por lyra » 23 Sep 2007, 09:46
Bueno, me he mirado otra vez las normas del foro y no dice nada sobre la longitud de los mensajes, así que lo voy a poner a continuación. Siento las molestias que pueda ocasionar, aunque no creo que pase nada.
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[font=Arial][justify]Saphira amasó el suelo bajo sus pies. Dejando sus bolsas con provisiones colgando de la rama de un enebro, Eragon y Roran treparon sobre la espalda de Saphira. No perdieron tiempo ensillándola, puesto que ya lo estaba. El cuero moldeado estaba caliente por debajo de Eragon. Sujetó la espina del cuello que se encontraba delante suyo - para sujetarse durante los cambios bruscos de dirección- mientras Roran rodeaba con un brazo su cintura y blandía su martillo con el otro. [/justify]
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[justify]Un pedazo de pizarra se agrietó bajo el peso de Saphira mientras ella se agachaba y luego, en un solo salto vertiginoso, saltó hasta el borde del abismo, donde se balanceó por un momento antes de abrir sus enormes alas. Las finas membranas temblaron cuando Saphira las levantó hacia el cielo. Parecían dos velas azules translúcidas.[/justify]
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[justify]"No tan fuerte" gruñó Eragon.[/justify]
[justify]"Lo siento" dijo Roran aflojando su brazo.[/justify]
[justify]Cualquier otro intento de comunicación se volvió imposible cuando Saphira saltó otra vez.[/justify]
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[justify]Cuando alcanzó la cumbre del salto, abajó las alas con un poderoso impulso, conduciéndose más arriba aún. Con cada aleteo, subían cada vez más cerca de la cima, nubes estrechas que se extendían de este a oeste.[/justify]
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[justify]Mientras Saphira se dirigía hacia Helgrind, Eragon hizo un vistazo a su izquierda y descubrió que, gracias a la altura a la que se encontraban, podía ver unas cuantas millas de distancia más allá de la orilla del lago Leona. Una gruesa capa de niebla, gris y fantasmal, emanaba del agua, como si unos fuegos fatuos quemaran sobre la superficie del líquido. Eragon lo intentó pero, incluso con su vista de halcón, no pudo ver ni la otra orilla ni la parte sur de las Vertebradas, de lo que se lamentó. No había puesto sus ojos en las montañas de su infancia desde que había dejado el valle de Palancar. [/justify]
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[justify]Al norte se encontraba Dras-Leona, una masa gigantesca y laberíntica que parecía una silueta compacta contra la pared de niebla que rodeaba su ladu oeste. El único edificio que Eragon pudo identificar fue la catedral donde los Ra'zac le habían atacado; su resaltada punta se erguía sobre el resto de la ciudad, como una lanza puntiaguda. Y Eragon sabía que en algún lugar del paisaje que pasaba raudo debajo de sus pies se encontraban los restos del campamento donde los Ra'zac habían herido mortalmente a Brom. Dejó pasar todo su enfado y dolor por lo ocurrido aquél día- igual que por la muerte de Garrow y la destrucción de la granja- para que le invadiera el coraje, mejor dicho, el deseo de enfrentarse a los Ra'zac.[/justify]
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[justify]Eragon, dijo Saphira. [i]Hoy no necesitamos proteger nuestras mentes ni mantener nuestros pensamientos en secreto, no?[justify]No, a no ser que aparezca un mago.[/justify]
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[justify]No, a no ser que aparezca un mago.[/justify]
[justify]No, a no ser que aparezca un mago.[/justify]
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[justify]Un abanico de luz dorada brillaba en el cielo mientras el sol salía por el horizonte. En un instante, una amplia gama de colores transformó el mundo previamente oscuro: la niebla brilló, el agua se volvió de un azul vivo, la fangosa muralla que rodeaba el centro de Dras-Leona mostró sus lados de un amarillo sombrío, los árboles se cubrieron con cada tonalidad de verde y el suelo se tiñó de rojo y naranja. De todos modos, Helgrind permaneció como siempre había sido- negro.[/justify]
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[justify]La montaña de piedra crecía rápidamente a medida que se aproximaban a ella. Incluso desde el cielo, intimidaba.[/justify]
