
Fundadora: Rebeca Ros
Heredera de la segunda generación: Ruth Ros
Heredera de la tercera geberación: Rosa Ros
Avance número 1
Avance número 2
Avance número 3
Avance número 4
Avance número 5
Avance número 6
Avance número 7
Avance número 8
Avance número 9
Avance número 10
Avance número 11
Avance número 12
Avance número 13
Avance número 14
Me ha picado el gusanillo del Legacy y aquí estoy


Os presento a Rebeca Ros. Es una sim afortunada, torpe, distraída, rata de biblioteca y cotorra. Su deseo de toda la vida es convertirse en autora profesional (ganar 4.000 simoleons semanales en derechos de autor) y para conseguirlo ha decidido mudarse a Sunset Valley porque en su pueblo no hay editores. Le gusta comer queso a la parrilla, escuchar música pop y el color negro.

Compró una casa por Internet y nada más llegar se dio cuenta de que las apariencias engañan. La casa no tenía nada que ver con lo que había visto en fotos. La decoración la horrorizó al instante.

Como se había gastado casi todo lo que tenía en la horripicasa, no tenía dinero para un ordenador, así que cogió un taxi para ir a la biblioteca. Creo que iba un pelín asustada...

Tenía intención de escribir un best-seller que le aportara la pasta suficiente para, como mínimo, cambiar los muebles.

Pero la biblioteca estaba llena de niños ruidosos esa tarde. Así no hay quien se concentre!

Se hartó y se largó, toda ofuscada ella, a tomar el aire. Había oído comentar a unas señoras que en la playa se estaba celebrando una parrilada. Con lo que le gusta el queso a la parrilla… Pallí que se fue!

Pero no había queso. Había salchichas. Encima un señor estaba acaparando descaradamente la barbacoa y no había nadie que le pareciese interesante por los alrededores…

Bueno, menos da una piedra. Decidió cogerle prestado un perrito caliente, ya que no pudo prepararse los suyos propios, al caballero. No se parecían en nada al queso y le entró la tos.

Volvió a su casa a leer el periódico, pero las noticias de Sunset Valley eran tan aburridas que se fue a soñar… consigo misma.

Por la mañana volvió a la biblioteca a seguir escribiendo, pero como la niña es distraída se puso a leer un libro.

Cuando recordó para qué estaba en la biblioteca era demasiado tarde. Los niños ya habían salido del colegio y estaban ahí para desconcentrarla.

Decidió volver a la playa en busca de queso, pero menuda fue su sorpresa cuando se acercó un chico a charlar con ella.

También se acercó un hombre que pensó que el lugar idóneo para montar un picnic era a sus pies.

Y los hijos del hombre también se acercaron, no iban a perderse el picnic.

Que se aguanten, nosotros estábamos primero y les pisamos el mantel.

Ahora que la familia-picnic se había ido y tenían un poco de intimidad, el chico (Roberto, se llama) tenía sueño y quería irse.

Te pongo ojitos pero me voy a ir, que lo sepas.

Venga, un achuchón de buenas noches.

Jo. Con lo majo que es y se larga.

Por la mañana Rebeca se levantó pensando que no debía interesarle demasiado a Roberto. Eso de que se fuera justo cuando se quedaban solos no le gustó demasiado. Decidió ir a visitarlo y ver qué tal la recibía.

La recibió cogiéndola de las manos, un gesto un tanto extraño. Parecía que fueran a ponerse a jugar al corro de la patata.

Solo hace falta ver la cara que pone Rebeca…

Se pasaron la tarde conociéndose y él le ofreció macarrones con queso para cenar. Con QUESO! Ella aceptó encantada, por supuesto.

Cuando acabaron de cenar, Rebeca fue al lavabo. Menuda fue su sorpresa cuando salió y se encontró a Roberto (al que parece que le molesta la luz) roncando.
Y eso es todo por hoy. Seguiremos informando
