UH! han pasado ya dos largos meses! pero continúo haber si alguien se vuelve a enganchar...
El supermercado estaba totalmente vallado, salí hacia afuera a toda prisa, la idea de que aquel hombre podría estar muriendo atormentaba mi cabeza y más aún, la de que podría ser Roberto.
Descubrí una parte de la valla por donde podría subir fácilmente decidí trepar por allí, en aquel momento no había nadie en la calle, parecía que se había parado el tiempo, o que aquel lugar, era un pueblo fantasma. Ya dentro caminé temeroso, el lugar me parecía curiosamente familiar, la sensación de que ya había estado allí me aceleró precipitosamente hacía el fondo, donde creía que el hombre había caído. Tenía mucho miedo de que fuera ya muy tarde, no quería encontrarme nuevamente con la muerte.
Pero por infortunio de la vida, las cosas se dieron de tal modo, que volví a pasar por ese terrible momento. Aquel hombre, estaba muerto. Me quedé impresionado, alejado a medio metro, sin moverme. No tenía idea de cómo reaccionar, un nudo en mi garganta me avisaba que posiblemente estaba por soltar algunas lágrimas. Extrañado, porque sin conocerlo, me sentía pésimo, quizá por la sensación de que había tardado demasiado, o porque no había actuado bien, comencé a pensar que tendría que haberme fijado en los otros tipos, que lo habían empujado al abismo, a la muerte, al fin de su vida.
Corrí, corrí con todas mis fuerzas, me alejé y me dirigí hacia mi casa. Mientras, me sentía cada vez más observado. Tenía una tristeza terrible, me sentía un ingenuo, por haberme metido dentro de aquel lugar, no tenía nada que hacer allí.
Apenas puse un pie dentro de la soledad de mi morada, sentí tranquilidad, a pesar de que ese lugar al que yo llamaba casa no era nada para mí, sentí la paz de pensar que nadie me encontraría, que nadie sabía quién era.
Me senté en el sillón, los de la decoración habían hecho un excelente trabajo. Prendí el televisor, esperando que en algún momento pasaran algo sobre lo ocurrido, era un lugar tan tranquilo, que cualquier accidente de este tipo, sería trasmitido al instante.
Efectivamente, mientras hacía “zapping” encontré lo que buscaba.
«Roberto Morales, sería el nombre del sujeto que hoy, a horas del mediodía, fue encontrado sin vida, dentro del supermercado quemado. Pocos recuerdan la historia de ese lugar, que fue consumido por las llamas, dando fin a una larga tradición de comercio que tenían sus dueños en Valle Carmín, estos, que perdieron todo su dinero, vendieron los locales y departamentos contiguos, de los cuales también eran poseedores y se fueron del pueblo. Morales, que se encontraba con un alto grado de alcohol en sangre, habría caído por las escaleras contra incendios, del edificio de apartamentos, luego de haber mantenido una disputa con otros dos hombres, que estuvieron bebiendo con el dentro del bar de abajo. No se conoce la identidad de estos, ya que escaparon de la escena, pero se dio a conocer que Morales tenía deudas de juego, que podrían haber ocasionado la discusión. Si bien no se señala a ellos como causante de la caída, se sigue investigando si serían participantes claves en su muerte. Aquí Sebastián Cozzolino, ampliaremos.»
Una sensación de desgana, transitó por todo mi cuerpo, me sentí sin fe, por un momento pensé que todo lo que hice había sido en vano, mi camino estaba deshecho, no tenía más pistas, nada más que hacer allí. Pero no, no me iba a dar por vencido, tenía que volver a aquel lugar, para ver si podía obtener ayuda, o algún indicio, de por dónde seguir.
Tomé un taxi, y le pedí que me dejara frente a aquel horrible lugar. El supermercado estaba lleno de policías y vayas.
Preferí entrar por el lado de atrás. Se me haría imposible por el frente, era casi obvio que quedaría implicado.
Pude reconocer, entre varios hombres, a la chica que estaba en la casa de Roberto, no podía dejar que me viera, si me reconocía, podría pensar que yo tenía algo que ver con la muerte de Morales.
La seguí observando, pero me di cuenta que a mi lado, se paró un hombre, a lo mejor él sabía algo, pero se lo notaba igual o más confundido que yo. Me acerqué de a poco y le dije, con tono extrovertido:
—Hola. ¿Sabes si aquella chica es hija del hombre que murió?
