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La Gran Guerra

Escribe la historia de tu especie, desde sus inicios hasta las aventuras galácticas.

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¿Sobrevivirá la diosa Terra a la terraformación?

Si
11
65%
No
6
35%
 
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 10 Oct 2010, 11:14

Los pocos Terraptor fertiles serán fabricados con más cuidado que los actuales :wink: Es posible modificar el ADN a partir del que nacerá una nueva criatura

Aunque sea tremendamente complicado...



* * *


Se encontraba en una gran llanura rojiza, desierta, en medio de la oscura noche. El segundo satélite de Terra bañaba con su blanquecina luz los alrededores. Ter se sorprendió, no esperaba visiones esa noche, no hacía ni veinticuatro horas que se habia visto sumergido en una. Miró a su alrededor, el lugar estaba desierto. Nada ni nadie excepto el llano y arenoso suelo de Terra lo rodeaban. Nada salvo...

El Ayler que había derrotado hacía escasas horas yacía tras él inmóvil, ovbiamente muerto. Pero no se encontraba en la posición en la que Ter lo dejó.

El Seyler se encontraba estirado sobre el suelo, en vez de tener medio cuerpo bajo tierra.

Todo se mantenía en silencio, nada ocurría. Ni siquiera las nubes del cielo parecían moverse.
Demasiado silencio, pensó. Creo que ahora no estoy en un sueño de Spora.

Se dirgió al Ayler y lo rodeó. Esperó en silencio alguna señal que le permitiera confirmar que se encontraba en un sueño diseñado por algún Dios; era la primera vez en muchos años que se sentía nervioso. ¿Era Terra quien le había traido a ese lugar esta vez? Si asi era, se le caía la cara de vergüenza. Sumado al hecho de que era probable que hoy conociera en persona al ser que creó a su especie y a todas las demás criaturas de su planeta, estaba el hecho de que Ter había tenido intención de contactar con el Dios que lo creó para hacer una cosa que no había hecho casi desde que era niño. Una cosa para la que ningún Terraptor estaba hecho; una acción que muy pocos de su especie poseían el don de hacer. Una cosa que llenaría de vergüenza a casi cualquier Terraptor.

Un pensamiento más terrible que ese cruzó por la mente del Terraptor de repente. Los Terraptors que creían en los dioses siempre habían dicho que este dios los había creado a su imagen y semejanza.

¿A qué tipo de Dios iba a encontrarse Ter?

Auténtico terror recorrió el cuerpo del Terraptor. Recordó los adjetivos con los que se refería a su gente... Idiotas, violentos y muy bravucones.

La idea de que había destrozado el planeta de un Dios asi, sumada a la de que ahora se encontraba prisionero en su sueño, hizo que todas las alarmas del Terraptor se encendieran. Sacó su espada en cuestión de milisegundos, estuvo extremadamente atento a calquier minimo movimiento o sonido que percibiera; inmóvil durante varios minutos, con la sensación de que alguien lo observaba; seguro de que algo en poco tiempo lo atacaría.

Se mantuvo inmóvil durante mucho tiempo, muchos minutos, sin que nada, absolutamente nada, ocurriera a su alrededor.
"disfrutas viendome asi?" preguntó mentalmente a quien sabía que le escuchaba cada uno de sus músculo se encontraba en tensión.
Ninguna respuesta llegó. Todo siguió en silencio, todo inmóvil. Por no moverse no se movía ni el aire.

Hasta que un sonido hizo que Ter girara la cabeza inmediatamente hacia el Ayler, temiendose lo peor. Pero no, el Ayler no se había movido, como pensaba.
Un pequeño frasco había caido de él.

Preguntándose que macabra broma preparaba su mundo contra él, Ter caminó hacia el frasco con cara de enfado. Lo cogió de manera violenta, esperando encontrar sangre, un reflejo de la cara Tara herida, o algo por el estilo.
En su lugar, y muy sorprendido, encontró una semilla en el frasco.

Sin dar crédito a lo que veía, Ter intentó abrir el frasco, esperando que la semilla se convirtiera en una planta carnivora de repente... algo malo tenía que salir. Por fuerza.

Y si, algo salió, pero no lo que esperaba. En cuanto Ter abrió el frasco, la semilla empezó a crecer y se convirtió en una colorida planta, que en pocos segundos ocupó todo el interior del fraso. Con sus raices empezó a agarrar por todos lados el frasco, buscando un agujero por donde seguir extendiendose. Lo encontró, y de manera nada amenazadora siguió extendiendose, saliendo del frasco y llegando con sus raices a la mano de Ter. Asombrado por el hecho de ver una planta en su mundo, no fué capaz de apartar la mano, y la planta siguió creciendo y extendiendose por ella...
No esperaba verlas en su mundo hasta dentro de muchos años, y, aún sabiendo que sólo se trataba de un sueño, la alegría reemplazó al miedo en muy poco tiempo.

Inundado por la alegría, Ter dejó la planta en el suelo para que siguiera creciendo lentamente por él, en vez de por su brazo. Por alguna razón el crecimiento de la planta tuvo un gran significado para Ter.