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[justify]En el descenso hacia Helgrind, Saphira se inclinó tan súbitamente hacia la derecha que Eragon y Roran habrían caído de no ser porque habían sujetado sus piernas a la montura. Luego voló alrededor de la pista de aterrizaje del pedregal y por encima del altar donde los monjes de Helgrind llevaban a cabo las ceremonias.[/justify]
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[justify]"¿Y ahora qué?" gritó Roran. "¡Los esclavos no están!"[/justify]
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[justify]Una gran fuerza parecía presionar a Eragon contra su asiento cuando Saphira paró de descender y empezó a describir círculos por encima de Helgrind, buscando una entrada que les llevara al escondite de los Ra'zac.[/justify]
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[justify]No hay un agujero lo bastante grande para una rata, declaró. Redujo la velocidad y se quedó flotando encima del principio de un puente que conectaba el tercer pico más alto de los cuatro con el menor. El contrafuerte irregular magnificaba el sonido producido por sus alas hasta que se volvió tan ruidoso como un trueno. A Eragon se le saltaban las lágrimas cuando el aire golpeaba su piel.[/justify]
, declaró. Redujo la velocidad y se quedó flotando encima del principio de un puente que conectaba el tercer pico más alto de los cuatro con el menor. El contrafuerte irregular magnificaba el sonido producido por sus alas hasta que se volvió tan ruidoso como un trueno. A Eragon se le saltaban las lágrimas cuando el aire golpeaba su piel.[justify][/justify]
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[justify]Una telaraña de vetas blancas adornaba la parte trasera de los riscos y pilares, donde la escarcha se había amontonado en las grietas que rodeaban la roca. No había nada más que interfiriera en la oscuridad negra como la tinta de las murallas azotadas por el viento. Por encima de las piedras inclinadas no crecían árboles, arbustos, hierba, musgo o líquen; ni siquiera las águilas se atrevían a anidar en las cornisas deterioradas de las torres. Haciendo honor a su nombre, Helgrind era el monte de la muerte, y estaba envuelto en pliegues afilados que le conferían el aspecto de un huesudo espectro que se hubiera despertado para sembrar muerte y destrucción.[/justify]
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[justify]Apartando sus pensamientos, Eragon confirmó la presencia de uno de los esclavos y la de las dos personas que había descubierto encarcelados en Helgrind el día anterior, pero muy a su pesar, no pudo localizar ni a los Ra'zac ni a los Lethrblaka. "Si no están aquí, dónde?" se preguntó. Buscando por segunda vez, se percató de algo que se le había escapado anteriormente: una flor solitaria, una genciana, floreciendo a menos de cincuenta pies delante suyo, donde debería de haber roca sólida. ¿Cómo conseguía sobrevivir?[/justify]
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[justify]Saphira respondió a su pregunta posándose sobre un saliente medio desmoronado algunos pies a la derecha de la flor. Cuando lo hizo, perdió el equilibrio momentáneamente y agitó las alas para mantenerse en pie. El lugar de fregar con ellas la montaña, la punta de su ala derecha desapareció dentro de la roca y volvió a salir.[/justify]
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[justify]Sapira, ¿lo has visto?[/justify]
[justify]Sí.[/justify]
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[justify]Inclinándose hacia delante, Saphira empujó la punta de su hocico contra la escarpada roca, deteniéndose al cabo de una o dos pulgadas como si esperara que una trampa se activara y continuando después su avance. Poco a poco, la cabeza de Saphira se deslizó dentro de Helgrind, hasta que todo lo que Eragon fue capaz de ver fueron el cuello, el torso y las alas.[/justify]
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[justify]Es una ilusión! exclamó Saphira.[/justify]
exclamó Saphira.
exclamó Saphira.[/font]
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Edito: No sé porqué pero los espacios se han cuadruplicado y no consigo arreglarlo. De todos modos no creo que moleste. Espero que os guste!!!!!
El dinero no da la felicidad, pero provoca una sensación muy parecida-Woody Allen