—Hola, ¿qué tal? Mi nombre es Guillermo, mucho gusto —dijo, tal vez ironizando ante mi falta de cordialidad—. Y no, la verdad que no. Ni siquiera conozco a ese hombre. ¿Tú sabes quién es?
—Tengo entendido que se llama Roberto Morales, pero no se mucho, soy nuevo en el pueblo, ¡Discúlpame, suelo ser demasiado confianzudo! —Me disculpé, intentando que sea más leve, aquel momento engorroso—.
— ¿Roberto Morales? —Dijo, con tono de sorpresa—. Qué cosa, tenía pensado alquilar una casa que le pertenece —Se apuró a agregar, tratando de disimular.
— ¿Eres nuevo aquí también o, estas de pasada? —Pregunté, tratando de descubrir si podía hablar más distendido con él, con menos secretos. —Yo pude encontrar una buena casa en las afueras, a buen precio por mes.
—Estoy aquí hace sólo unas semanas, viviendo en el centro —sonrió amablemente. —Pero es que la casita de Morales está justo frente al lago y a las grutas. ¡Me encanta esa zona! —Rió, y continuó—: y a ti, ¿qué te trajo a Valle Carmín?
—Llegué —Dudé, no sabía si podía confiar en él, algo me decía que si, pero mantendría algo de cautela—, por, por negocios familiares, ya sabes, todos estos pueblitos, tienen potencial para ser puntos turísticos, con mi familia tenemos pensado emplazar un hotel aquí.
—Interesante —comentó, frunciendo su entrecejo, mostrando duda en lo que yo le decía—. Al parecer Valle Carmín va a crecer bastante; a mí me han enviado por estudios de mercado.
—Vaya, que bueno que este pequeño pueblo esté en los ojos ambiciosos de gente importante —aludiendo su falta de imaginación a la hora de mentir, le pregunté, intentando hacerlo caer de su farsa—. ¿Qué hace aquí un hombre que tendría que estar realizando otro tipo de tareas? No tenía idea de que ahora los estudios de mercado se fijaran en este tipo de accidentes —Temí, pensando que él podría tener algo que ver con la muerte de Roberto—.
Lanzó una carcajada, dando a entender que mi comentario había sido gracioso.
—Claro, claro, tienes razón —acordó, cordialmente—. Pero es que, déjame confesarte, no me la paso en mi oficina sacando cuentas. Y bueno, ¿quién no se acercaría a husmear ante un accidente? —dejó un vacío—. Supongo que a ti, que estás aquí por negocios, te habrá sucedido lo mismo —dijo, pero poniendo énfasis, como marcando cautela—. ¿O es que conocías a Morales de algo?
—Debo confesarte, lo anduve buscando, sé que él sabía algunas cosas interesantes de este pueblo —le mentí, no sabía nada al respecto de ese tal Roberto, comencé a verlo como un ser inofensivo, de igual manera se le notaban sus intenciones por saber más sobre este tipo. —
—Y crees que esa muchacha es su hija, ¿cierto? —se interesó—. Necesitaría saber si hay alguien con quien contactarme por esa casa. ¡Oh, allí viene la ambulancia! —agregó, al oír las sirenas acercándose comencé a pensar que quería escapar de aquella situación.
— ¡Debo irme! De cualquier manera, si necesitas saber algo, contácteme, este es mi móvil y esta mi dirección, llámame antes de ir a mi casa, no suelo estar mucho allí, un gusto, Guillermo —Y me retiré sin decirle si quiera mi nombre, el truco, venía funcionado—.
— ¡¿Y tu nombre...?! —gritó, pero no le hice caso, alejándome a pasos agigantados, no iba a poder sostener esto mucho tiempo más, no podía ser un fantasma. Lo pude oír murmurando, a lo lejos.
Me quedé un rato en la plaza, pensativo, inmerso en las voces que me mareaban dentro de mi cabeza. No se me ocurría nada, no tenía idea de cómo seguir. De pronto, una luz se prendió, una última posibilidad de esclarecer mi camino. El bar, aquel bar que yo sabía que Roberto frecuentaba, alguien tenía que saber algo, algún amigo, o porque no, enemigo suyo.
Les pido quienes no entiendan mucho la aparición de este nuevo personaje, lean "Verás el cielo" de Edueleno, entenderán mejor.