"El día que el mundo se paró";
por Nathaniel P. Kidman (
El nuevo knowledge-based imperialismo,
El poder de los medios), Northwood, 09-11-07.
El 11 de noviembre, hace ya seis años, dos aviones Boeing 747 de la compañía American Airlines con destino a San Francisco se estrellaron contra las dos torres del World Financial Center de Lexington City en el mayor atentado terrorista que jamás haya ocurrido en un país desarrollado. Seguramente todos recordemos lo que estábamos haciendo en aquellos momentos, yo justamente acababa de despertarme y estaba tomándome un tazón de cereales con leche al mismo tiempo que veía la Jackal News, cuando interrumpieron la programación habitual para dar un aviso de última hora. Mi reacción inicial fue de incredulidad cuando vi la imagen del One World Financial Center bajo llamas y lanzando un humo negro que se extendía hacia el cielo, incredulidad seguida por un estado de estupefacción total y su posterior derrumbe. Salí corriendo a la azotea a verlo con mis propios ojos y así era, desde mi edificio en Northwood, Breukelen, pude comprobar como la pesadilla era real. "¿Qué demonios ha pasado?" fue lo que me pregunté. Cómo una avioneta (en aquellos momentos se decía que había sido una avioneta) podía haberse estrellado contra un edificio y haber causado semejante desastre. Las explicaciones que daban eran insuficientes y siempre sesgadas. No pude apartar la mirada del televisor, y cuando volví a salir a contemplar el escalofriante panorama fui testigo de cómo el segundo avión impactaba contra la segunda torre. Las posibles hipótesis se iban descartando con rapidez, no podía ser casualidad, no podía ser un simple accidente. Y había visto cómo era un avión en toda regla, un avión comercial. Estuve toda la mañana realizando llamadas a personas que conocía que trabajaban cerca del lugar para ver si estaban bien, fue imposible contactar con la mayoría. Afortunadamente no conocía a nadie directamente que hubiera estado en las torres en el momento de la colisión, pero aún así las lágrimas no me las pudo secar ninguno de los pañuelos que tenía a mano.
Después llegó la explicación. Que si un ataque terrorista, que si los fundamentalistas árabes y no sé que otras cosas. Me parecía increíble que unos simples terroristas de Oriente Medio hubieran podido burlar a los avanzados servicios secretos de inteligencia nacional, a los mecanismos de defensa del ejército americano, incluso a la propia seguridad del aeropuerto. Después se inició una comisión de investigación formada por expertos en temas antiterroristas, por ingenieros, arquitectos, pilotos de vuelo, y un largo etcétera. Sin embargo, el informe que facilitaron al Gobierno nunca fue publicado para los ciudadanos. Y entonces se realizó otra investigación, esta vez encargada por el propio Congreso.Ahí empecé a sospechar que había gato encerrado. Sus conclusiones fueron las que ya todos conocemos: un atentado terrorista por parte de una organización islamista. Pero yo leí el informe hasta la última coma, y quitando toda la paja, no quedaba absolutamente nada. Es decir, no se explicaba nada, es más, se daban datos incluso a veces contradictorios. No quedaba nada claro. Escribí a The Lexington Times para preguntar por las conclusiones del informe, la noticia que sacaron al día siguiente era exactamente lo mismo que había contado el presidente McCartney en la rueda de prensa que había dado la noche anterior. "Patrañas", pensé, "esto no tiene sentido. El mayor ataque terrorista que hayamos sufrido jamás y toda la información que obtenemos los ciudadanos es una broma". Así que decidí iniciar una investigación yo mismo, de forma personal.
En primer lugar me pregunté qué motivos tendría el Gobierno para ocultarnos la verdad sobre los ataques. Aparentemente no encontraba ninguno, pero después de mucho pensar llegué a las siguientes posibles causas: Primero, que había acuerdos geoestratégicos con otras naciones del mundo; segundo, que no querían mostrara los ciudadanos la debilidad de nuestra defensa nacional, tercero, que en realidad no sabían nada; o, cuarto, que había intereses estatales en la producción de los atentados.
La primera hipótesis fue eliminada en seguida. En el mundo formamos una alianza todos los países con cierta relevancia económico-militar, y no existía ninguna razón por la que el ciudadano medio no debiera conocer la verdad, ya no estaba la URSS ahí para rivalizar en poder militar con EEUU, nuestros aliados y hermanos. Así que no, eso no podía ser motivo.
La segunda hipótesis también me pareció difícil de creer. En defensa militar estamos amparados por los Estados Unidos, Lexington City es casi una parte de ellos, aunque en teoría conservemos nuestra independencia política. Disponemos de los más modernos servicios de inteligencia, muy eficaces, y la base principal del escudo antimisiles se encuentra en Brown, a menos de 100 km. de LC. ¿Cómo demonios podrían haber burlado a la defensa nacional? Investigué el tema a fondo. Resulta que los aviones despegaron el aeropuerto de Boston alrededor de las 7 y media de la mañana, en los cuales, para empezar, no había ningún pasajero sospechoso de portar armas ni que hubiera tenido problemas en los controles de seguridad; y para terminar habían volado durante más de una hora apartados de su trayectoria normal en dirección a LC. Es decir, dos aviones que habían estado más de una hora secuestrados volando hacia un punto desconocido para las autoridades federales americanas, y no habían dado tan siquiera la orden de derribarlos. Es decir, tenemos capacidad para realizar misiones en el extranjero, para saber dónde se encuentra cualquier persona del mundo, pero ¿no tenemos capacidad para destruir a dos aviones secuestrados que posiblemente se vayan a utilizar para un ataque terrorista? Podría creérmelo en el caso del primer avión, pero resulta que el segundo impactó contra la torre sur media hora más tarde, cuando el primero ya lo había hecho. Motivo de sobra para haber dado la orden de derribe, ¿no os parece?
