Era por la tarde cuando me decidí a llamar a Laik. Tenía que contarle lo de mi embarazo y que ibamos a ser padres. Cuando le llamé y le dije que viniera a mi casa, no pude disimular un ligero temblor en la voz. ¿Cómo se tomaría aquella noticia? La verdad era que yo no pensaba mucho en ello. Me sentía bien, con bastante más poder mágico en mi interior que de costumbre y eso me producía una sensación placentera. Pero, era cierto que era aun muy joven al igual que Laik y que apenas habiamos podido disfrutar de nuestra soledad como pareja.
Cuando llegó Laik, yo le estaba esperando en las escaleras de mi casa. Al verme tan seria, supongo que no pudo evitar preocuparse y preguntarme qué me pasaba.
Laik-¿Vastid? ¿Por qué tienes esa cara tan seria? ¿Ha pasado algo?
Vastid-Entra en casa, Laik. Tenemos que hablar...
Laik obedeció sin rechistar mi petición. Estaba en silencio esperando lo que yo le dijera. Seguramente creería que algo me había molestado y que tendríamos una discusión, pero lo que venía era peor y mucho más serio.
Vastid-Laik... Tengo que decirte algo... Ha pasado una cosa que...
Laik-¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿Te ha ocurrido algo malo?
Vastid-Eh... No sé si definirlo como malo... No sé exactamente si es malo o bueno... Solo que parece ser que tuve que hacer algo mal...
Laik-¿Hacer algo mal? ¿Has hecho algo de lo que debería enterarme? Laik me miraba muy serio y entonces comprendí que mis confusas explicaciones le estaban llevando a pensar cosas que no eran.
Vastid-¡Oh! ¡No, no! ¡No seas tonto Laik! No te he engañado si es eso lo que piensas. Con lo de hacer algo mal no me expliqué bien. Me refiero a que lo tuvimos que hacer mal ambos. Deberíamos haber tomado precauciones...
Laik-Vastid, me estás confundiendo. ¿De que precauciones hablas? ¿Qué pasa?
Laik había comenzado a ponerse nervioso y sus ojos mostraban confusión. No podía andarme con mas rodeos. Debía decirle sí o sí lo que ocurría. Suspiré profundamente y en un acto de valentía se lo dije.
Vastid-Laik, estoy embarazada.
Al principio, la expresión de Laik seguía confusa, luego, a medida que asimilaba la noticia, fue cambiando a extrañeza y después a sorpresa.
Laik-¿Embarazada? ¿Lo dices en serio, Vastid?
Vastid-¿Acaso crees que te mentiría en algo tan serio, so bobo?
Laik-No, no lo creo... Pero me pilla tan de sorpresa que...
Vastid-Te parece mal ¿verdad? Pues has de saber que no es solo mi culpa. Tu también habrías tenido que preocuparte de ponerte...
Laik-No, no me parece mal, mi vida. Es solo que me sorprende. Y no, no es culpa de ninguno porque que estés embarazada no es ningún castigo. Lo único que aun no ganamos mucho dinero y mantener a una criatura siempre trae gastos... Debo de pensar en cómo puedo aportar más dinero.
Vastid-Entonces, ¿Quieres tenerlo?
Laik-Pues... claro. Es lo que nos ha deparado el destino, ¿no?
Vastid-Ah bueno... eso me reconforta... Porque quisieras o no, lo iba a tener igualmente...
Laik-Solo déjame pensar... ¿de acuerdo? Ahora debo irme. Te veré mañana.
La voz de Laik volvió a sonar seria. Era muy raro en él ponerse serio. Solamente le vi serio aquella primera noche en el Terciopelo Rojo. Ahora de nuevo había cambiado el gesto por una seriedad infinita y en su mirada se podía apreciar que estaba pensando. Sin decir mucho más, se marchó y yo le vi alejarse en el taxi.
Fue entonces cuando me atacó la tristeza y comencé a sentirme realmente mal. ¡Maldito Laik! ¡Tantas buenas palabras y se notaba a leguas su disgusto! Ahora me sentía como las demás brujas que utilizaban a los hombres solo para tener descendencia sin importarles sus sentimientos. ¿Acaso inconscientemente era el destino que me esperaba? ¿Comportarme como una bruja sin darme cuenta y a pesar de no querer? Pensando de esta manera me puse a caminar por la calle sola, sin darme cuenta de que poco a poco me adentraba en el bosque.