En ese momento la destrucción que siempre me rodeaba se vió interrumpida por un nacimiento... Dia tras día en este mundo solo hemos podido contemplar destrucción. Todo mi mundo se encnotraba destruido, cada montaña, cada valle, lo albergara ningún signo de vida. Tal era la ausencia de vida que algunos de mis congéneres ya tenían algunos problemas para respirar; no había plantas que nos suministraran el oxígeno que necesitamos para vivir. Fuera de los edificios, el oxigenos se agotaba ya... Sólo fabricábamos máquinas diseñadas para crear más destrucción. Tras meses y meses de sólo poder ver eso... una planta florece entre mis manos. No hay palabra para describir esa sensación que no olvidaré nunca.


En su alegría, Ter no se dió cuenta de que ya no estaba sólo. En realidad, no lo había estado en ningún momento, pero el ser que lo observaba desde el cielo nocturno se hizo visible en ese momento.
Ter seguía mirando cómo la planta crecía, con la sonrisa de un niño; la planta había llegado al Ayler y empezaba a extenderse por el, comenzando a taparlo con sus verdosas raices.

Una pequeña ráfaga de viendo sacó a Ter de su trance. Miró alrededor en un segundo, y se percató de que su espada ya no estaba en su mano. Se dió cuenta de que estaba en el suelo. Inmediatamente la recogió, y fue entonces cuando la vió.

Terra.
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Re: La Gran Guerra

Notapor Metafight » 10 Oct 2010, 19:10

Precioso, algo bonito en este baño de sangre. =D> =D> =D> Voy a llorar, me ha conmovido :cry:
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 28 Nov 2010, 15:56

Perdón por este parón, en recompensa os traigo una pequeña bomba:






El fin ¿justifica los medios?


¿Qué hacer cuando encuentras ante ti al ser más importante y poderoso de toda tu especie?


Una inmensa cara, con los rasgos físicos de un Terraptor, se alzaba imponente en el cielo, frente a él. La cara de la Terraptor más bella del mundo no podría compararse a la que Ter miraba en ese momento. La piel más lisa (como era normal en las mujeres Terraptor, pero más aún), los ojos, cuatro, color lila, más bellos… El color morado de su piel encajaba perfectamente en el cielo morado también, oscuro, casi negro, del amanecer.


Ter pareció no darle importancia, todo lo demás en ella restaba importancia al color de su piel.


Los dos se miraron mutuamente durante un largo espacio de tiempo, uno maravillándose y asombrándose del ser que tenía enfrente, y otra estudiando cada centímetro del cuerpo de su campeón. Parecía que el Talismán había hecho bien su trabajo. Éste era exactamente igual al original.

Por fin, Terra tomó la iniciativa y empezó a hablar, aunque poco dijo, realmente.


-Eres tú quien deseaba hablar conmigo. Vamos, te escucho, mi Rey.


Esas palabras hicieron un nudo en la garganta de Ter casi imposible de desanudar.
Casi. Ter reunió coraje suficiente y, venciendo al asombro, el respeto y la felicidad que le producía estar frente a tal personaje, desanudó el nudo de su garganta y, apenas atinó a decir:

-Yo… yo… venia… Terra, venía a pedirte perdón.


Terra bien sabía lo que Ter iba a decir antes de que lo dijera, pues le conocía bien, pero aún así mostró extrañeza al oír eso.

-¿Perdón? ¿Perdón por qué?


Ter extendió los brazos y giro el torso, señalando todo el paisaje.
-¿Porqué? Mira a tu alrededor… Aún no me explico como mi planeta sigue vivo. Quemado, golpeado, aplastado por millones de toneladas de escombros lanzados por mí en una batalla. Si bien los Aylers ya hicieron de las suyas cuando vinieron, yo…he rematado la faena.


-¿Había acaso otra manera de recuperar lo que a los Terraptors les es suyo por naturaleza?

-…La verdad es que no lo sé.

-No la había, y lo sabes bien. Pero buscas excusas para poder pedir perdón, por el daño que has hecho. No tienes que pedir perdón por nada.

-Pido perdón porque he hecho daño a quien no lo merece.


-Piensa también en el bien que ese daño ha causado. Mis tierras están libres de seres que no merecen vivir ahí. Ahora, gracias a ti, sólo los Terraptors vivís en ellas.



-Viven entre montañas de escombros que compiten con las tuyas, y entre ríos de lava sacados a la fuerza de tus volcanes a base de estrellar buques de combate contra ellos.

Terra mostró una cara seria de, de pronto.

-El fin justifica los medios.


Ter se quedó boquiabierto ante esa respuesta.

-…Pues… claro… pero… ¿es que acaso no te molesta ni un poco que haya hecho eso con tus tierras?


-El fin del que hablo es preservar la vida de muchos, eliminando a los Aylers de esta galaxia. Los medios que utilices, están justificados, todos. Tu objetivo, tu misión, es mantener viva esta galaxia. Como sea. Si hemos de sufrir por ello, que así sea.

Ter no salía de su asombro. Empezaba a vislumbrar gran parte de lo que significaba la misión que le habían encomendado. Vio su significado en todo su horroroso esplendor con el siguiente diálogo de Terra:

-Y si algunos hemos de morir por ese objetivo, Ter, moriremos. Merecerá la pena.


