Regalo de unos viejos amigosAquella mañana Ter no salió de su habitación. Pocos lo echaron en falta, hasta que a mediodía, cuando el informador llamó al telecomunicador personal del Rey, y éste no contestó.
Varios Terraptors de bajo rango fueron a su habitación, preocupados por él, pero encontraron la puerta cerrada a cal y canto. El -ahora- pequeño Frip esperaba fuera, tumbado en el suelo, no parecía preocupado por los golpes y ruidos extraños que se oían dentro. El registro de la puerta indicaba que había al menos una persona en la habitación.
Llamaron desde fuera a su Rey, pero nadie contestó. Intentaron tirar la puerta abajo, les fue imposible. Llamaron a un técnico, para que desbloqueara la puerta; le fue imposible hacerlo.
Según él, era como si hubieran arrancado los cables de la puerta. No respondía a ningún estímulo, ni siquiera a comandos maestros, que obligaban a obedecer a cualquier máquina. Tampoco podían tirarla abajo, esa puerta era a prueba de la gran mayoría de bombas. Las únicas bombas que podrían derribarla derribarían el piso entero.
-Tampoco podemos taladrarla, está hecha de adiminio... Habrá que buscar otra manera de entrar- dijo el técnico.
-¿Las ventanas? Preguntó uno de los soldados.
De repente, un tremendo golpe sonó dentro de la habitación, la fuerza del mismo hizo vibrar el suelo bajo los presentes. Incluso Frip, que se había mostrado inusualmente tranquilo hasta ahora, miró la puerta con preocupación.
Todos salieron a toda prisa a buscar una manera de llegar hasta las ventanas.
Pocos minutos después consiguieron, con un helicóptero, acercarse a las ventanas, las cuales también estaban cerradas, aunque no eran tan resistentes como la puerta o las paredes de aquella habitación.
El helicóptero encargado de abrir paso estuvo a punto de disparar los misiles para eliminar las ventanas de un golpe, pero un oficial lo detuvo en el último segundo.
Un soldado que se encontraba en la puerta de la habitación de Ter, dentro del edificio, había oído voces.
Apagada por la puerta, fue imposible entender lo que decía la voz de Ter, pero por el tono parecía bastante nervioso. Frip seguía más o menos tranquilo, tumbado aún frente a la puerta.
Otro golpe, seguido del arrastrar de varias cosas de gran tamaño por el suelo, y golpes en las paredes.
Preocupados porque algo hubiera conseguido entrar a la habitación del Rey y le estuviera atacando, no dudaron en lanzar los misiles del helicóptero contra la habitación.
Los misiles impactaron contra las ventanas, pulverizándolas con un gran estruendo y lanzando decenas de kilos de escombros contra la habitación.
Los sonidos extraños dentro de la habitación cesaron, aunque no se podía ver el interior de la misma, por el humo levantado por la explosión. Cuando el humo se hubo disipado, se hizo visible una habitación destrozada, por supuesto, pero no sólo destrozada por el efecto de los misiles.
Marcas de algo que parecían ser garras llenaban las paredes, algunas en grupos de tres, o de una tan sólo. Las sillas se encontraban destrozadas cerca de las paredes, así como la mesa grande (sobre la que antes reposaba el ordenador de Ter) y la mesita de noche. La cama también estaba destrozada, pero eso si tenía explicación, se encontraba bajo las ventanas, recién desintegradas.
Todo parecía indicar que algo o alguien había atacado el lugar pero no había nadie allí. Sólo Ter.
Éste se encontraba en el centro de la habitación, con cara de muy pocos amigos y sosteniendo un gran armario de metal en una de sus manos, mientras miraba fijamente a los tipos del helicóptero.
De repente, lanzó el armario contra el helicóptero, haciendo que este se desestabilizara –y que a su vez el armario cayera al vacío-, pero el piloto recuperó el control y mantuvo el helicóptero frente a las destrozadas ventanas de la habitación de Ter.
En silencio, el Rey se dirigió a la puerta de la entrada, pero, esta vez la abrió de un puñetazo tal que la dobló, además de sacarla de sus raíles.
El oficial Terraptor se pasó toda la tarde persiguiendo, junto con Frip, a Ter en sus paseos rutinarios por los talleres y sus llamadas a las fábricas y laboratorios, rogándole que le dijera lo que había ocurrido en su habitación.
Ter se mantuvo en silencio mientras supervisaba la construcción de todos los vehículos en los talleres por los que pasaba. Sólo hablaba con los trabajadores.
Ahora el Rey parecía estar más extraño que otros días… Parecía muy enfadado –bien lo habían podido comprobar hacía escasas horas- pero esta vez intentaba disimularlo.
Ter nunca disimulaba su mal humor... otras veces habría soltado una voz al oficial que le hubiera dado un vuelco el corazón.