Estaba tan inmersa en mis tristes pensamientos, que no me di cuenta de que me había alejado mucho de mi casa. De pronto un aura muy extraña y fantasmagórica me sacó de mis pensamientos. Miré al frente y allí lo ví, junto a varios caballos salvajes. Un unicornio blanco se paseaba armoniosamente entre ellos, comportandose como uno más, pero sin poder disimular su mágica presencia que destacaba sobre cualquier otro ser vivo del lugar.
Su piel estaba hecha con el propio brillo de la luna y sobre él se extendía un aura de colores suaves y lucientes. Yo me quedé paralizada. ¿Cómo era posible que estuviera viendo un unicornio? Además de que era una criatura de leyenda, en esas propias leyendas se dejaba bastante claro que los unicornios jamás se presentaban a las brujas ni nada por el estilo. Me quedé un rato allí mirándole cuando percibí que hacía un gesto con la cabeza y los demás caballos, como si se tratara de una orden, comenzaron a marcharse despacio hasta dejarle solo. El unicornio me miró desde lejos y fue entonces cuando escuché su voz, etérea y suave, como el rumor del agua. Tenía un timbre tan especial que parecía el sonido de una campana.
Unicornio-Vastid... Acércate a mí.
Después de escuchar su voz, instintibamente me acerqué a él y comenzó a olfatearme.
Unicornio¿Por qué me temes, Vastid?
Vastid-No te temo... Es solo que no me explico cómo puedes estar delante de mí... Siempre creí que tu existencia era algo de leyenda y esas leyendas siempre han contado que... bueno, los unicornios solamente se presentaban a jovenes vírgenes y yo bueno... ejem.
Unicornio-Las leyendas siempre cuentan mentiras. Su base es cierta pero la desarrollan con mentiras. Es cierto que no me hago visible ante cualquier alma. Solo dejo que me vean las almas buenas y puras.
Vastid-Pues... creo que te has equivocado en esta ocasión.
Unicornio-Sé por qué lo dices. Igual que conozco tu nombre. Tu alma no guarda secretos para mí. Ser una bruja no significa tener un alma malvada, como así crees muy dentro de ti.
Vastid-Si tu lo dices...
Unicornio-Tienes miedo, Vastid. Temes ser como aquellos que te hicieron sufrir tanto. Pero no lo serás. Tu alma no es solamente pura, también es fuerte. No te tortures. Tu embarazo es solo una pieza más en el destino del apellido que llevas a cuestas.
Vastid-¿El destino de mi apellido? No... no entiendo a qué te refieres.
Unicornio-Tú no eres una bruja, Vastid. Eres una hechicera. Los hechiceros son más poderosos que los brujos y por eso son odiados por los mismos. Tu familia te intentó convertir en bruja y como no lo consiguió físicamente, te torturaron psicológicamente para que aceptaras falsamente tu condición brujeril. Pero no te dejes engañar, Vastid Redirok. No te dejes engañar por los recuerdos. Los Redirok están destinados a ser los que se enfrenten al mal de los brujos.
Vastid-Tus palabras suenan bien, pero no me hacen sentirme mejor... Yo soy débil, no sé ni conjurar un sapo... ¿Cómo esperas que crea que puedo enfrentarme al poder y al mal de seres como mi familia?
Unicornio-Tu poder no viene del mal, Vastid. Viene de tu alma y esa es la diferencia entre un hechicero y un brujo. He de prevenirte, porque el camino no será fácil. No todos los Redirok nacerán para seguir tu legado... el destino depara también sufrimiento y la oscuridad siempre estará acechando. Pero debes confiar en tu intuición y enseñar lo que sepas a tus descendientes. Ellos deben estar avisados aun si uno de ellos se vuelve en contra de su sangre. Decidiste vivir como un humano. Inconscientemente rechazaste la juventud de las brujas y aunque pudieras crear algun elixir o conjurar algún hechizo para devolverte esa juventud, no lo harás. Tu destino es la inmortalidad de tu alma y la descendencia de hechiceros que derrotarán al mal encarnado en tu familia.