Ter, por muy asombrado o horrorizado que estuviera por el comentario, no puedo rebatirlo con nada, sabía que Terra tenía razón, al fin y al cabo.



-Tú mismo tendrás que sacrificarte también, Ter. Perderás muchos amigos, matarás a mucha gente, harás mucho daño, aunque no quieras hacerlo.

-Sé que deberé hacerlo, pero aún así me lamentaré por ello. Ya sabes que yo no soy como los demás de mi especie, mis sentimientos son más profundos. ¡Ah, maldita sea! ¿No podíais haber elegido a otro para este trabajo? ¡Cualquier Terraptor mataría con gusto a cualquiera que le interrumpiera en esta misión! Pero a mí me va a ser difícil…


-Cualquier otro Terraptor es demasiado idiota para cumplir esta misión, los dos lo sabemos bien.


-¿… Y un ser de otra especie?


-Maldita sea, Ter, deja de intentar escaquearte, tú eres el único ser de toda la galaxia que reúne unas cualidades determinadas, en un la justa medida para cumplir esta misión.


-¿Incluida entre ellas mi preocupación por los demás?


-Incluida entre ellas, tu sentimiento de la justicia. Justicia real, no tu justicia, sino la justicia de todos.

Ter iba a hablar, pero Terra continuó hablando sin dejarle a él.

-Se nos acaba el tiempo, Ter, y debes saber algo muy importante que hasta ahora no hemos podido contarte.

-…Bueno… ¿Qué?


-¿Sabes de donde han salido todas esa cualidades, lo que tu llamas poderes? ¿Sabes que es y qué significa el Talismán que llevas en el cuello?


-No lo sé y no me importa, me vale con saber cómo funcionan. Supongo que vosotros los Dioses tendréis lo que por aquí se llama Magia.

-Ter, la magia no existe. Ningunos los atributos que ahora tienes proviene de la Magia.

Ter sospechó que no le iba a gustar lo que iba a oír, aunque no supo porqué.


-Y… ¿entonces? Pero, el Talismán me ha dado estas cualidades, ¿no?


-… Se podría decir. El Talismán era un recipiente y una base de datos para que las nanomáquinas que iban en él supieran que hacer con tu cuerpo cuando sustituyeran sus células por otras nanomáquinas.

¿Qué mejor que una máquina para vencer a otra máquina?
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Re: La Gran Guerra

Notapor Metafight » 28 Nov 2010, 16:08

:shock: :shock: :shock: :shock: ¡¡¡¡¡WTF!!!!! ¿¡Que le estan haciendo a Ter!? O sea, que a grandes rasgos, lo estan convirtiendo en un Ayler bueno, por asi decirlo :mrgreen: .

Fabuloso, como siempre, te expresas de maravilla =D> =D> =D> .
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Re: La Gran Guerra

Notapor galactichero » 28 Nov 2010, 16:34

Increible, sublime, fantástico, supercalifragilisticospialidoso, y me quedo sin adjetivos para este cap, impresionante.

Por cierto, los nanos: http://images2.memegenerator.net/ImageMacro/3911725/Nanos-Nanos-everywhere.jpg?imageSize=Large&generatorName=Buzz-and-woody
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Re: La Gran Guerra

Notapor jorge » 28 Nov 2010, 18:27

me encantado la ultima frase,bueno,todas las frases,pero en especial la ultima.Un capitulo genial,ya tenia ganas de volver a leer tu historia =D> =D> =D> =D>
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 05 Dic 2010, 17:34

Regalo de unos viejos amigos


Aquella mañana Ter no salió de su habitación. Pocos lo echaron en falta, hasta que a mediodía, cuando el informador llamó al telecomunicador personal del Rey, y éste no contestó.

Varios Terraptors de bajo rango fueron a su habitación, preocupados por él, pero encontraron la puerta cerrada a cal y canto. El -ahora- pequeño Frip esperaba fuera, tumbado en el suelo, no parecía preocupado por los golpes y ruidos extraños que se oían dentro. El registro de la puerta indicaba que había al menos una persona en la habitación.


Llamaron desde fuera a su Rey, pero nadie contestó. Intentaron tirar la puerta abajo, les fue imposible. Llamaron a un técnico, para que desbloqueara la puerta; le fue imposible hacerlo.

Según él, era como si hubieran arrancado los cables de la puerta. No respondía a ningún estímulo, ni siquiera a comandos maestros, que obligaban a obedecer a cualquier máquina. Tampoco podían tirarla abajo, esa puerta era a prueba de la gran mayoría de bombas. Las únicas bombas que podrían derribarla derribarían el piso entero.

-Tampoco podemos taladrarla, está hecha de adiminio... Habrá que buscar otra manera de entrar- dijo el técnico.


-¿Las ventanas? Preguntó uno de los soldados.

De repente, un tremendo golpe sonó dentro de la habitación, la fuerza del mismo hizo vibrar el suelo bajo los presentes. Incluso Frip, que se había mostrado inusualmente tranquilo hasta ahora, miró la puerta con preocupación.

Todos salieron a toda prisa a buscar una manera de llegar hasta las ventanas.