Por si las moscas, Frip no se acercó mucho a Ter esa mañana. Él parecía conocer el motivo por el que Ter se comportaba de esa manera, incluso podría saber que había pasado hacía unas horas en la habitación.
En un determinado momento, en uno de los pasillos que separaban los talleres de vehículos ligeros, Ter detuvo su paseo. Se giró, y, mirando al oficial, señaló al pequeño Frip y dijo:
-Quiero un análisis completo de este animal para mañana.
Y siguió caminando.
Viendo que no sacaría nada de información a su Rey ese día, el oficial desistió y cambió de tema cuando recibió una noticia por telecomunicador, que se vio obligado a contar a Ter. Ya que el telecomunicador de Ter también había resultado destruido en la habitación.
-Me informan de que tres objetos con forma de asteroide se dirigen directamente hacia este planeta, si siguen su rumbo sin cambios llegarán a Terra en dos horas. Además, desde hace algunas horas, unos pequeños objetos, que parecen ser de análisis, han aparecido por gran parte del planeta, se les ha permitido el paso por ser reconocidos como pertenecientes a la ODI.
Ter detuvo su caminata por el pasillo y meditó sobre los presuntos asteroides.
-¿Cómo que tres objetos “con forma de asteroide”? ¿Acaso no lo son?
-Según los escáneres de asteroide sólo tienen la cubierta, en el interior hay una especie de huevo de un material desconocido, no sabemos lo que hay dentro. Los escáneres no pueden atravesarlo.
Escáneres de la ODI… y tres huevos en dirección Terra. Interesante.
-¿Qué tamaño tienen?
-Dos de ellos, más de cien de metros de alto, señor. El tercero apenas mide cinco.
Ter siguió pensando, parado en medio del pasillo. Había notado que el oficial había sustituido la común palabra “Rey”, que utilizaban para nombrarle, por “Señor”, mucho más agradable para sus oídos.
-Siguiendo la simple lógica podrían ser de la ODI…
-Podrían serlo, señor.
-Pero, ¿Han dado algún tipo de señal que verifique que lo son? ¿Han pedido siquiera permiso para entrar a nuestro sistema?
-No, ninguna de las dos cosas, señor. Los escáneres sólo están estudiando nuestro aire y a nosotros mismos, parece. Pero no han hecho amago siquiera de comunicarse con nosotros.
-Ordena a uno de nuestros buques en órbita que efectúe un disparo de aviso al asteroide pequeño. Veamos su reacción.
Uno de los buques Senan que orbitaban alrededor de Terra, disparó un proyectil débil de energía hacia el asteroide más pequeño. Cuando fue alcanzado, la cubierta de roca que lo camuflaba como un asteroide normal se desprendió, desvelando un huevo de metal, con el frente recalentado por el impacto del disparo. Pero intacto.

Una transmisión de voz llegó desde el huevo volante, hasta los ordenadores del Senan que había disparado.
-Rogamos no ejecuten acciones hostiles hacia las cápsulas de carga.
-Dejaremos de disparar cuando os identifiquéis- respondió el capitán del Senan, siguiendo las órdenes de Ter por telecomunicador.
Los asteroides-cápsula no respondieron, y continuaron su camino.
El Senan y los demás buques y cruceros de combate dispararon otra vez contra las cápsulas camufladas de asteroides, esta vez proyectiles usados para el combate estelar –mucho más potentes-, pero lo más que consiguieron fue quitarles la cubierta de roca. Ter, sin embargo, no ordenó evacuar el planeta, ante la posible amenaza. Era muy probable que las tres cápsulas pertenecieran a la ODI –era más que probable, era casi obvio- pero… seguían sin identificarse como tales.
Dos horas después, los asteroides-huevo-cápsula entraron en la atmosfera de Terra, frente a las impotentes naves, que no habían sido capaces de detenerlos. Teniendo en cuenta su tamaño, si continuaban su rumbo y velocidad, su impacto sería devastador para cualquier ser vivo o inerte en centenas de kilómetros a la redonda, para colmo quiso la suerte –o el piloto automático- que fueran a aterrizar justo en frente del edificio Punto Neural.
Todos se preparaban para el impacto –Ter el primero, a unos metros del lugar de impacto, más chulo que nadie-, pero las cápsulas, minutos antes de chocar contra la superficie, deceleraron significativamente, hasta casi detenerse a unos metros del suelo. Luego, bajaron despacio hasta el suelo, en formación de triangulo, en una explanada a doscientos metros del edificio.
Los Terraptor empezaron a rodear, con tanques, soldados y TyranoS a las cápsulas, que acababan de aterrizar, suavemente, en la explanada.
Segundos después de aterrizar, de la cápsula pequeña salieron unas cuantas antenas, que analizaron la calidad del aire. La encontraron muy pobre en oxigeno, demasiado rica en dióxido de carbono. Aceptable para la supervivencia de la carga.