Vastid-Pero... ¿Y si alguno de mis descendientes se deja llevar? Yo ya no estaré en este mundo para detenerlo...
Unicornio-Pero tu sangre sí. Tu sangre correrá por la sangre de tus descendientes y con ella la fuerza de tu alma. Confía en tí, mi adorable Vastid Redirok. No tengas miedo nunca más y sigue adelante. Tú, nacida como bruja entre las tinieblas, serás la luz y la propia oscuridad que pueda derrotarlas. Yo debo marcharme ya. Pero ten presente mi imagen. Nos veremos de nuevo, si no es en este mundo, en el otro.
Cuando el unicornio terminó de hablar, se alejó un poco de mí, dandome la espalda y luego comenzó a correr y a ascender mágicamente dentro del aura que estaba sobre él hasta desaparecer. Aquella conversación me tocó profundamente. Desde luego, para que una criatura como aquella me hubiera hablado, algo en mí tenía que estar ocurriendo realmente. Miré de nuevo al cielo estrellado y me juré cumplir con mi destino.
Los días siguientes me lo tomé con calma... hice comida para dos, pero Laik no se presentó. Ni siquiera me había llamado. Aquello, más que entristecerme, me causó enfado y me dije que no le contaría mi encuentro con el unicornio. Si él no se interesaba por mí, ¿por qué yo me tendría que interesar por él? Aunque creyese que no iba a volver jamás, yo saldría adelante por la criatura que llevaba dentro de mí y a la cual le quedaba poco para nacer. El desarrollo de aquel embarazo iba muy rápido, pero no me preocupaba. Ya lo había visto en las demás brujas.
Aquellos días desarrollé un comportamiento kamikaze. No veía a Laik y mi soledad se convería en ira y mal humor. Para superarlo, me iba a la tienda de elixires a practicar la alquimia.
Luego, me iba a mi casa de nuevo sola. No sin escuchar las advertencias del dependiente de la tienda sobre el peligro de las noches con luna llena. Y fue en una noche con luna llena en la que yo estaba cenando tranquilamente cuando me empecé a encontrar un poco mal.
Presentía que el momento iba a llegar y ¡encima en luna llena! ¿Qué podía salir en esa situación? Como no sabía muy bien como actuar, me puse un traje que por costumbre se ponían las brujas para que todo saliera bien en el parto. Tendría a mi pequeño en casa. No quería que nadie viera a mi bebé. A pesar de que en Moonlight Falls no estaba mal visto ser una bruja, no quería que nadie supiese con certeza que yo lo era. Me fui a dormir, pero el descanso me duró poco.
Unos terribles dolores me asaltaron y supe que había llegado el momento. Me dolía muchísimo pero tenía que resistir y hacerlo todo yo sola. Era la única manera de que nadie supiera mi verdadera condición de bruja. Por mucho que me hubiera dicho el unicornio que yo no era una bruja como tal, no podría evitar nunca seguir llamándomelo. Era mi vida y mi costumbre. Poco a poco fui superando el proceso del parto y, tal y como vi hacerlo en mi casa, así actué yo también. De mi insistencia y paciencia, logre sacar de mi a mi hijo. Un precioso niño. Pero mis dolores no acababan. ¿Acaso era posible? ¡¿Otro?! Hice el mismo procedimiento y sí. Tuve otro bebé, pero en esta ocasión fue una niña.
Después de todo el dolor y sufrimiento había logrado tener a mis dos bebés yo sola. A mi hijo le puse el nombre de Deirom y a mi niña le puse el nombre de Sarkia. Mis dos gemelos despedían un poder mágico muy conocido por mí. Mis pequeños eran también brujos.
- Os dejó el capi VII. Lo pensaba poner mañana pero no tendré tiempo seguramente, asi que espero que lo disfruteis =)
por Ayame~ » Hoy, 20:08
Que pareja tan linda la de estos chicos *-*
a ver que saldra, yo voto que sera un/a brujit@ :3
eso si, espero que Laik deje de esconderse, si ella le dijo que es bruja el tambien tiene que decirle que es un licantropo e_e
¡Gracias por pasarte a leer y comentar, Ayame! ^^ Me alegro que te guste la pareja y bueno, creo que tienes algunas respuestas en este capítulo jejeje. ¡Un saludo!