Pocos minutos después consiguieron, con un helicóptero, acercarse a las ventanas, las cuales también estaban cerradas, aunque no eran tan resistentes como la puerta o las paredes de aquella habitación.

El helicóptero encargado de abrir paso estuvo a punto de disparar los misiles para eliminar las ventanas de un golpe, pero un oficial lo detuvo en el último segundo.

Un soldado que se encontraba en la puerta de la habitación de Ter, dentro del edificio, había oído voces.

Apagada por la puerta, fue imposible entender lo que decía la voz de Ter, pero por el tono parecía bastante nervioso. Frip seguía más o menos tranquilo, tumbado aún frente a la puerta.

Otro golpe, seguido del arrastrar de varias cosas de gran tamaño por el suelo, y golpes en las paredes.


Preocupados porque algo hubiera conseguido entrar a la habitación del Rey y le estuviera atacando, no dudaron en lanzar los misiles del helicóptero contra la habitación.






Los misiles impactaron contra las ventanas, pulverizándolas con un gran estruendo y lanzando decenas de kilos de escombros contra la habitación.

Los sonidos extraños dentro de la habitación cesaron, aunque no se podía ver el interior de la misma, por el humo levantado por la explosión. Cuando el humo se hubo disipado, se hizo visible una habitación destrozada, por supuesto, pero no sólo destrozada por el efecto de los misiles.

Marcas de algo que parecían ser garras llenaban las paredes, algunas en grupos de tres, o de una tan sólo. Las sillas se encontraban destrozadas cerca de las paredes, así como la mesa grande (sobre la que antes reposaba el ordenador de Ter) y la mesita de noche. La cama también estaba destrozada, pero eso si tenía explicación, se encontraba bajo las ventanas, recién desintegradas.

Todo parecía indicar que algo o alguien había atacado el lugar pero no había nadie allí. Sólo Ter.
Éste se encontraba en el centro de la habitación, con cara de muy pocos amigos y sosteniendo un gran armario de metal en una de sus manos, mientras miraba fijamente a los tipos del helicóptero.

De repente, lanzó el armario contra el helicóptero, haciendo que este se desestabilizara –y que a su vez el armario cayera al vacío-, pero el piloto recuperó el control y mantuvo el helicóptero frente a las destrozadas ventanas de la habitación de Ter.

En silencio, el Rey se dirigió a la puerta de la entrada, pero, esta vez la abrió de un puñetazo tal que la dobló, además de sacarla de sus raíles.



El oficial Terraptor se pasó toda la tarde persiguiendo, junto con Frip, a Ter en sus paseos rutinarios por los talleres y sus llamadas a las fábricas y laboratorios, rogándole que le dijera lo que había ocurrido en su habitación.


Ter se mantuvo en silencio mientras supervisaba la construcción de todos los vehículos en los talleres por los que pasaba. Sólo hablaba con los trabajadores.

Ahora el Rey parecía estar más extraño que otros días… Parecía muy enfadado –bien lo habían podido comprobar hacía escasas horas- pero esta vez intentaba disimularlo.

Ter nunca disimulaba su mal humor... otras veces habría soltado una voz al oficial que le hubiera dado un vuelco el corazón.

Por si las moscas, Frip no se acercó mucho a Ter esa mañana. Él parecía conocer el motivo por el que Ter se comportaba de esa manera, incluso podría saber que había pasado hacía unas horas en la habitación.

En un determinado momento, en uno de los pasillos que separaban los talleres de vehículos ligeros, Ter detuvo su paseo. Se giró, y, mirando al oficial, señaló al pequeño Frip y dijo:

-Quiero un análisis completo de este animal para mañana.

Y siguió caminando.


Viendo que no sacaría nada de información a su Rey ese día, el oficial desistió y cambió de tema cuando recibió una noticia por telecomunicador, que se vio obligado a contar a Ter. Ya que el telecomunicador de Ter también había resultado destruido en la habitación.


-Me informan de que tres objetos con forma de asteroide se dirigen directamente hacia este planeta, si siguen su rumbo sin cambios llegarán a Terra en dos horas. Además, desde hace algunas horas, unos pequeños objetos, que parecen ser de análisis, han aparecido por gran parte del planeta, se les ha permitido el paso por ser reconocidos como pertenecientes a la ODI.

Ter detuvo su caminata por el pasillo y meditó sobre los presuntos asteroides.

-¿Cómo que tres objetos “con forma de asteroide”? ¿Acaso no lo son?

-Según los escáneres de asteroide sólo tienen la cubierta, en el interior hay una especie de huevo de un material desconocido, no sabemos lo que hay dentro. Los escáneres no pueden atravesarlo.


Escáneres de la ODI… y tres huevos en dirección Terra. Interesante.


-¿Qué tamaño tienen?

-Dos de ellos, más de cien de metros de alto, señor. El tercero apenas mide cinco.

Ter siguió pensando, parado en medio del pasillo. Había notado que el oficial había sustituido la común palabra “Rey”, que utilizaban para nombrarle, por “Señor”, mucho más agradable para sus oídos.


-Siguiendo la simple lógica podrían ser de la ODI…

-Podrían serlo, señor.

-Pero, ¿Han dado algún tipo de señal que verifique que lo son? ¿Han pedido siquiera permiso para entrar a nuestro sistema?


