. Tan solo había un Bulo-Rail estacionado y aunque no conocía su destino ni capacidad, no dudó en subirse a el cuando vio por el rabillo de su ojo que el misterioso personaje continuaba siguiendola.
Una vez a bordo buscó un lugar donde sentarse y esperar. Próxima parada: Terminal espacial O-56. Tiempo aproximado de trayecto: veinte minutos. Las puertas exteriores se cerraron y el transporte empezó a volar por los anillos magnéticos. Estaba en el Bulo-Rail, pero con una rápida mirada hacia atrás comprobó la extraña figura también. Sin extrema rapidez, la doctora se levantó de su asiento y empezó a caminar hacia la parte delantera del tren aéreo; con unos hábiles cambios de nivel el personaje dejó de seguirle.
Todavía mirando de forma intermitente hacia atrás, Wallde descuidó el frente y chocó contra un pasajero. Este bulonar se dio media vuelta y le clavó una intensa mirada. La doctora le reconoció en seguida: Era el subsecretario Fadse.–Muy buenas, doctora-
dijo el subsecretario cortesmente-¿Por que ha desobedecido mis ordenes?
–Lamento haber salido de mi habitación, pero mi cuerpo no podía permanecer más tiempo en un ambiente tan cerrado.-
contestó Wallde.
–Desde luego doctora su fuerza de voluntad es impresionante, muy impresionante... ¿Ha logrado algún resultado en sus investigaciones?
Un temor similar al que sintió en el taxi recorrió su cuerpo. Ese bulonar tenia algo extraño, extraño y tenebroso. Sin saber que hacer, la doctora se limitó a decir.–No he llegado a un resultado concluyente. Estoy agotada y necesito un descanso. Me gustaría tomarme una semana libre, para volver al trabajo con la cabeza más despejada.
La voz del bulonar cambió de repente, y tomó un tono más enérgico.–Le voy a hacer una pregunta, doctora Wallde. Espero que me conteste positivamente. ¿Causaría usted un mal menor ahora en pos de lograr un bienestar futuro?
–¿Que esta diciendo?
–¿Sacrificaría usted unas cuantas vidas para salvar a una multitud?
–¡¿Que?!
–¿Crearía usted desorden, guerras y conflictos si fueran necesarias para la galaxia y el progreso?
–¿Que quiere decir?
–
¿Se uniría a nosotros, doctora?-
gritó en bulonar, mientras señalaba con su dedo a Wallde.Una cantidad insana de luces invadió su mente. Se formó imagen de una galaxia uniforme, palpitante, viva y rebosante de compasión, pero esa imagen cambió. Ahora sufría, se paralizaba, avanzaba de forma irregular, desordenada, moría lentamente... La mente de Wallde se nubló, pero guiada por un sentimiento de esperanza logro liberarse. –¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!-
exclamó-¡Tiene que haber otro camino! ¡Otra forma de...!
–
No hay otro camino. La única forma de luchar contra este enemigo es dejar que se extienda, para estudiarlo, y finalmente derrotarlo.–Pero condenar a tantos mundos y seres a tal fatal destino... ¡No merece la pena! Además, ¡vosotros mismos os beneficiáis de este caos que habéis creado!
La mirada del Bulonar se volvió más agresiva. Ahora Wallde sabia que delante suyo tenia a un nuevo y temible enemigo.–
Entregueme el modulo de datos, doctora. ¡No quiero causarle ningún daño directo!Sorprendida wallde se llevó la mano al bolsillo con intención de destruir el disquete, pero antes de que pudiera siquiera tocarlo el artefacto salió volando hasta la extendida mano del subsecretario.–
Me temo que nuestra relación termina aquí, doctora Wallve.Una de las manos de Fadse se transformó por completo. Sus dedos se fusionaron, su estructura se alargó, y su color cambio a un gris oscuro metalizado: Parecía una espada. Acto seguido alzó su brazo hacia atrás, pero antes de que pudiese acertar un golpe contra la doctora, la tarjeta blanca voló y se interpuso entre la esdanea y su agresor. ¡Al suelo! indicaba el místico artefacto.Sin dudarlo un segundo Wallde se lanzó hacia atrás. Tumbada en el suelo vio como la tarjeta era partida en dos por el siniestro brazo de Fadse. No podía hacer nada excepto esperar el letal impacto, pero algo ocurrió. Un rayo de luz azulada impacto contra el bulonar, y al llegar su brazo al cuerpo de la doctora, lo atravesó. Echando una rápida mirada hacia atrás, Wallde vio que un extraño alienigena envuelto en un traje negro y portador de una plateada pistola le había salvado la vida.–
¡¡Noooo!!-
grito en bulonar mientras se miraba el cuerpo que empezaba a volverse transparente-
¡No podréis detenernos!El misterioso personaje, pistola en mano, fue acercandose de forma calmada hasta el subsecretario. Con rápida eficiencia recogió los fragmentos de la tarjeta que yacían en el suelo, y usando una especie de capo de energía los absorbió con su guante. –
Vuestras acciones son en vano. No lograreis nada de esta forma.-
Dijo el personaje.–
¡ENTROPIA Y GALAXíA!-
gritó el subsecretario, antes de desaparecer por completo.Sus ropas y el modulo de datos cayeron al suelo, todo parecía haber terminado... pero la voz del sistema del Bulo-Rail dijo: ¡Alerta! ¡Fallo en el sistema de navegación!-------------------------------------------------
¿Que os ha parecido?