<<Soy tan soso en la cama que hice una película porno y la calificaron para todos los públicos>> <<Mi ex novia quiso escribir un libro sobre nuestra vida sexual, pero… sólo le dio para un relato corto>> El bar se llenaba de risas cada vez que aquel cómico abría la boca. No parecía muy afectado por la muerte de su mujer, incluso había empezado a contar más chistes verdes. La única mujer que había en todo el bar parecía disfrutar mucho de esos chistes, pensé en entrarla. Pero la última vez que me había acostado con una mujer, la cosa no terminó muy bien.
Dejé de mirarla y me centré en seguir dando vueltas a mi mechero en la barra del bar. Me aburrí de aburrirme y salí del bar. La recepción volvía a estar limpia, ya habían pasado varias semanas desde el primer asesinato. Sin embargo, mi habitación seguía desordenada. Por eso, me llevé un gran susto cuando, al abrir la puerta, vi que no había nada en el suelo y que el sofá volvía a verse tras varios meses oculto debajo de toneladas de ropa sucia.
Primero pensé que me había equivocado de habitación, pero al ver a Amy plantada en medio del lugar, entre la tele y la cama, me di cuenta de que, desgraciadamente, esa era mi habitación.
- He hecho un poco de limpieza – dijo mientras sonreía – espero que no te importe.
No dije nada y sonreí falsamente. Ella siguió hablando:
- Estaba todo demasiado sucio, he tirado algunas cosas.
- ¿Qué has tirado? – me paré en seco.
- Papeles sucios y esas cosas. Tranquilo, no he tirado el monedero.
No era el monedero lo que me preocupaba. Fui corriendo a la basura y la revolví hasta que vi que, efectivamente, la servilleta estaba ahí. Aquel número de teléfono tan misterioso, al que algún día tendría que volver a llamar.
- ¿Qué es eso? – Amy estaba confusa.
- No vuelvas a tirar nada mío, ¿entendido?
- Lo siento, pensé que era sólo una servilleta.
- Tranquila – me relajé y empecé a pensar con normalidad, lo cual me llevó a preguntar: - ¿Cómo sabías lo del monedero?
- Lo vi en la comisaría y decidí volver a dejarlo en tu chaqueta. Lo reconocí inmediatamente.
- ¿A qué te refieres? – me serví un whisky del mini bar.
- Era de cuero y tenía el trébol que tienen todos los de la mafia y eres conocido de Joe. Sé que trabajas para ellos, pero no voy a decir nada.
- ¿Qué? Yo nunca trabajé para la mafia – dejé el whisky en la mesa y me acerqué a Amy - Ese monedero era de Sarah.
- ¿Sarah Parker? ¿Sarah trabajaba para Joe?
La cabeza de Amy parecía dar vueltas. Ambos empezamos a andar por la habitación, tan metidos en nuestros pensamientos que estuvimos a punto de chocar tres veces. Yo trataba de elaborar teorías en mi cabeza. Ninguna cuadraba. En ese momento sólo estaba seguro de una cosa: Joe me tenía que haber mentido cuando le pregunté si conocía a Sarah.
Recordé cuando íbamos a la escuela juntos. Por aquel entonces éramos mejores amigos y siempre jugábamos al fútbol en el patio. Yo nunca ganaba y él, para que no me sintiere mal, solía pelearse con alguno del otro equipo para que se acabara el partido y nadie se acordará del resultado. Yo le devolvía el favor dejando que me copiase en los exámenes, excepto en filosofía. Él siempre destacó en ética.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. La mafia de Urbsomnia era cada vez más peligrosa y yo no quería ponerme en su contra en ese momento como tampoco quise ponerme en su contra cuando era policía. Pero Joe había mencionado que estaban divididos, a lo mejor era el momento en el que se podía acabar con ellos. Es curioso, en el colegio siempre decían que Joe sería abogado y que yo acabaría siendo un criminal.
- Amy, necesito el informe del forense de la última víctima. – dije mientras llenaba de agua la botella de whisky vacía y la volvía a dejar en el mini bar.
- No puedo conseguirte eso. Joe y sus hombres me controlan demasiado. Sólo puedo sacar archivos de la comisaría si es para ellos.
Me empecé a preguntar si Amy trabajaba para la policía o para la mafia, si era una triple agente o una doble agente. En cualquier caso seguro que podría ayudarme con mi siguiente petición.
- Entonces, sólo necesitaré una pistola.
Es curioso, porque todos sabemos que Joe nunca será abogado.
Me bebí mi vaso de whisky.