-No, ninguna de las dos cosas, señor. Los escáneres sólo están estudiando nuestro aire y a nosotros mismos, parece. Pero no han hecho amago siquiera de comunicarse con nosotros.


-Ordena a uno de nuestros buques en órbita que efectúe un disparo de aviso al asteroide pequeño. Veamos su reacción.


Uno de los buques Senan que orbitaban alrededor de Terra, disparó un proyectil débil de energía hacia el asteroide más pequeño. Cuando fue alcanzado, la cubierta de roca que lo camuflaba como un asteroide normal se desprendió, desvelando un huevo de metal, con el frente recalentado por el impacto del disparo. Pero intacto.


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Una transmisión de voz llegó desde el huevo volante, hasta los ordenadores del Senan que había disparado.


-Rogamos no ejecuten acciones hostiles hacia las cápsulas de carga.


-Dejaremos de disparar cuando os identifiquéis- respondió el capitán del Senan, siguiendo las órdenes de Ter por telecomunicador.

Los asteroides-cápsula no respondieron, y continuaron su camino.


El Senan y los demás buques y cruceros de combate dispararon otra vez contra las cápsulas camufladas de asteroides, esta vez proyectiles usados para el combate estelar –mucho más potentes-, pero lo más que consiguieron fue quitarles la cubierta de roca. Ter, sin embargo, no ordenó evacuar el planeta, ante la posible amenaza. Era muy probable que las tres cápsulas pertenecieran a la ODI –era más que probable, era casi obvio- pero… seguían sin identificarse como tales.


Dos horas después, los asteroides-huevo-cápsula entraron en la atmosfera de Terra, frente a las impotentes naves, que no habían sido capaces de detenerlos. Teniendo en cuenta su tamaño, si continuaban su rumbo y velocidad, su impacto sería devastador para cualquier ser vivo o inerte en centenas de kilómetros a la redonda, para colmo quiso la suerte –o el piloto automático- que fueran a aterrizar justo en frente del edificio Punto Neural.


Todos se preparaban para el impacto –Ter el primero, a unos metros del lugar de impacto, más chulo que nadie-, pero las cápsulas, minutos antes de chocar contra la superficie, deceleraron significativamente, hasta casi detenerse a unos metros del suelo. Luego, bajaron despacio hasta el suelo, en formación de triangulo, en una explanada a doscientos metros del edificio.

Los Terraptor empezaron a rodear, con tanques, soldados y TyranoS a las cápsulas, que acababan de aterrizar, suavemente, en la explanada.


Segundos después de aterrizar, de la cápsula pequeña salieron unas cuantas antenas, que analizaron la calidad del aire. La encontraron muy pobre en oxigeno, demasiado rica en dióxido de carbono. Aceptable para la supervivencia de la carga.

Ter se acercó cautelosamente a la cápsula pequeña, seguido de unos cuantos soldados, varios tanques y TyranodoS, que no dejaban de apuntar con sus armas a las cápsulas. Sabían que no podían destruirlos, pero puede que sí pudieran destruir lo que contenían si salía al exterior… Si era enemigo.


En cuanto Ter estuvo a un metro de la cápsula, ésta se puso a hablar a toda velocidad.

-Saludos, amigo Terraptor. Es un placer comunicarle que la Organización de la Defensa Intergaláctica ha tomado la decisión de hacerles un regalo que les ayudará en su guerra.

Ter hizo un gesto a los soldados.
-Son amigos. La ODI.


La noticia se extendió de Terraptor en Terraptor por toda la explanada, tranquilizando en general a la gente. Pero no en exceso. Por muy aliados que fueran, dos cápsulas del tamaño de un edificio en medio de la explanada no inspiraban precisamente confianza en los Terraptor.


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De repente, las cápsulas se abrieron con una explosión de gases en el interior, igualando la presión de dentro con la de la atmosfera, y despertando de la criogenización a los seres de su interior.

Las paredes de una de las cápsulas se resquebrajaron como si de cáscaras de huevo se tratara, cayendo al suelo, y obligando a los tanques, TyranodoS y demás a alejarse a toda prisa de allí, para no ser aplastados por las mismas. La otra se abrió de manera mucho más lenta, por su propia voluntad, separando fragmentos de sí misma como pétalos de una flor se tratara.

Ter se mantuvo en el lugar, por suerte ninguno de los fragmentos de huevo de metal le cayó encima.

Antes incluso de que la primera cápsula-huevo se rompiera por completo, un gigantesco rugido salió de ella, a la derecha de Ter. Acto seguido, el ser destrozó lo que quedaba del huevo-cápsula y salió al exterior rugiendo por segunda vez. A punto estuvieron de disparar los tanques y soldados al inmenso animal, pero no lo hicieron.

No así los TyranodoS, que clasificaron al animal como enemigo y se pusieron a disparar con todo lo que tenían. Ter se dio cuenta del error de haberlos traído, ya que estos seres eran desconocidos para ellos, pero encontró una fácil solución en pocos segundos.

Los Rinaptor habían previsto estas situaciones, y habían dotado a los TyranodoS de un sistema electrónico simple, que apagaba por completo a esos seres cuando un Oficial que portara el detonador pulsara dicho objeto.