He de decir que la tercera hipótesis me pareció incluso menos factible después de haber resuelto la anterior. ¿Cómo no podían saber nada de los autores del ataque? Había registros de todos los pasajeros, grabaciones en pleno vuelo, incluso es normal que alguien hubiera reivindicado los ataques, algún grupo terrorista o similar. No hubo nada de eso, los ataques se le habían atribuído a un grupo del que nunca habíamos oído hablar. Gobiernos extranjeros habían también ofrecido su colaboración en las investigaciones. No era posible que hubieran aparecido varios secuestradores de la nada y, sin ningún motivo, hubieran conseguido hacer todo eso.
Sólo faltaba entonces, la última hipótesis, la más aterradora de todas. Desgraciadamente, todos los datos que encontré apuntaban hacia esta. Primero, los posibles motivos. No fue difícil encontrarlos, sólo tuve que mirar quién se había beneficiado de los ataques terroristas. La lista, que me llevó dos meses elaborar, reúne a un buen número de compañías de diversos sectores, pero había uno en particular que había obtenido ganancias millonarias: el sector armamentístico. Fue un contratista de defensa, el Maine Group, que justo aquella mañana había firmado unos acuerdos de venta de aviones de combate. Como consecuencia de la guerra de Afghanistán, su facturación anual se incrementó en casi un 30%, y sus acciones subieron como la espuma en Willow Street. También subieron en bolsa las acciones de las constructoras que se adjudicaron el contrato para construir los nuevos rascacielos en la zona 0, o las de las compañías relacionadas con la seguridad privada, las aseguradoras, los medios de comunicación, los beneficios de los fondos de inversión de alto riesgo, las inmobiliarias, y una larga lista. Mirando los registros de las operaciones bursátiles de los días anteriores a los ataques, varias compañías de inversión como Goldberg Sachs o Morgan Cooper habían apostado grandes sumas de dinero a la baja a que los principales índices se iban a desplomar. ¿Coincidencia? Puede, pero no soy muy dado a creer en ellas...
Es decir, hubo
muchos beneficiados de aquellas 3000 muertes. Muchos más que los que he enumerado, porque con el miedo a los ataques terroristas que el Gobierno y los medios de comunicación fueron inculcando en la población, la gente incrementó en gran medida su consumo privado, con lo cual la economía lexintina (y americana de paso) se libró de caer en recesión. O al menos eso apuntaba un informe del Bank of Lexington de agosto del 2001, en el que se decía que era el estallido de la burbuja tecnológica y la crisis de las punto com lo que estaba teniendo un impacto negativo en la economía. En cambio, a partir de los atentados, el Gobierno nos metió en el cuerpo el temor a ser atacados: se incrementaron las medidas de seguridad en todos los lugares públicos, los medios nos informaban cada vez más sobre delincuencia y amenazas terroristas,... con lo que la gente se lanzó a comprar y animó a que muchos de los ciudadanos apoyaran la aprobación de la Ley PATRIOT. Con todo eso, el gobierno daba una imagen de solidez y se aseguraba la reelección por parte del electorado sin que la campaña fuera muy costosa.
Todo encaja. Era un plan para mantener a los ciudadanos a raya. No pude dejar de ver los vídeos de cuando se derrumbaron las torres. ¿Por qué se derrumbaron tan rápidamente? Solamente habían pasado unas dos horas desde el primer impacto cuando el One Worl Financial Center se vino abajo. Consulté las declaraciones de varios arquitectos del estudio que había proyectado los edificios, y ambos me dijeron que las torres estaban especialmente diseñadas para soportar un impacto de un avión de ese tipo a 800 km/hora y cargado de combustible. Las temperaturas registradas oficialmente no eran suficiente como para fundir los materiales de los que estaba hecha la estructura principal de los edificios, o al menos no para hacerlo en tan poco tiempo. Varios amigos ingenieros corroboraron sus declaraciones, y mirando los vídeos nos dimos cuenta de que también había algo extraño en la forma en la que las torres se habían derrumbado. Según ellos, parecía como si los edificios hubieran sido demolidos mediante cargas explosivas. Si uno observa y escucha con detenimiento podrá ver que antes de que cada piso se desplome se oye un sonido similar al de una pequeña explosión, tal y como ocurre en las demoliciones habituales. ¿Por qué se cayeron hacia abajo con tanta facilidad? El Gobierno también había afirmado haber encontrado entre los restos de los edificios el pasaporte de uno de los secuestradores intacto, pero ¿cómo es posible que hubiera sufrido al impacto del avión y al posterior incendio? Es sencillamente imposible.
Existen más luces que sombras en este tema. Seguramente nunca lleguemos a saber la verdad con exactitud. Me cuesta creer sinceramente que nuestro propio gobierno hubiera llevado a cabo los atentados, o que no los hubiera impedido, pero después de ver todos los nombres de los que se han beneficiado, cada vez confío menos en el sistema. Hay quien dice incluso que estamos todos controlados por la élite empresarial. Sólo Dios sabe qué está ocurriendo. Yo seguiré con mis investigaciones hasta que pueda mostrar pruebas más concluyentes y sólidas, pero lo que sí está claro es que desde aquel día todo ha cambiado. Fue el día en el que el mundo se paró.
Firmado: Nathaniel P. Kidman, columnista del The Lexington Times.