Ter se acercó cautelosamente a la cápsula pequeña, seguido de unos cuantos soldados, varios tanques y TyranodoS, que no dejaban de apuntar con sus armas a las cápsulas. Sabían que no podían destruirlos, pero puede que sí pudieran destruir lo que contenían si salía al exterior… Si era enemigo.
En cuanto Ter estuvo a un metro de la cápsula, ésta se puso a hablar a toda velocidad.
-Saludos, amigo Terraptor. Es un placer comunicarle que la Organización de la Defensa Intergaláctica ha tomado la decisión de hacerles un regalo que les ayudará en su guerra.
Ter hizo un gesto a los soldados.
-Son amigos. La ODI.
La noticia se extendió de Terraptor en Terraptor por toda la explanada, tranquilizando en general a la gente. Pero no en exceso. Por muy aliados que fueran, dos cápsulas del tamaño de un edificio en medio de la explanada no inspiraban precisamente confianza en los Terraptor.


De repente, las cápsulas se abrieron con una explosión de gases en el interior, igualando la presión de dentro con la de la atmosfera, y despertando de la criogenización a los seres de su interior.
Las paredes de una de las cápsulas se resquebrajaron como si de cáscaras de huevo se tratara, cayendo al suelo, y obligando a los tanques, TyranodoS y demás a alejarse a toda prisa de allí, para no ser aplastados por las mismas. La otra se abrió de manera mucho más lenta, por su propia voluntad, separando fragmentos de sí misma como pétalos de una flor se tratara.
Ter se mantuvo en el lugar, por suerte ninguno de los fragmentos de huevo de metal le cayó encima.
Antes incluso de que la primera cápsula-huevo se rompiera por completo, un gigantesco rugido salió de ella, a la derecha de Ter. Acto seguido, el ser destrozó lo que quedaba del huevo-cápsula y salió al exterior rugiendo por segunda vez. A punto estuvieron de disparar los tanques y soldados al inmenso animal, pero no lo hicieron.
No así los TyranodoS, que clasificaron al animal como enemigo y se pusieron a disparar con todo lo que tenían. Ter se dio cuenta del error de haberlos traído, ya que estos seres eran desconocidos para ellos, pero encontró una fácil solución en pocos segundos.
Los Rinaptor habían previsto estas situaciones, y habían dotado a los TyranodoS de un sistema electrónico simple, que apagaba por completo a esos seres cuando un Oficial que portara el detonador pulsara dicho objeto.
Así que los TyranodoS agresivos cayeron apagados de repente, al suelo.
El otro inmenso animal salió mucho más cauteloso de su cápsula mientras la cápsula que Ter tenía enfrente se ponía a hablar otra vez.
-Creados a partir del ADN del Rey Murati, estos animales han sido enviados por orden del alto mando de la O.D.I. a petición de los supervivientes del Planeta U, en el Sistema UIBB, de esta misma galaxia.
-Sé de qué planeta hablas. ¿Hay supervivientes allí?
El robot del huevo no había terminado la explicación y continuó con su discurso.
-Estos dos Épicos de la especie Tiranodontus Rex le ayudarán en su batalla contra sus enemigos y limpiarán los destrozos causados en este planeta, han sido creados para serles lo más útiles posible a usted y su imperio. Se alimentan de metal y…
-Hey hey hey, espera. Responde a mi pregunta. ¿Hay supervivientes en el planet…?
-…y son extremadamente fuertes, como ha podido comprobar con los disparos de sus máquinas. Sólo obedecerán al más alto mando del Imperio, que suponemos será usted.
-Sí, soy yo, pero…
-Excelente. Sepa además que pueden alimentarse de metal. Por último, un extra.
-Podrías explicarme todo esto en otro momento y decirme si en el planeta U hay sup…
-Uno de ellos es una hembra y está embarazada.
Ter se calló y miró hacia arriba, al ser que había salido despacio del huevo, a su izquierda.
Era más grande que el otro.
Se pasó una mano por la cara en un gesto de desesperación y continuó intentando sacar la información que quería de aquel huevo gris intentando adelantarse a él.
-Antes de que digas más, respóndeme a esta pregunta. ¿Hay…?
-Si son bien alimentadas, las crías alcanzarán el tamaño de sus padres en cuestión de semanas y…
-¡Cállate de una vez y responde sólo a lo que yo pregunte!
-… serán tan leales como sus padres, a la vez que fuertes. Podrá comprobar además qu…
Perdiendo la paciencia –cosa fácil teniendo en cuenta los pasados acontecimientos-, Ter lanzó tal mandoble al huevo con su espada, que lo lanzó varios metros a la izquierda su posición inicial. El huevo no volvió a decir una sola palabra.

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Otro punto de vista de los acontecimientos...