Así que los TyranodoS agresivos cayeron apagados de repente, al suelo.



El otro inmenso animal salió mucho más cauteloso de su cápsula mientras la cápsula que Ter tenía enfrente se ponía a hablar otra vez.


-Creados a partir del ADN del Rey Murati, estos animales han sido enviados por orden del alto mando de la O.D.I. a petición de los supervivientes del Planeta U, en el Sistema UIBB, de esta misma galaxia.

-Sé de qué planeta hablas. ¿Hay supervivientes allí?

El robot del huevo no había terminado la explicación y continuó con su discurso.

-Estos dos Épicos de la especie Tiranodontus Rex le ayudarán en su batalla contra sus enemigos y limpiarán los destrozos causados en este planeta, han sido creados para serles lo más útiles posible a usted y su imperio. Se alimentan de metal y…

-Hey hey hey, espera. Responde a mi pregunta. ¿Hay supervivientes en el planet…?

-…y son extremadamente fuertes, como ha podido comprobar con los disparos de sus máquinas. Sólo obedecerán al más alto mando del Imperio, que suponemos será usted.

-Sí, soy yo, pero…

-Excelente. Sepa además que pueden alimentarse de metal. Por último, un extra.

-Podrías explicarme todo esto en otro momento y decirme si en el planeta U hay sup…

-Uno de ellos es una hembra y está embarazada.

Ter se calló y miró hacia arriba, al ser que había salido despacio del huevo, a su izquierda.
Era más grande que el otro.

Se pasó una mano por la cara en un gesto de desesperación y continuó intentando sacar la información que quería de aquel huevo gris intentando adelantarse a él.

-Antes de que digas más, respóndeme a esta pregunta. ¿Hay…?

-Si son bien alimentadas, las crías alcanzarán el tamaño de sus padres en cuestión de semanas y…

-¡Cállate de una vez y responde sólo a lo que yo pregunte!

-… serán tan leales como sus padres, a la vez que fuertes. Podrá comprobar además qu…

Perdiendo la paciencia –cosa fácil teniendo en cuenta los pasados acontecimientos-, Ter lanzó tal mandoble al huevo con su espada, que lo lanzó varios metros a la izquierda su posición inicial. El huevo no volvió a decir una sola palabra.

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Otro punto de vista de los acontecimientos...
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Re: La Gran Guerra

Notapor MrSporaculo » 05 Dic 2010, 19:19

Es muy grande! es muy manso!!! xDD
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Re: La Gran Guerra

Notapor Metafight » 05 Dic 2010, 23:27

Mola, dos nuevas mascotas, te limpian el planeta y se cargan a quien digas. Y solo te obedecen a ti :twisted: ...

Muy bueno =D> =D>
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Re: La Gran Guerra

Notapor jorge » 06 Dic 2010, 12:29

dos nuevas macotas y subiendo...Me encanta el capitulo ed =D> =D> =D>
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 06 Dic 2010, 15:23

Aislamiento



Pasaron los días, la tareas en la cada vez mayor base Neural siguieron como hasta ahora. Siguieron construyéndose vehículos de asalto, armas. Se continuó limpiando el planeta de todos los Robots que se encontraran, ya fueran Aylers o robots corrompidos por ellos.

Se siguió limpiando, también, de la chatarra creada por la batalla que se mantuvo sobre el planeta; a esto contribuyeron significativamente los gigantescos Tiranodontus traídos por la ODI, que se alimentaban precisamente de ese tipo de escombros.




Todo continuó sin sorpresas, gracias a los Aylers capturados “vivos” cada vez se averiguaban más cosas sobre su Imperio.


Tara se recuperaba a paso lento pero seguro.


Todo parecía ir viento en popa. Todo mejoraba.


Pero no era así.
Nadie lo sabía, pero el Rey de los Rinaptors había caído en una gran desgracia.

Sentado en la cama su nueva habitación –provisional, mientras la otra era reparada-, Ter pasaba las noches lamentándose. Aunque por el día intentaba aparentar ser el de siempre, Ter había cambiado drásticamente a raíz del el encuentro con la diosa Terra.


Esta noche miraba su reflejo en los espejos de la habitación, sabiendo que lo que veía ya no era un Terraptor. Terra le había desvelado el secreto del Talismán que llevaba siempre colgado al cuello.


Esa noche lo miró frente a uno de los espejos de los aseos de la habitación. Durante algunos minutos mantuvo la mirada en él.
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Gracias a ti ya no soy de ninguna especie. Ninguna raza. Ni siquiera soy de una especie nueva… No pensé que convertirse en un Héroe significara esto…

-Vivir solamente por y para los demás- respondió una voz a sus espaldas-. Que tu vida deje de tener importancia, y sean sólo las de los demás las que importen.

Ter no se molestó en girarse, reconoció la voz de la diosa Terra inmediatamente. La última vez que la vio la había dejado plantada y se había ido del sueño –realmente no entendió del todo cómo-, supuso que estaría enfadada.

-En las películas los héroes repiten esa frase continuamente -continuó Terra-. ¿Nunca has visto una de esas películas? ¿No has aprendido nada de ellas?


Ter apretó con fuerza el Talismán en su mano, sin girarse.

-En ellas los héroes pueden decidir si quieren seguir salvando el mundo o no. Nadie les obliga, lo hacen porque quieren. Yo estoy obligado a hacerlo. Y, aún cuando lo haga, seguiré siendo... Una maldita máquina. Me habéis condenado.

-No todo lo que sale en las películas es aplicable a la realidad, aunque gran parte sí. Sabes que tu misión es probablemente la más importante que nadie haya conocido en este universo. No sólo debes salvar a tu raza…

-¡Ya no es mi raza!

-… sino que debes salvar una galaxia entera, y más. No imaginas cuantos millones de vidas dependen de ti. Incluida la mía.

Ter se dio la vuelta para encararse a Terra. Como la última vez, sólo su cabeza era visible, tan grande como el propio Ter, levitando sobre el suelo de la habitación.

-En este mismo momento no me importa una mierda cuántas vidas dependan de mí. Me importa mi vida.

Se volvió a girar, para contemplarse a sí mismo. El reflejo siempre le traía la imagen de un Terraptor, mas el sabía que no era un Terraptor lo que veía reflejado.


-Es precisamente tu vida la que ya no importa. Sólo las otras. Ésa es la esencia de los héroes de verdad, que se sacrifican por la vida de otros…

-¿Para qué hacerlo? Si mi vida, que es lo más importante para mí, ya no importa, ¿porqué iban a importarme las vidas de los demás? Y, si aún así, me importaran, ¿Qué tipo de motivación es destrozar mi cuerpo, mi ser,… mi vida, de esa manera? ¿Para hacerme más fuerte? ¿Para proteger mi vida, y así poder salvar las vidas de los demás? Pues sólo habéis conseguido que quiera morir. Y, cuando lo consiga, las vidas que tanto queréis salvar a costa de la mía morirán conmigo.


-Te conocemos lo suficientemente bien como para saber que no dejarás que tanta gente muera por tu culpa. Por eso te elegimos para esta misión.


Ter lanzó un bufido por toda respuesta.

Pasaron los segundos en silencio, hasta que Terra volvió a hablar.
-Ter, hemos modificado así tu cuerpo para asegurar tu supervivencia. Tu fuerza y resistencia se han multiplicado por cien, como has comprobado varias veces. Ahora eres inmune a cualquier tipo de veneno o enfermedad. Ter, ahora eres capaz de sobrevivir hasta en los lugares más inhóspitos, donde ningún otro ser vivo sobreviviría.

-Ya. Hasta debajo del agua. ¡Cómo no necesito respirar! ¡Me habéis quitado todos los atributos que me clasificarían como ser vivo!

-No los necesitas para cumplir tu misión.
-¡Hay algo más que esta misión en mi vida!

-Te lo dije hace unos días y te lo repito hoy. No debe haber nada más que tu misión en tu vida. Vives sólo para cumplir tu misión, todo lo que no esté relacionado con ella sólo te entorpecerá. No amigos, ni siquiera aliados de los que preocuparse. No amores. No permitas que la vida de nadie pese en tus decisiones, Ter.


Ter adoptó un tono de voz extremadamente pacífico y extremadamente amenazador a la vez.
-No permitiré que unos seres que se vanaglorian de ser los dioses de planetas y galaxias, pero que no son capaces de defenderse solos de un atajo de máquinas medio oxidadas, me digan como salvarles el culo.

Ter se acercó en un par de pasos a la gran cabeza de Terra.



-No quiero volver a ver mi sueño perturbado por vosotras, ni por ningún otro ser que se autodenomine Dios. Suficiente daño habéis causado ya a vuestro héroe. A partir de ahora, dejadme hacer mi trabajo en paz.

Atravesó la cara de Terra –era una ilusión- y se dirigió a su cama, en silencio.


Terra le siguió con la mirada mientras se acostaba.

-Sólo intentamos sobrevivir.



Ter se mantuvo en silencio tumbado en la cama, no tenía nada más que decir. Intentó conciliar el sueño, pasando olímpicamente del gran rostro que flotaba en el centro de la habitación.

Con expresión tranquila, los cuatro ojos de Terra se cerraron lentamente, y su morado rostro fue desvaneciéndose en el aire.
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Re: La Gran Guerra

Notapor jorge » 06 Dic 2010, 15:29

sublime, ya no tengo mas adjetivos que decir, casi todos mis post dicen lo mismo, pero como es verdad no me canso de repetirlo, genial el capitulo =D> =D> =D> =D>
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Re: La Gran Guerra

Notapor Eddlm » 07 Dic 2010, 13:36

Pues lo que has visto no es más que la punta del iceberg...





Más chulo, no hay otro que un dios.



-¿Qué se siente al ser traicionado por los dioses a los que adorabas?

Ter abrió los ojos de repente, ya no se encontraba en su habitación.
Una vasta llanura del color del carbón bajo un cielo gris lo rodeaba, sin una sola roca o montaña distinguible.

Un gigantesco robot estaba puesto de cuclillas justo encima suyo.


Ter salió disparado de ahí en cuanto pudo, situándose delante del gigantesco robot Ayler, que se irguió lentamente.

-¿Qué se siente al ser una máquina, Ter?


Ter entrecerró los ojos en un gesto de ira. El Ayler parecía encontrar divertida su situación.

-¿Quién eres y dónde me has llevado?



-No te preocupes, desde aquí no puedo matarte. Aunque… podría estar entreteniéndote mientras una horda de Aylers atacan el Punto Neural y roban la tan preciada sangre de tu compañera… No, no lo intentes. De este sueño no puedes salir.


¡Sect!
-¡Eres Sect!

-¡Premio! Tenemos ganador. O, perdedor, en este caso.


Miró hacia los lados, no había absolutamente nada. Decidió salir corriendo, como hizo con el sueño de Terra. Así consiguió salir de su sueño....

Dejó atrás al dios, y siguió corriendo durante casi un cuarto de hora.
No había salido.

Miró hacia atrás, Sect se encontraba una vez más encima de él, sentado de cuclillas.

-¿Qué quieres de mí?

-Matarte. Matarte a ti y a todos los seres vivos que habitan tu maltrecho planeta. A todos ellos, y los del Anillo también. Los Grox también. Y los Drizles. Oh, y también a los Barok’s. Los Terraptors… los Rinara… Hum, tengo mucho trabajo… Perdón, me estoy desviando. Ahora he venido sólo para reírme de ti. De ti, y de tus patéticos esfuerzos por sacar adelante una especie tan condenada como los Terraptors.


Ter sonrió.

-Ya verás lo condenados que están, dentro de unos años, cuando acaben con todo lo que se les ponga por en medio. No te merece la pena gastar tu energía en intentar que deje de lado a mi especie y los deje morir, porque no lo haré.

-No son de tu especie. Ahí está la gracia del asunto.
Ter dejó de sonreír, pero no dijo nada.

Así que Sect volvió a hablar.



-Intentas sacar adelante una especie que te odia, aunque ellos aún no lo sepan. Odian a las máquinas.
¿Qué ocurrirá cuando sepan que quien les dirige para acabar con los Aylers es una máquina también? Harán cafeteras con tu cuerpo.

-No lo sabrán.

-¡Oh, vamos! Esa piel de goma fundida no engaña a nadie. ¿Qué harás cuando te intenten hacer un análisis de sangre? ¿Les darás un litro de nanomáquinas?


Ter se quedó pensando. No había pensado en ello…

-Soy el tipo más importante del Imperio. Si no quiero que me hagan análisis…


-Supongo que cuando Tara te pida un hijo real tú le darás una mascota. ¿No?


Ter se quedó sin palabras ante eso.

-Oh, vamos, seré el dios de un ejército de máquinas sin corazón ni sentimientos, pero sé algo de biología. Tu vida se viene abajo, Ter. Tú tienes tanto de vivo como las piedras. Como los Aylers, mejor dicho. No eres más que un montón de máquinas que funcionan coordinadamente. No puedes sangrar siquiera. Estás jodido. Tú no estás hecho para vivir como una máquina.


Ter miró fijamente a lo que parecían ser los ojos del robot.
-No permitiré que me hables de esa manera jamás. Acabaré contigo y con tu ejército de chatarra pensante.


El robot soltó una sonora y metálica carcajada.


-Ése es el espíritu. Necesitamos un rival digno, estamos aburridos de lidiar siempre con los mismos blandengues.



Ter sonrió levemente.

-Algún día, Sect, pagarás muy caro todo esto. Cuando acabe con los Aylers, iré a por ti. No estoy de broma.

El Ayler que presumía ser Sect no pudo menos que soltar otra carcajada.

-Sabía que muchos animales tenían mucha fe en nosotros los dioses, pero nunca imaginé que uno de ellos tendría aún más fe en sí mismo. Os creía más inteligentes.

Ter volvió a sonreír malévolamente.
-Te voy a matar, Sect. Encontraré alguna manera de hacerlo.

Dando la espalda al inmenso robot, Ter se alejó caminando.

-Tienes mucho camino por delante antes de que nos encontremos por segunda y última vez… para ti- dijo Sect mientras miraba alejarse al Terraptor.



Durante los siguientes días, la determinación de Ter de acabar con el Dios le dio fuerzas y decisión a la hora de gobernar y relacionarse con otros en su mundo.


En otro cambio súbito de personalidad, Ter se mostró mucho más amable que otras veces, y más hablador. Incluso fue a visitar a Tara una vez más, cosa que antes no tenía previsto hacer.

Le contó todas las nuevas noticias del Imperio, y estuvieron hablando del futuro y del pasado de los Rinara, y lo mucho que cambiarían al estar en contacto con los Terraptor.


Pero cuando Tara preguntó por sus sueños con los dioses, Ter respondió que no había tenido ninguno.
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Re: La Gran Guerra

Notapor joseatoral7 » 07 Dic 2010, 15:16

Tio, como sacas esas ftos, enseñame o contestame, yo quiero saber para mi historia
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Re: La Gran Guerra

Notapor galactichero » 07 Dic 2010, 15:25

Como dijo un gran videojuego que como no conozcáis os mato (¬.¬) "No gods or Kings, only man" Que se vayan a la mierda todos los dioses xD.

Muy buen capitulo =D>
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